Sandy Bates, director de cine especializado en comedias, asiste a una revisión de su obra en un hotel de la costa. Mientras a su alrededor todo el mundo quiere conocerlo y colmarlo de halagos, Bates se refugia en su interior para repasar los instantes más significativos de su vida sentimental y encontrar un sentido a su vida dentro de un mundo que cada vez le resulta más extraño e inhóspito.
«Recuerdos» es, ante todo, una película divertida, sólidamente divertida además, donde Allen expresa lo mejor de sí mismo. Aunque la música no sea tan buena como la de «Manhattan» ni Charlotte Rampling o Marie-Christine Barrault —que están espléndidas como actrices, aunque sus papeles no tengan excesivas dificultades— no tengan el atractivo de Diane Keaton o Mariel Hemingway. «Recuerdos» puede —las opiniones en este sentido son siempre respetables— no ser la mejor película de Woody Allen, pero sí es la más inteligente, la más ocurrente y, acaso también, la más sincera. (Pedro Crespo en ABC del 17 de diciembre de 1980)
Recuerdos es en sí, más que una historia, una larga entrevista coartada que el director se hace a sí mismo para sacar a la luz sus opiniones, donde se justifica, en la que él mismo se pregunta y se responde. Sin embargo, el ingenio servido así puede llegar a resultar cargante, salvo dotes excepcionales o brillantes. No es éste el caso, en parte, porque al, mofarse de sus admiradores, en el fondo los cita para próximos capítulos en los que volverá a contarnos retazos de su vida, no demasiado pródiga en lances originales. (Jesús Fernández Santos en El País del 20 de diciembre de 1980)
El humor está presente en el filme, el «gag», sin embargo, es más escaso que en anteriores películas, y en cierto modo, al acabar la proyección, tres admirarnos de su dominio del medio, de su categoría de autor y actor, caemos en la tentación de pensar que este filme es un ajuste de cuentas de Allen con la sociedad que ríe sus gracias, que le ha creado. (Ángeles Masó en La Vanguardia del 25 de diciembre de 1980)
Uno de los films menos apreciados de su director, en el que propuso un pastiche a partir del "8 y 1/2", de Federico Fellini. Sin ocultar en ningún momento la deuda con su referente, realiza un ejercicio que va más allá del simple homenaje cinefílico. La obra felliniana será un mero pretexto para que Allen se interrogue sobre el sentido de la existencia en general y de la creación artística en particular. Sus resultados son algo irregulares pero tienen un indudable atractivo. (Fotogramas)
Lo que ese público no fue capaz de ver fue que Woody Allen, con las
armas de la ficción, quería enseñarles su declaración de principios como
autor, que cosas le dolían, con que soñaba, hacia donde aspiraba que se
desarrollara su carrera. Y lo mejor fue que lo hizo en un momento aún
precoz de su propia obra, cuando todavía obras maestras estaban por
llegar. Woody puso las cartas sobre la mesa y el resultado es un filme
arriesgado, sí, pero inteligentísimo en su concepción, en su discurso,
en sus recursos narrativos. Revisitarlo cada tanto es una delicia, una
constatación -si cabe alguna duda- del tamaño de su genio. (Tiempo de cine)
"Stardust Memories" es una decepción. Se necesita una idea más amplia, algún tipo de fuerza organizadora, para reunir todas estas escenas de quejas y gemidos, y hacer que conduzcan a alguna parte. (Roger Ebert)
“Esta no es la película más exitosa del Sr. Allen, Annie Hall lo fue. Esta no es su experimentación más sincera - Interiores lo fue mucho más. Este no es su primer encuentro con la incertidumbre, ya que había rastros de ella en Manhattan. Pero Stardust Memories es su película más provocativa hasta la fecha, y quizás la más reveladora. " (Janet Maslin en The New York Times)
Una película muy influenciada por 8 1/2 de Fellini (1963), que es ácidamente divertida en algunas partes, pero en general revela al cineasta con una luz solipsista y misantrópica mientras nos dice que nos calmemos y no nos tomemos las cosas demasiado en serio. Se presenta como una película de arte, pero sólo se ve como arte de una manera superficial, ya que los recuerdos del cineasta funcionan mejor en fragmentos, pero no como un todo. El objetivo, según Woody, era mostrar a un artista al borde del colapso mental que ve el mundo a través de un estado mental distorsionado. Pero esto es apartado por demasiados lloriqueos, autofelicitaciones, pretensión y nostalgia por los llamados buenos tiempos. (Dennis Schwartz)
El humorista contraataca: a los críticos, a los aduladores, a las palomas ('ratas con alas') y a un universo que puede contener tanto el rostro de Charlotte Rampling como pantallas de lámparas de piel humana. Adoptando tácticamente su personaje más autobiográfico hasta el momento, Allen finalmente suelta su ira, y se descarga contra todo con un salvajismo desacostumbrado. Cruzado por la tensión de la venganza están sus propios intentos de hacer una película (que se parece a arte), y también sus relaciones enredadas con tres mujeres diferentes. Una película de grandes momentos en lugar de la coherencia de Manhattan, como reconociendo que Recuerdos funciona mejor en fragmentos. Pero, habiendo robado la estructura de Fellini, Allen corre el peligro de colocarse igualmente en un rincón del solipsismo. Sus películas 'tempranas y divertidas', que todo el mundo se queja de que ya no hace, eran buenas precisamente porque contenían suficiente tristeza y dolor para hacer que el triunfo cómico fuera bien merecido. Un largo grito de angustia por el precio de la fama se acerca peligrosamente a la autocompasión. Y al autoabuso. (Cpea en Time Out)
Aunque hay risas por el camino, ésta es una película verdaderamente mezquina. (Variety)
Con su angustia contundente e ingenua, la película te deja con una sensación de agotamiento, de aplastamiento. (Dave Kehr)
Lejos de ser un ajuste de cuentas trivial con crítica y público, Stardust Memories reflexiona sobre el cine y lo que cuesta practicarlo sabiendo que no tendremos control sobre la forma en que la obra será recibida, diseccionada, percibida. (François Lévesque en Le Devoir)
Película estrenada en Madrid el 16 de diciembre de 1980 en el cine Pompeya; en Barcelona, el 22 de diciembre de 1980 en el cine Club Coliseum.
Reparto: Woody Allen, Charlotte Rampling, Jessica Harper, Marie-Christine Barrault, Tony Roberts, Daniel Stern.
La película es una especie de desquite contra alguna de las críticas recibidas tras el estreno de "Interiores" y nada mejor que homenajear a los europeos, como si dijera, ¿os parece mal o presuntuoso que emule desde la admiración a Bergman?, pues tomad, ahí van los italianos.
ResponderEliminarMuy acertado tu comentario, de todas maneras la evocación del 8 1/2 de Fellini me llega a resultar un tanto fatigosa. Saludos.
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