viernes, 21 de enero de 2022

Locura de amor (1948). Juan de Orduña

 

La pasión que siente la princesa Juana de Trastámara, hija de los Reyes Católicos y heredera del trono de Castilla, por su marido Felipe el Hermoso, soberano de los Países Bajos e hijo del emperador alemán Maximiliano I de Austria y de María de Borgoña, no es justamente correspondida. El archiduque prefiere las aventuras con otras mujeres, cosa que trastorna completamente Juana. Su locura se acentuará con la prematura muerte de su marido. Film basado en la obra teatral de Manuel Tamayo y Baus (1855).

No podemos resistirnos a citar unos párrafos de la Historia de España (1867) de Modesto Lafuente, que darían motivo a un célebre cuadro de Francisco Pradilla, imagen que recrea la película.

Componían la comitiva multitud de prelados, eclesiásticos, nobles y caballeros: seguía una larga procesión de gente á pié y de á caballo con hachas encendidas. Andábase solamente de noche, porque una mujer honesta, decía ella, después de haber perdido á su marido, que es su sol, debe huir de la luz del día. En los pueblos en que descansaban de día se le hacían los funerales, pero no permitía la Reina que entrara en el templo mujer alguna. La pasión de sus celos, origen de su trastorno mental, la mortificaba hasta en la tumba del que los había motivado en vida.

Refiérese que en una de estas jornadas, caminando de Torquemada a Hornillos, mandó la Reina colocar el féretro en un convento que creyó ser de frailes, mas como luego supiese que era de monjas, se mostró horrorizada y al punto ordenó que le sacaran de allí y le llevaran al campo. Allí hizo permanecer toda la comitiva á la intemperie, sufriendo el riguroso frío de la estación (diciembre de 1506) y apagando el viento las luces (Pedro Mártir de Anglería, epist. 339). De tiempo en tiempo hacía abrir la caja para certificarse de que no se lo habían robado. De esta manera anduvo aquella desgraciada Señora paseando de pueblo en pueblo en procesión funeral el cuerpo de su marido [...] .

El director, Orduña, ha sabido emplear, articular, ordenar con verdadera maestría todos los elementos por él elegidos, consiguiendo un concierto en ellos en el que no se escapa una nota. Así, el "film" sigue como una línea melódica , en la que nada desentona ni desafina. (Donald en ABC del 9 de octubre de 1948)

Juan de Orduña, fino director que ya con “Un drama nuevo” rompió los sellos del teatro romántico actualizándolo en el cine con singular acierto, ha mantenido intactas todas las líneas de perspectiva de la obra original, hasta el minino diálogo, limitando con ellas su labor de creación puramente cinematográfica a aquellas situaciones susceptibles de una descripción gráfica de gran estilo, que aprovecha en todos los órdenes de un modo impecable. (H. Sáenz Guerrero en La Vanguardia del 9 de octubre de 1948)

En Locura de amor ha logrado compaginar Orduña lo histórico con las esencias más puras de un cine moderno de primera calidad. (...)La dirección de Orduña ha sido tan pródiga en aciertos que ningún pero podemos poner a su extraordinaria labor. (Fernando Méndez-Leite en Historia del cine español)

Un film mítico que aunó el éxito popular con el dudoso prestigio cultural. Basado en un dramón histórico de Manuel Tamayo y Baus, supone un ejercicio de grandilocuencia: desde las interpretaciones hasta una envarada realización que refuerza su carácter de pretencioso cartón-piedra. Tiene un valor estrictamente arqueológico pero puede ser asumido con sentido del humor. (Fotogramas)

Un guión tremebundo y altisonante, realzado por una puesta en escena adecuadamente ampulosa, para una historia cuyo mayor encanto reside en su nada encubierta necrofilia. (Carlos Aguilar)  

Hay que valorar en su justa medida la interpretación que lleva a cabo Aurora Bautista de la reina y su locura. A pesar de que puede ser tildada de hiperactuación (el personaje, en este caso, lo requiere), resulta muy llamativa la semejanza del travelín en retroceso de la escena final, junto al lecho de muerte de su amado Felipe, con la gesticulación extravagante que llevaría a cabo dos años después Norma Desmond (Gloria Swanson) al bajar por la escalera de su mansión, filmada también con análogo movimiento de cámara, en El crepúsculo de los dioses (1950). Si los devaneos de la Swanson son hoy considerados geniales, no deberían serlo menos su precedente en Locura de amor. (Cinefilia Sant Miquel)

Ubicado bajo el signo de la desmesura, el film de Orduña traza un perfecto arco que va de la locura a la muerte pasando por un amor constante más allá de toda postrimería. Con una puesta en escena al servicio de una Aurora Bautista que subraya la magnitud gestual de sus ademanes y realza la teatralizante impostación de la voz, Locura de amor alcanza sus mejores logros en los momentos de estruendo y furor en que el personaje oscila entre lo sublime y lo ridículo... (Juan Miguel Company en Diccionario del cine español)

Film que, tras el ropaje historicista, articula la tragedia del deseo sin correspondencia, dando la medida del talento de Orduña para cristalizar una estética nacional-popular que integra desde la propia naturaleza legendaria de la obra de Tamayo y Baus (...) hasta la recreación de la pintura decimonónica de Pradilla... (José Luis Téllez en Diccionario del cine español)

Actualmente, ver Locura de amor tiene tres alicientes: el puramente arqueológico, destinado a los eruditos y estudiosos de la materia; el nostálgico, para los que la vieron en su momento y quieran recordar viejos tiempos; y el de la rechifla, para el personal joven que quiera partirse de risa con este dramón romántico y necrofílico, con este guión imposible de puro ampuloso, con esta visión “kitsch” de la historia del efímero reinado de la reina Juana de Castilla, al que daría vida una Aurora Bautista a la que, ciertamente, el papel le venía como anillo al dedo, aunque su engolamiento, perfecto para la época, sea hoy día tan chirriante. (Enrique Colmena en Criticalia)

Locura de amor sería el mayor éxito de público de la temporada y uno de los mayores de la década. La “españolidad” de este tipo de filmes era preferida por buena parte de una crítica que veía en la adaptación literaria histórica y no folclórica, el lugar donde el cine habría de redefinirse. El motivo de su indiscutible atractivo popular era una decidida voluntad melodramática, caracterizada por el protagonismo de la sufriente figura femenina. Construida como una monumental y literal sucesión de cuadros vivientes,Locura de amor busca dar vida no a los acontecimientos de la Historia con mayúscula, sino a los signos que han contribuido a construir la leyenda romántica, intemporal, de la historia de amorde Juana la Loca y Felipe el Hermoso. (Tai, Escuela Universitaria de Artes)

Película estrenada en Madrid en el cine Rialto el 8 de octubre de 1948; en Barcelona, el mismo día en el cine Windsor.

Reparto: Aurora Bautista, Fernando Rey, Sara Montiel, Jorge Mistral, Jesús Tordesillas, Manuel Luna, Juan Espantaleón, Ricardo Acero, María Cañete.


martes, 11 de enero de 2022

Recuerdos (Stardust Memories, 1980). Woody Allen

 

Sandy Bates, director de cine especializado en comedias, asiste a una revisión de su obra en un hotel de la costa. Mientras a su alrededor todo el mundo quiere conocerlo y colmarlo de halagos, Bates se refugia en su interior para repasar los instantes más significativos de su vida sentimental y encontrar un sentido a su vida dentro de un mundo que cada vez le resulta más extraño e inhóspito.

 «Recuerdos» es, ante todo, una película divertida, sólidamente divertida además, donde Allen expresa lo mejor de sí mismo. Aunque la música no sea tan buena como la de «Manhattan» ni Charlotte Rampling o Marie-Christine Barrault —que están espléndidas como actrices, aunque sus papeles no tengan excesivas dificultades— no tengan el atractivo de Diane Keaton o Mariel Hemingway. «Recuerdos» puede —las opiniones en este sentido son siempre respetables— no ser la mejor película de Woody Allen, pero sí es la más inteligente, la más ocurrente y, acaso también, la más sincera. (Pedro Crespo en ABC del 17 de diciembre de 1980)

Recuerdos es en sí, más que una historia, una larga entrevista coartada que el director se hace a sí mismo para sacar a la luz sus opiniones, donde se justifica, en la que él mismo se pregunta y se responde. Sin embargo, el ingenio servido así puede llegar a resultar cargante, salvo dotes excepcionales o brillantes. No es éste el caso, en parte, porque al, mofarse de sus admiradores, en el fondo los cita para próximos capítulos en los que volverá a contarnos retazos de su vida, no demasiado pródiga en lances originales. (Jesús Fernández Santos en El País del 20 de diciembre de 1980)

El humor está presente en el filme, el «gag», sin embargo, es más escaso que en anteriores películas, y en cierto modo, al acabar la proyección, tres admirarnos de su dominio del medio, de su categoría de autor y actor, caemos en la tentación de pensar que este filme es un ajuste de cuentas de Allen con la sociedad que ríe sus gracias, que le ha creado. (Ángeles Masó en La Vanguardia del 25 de diciembre de 1980)

Uno de los films menos apreciados de su director, en el que propuso un pastiche a partir del "8 y 1/2", de Federico Fellini. Sin ocultar en ningún momento la deuda con su referente, realiza un ejercicio que va más allá del simple homenaje cinefílico. La obra felliniana será un mero pretexto para que Allen se interrogue sobre el sentido de la existencia en general y de la creación artística en particular. Sus resultados son algo irregulares pero tienen un indudable atractivo. (Fotogramas)

 Lo que ese público no fue capaz de ver fue que Woody Allen, con las armas de la ficción, quería enseñarles su declaración de principios como autor, que cosas le dolían, con que soñaba, hacia donde aspiraba que se desarrollara su carrera. Y lo mejor fue que lo hizo en un momento aún precoz de su propia obra, cuando todavía obras maestras estaban por llegar. Woody puso las cartas sobre la mesa y el resultado es un filme arriesgado, sí, pero inteligentísimo en su concepción, en su discurso, en sus recursos narrativos. Revisitarlo cada tanto es una delicia, una constatación -si cabe alguna duda- del tamaño de su genio. (Tiempo de cine)

"Stardust Memories" es una decepción. Se necesita una idea más amplia, algún tipo de fuerza organizadora, para reunir todas estas escenas de quejas y gemidos, y hacer que conduzcan a alguna parte. (Roger Ebert)

“Esta no es la película más exitosa del Sr. Allen, Annie Hall lo fue. Esta no es su experimentación más sincera - Interiores lo fue mucho más. Este no es su primer encuentro con la incertidumbre, ya que había rastros de ella en Manhattan. Pero Stardust Memories es su película más provocativa hasta la fecha, y quizás la más reveladora. " (Janet Maslin en The New York Times)

Una película muy influenciada por 8 1/2 de Fellini (1963), que es ácidamente divertida en algunas partes, pero en general revela al cineasta con una luz solipsista y misantrópica mientras nos dice que nos calmemos y no nos tomemos las cosas demasiado en serio. Se presenta como una película de arte, pero sólo se ve como arte de una manera superficial, ya que los recuerdos del cineasta funcionan mejor en fragmentos, pero no como un todo. El objetivo, según Woody, era mostrar a un artista al borde del colapso mental que ve el mundo a través de un estado mental distorsionado. Pero esto es apartado por demasiados lloriqueos, autofelicitaciones, pretensión y nostalgia por los llamados buenos tiempos. (Dennis Schwartz)

El humorista contraataca: a los críticos, a los aduladores, a las palomas ('ratas con alas') y a un universo que puede contener tanto el rostro de Charlotte Rampling como pantallas de lámparas de piel humana. Adoptando tácticamente su personaje más autobiográfico hasta el momento, Allen finalmente suelta su ira, y se descarga contra todo con un salvajismo desacostumbrado. Cruzado por la tensión de la venganza están sus propios intentos de hacer una película (que se parece a arte), y también sus relaciones enredadas con tres mujeres diferentes. Una película de grandes momentos en lugar de la coherencia de Manhattan, como reconociendo que Recuerdos funciona mejor en fragmentos. Pero, habiendo robado la estructura de Fellini, Allen corre el peligro de colocarse igualmente en un rincón del solipsismo. Sus películas 'tempranas y divertidas', que todo el mundo se queja de que ya no hace, eran buenas precisamente porque contenían suficiente tristeza y dolor para hacer que el triunfo cómico fuera bien merecido. Un largo grito de angustia por el precio de la fama se acerca peligrosamente a la autocompasión. Y al autoabuso. (Cpea en Time Out)

Aunque hay risas por el camino, ésta es una película verdaderamente mezquina. (Variety)

Con su angustia contundente e ingenua, la película te deja con una sensación de agotamiento, de aplastamiento. (Dave Kehr)

Lejos de ser un ajuste de cuentas trivial con crítica y público, Stardust Memories reflexiona sobre el cine y lo que cuesta practicarlo sabiendo que no tendremos control sobre la forma en que la obra será recibida, diseccionada, percibida. (François Lévesque en Le Devoir)

Película estrenada en Madrid el 16 de diciembre de 1980 en el cine Pompeya;  en Barcelona, el 22 de diciembre de 1980 en el cine Club Coliseum.

Reparto: Woody Allen, Charlotte Rampling, Jessica Harper, Marie-Christine Barrault, Tony Roberts, Daniel Stern.