miércoles, 9 de febrero de 2022

Eternamente joven (Forever Young, 1992). Steve Miner

 


Año 1939. Daniel McCormick (Mel Gibson), piloto de pruebas, es un hombre al que todo le va bien en la vida. Todo cambia una mañana en la que su novia, Helen, tiene un desgraciado accidente. Desolado, se ofrece voluntario para un experimento secreto: El cuerpo de Daniel queda congelado en una cápsula experimental. En 1992, más de cincuenta años después, dos niños descubren la cápsula y descongelan el cuerpo, llevando a Daniel a casa de uno de ellos, que vive con su madre Claire (Jamie Lee Curtis).

Candoroso cuento de Jeffrey Abrams, el jovencísimo guionista de "A propósito de Henry", que es tan predecible como la chata, átona dirección del televisivo Steve Miner, entre dudosos juegos con el melodrama, el humor y la poesía de más barata extracción. (José Luis Guarner en La Vanguardia del 15 de abril de 1993)

Un melodrama simpático y emocionante que contó con la inestimable ayuda de un elenco principal de lujo. Aconsejable. (Fernando Morales en El País)

Partiendo de una situación que podría estar sacada de un episodio de "Twilight Zone" -un piloto hibernado en 1939 volverá a la vida en 1992- este producto resulta agradable dentro de sus limitaciones. Combina la fantasía, el drama y la comedia con moderado tino, consiguiendo unos resultados compactos pero que prometen más de lo que llegan a ofrecer. (Fotogramas)

Buena fotografía tiene la película y una historia de amor y también otra de amistad. No pasará a la historia por ser un peliculón pero desde luego que se deja ver y es un filme de esos a los que se les califica como amables en el que sí que se podría haber explotado un poco más el tema de las diferencias de una y otra época. (Diario de una cinéfila)

Su romanticismo un tanto forzado no impide reconocer que nos encontremos ante un producto diseñado para el lucimiento de un ya adulto Mel Gibson, dirigido a públicos familiares, que en su génesis podría incluso haber sido el guión de un episodio de una serie televisiva de temática fantástica, y que se ve con la misma nimiedad con la que pocos minutos queda olvidada, sin que nos tengan que congelar medio siglo para ello. (Cinema de perra gorda)

Debido a que la película parece dividida sobre su tema real, carece del tipo de impulso emocional que necesita para sus escenas finales. (Roger Ebert)

El Sr. Gibson es lo suficientemente bueno como para darle sustancia a la película, haciendo que "Forever Young" sea mucho más fácil de ver de lo que debería ser. (Vincent Canby en The New York Times)

"Forever Young", que gira en torno a artilugios de la trama en lugar de aspectos de los personajes, es tan barata emocional como ideológicamente. (Rita Kempley en el Washington Post)

Sorprendentemente, el director se las arregla para seguir la línea del melodrama sin caer nunca en el campamento, equilibrando esos elementos con humor y suspenso para llevar a "Forever Young", si no a la luna, al menos a las nubes. (Brian Lowry en Variety)

Mirado con ojos malvados, el guión es sentimentaloide y está lleno de agujeros; si nos entregamos a un espíritu de romanticismo descuidado, funciona. (Nigel Floyd en Time Out)

Muy típica de los 90 y agradable de ver, sin embargo, no explota el potencial que desarrolla, colocándose al mismo nivel que El abuelo congelado (Hibernatus, 1969) con Louis de Funès. (Alexarod en Allociné)

Obviamente, Forever Young no es una película perfecta. Pertenece demasiado a esos melodramas de Hollywood como había muchos en su momento (Starman, por ejemplo), que en realidad no tenían otra vocación que la de hacer llorar al público en los cines, y además con un casting de campanillas. (Yannickcinéphile en Allociné)

Es un bello melodrama al que le falta un poco de ritmo y cuyo lado de ciencia ficción está poco explotado. Hoy en día, "Forever Young" parece una película para televisión un poco pasada, pero aún así no está mal. (Eselce en Allociné)

Película estrenada el 2 de abril de 1993. 

Reparto: Mel Gibson, Jamie Lee Curtis, Elijah Wood, Isabel Glasser, George Wendt, Joe Morton.


martes, 1 de febrero de 2022

No me digas adiós (Goodbye Again, 1961). Anatole Litvak

 

Una madura parisina, unida sentimentalmente a un hombre de su edad y muy aficionado a las jovencitas, inesperadamente, se enamora de un joven a quien le dobla la edad. Adaptación de una novela de Françoise Sagan.

Anatole Litvak, el realizador de «Nido de víboras» y de «Anastasia», veterano a quien no han sorprendido las audacias de la «nouvelle vague», porque ya había en su cine intuiciones y anticipaciones que denotan una vigorosa renovación espiritual y técnica, ha logrado en este film un perfecto equilibrio narrativo dentro de la dinámica más viva y trepidante. Maravilla literalmente ese lenguaje directo y expresivo, conciso y rápido, que traduce en unas cuantas imágenes, plasmades con un rigor casi pictórico, los más profundos y complicados estados de ánimo, así como sorprende la destreza agilísima con que desenvuelve y encadena los múltiples episodios acaecidos en unos cuantos días cargados de pasión, de zozobra y de angustia. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 4 de febrero de 1962)

Anatole  Litvak,  con  los  elementos  que el  guión  le  suministrara,  ha  logrado  una ambientación  muy  certera,  un  movimiento  de  novela  mundana  y  un  interés,  lo cual  hace  de  su   película   "No  me  digas adiós"   (el  título   es  literalmente  "Adiós, otra  vez",  que  en  la  hablada  en  español no  se  justificaría)   un  relato  que  cautiva, lleno de las íntimas emociones del triángulo humano de la historia y con ritmo excelente y  excelente  lenguaje   cinematográfico.  (Donald en ABC del 6 de febrero de 1962)   

Un cursi y blando pretexto literario para una película igualmente cursi y blanda. Eso sí, correctamente hecha e interpretada en razón de su solvente director y su no menos solvente reparto, encabezado por Ingrid Bergman, Ives Montand y Anthony Perkins, que quieren' tomar parte en el juego de la elegancia y, lógicamente, se quedan al nivel del director y de la autora del filme, en esa epidermis de la verdadera elegancia que el esnobismo de gran mundo. Detrás de los modelos de Christian Dior acecha el vacío. (Ángel Fernández-Santos en El País del 4 de julio de 1983)

Excelentemente interpretada, en una construcción que depende tanto de los diálogos y del intercambio de golpes emocionales como de los silencios y de los rostros de los actores (en especial, de la Bergman), la película se edifica sobre secuencias largas y tránsitos rápidos. La arquitectura de las escenas, aparentemente sencilla (con tomas de mérito, como aquella en la que Philip descubre por vez primera a Paula desde la escalera, por las puertas entreabiertas del salón; no así, en cambio, el momento en que tiene noticia de las infidelidades de Roger), sirve, sobre todo, al primer propósito de Litvak, que son los personajes y su tortura emocional. (39 escalones)

Una cinta delicada, descorazonadora y hermosa, que navega entre la melancolía, la desesperanza y la apatía más evidente. Una grata sorpresa, en definitiva. De esas joyas ocultas, que se encuentran con poca frecuencia.(Clásicos eternos)

La feminidad de Ingrid Bergman nunca ha sido tan evidente, ni su forma de actuar tan sincera y llena de sentimiento” (Lawrence J. Quirk).

El guión adaptado de Samuel Taylor tiene algunos vuelos de fantasía e ingenio, pero en general es solemne y pedestre, apenas lo que debería ser una cosa de este tipo. Y, la dirección del Sr. Litvak, aunque atenta a la cuestión de los estados de ánimo que cambian rápidamente y la atmósfera electrizante de París, no tiene un estilo distintivo y perturbador. En varios lugares importantes, permite que se hunda la tenue acción. (Bosley Crowther en The New York Times del 30 de junio de 1961)

Litvak usa el tema recurrente de los círculos para transmitir múltiples significados de la historia (como en Jules y Jim de François Truffaut). La película comienza y termina con el mismo episodio. Hay varias escenas en las que Philip conduce sin rumbo por París para pasar el tiempo (esto también se revela temáticamente a través de la indecisión de Philip y su incapacidad para encontrar trabajo o una causa que le apasione). El desenlace de la película culmina con Paula llamando a Philip desde una escalera de caracol. La selección de la Sinfonía n.° 3 de Brahms es adecuada para la historia de un triángulo amoroso, con un patrón melódico cíclico. Además, las variaciones de la música se utilizan como leitmotiv a lo largo de la película (incluida una inquietante versión de blues cantada por Diahann Carroll), lo que refleja la atmósfera de la situación. El efecto es de atrapamiento y pérdida de dirección, una sensación de que las vidas de estos personajes no van a ninguna parte, que sus relaciones están, de hecho, inevitablemente condenadas. (Acquarello en Strictly Film School)

Aunque bien interpretado, especialmente por Ingrid Bergman, como la mujer enamorada del suave Yves Montand y el juvenil Anthony Perkins, el melodrama no ha envejecido bien. (Emanuel Levy)

Película estrenada el 3 de febrero de 1962 en Barcelona en los cines Astoria y Cristina; en Madrid, 5 de febrero de 1962 en el cine Avenida.

Reparto: Ingrid Bergman, Yves Montand, Anthony Perkins, Jessie Royce Landis, Jocelyn Lane, Michèle Mercier, Diahann Carroll.