El hombre que pudo reinar (The Man Who Would Be King, 1975). John Huston
Danny Dravot y Peachy Carnehan, dos aventureros que viajan a la India en 1880, sobreviven gracias al contrabando de armas y otras mercancías. Un día, deciden hacer fortuna en el legendario reino de Kafiristán. Después de un durísimo viaje a través del Himalaya, alcanzan su meta justo a tiempo para hacer uso de su experiencia en el combate y salvar a un pueblo de sus asaltantes. Está inspirada en un relato de Rudyard Kipling.
Hay en las aventuras de Carnehan y Dravot, lugar para los
sueños, para la imaginación, para la elevación del hombre por encima de su
propia circunstancia, para el desprecio por las reglas, para la manifestación,
en suma, de los impulsos más primarios del ser humano. También existe un
espacio para el humanismo irónico, para la ternura disimulada, para la violència
y para la anécdota (...) Huston, además, aprovecha la ocasión para hacer, a la
vez, apologia y sàtira del imperialismo británico. Porque, en definitiva, “El hombre
que pudo reinar” es un fresco espectacular, no desprovisto precisamente de
humor, aunque contenga más de un borrón que impide situarlo entre los mejores
firmados por Huston. (Pedro Crespo en ABC del 7 de julio de 1976)
Verdaderamente, nos parece extraño que un veterano del cine
tan ilustre como John Huston haya ido a buscar inspiración y tema en esta
literatura polvorienta. La historia argumental es bastante pueril, no obstante
sus propósitos de hacerse emocionante. (...) John Huston sólo ha podido en esta
ocasión demostrarnos una vez más su buena técnica, mientras Michael Caine y
Sean Connery, en la encarnación de dos absurdos personajes, no están bien ni mal.
Cumplen sencillamente con la corrección que corresponde a su gran rango
artístico. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 12 de agosto de 1976)
La mítica del fracaso constituye la base de un lúcido e irónico relato de aventuras. Basado en un relato de Rudyard Kipling, narra el sueño casi alcanzado de dos perdedores que no se resignan a su suerte. La serena belleza de sus imágenes y el pulso firme de su narración mantienen una tónica impecable a lo largo de todo su desarrollo. (Fotogramas)
Huston, junto a la co-guionista Gladys Hill, retoma sus habituales temáticas de búsqueda en un universo de perdedores, creando una épica aventurera llena de humor que sirve a sus caracteres para hallar su reorientación existencial, además de ofrecer un miramiento crítico al imperialismo; un ligero estudio etnográfico y psicológico; una incisiva mirada a la naturaleza, convicciones y actitudes volubles del ser humano en su ambición y codicia; y un lúdico canto a la camaradería en su condición de ‘buddy movie’. (Antonio Méndez en AlohaCriticón)
"El hombre que pudo reinar" de John Huston es una aventura de capa y espada, pura y simplemente, de la mano de un maestro. Es descarada, emocionante y divertida. La película invita a la comparación con grandes películas de acción como "Gunga Din" y "Mutiny on the Bounty", y con el clásico del propio Huston "El tesoro de la Sierra Madre": obtenemos caracterizaciones fuertes, nos emocionamos e incluso nos reímos. de vez en cuando. (...) Cuando termina no hemos aprendido nada que valga la pena saber y ni siquiera hay una moraleja que sacar, pero nos hemos divertido. Es genial que alguien todavía tenga el don de hacer películas como ésta; incluso Huston, después de treinta años, debió preguntarse si todavía sabía cómo hacerlo. (Roger Ebert)
El hombre que pudo
reinar no es una película commovedora y, por otra parte, tampoco es una
comedia. Es una película de género hecha con total conciencia del pozo rancio
en que puede hundirse si su distancia lacónica falla alguna vez. Huston tiene
que dominar las emociones a las que la mayoría de espectáculos aspiran; si
hubiese tratado el material para conmover, habría devuelto a la audiencia a la
era en que se supone que debíamos sentirnos orgullosos de la gallardía del
imperio británico, como lo hacemos a un cierto nivel, a pesar de nuestros yos expertos
y disgustados, en películas como Tres
lanceros bengalíes (1935). (Pauline Kael en The New Yorker del 5 de enero
de 1976)
El resultado, como puede esperarse, es dinámico, totalmente
seguro, y ciertamente es una de las películas más vigorosas de Huston, aunque inevitablemente
la historia resulta demasiado dilatada, con diferentes énfasis. (...)
Desafortunadamente, bajo el peso del espectáculo, la línea argumental básica a
menudo se hunde y la narración periódica de Caine (supuestamente el relato del
marchito y cansado Carnehan, aunque raramente suena así) se muestra como un
refuerzo insuficiente; como en Moby Dick,
Huston se mueve en la emoción superficial a expensas del trasfondo espiritual.
(Geoff Brown en Sight and Sound de abril de 1976)
Es un gran relato, una leyenda, de firmeza, coraje, camaradería, valentía y codicia, aunque no necesariamente en ese orden. (Vincent Canby en The New York Times del 18 de diciembre de 1975)
Huston nos ofrece una historia de amistad, aventuras, poder y respeto a la palabra. Obviamente, estas virtudes están contaminadas por la historia. Dravot y Carnehan transmiten la supremacía del Imperio Británico, el colonialismo primario. Durante una secuencia en la que Carnehan arroja a un indio del tren, no podemos evitar estremecernos. Del mismo modo, originalmente sólo el beneficio inspira su empresa. Sin embargo, el espectador no guarda ningún resentimiento, Huston consigue magnificar su tema y vuelve a conectar con la película de aventuras de Hollywood. Al adaptar a Kipling, Huston cumple su deseo al tiempo que nos ofrece nuestra parte del sueño, la ascensión de un hombre a un estatus semidivino. El sueño colectivo encarnado. (Dave Garver en DVDClassik)
Gran lector de Kipling desde niño, John Huston ya tenía planes en los años cincuenta de adaptar el cuento El hombre que quiso ser rey. Los dos papeles principales serían interpretados por Clark Gable y Humphrey Bogart. La muerte de este último puso fin al proyecto y sólo veinte años después pudo hacerlo realidad. John Huston enriquece el relato que, si bien es una gran película de aventuras, conserva toda su dimensión filosófica sobre la atracción del poder y la riqueza frente a los sentimientos más nobles de honor, idealismo y lealtad en la amistad. Las imágenes son magníficas (la película se rodó íntegramente en Marruecos) y Michael Caine y Sean Connery forman un dúo perfecto y muy británico, ya que los dos actores se llevaron perfectamente en el set. El hombre que pudo reinar es una película de gran magnitud. (L'oeil sur l'écran)
La total complicidad entre los dos actores, Sean Connery y Michael Caine, y el increíble dominio de la dirección de John Huston, explican en gran medida que esta historia, bastante irreverente sobre los aspectos negativos del imperialismo y no menos irónica con su humor serio, se haya convertido en una obra maestra del género. El hombre que pudo reinar no es un banal film de acción que explota la fotogenia de
los paisajes y las grandes escenas con un montón de figurantes: el estudio del
orgullo y la vanidad humanas, concretado en la sed de poder –hasta la
deificación- y de fortuna de dos aventureros sin escrúpulos, da al relato una
dimensión filosófica más universal. Cuando realizó en 1975 El hombre que pudo reinar, John Huston reencontró el espíritu de
diversión que había aplicado con intensidad a su película de 1948 El tesoro de Sierra Madre. Estas dos
obras esenciales muestran la inclinación del cineasta por los personajes
ambiguos, aventureros tragicómicos movidos por ilusiones, que consigue volver
simpáticos a pesar de su torpeza. (On-mag.fr)
Pelicula estrenada en Madrid el 5 de julio de 1976 en el cine Capitol; en Barcelona, el 9 de agosto de 1976 en los cines Urgel Cinema y Palacio Balañá.
Reparto: Sean Connery, Michael Caine, Christopher Plummer, Saeed Jaffrey, Doghmi Larbi, Shakira Caine, Karroom Ben Bouih.
Mítico film de aventuras, pero con unas cuantas lecturas más.
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