lunes, 12 de diciembre de 2022

Antes de la lluvia (Pred Dozdot / Before the Rain, 1994). Milcho Manchevski


El film está estructurado en tres historias que tienen como trasfondo la guerra. Dos situadas en Macedonia y una en Londres. En la primera historia, un joven monje macedonio esconde a una joven albanesa musulmana perseguida por la comunidad macedonia ortodoxa; en la segunda, la directora de una agencia de noticias vive una relación sentimental conflictiva con un fotógrafo de origen macedonio que decide volver a su país. Este último personaje protagoniza la tercera historia, centrada en su regreso a casa, dónde vivirá el horror de la guerra a través de la joven albanesa del primer episodio.

La película que deja en pantalla Manchevski es un testimonio que le nace en sus propios recovecos, donde le moran el paisaje y el paisanaje de su tierra (imágenes maravillosas de la corteza macedonia y rotundas de la pulpa de los macedonios), y está filmada con afán panorámico, barriendo, como para que no se le escapen los pequeños detalles, las arrugas del campo, de los rostros, de las casas desvencijadas... Y, en fin, además de ser una película excelente, es también un lucidísimo mapa que indica el modo en que las veredas del rencor se convierten sin apenas transición en las autopistas de la guerra. No hay ni un sólo motivo, por pequeño que éste sea, para quedarse sin ver esta película que juega con lo relativo del tiempo, lo azaroso del espacio y lo dramático de morir justo antes de que las gotas de lluvia empapen una tierra tan reseca. (E. Rodríguez Marchante en ABC del 21 de enero de 1995)

"Before the rain" se estructura como un tríptico algo desconcertante al principio por su utilización de un sentido del tiempo alejado del nuestro, pero que va revelándose armonioso y lógico. El filme aborda uno de los grandes temas de nuestro tiempo, la intransigencia religiosa y étnica -explosiva combinación-, mediante un modélico enfoque de situaciones cotidianas. (Lluís Bonet Mojica en La Vanguardia del 26 de enero de 1995)

Excelentemente narrada, con un guion magnífico y actores estupendos, Manchevski da forma a su despliegue visual con tanto sencillez como complejidad, usando la puesta en escena para dar sentido y aumentar el discurso, creando unas imágenes de potencia significativa. Magnífica para entender, en parte, qué sucedió a comienzos de los noventa en los Balcanes. (Rodolfo Sánchez en Sensacine)

La construcción del relato de Manchevski pretende, entonces, demostrar la futilidad de los antiguos odios. Hay dos o tres momentos en la película -no los desvelaré- en los que el odio a los demás es mayor que el amor a uno mismo. Imagine una cultura en la que un hombre preferiría matar a su hija antes que permitir que ella ame a un hombre de otra cultura, y tendrá una idea de la profundidad de la amargura de esta película, los extremos insanos a los que los hombres pueden ser llevados por creencias y prejuicios. (Roger Ebert)

Esta película inquietantemente hermosa nos recuerda constantemente que hay una fascinación irresistible, una belleza absurda y terrible en la violencia de nuestro tiempo. Debidamente enmarcada, estetizada, por alguien como Aleksander (o Manchevski), la muerte sin sentido puede transformarse en arte "significativo", imprimiendo un nanosegundo de lástima hueca y terror vacío en vidas ocupadas y distantes. Tal vez sea sólo un efecto secundario viral, pero la ironía es sorprendente. Y en su forma alusiva, elíptica, así es esta película. (Richard Schickel en Time)

El guionista y director Milcho Manchevski es astuto al permitir que el paisaje figure de manera tan masiva en su película. Le da a "Before the Rain" una gravedad más allá del alcance de su guión, que a menudo está cargado de ironías obvias de ojo por ojo. Manchevski, quien nació en Macedonia pero pasó la mayor parte de su carrera profesional trabajando en Estados Unidos en videos de rock, tiene un sentido del melodrama rápido y cursi y un banco de memoria repleto de fragmentos de películas antiguas. "Before the Rain", que es una de las cinco películas nominadas este año al mejor Oscar extranjero, no es un ejemplo de arte popular amateur sin instrucción. Es un trabajo hábil redimido por una sensación de indignación que sigue calentando sus imágenes brillantes y deslizantes. (Peter Rainer en Los Angeles Times)

Si hay una debilidad en Before the Rain, es que a pesar de una historia ambiciosa, una cinematografía hermosa, una actuación convincente y un mensaje poderoso, el desarrollo de los personajes es sorprendentemente débil. Sin duda, parte del problema es la extraña estructura de la trama, pero incluso Aleksandar, que tiene más tiempo frente a la pantalla que nadie, parece un poco vacío. Hay casos en los que es más el portavoz de una filosofía que un individuo. Esto es indicativo del defecto más aparente de Before the Rain: que Manchevski ocasionalmente permite que el "arte" de su producción oscurezca su impacto emocional. (James Berardinelli en Reelviews)

Película estrenada en España el 12 de enero de 1995.

Reparto: Katrin Cartlidge, Rade Serbedzija, Grégoire Colin, Labina Mitevska, Jay Villiers, Phyllida Law. 

martes, 29 de noviembre de 2022

Hermano y hermana (Ani imôto, 1953). Mikio Naruse



En un pueblo campesino no muy lejos de Tokio, Akaza y su esposa Riki se preocupan por el porvenir de sus hijos. Inokichi, el primogénito, es vago y pendenciero. De las dos hermanas, la mayor, Mon, está en Tokio, y a la menor, San, intentan casarla con un comerciante local. Mon aparece un día anunciando que está embarazada. Inokichi, encolerizado, pelea con su hermana, a pesar de que ambos se llevaban muy bien durante la infancia.

Un año después del éxito de Relámpago (Inazuma, 1952), Mikio Naruse fue cedido nuevamente a Daiei por Toho. La conexión con Daiei nos tienta a comparar las dos películas, y no encuentro ninguna razón para resistir este impulso. Relámpago y Hermano y hermana son películas sobre la ciudad (y los “otros” paisajes que supuestamente chocan con ella) y la familia. Ambas películas, para hablar en términos generales sobre ellas, representan personajes que encuentran consuelo y cierta sensación de paz al escapar de su vida familiar. La discordia familiar de Relámpago se desenvuelve de una manera típica narusiana, pero Hermano y hermana está llena de una tensión tan grande que estalla en violencia física. Esto es una rareza en Naruse, y si bien podría ser fácil descartar esta película como menor sólo porque el melodrama es exagerado, creo que hacerlo descontaría una gran parte. Es un ejemplo único en la filmografía de Naruse, y deberíamos estar encantados con la oportunidad de contemplar esto de una manera un poco descentrada. (Jake Savage en Cinema Talk)

Las películas más famosas de Naruse son conocidas por la forma en que reprimen la emoción para que sigamos esperando el gran estallido que nunca llega, pero aquí la emoción que rodea a Mon no puede ser reprimida. Mon parece generar tensión con sólo estar presente. Es una película de Naruse al revés, donde vemos los arrebatos emocionales pero nunca estamos seguros de sus causas. Los arrebatos son largos y violentos, no sólo para una película de Naruse, sino para cualquier película japonesa moderna de la época. (Japanonfilm)

Película atípicamente brutal en la que las tensiones emocionales […] estallan en violencia física. (Alexander Jacoby)

Adaptación de una popular novela de Saisei Murô, en donde la hija mayor (Machiko Kyô) de una familia rural llega a casa embarazada, poniendo a prueba algunos frágiles lazos familiares. Naruse muestra su considerable habilidad para retratar la dinámica del hogar, filmando a Kyô en posiciones relajadas y/o reclinadas (indicativo de la independencia mantenida exhaustivamente por su personaje), que luego son invadidas por su malhumorado hermano mayor (Masayuki Mori), cuyo comportamiento inicialmente cómico y brutal, se vuelve cada vez más amenazante y traicionero a medida que avanza la película. Entre las secuencias más destacadas: un interludio nocturno junto a un río donde varios cientos de habitantes sueltan una miríada de pequeños botes que llevan velas encendidas y una escena agridulce en la que Kyô y su hermana regresan a casa, después de algunas duras experiencias en la gran ciudad. a lo largo de caminos rurales literalmente divergentes que eventualmente se cruzan. (Keith Uhlich en Slant)

Hay que señalar que éste es un papel muy inusual para Masayuki Mori, quien aquí interpreta el papel del hermano. Tal vez un poco mayor para el papel, pero muy convincente como bruto gruñón, que es, de hecho, el hijo de su padre. Y la ironía es que actúa aquí con Machiko Kyô. Ambos actuaron el mismo año para Mizoguchi en Cuentos de la luna pálida… A ambos los vemos en el famoso cartel de esta película, uno apoyando la cabeza en el otro. Esto, por lo tanto, refuerza un poco más la impresión sugerida a lo largo de la película de una especie de relación incestuosa entre los dos hermanos. Su interpretación, como la de todos los actores, es notable. Cuando dejas tanta libertad y tiempo a los actores para que se expresen, cuando son buenos, eso es lo que pasa. Detalles que asombran, sutileza, precisión. La mayoría de las veces, no tienen nada que hacer. Simplemente adoptar un estado de ánimo y dejarse observar. El genio de la sencillez. Fácil, obvio, como el agua del río. (Limguela Raumeneon en Le saveur des goûts amers)

Naruse es en esencia un director urbano y Hermano y hermana es una de sus pocas películas con un entorno exclusivamente rural. De hecho, se hace hincapié en lo cerca que está Tokio, pero nunca podemos vislumbrar la ciudad, a pesar de que San y Mon, las hijas de la familia en el centro de la historia, viven allí. En cambio, el río, al que Naruse regresa constantemente como un dispositivo de enlace entre secuencias, forma una barrera más allá de la cual nunca vamos, al igual que la mayoría de los habitantes de mentalidad tradicional de esta comunidad rural. Hermano y hermana también es una confirmación más, si ya la necesita, de lo excelente que es Naruse como director. Aquí hay un trabajo poco conocido que resulta ser simplemente excelente, una ilustración casi perfecta de la famosa formulación de Kurosawa del estilo del director como "un flujo de tomas que parece tranquila y ordinaria a primera vista, [pero] se revela como un río profundo con una superficie tranquila que oculta una corriente rápida debajo”. (Ian Johnston en Not Coming to a Theater Near You)

Película no estrenada comercialmente en España.

Reparto: Machiko Kyô, Masayuki Mori, Yoshiko Kuga, Yûji Hori, Eiji Funakoshi, Reizaburô Yamamoto, Kumeko Urabe. 


martes, 8 de noviembre de 2022

Sin identidad (Unknown, 2011). Jaume Collet-Serra


Estando con su mujer (January Jones) de visita en Berlín, el doctor Martin Harris (Liam Neeson) sufre un accidente de tráfico y entra en un prolongado estado de coma. Cuando se despierta, comprueba alarmado que otro hombre (Aidan Quinn) ha usurpado su personalidad. Entonces emprenderá con la ayuda de una mujer (Diane Kruger) una frenética investigación para averiguar la verdad sobre lo que está sucediendo.

Unknown la dirige el catalán Jaume Collet-Serra, pero todo en ella lleva el sello del Hollywood más aparatoso y previsible, de las siempre ruidosas y taquilleras producciones de Joel Silver. El director hace con solvencia su trabajo, pero el guión no se priva de ningún disparate. Es un soporte innecesario para exhibir sin desmayo persecuciones de coches y peleas. (...) A la media hora todo te suena para mal a visto y oído, a enigmas resueltos a capricho, a espectáculo trivial en el que resulta imposible encontrar algo coherente. (Carlos Boyero en El País del 19 de febrero de 2011)

Lleva el director veinte años en Los Ángeles y sabe lo que Hollywood espera de él. Y él se lo da. Quizá en demasía. Al menos aquí. Dejándose arrastrar por un relato donde se nota la mano del productor en el diseño final de la locura. Uno de esos productores (Joel Silver) que piensan que el público se lo traga todo. No, uno no se lo traga todo. Pero reconoce que hay maneras en la cámara inquieta de Collet-Serra, capaz de elevar un thriller a una depurada forma de expresión. Con pulso... Aunque a veces sea un pulso arrítmico, como aquí ocurre. (Salvador Llopart en La Vanguardia del 20 de abril de 2011)

Todo lo que tiene «Sin identidad» de inverosímil, de acción absurda, de ritmo frenético, de casualidades sospechosas, de tiqui taca entre Neeson y la taxista fetén que interpreta Diane Kruger..., todo eso, es lo que la convierte en una película entretenida y digna de su público, aunque a la vez le impida ser otra cosa que Collet-Serra está lejos de pretender. (E. Rodríguez Marchante en ABC del 13 de mayo de 2011)

Es en el guión donde la película y, sobre todo, el personaje de Neeson tienen a su peor enemigo. La identidad del protagonista -y, por extensión, su heroicidad, su ética y su dignidad- acaban asentándose en un territorio tan frágil que clama al cielo que a ninguno de los guionistas se le haya ocurrido convertir esta fisura en la verdadera materia dramática. Lo que queda es un producto muy bien realizado, fotografiado con estilo, interpretado por un elenco de primera... pero tan poco convincente que su aparente competencia se revela espejismo. (Jordi Costa en El País de 13 de mayo de 2011)

Sin identidad es una mezcla entre 'Frenético' (1988), de Roman Polanski, la saga Bourne y los antihéroes hitchcockianos. Collet-Serra fabrica con ellos un combinado explosivo que funciona como un reloj.(...) El escenario, la ciudad de Berlín, nevada, fría, hermosa, se convierte en el tercer protagonista de un misterio que persigue al personaje principal sin dejarle un minuto de descanso. Ni a él ni al espectador que se deje arrastrar por la acción de este thriller que renueva el cine de espías. Cine de acción, cine de ambición, cine que te engancha. ¿Un pastiche? Sí, pero bien hecho. (Nuria Vidal en Fotogramas)

Gélido batido de referencias de esos que, en vez de provocar la empatía y la identificación, apelan al distanciamiento no irónico y al desapego hacia lo que se cuenta, a pesar que el director lo cuenta bien, y Liam Neeson y Diane Kruger son dos pedazos de actores, insólitos héroes de acción en un Berlín que es el equivalente del París de 'Frenético' o de 'Topaz' (Alfred Hitchcock, 1969), pero, ahí está la diferencia, en aburrido y previsible. (Pere Vall en Fotogramas)

Me sentí involucrado en "Unknown" hasta que sacó demasiados conejos de su sombrero. En algún momento, un thriller tiene que jugar limpio. (Roger Ebert)

A pesar de sus aspiraciones de película A, a medida que continúan las persecuciones y se amplían los agujeros de la trama, Unknown se instala rápidamente en la familiar zona de confort de la película B. (Manohla Dargis en The New Yok Times)

Siempre que los cinéfilos lleguen a "Unknown" sin la necesidad de verosimilitud, esta hermosa producción de buen ritmo posee su parte de placeres retorcidos y viscerales. (Ann Hornaday en Washington Post)

"Sin identidad" está bastante por encima de la media: despojada de matices ideológicamente dudosos, la película mira hacia el lado del thriller hitchcockiano al estilo de "Con la muerte en los talones". (Gérard Delorme en Première)

“Sin identidad”, he aquí un programa estético y narrativo anunciado sin rodeos por el título. (Jean-Sébastien Chauvin en Cahiers du Cinéma)

Una idea en apariencia apasionante, pero que se acaba quedando vacía rápidamente, porque el director no tiene ni la fiebre visual del primer Jason Bourne (...), ni la belleza sorda de "Con la muerte en los talones". (Romain Blondeau en Les Inrockuptibles)

Película estrenada en España el 13 de mayo de 2011.

Reparto: Liam Neeson, Diane Kruger, January Jones, Aidan Quinn, Bruno Ganz, Frank Langella, Sebastian Koch.

viernes, 4 de noviembre de 2022

El alcalde de Rione Sanità (Il Sindaco del Rione Sanità, 2019). Mario Martone


La historia de Don Antonio Barracano, considerado el alcalde del barrio napolitano de Sanità, quien imparte justicia respondiendo a las demandas de sus vecinos, siguiendo su propio criterio e imponiendo una ley salomónica. Cuando recibe la visita de un joven que afirma querer asesinar a su padre, Don Antonio se verá obligado a interceder para evitar la tragedia. Adaptación a la gran pantalla de la obra de teatro "Il Sindaco del Rione Sanità" de Eduardo de Filippo           

A diferencia de la serie de TV Gomorra, la película de Martone es una historia atemporal sobre la culpa, la redención y la esperanza (como demuestra el gesto responsable del protagonista al final de la película, abierto y nada pacifista, y con el que De Filippo, hace ya 60 años, escribió sin falso optimismo). Con Il Sindaco del Rione Sanità, el director napolitano vuelve a conectar cine y teatro, inspirándose en Polanski, Fassbinder, Kurosawa y Hitchcock, que colocan a sus personajes en espacios grandes y cerrados, y se centran en ellos con primeros planos extensos. Su punto fuerte es dirigir con un ritmo libre, una cadencia de rap napolitano, un flow melódico recitativo, que incluye en el proyecto al rapero Ralph P, que además de actuar en la película, escribió las canciones del principio y del final. (Camillo de Marco en Cineuropa)

Que la obra apoye el desarrollo y trasfondo de sus personajes y sus tramas en el texto de su guión no va en detrimento de su apartado visual, que si bien no resulta particularmente innovador ni diferencial, si es potente y con una fotografía intensa y hermosa. El plano climático de la película me parece fantástico, con una referencia evidente a La Última Cena. (David Rodrigo en Cinéfilos frustrados)

Y he aquí que una película aparentemente tan sencilla, en su idea y puesta en escena (un mes para prepararla, un mes para rodarla), acaba encerrando una complejidad explosiva, llevando a la pantalla el gran trabajo realizado por los actores en el teatro, la energía, incluso la diversión, las miradas medidas muchas veces, los matices en tonos y gestos. La música de Ralph P. marca los “cambios de escena”. Pero la modernidad, más bien la contemporaneidad, ya estaba en el texto de De Filippo, en su pesimismo desencantado, en su capacidad de hablar de Nápoles tal como es, en la convicción de que la esperanza está en las conciencias individuales, en el coraje de hacer lo correcto. Un texto sobre el que Martone construye una puesta en escena apremiante, casi una coreografía, compuesta por unas imágenes-sentido y cambios de perspectiva que construyen la escena, sostienen a los actores, dan peso a las palabras. Imaginando un mundo que sea "menos redondo y un poco más cuadrado". (Fabrizio Tassi en Cineforum.it)

La consecuencia casi paradójica de la operación es que, tanto en el teatro como en el cine, el texto, desarraigado del mundo eduardiano, puesto a prueba de la contemporaneidad -de una sociedad que vive una deriva agresiva rayana en lo primitivo- muestra su formidable construcción, la densidad de la composición dramática, su ambigüedad moral, la potencia (y ferocidad) de los personajes y el carácter enigmático de algunas figuras (la del médico, que vive en la casa de Barracano por razones que se encuentran en un pasado que -el mismo Martone subraya- se omite por completo). La película entonces, indirectamente, termina investigando los prejuicios sobre el drama que, después de tantos años de representaciones codificadas, inevitablemente existen (y resisten). Y en señalar nuevos caminos posibles a seguir en toda la obra de De Filippo, todavía esencialmente intacta. (Luca Pacilio en Gli Spietati)

No sería justo definir esta película como una film destinado a denunciar a la Camorra y a quienes la dominan, al contrario podría catalogarse como un largometraje destinado a dar a conocer determinadas situaciones porque, según declaraciones del director Martone , hay una necesidad de actuar en una dimensión política y por lo tanto cuestionar la realidad para poder dar una representación justa de ella. Esta película sabe poner de relieve la lucha entre el bien y el mal y la correlación que existe entre ambos a través de las acciones del protagonista que no son del todo legítimas pero que siguen encaminadas al bien de los más débiles, de haber ofrecido un gran homenaje a una obra teatral que merece ser recordada y, por último pero no menos importante, haber puesto de relieve una realidad desconocida para muchos. (Krizia Loparco en Parmateneo)

Basado en la reciente puesta en escena de la obra por parte de Martone, El alcalde de Rione Sanità es una obra desafiante cuya violencia verbal es fascinante pero también repelente. Sin duda, es una de las películas más exitosas del director, pero sufre las mismas barreras intelectuales que han hecho que su trabajo sea tan difícil de acceder para el público en general. A pesar de lo fascinante que es ver las actuaciones de los actores, su significado no es tan fácil de interpretar, y muchos espectadores dispuestos dejarán la película más desconcertados que iluminados. (Deborah Young en Hollywood Reporter)

Los italianos, como reconoció De Filippo, tienen debilidad por los hombres fuertes (no están solos), y su concepción del alcalde de rione Sanità refleja ambigüedad, así como una admiración a regañadientes. La capacidad de Antonio Barracano para infundir miedo en los demás lo ha convertido en una figura de respeto. Es un jefe del crimen que descansa sobre sus ganancias mal habidas y, sin embargo, al final de la historia, se sacrifica en un acto que muchos considerarán noble. Para que la obra sea realmente interesante, esa tensión es lo que debe desarrollarse, pero Martone no parece cuestionar la naturaleza problemática de un personaje con las contradicciones propias de Shakespeare, que parece redimir su criminalidad con un gran acto final de generosidad. ¿Se supone que la audiencia debe olvidar los antecedentes violentos del hombre a la luz de su martirio? Uno ve la película cuestionando lo que Martone aportó al material, porque aparte de la elección del reparto, esta interpretación no se ve fresca en absoluto. Incluso filmar el acto final en el Palazzo San Felice, una de las maravillas arquitectónicas de Nápoles reconocible en innumerables películas, fomenta la sensación de falta de originalidad. (Jay Weissberg en Variety)

Película no estrenada comercialmente en España.

Reparto: Francesco Di Leva, Massimiliano Gallo, Roberto De Francesco, Adriano Pantaleo, Daniela Ioia, Giuseppe M. Gaudino.

miércoles, 26 de octubre de 2022

El buen ladrón (The Good Thief, 2002). Neil Jordan

 

Bob es, además de jugador, un ladrón americano que ha acabado en la Riviera francesa arruinado y enganchado a la heroína. En el fondo es un sentimental, como lo demuestra su desinteresado esfuerzo por apartar a una joven rusa de las malas compañías. Pero cuando Bob toca fondo, tras perderlo todo en las carreras, le proponen un último y espectacular golpe: se trata de robar la cámara acorazada del Casino de Montecarlo, que contiene una colección de arte de valor incalculable. 

No es un remake, sino la (brillante) reescritura de un clásico menor, Bob le flambeur, de Jean-Pierre Melville (1955), del cual el siempre interesante Neil Jordan, aquí también en funciones de guionista, rescata algunos elementos claves para la composición de la trama. (...) Jordan no copia: no hay aquí la límpida sequedad, la frialdad brillante de la puesta en escena chez Melville, sino una aproximación cálida, envolvente y comprensiva a unos personajes mucho más golpeados, pero también más vividores, menos marcados por un destino trágico, que los que imaginó el espléndido realizador francés. (Casimiro Torreiro en El País del 5 de septiembre de 2003)

El cineasta irlandés sigue fiel  a los rasgos presentes en todas sus películas –la confusión de identidades, la búsqueda de la redención, de una última oportunidad– (...)“El buen ladrón” es una obra de transición en la filmografía de Jordan, pero está a mil años luz de los necios thrillers que ahora suelen cocinarse en Hollywood. (Lluís Bonet Mojica en La Vanguardia del 7 de septiembre de 2003)

Un film prácticamente incomprensible, de ritmo nulo y diálogos tópicos. El problema, es que basándose
en una excelente película de Jean Pierre Mellville de 1955, intenta actualizar todos los elementos del «thriller» europeo, pero sin lograrlo, y copiando de la forma más burda excelentes incursiones en este
género, como muy bien hizo Mike Figgis con «Lunes Tormentoso». Si además tenemos en cuenta los fallidos intentos de incluir un lenguaje «novedoso» con un montaje abrupto entonces nos encontramos con un producto que ni siquiera en el chauvinista mercado galo tiene cabida, por muy bien que el «chico malo» de Hollywood, Nick Nolte se haya esforzado en componer un personaje denso. ¿Es que a Neil Jordan se le ha olvidado hacer cine? (Federico Casado Reina en ABC Sevilla del 9 de septiembre de 2003)

Las alarmas se disparan ante la idea: una versión moderna de Bob le Flambeur, una de las inimitables películas de Jean- Pierre Melville. ¿Cómo adaptar ese cine negro seco y silencioso, contenido y milimetrado, sin producir una mala copia, un emborronamiento, un quiero y no puedo? Neil Jordan se atreve, porque opta por salirse por la tangente. Toma el personaje principal, lo hace suyo, deja en su sitio a Melville, y se niega a remedar al maestro.Jordan evita mirarse en el espejo, elude los complejos y se inventa un juego de dualidades que empieza con el mismo hecho de la versión infiel. La ambigüedad, lo que se esconde tras las apariencias y el equilibrio entre los contrastes son los conceptos que Jordan maneja muy bien, como hilos que sostienen una trama, un estilo. (Ricardo Aldarondo en Fotogramas)

Los problemas surgen de la narración irregular, un exceso de chistes tontos y una mezcla de acentos y culturas que te deja preguntándote dónde encaja el ladrón acosado del Sr. Nolte. (Joe Morgenstern en Wall Street Journal)

Si bien las frías imágenes repetidas de Jordan se esfuerzan demasiado por conseguir un aire de indiferencia, el cóctel general de despreocupación francesa y las gotas de cine negro estadounidense ofrecen propiedades tan relajantes que te hacen perdonar algunas debilidades. (Derek Adams en Time Out)

Mucha diversión a pesar de sus carencias como presunto thriller. (Andrew Sarris en Observer)

Lo que impide el hundimiento absoluto de un proyecto así es sin duda la forma en que la historia, a la vez confusa y convencional, se deja llevar por una puesta en escena un tanto llamativa, un montaje superficial y desatado. (...) Finalmente, sumado a todo esto, la siempre impresionante presencia de Nick Nolte impide el colapso inmediato de un conjunto que, sin embargo, está constantemente en la cuerda floja. (Jean-François Rauger en Le Monde)

El resultado es muy confuso: por mucho que el original fuera seco, conciso y directo, éste es un film sinuoso y rimbombante. (...) Al final, es mejor olvidarse de Melville. (Gérard Delorme en Première)

¿En qué lío se metió el director Neil Jordan para dar a luz tal ineptitud? El buen ladrón, remake de Bob le flambeur de Melville, suena en todo caso a un doloroso fracaso. Volviendo a las raíces de sus películas más livianas de principios de los 90, Jordan parece estar divirtiéndose como un loco llenando su fantasía anémica con efectos de montaje repetitivos y filmando a toda sus actores en un perpetuo torbellino visual que, al no poder crear electricidad, solo logra noquear. A partir de un guión confuso, desarticulado, de una blandura total, El buen ladrón rápidamente se vuelca hacia el ejercicio de estilo guay, lejos de sus éxitos recientes y con clase. (Nicolas Bardot en Film de Culte)

 Película estrenada en España el 5 de septiembre de 2003.

Reparto: Nick Nolte, Tchéky Karyo, Saïd Taghmaoui, Nutsa Kukhianidze, Gérard Darmon, Marc Lavoine, Emir Kusturica, Ralph Fiennes.


lunes, 17 de octubre de 2022

El premio (The Prize, 1963). Mark Robson

 

 

Durante la Guerra Fría, un escritor norteamericano, mujeriego y aficionado a la bebida, llega a Estocolmo para recibir el Premio Nobel de Literatura. Una vez allí, descubre, por casualidad, un complot soviético para secuestrar a un eminente científico también galardonado con el Nobel.

A broma, a gigantesca broma, hay que tomar el excelente trabajo profesional de Robson. "El premio" es, como película, una película excelente: espléndida fotografía en los preciosos exteriores de Estocolmo; admirable el color en todos sus ponderados y riquísimos matices. Y un trabajo perfecto de Robson en el movimiento y la visualidad de gentes y escenarios. (Gabriel García Espinia en ABC del 29 de marzo de 1964)

La impresión de conjunto que nos produce «El premio» es que se trata de un excelente film. Un film irónico, con una picante intención satírica, que resulta en todo momento divertido y brillante. Sin embargo, nos parece evidente que pudo serlo más. (...) No se trata, evidentemente, de un film trascendente, ni menos aún de un film testimonial, no obstant los aspectos satíricos que abundan en la cinta, pero que resulta incuestionablemente un film entretenido, amable y delicioso. La excelencia del reparto artístico contribuye también a sus brillantes atractivos. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 24 de mayo de 1964)

Discurriendo con espléndida fluidez durante sus dos horas —la cinta no tiene ni un sólo bajón de ritmo—, y aunque sea bien sencillo anticiparse al misterio al que pretende dar solución Newman, 'El premio' se beneficia tanto de su tono desenfadado —atención especial merece en este sentido la irrupción del protagonista en una conferencia sobre el nudismo— y de, de nuevo, la presencia del actor, que poco pesa aquí la facilidad con la que se lee la trama a distancia, un hecho que, aplicado a cualquier otro filme del género habría sido un auténtico veneno. (Sergio Benítez en Espinof)

Una intriga de espionaje ambientada en el marco de la concesión de los premios Nobel, según una novela de Irving Wallace. Un improbable Paul Newman habría conseguido el Nobel de literatura, descubriendo la impostura que constituye el detonante de la acción. El siempre gris Mark Robson sirvió la historia con un brío bastante discreto, malogrando gran parte de sus prometedoras posibilidades. (Fotogramas)

 La crítica retrocede, desarmada, ante una película que apenas se permite tomar en serio al premio Nobel. (Penelope Houston en Sight and Sound)

The Prize es un melodrama de suspense interpretado para hacer reír. El problema es que el enfoque básico de la comedia choca con el marco político-tópico de la historia. (Variety)

Es una historia de la Guerra Fría, aunque la historia de la conspiración en realidad no "significa" nada. La trama es solo un vehículo dentro del cual sus estrellas beben cócteles, intercambian púas y coquetean sin parar; este último es el pasatiempo favorito del personaje de Newman, quien se entrega a él con los personajes interpretados por Elke Sommer, Diane Baker y Micheline Presle. Es un poco decepcionante que el malabarismo de Newman con estas tres damas no sea más divertido. Debería ser completamente ridículo, pero el director Mark Robson lo minimiza.Y Robson es probablemente la razón principal por la que The Prize no alcanza las alturas que debería. El tono es demasiado suave, sin grandes momentos de humor o suspense. Se parece demasiado a una telenovela, cuando debería ser más rápido y más enérgico. Es un poco demasiado cortés y comedido, que era exactamente el tipo de toque por el que Robson era conocido. (Casey Burchby en DVD Talk)

La forma en que la película presenta a los espectadores a sus principales protagonistas es ingeniosa, y aunque el confiable director Mark Robson (Peyton Place) no es capaz de proporcionar la creciente tensión que Hitchcock habría aportado a este atractivo material, The Prize todavía funciona como un entretenimiento ingenioso. (Film Frenzy)

4 años después del éxito de "North by Northwest" (1959) de Alfred Hitchcock que, hay que decirlo, es una obra maestra del cine, podemos entender que un productor tenga muchas ganas de repetir la hazaña. Entonces, ¿por qué no pedirle al mismo guionista Ernest Lehman que lo intente de nuevo? Además, éste aprovecha para recrear escenas ya inventadas para el modelo. Como por ejemplo el situado en una habitación de un apartamento donde había un cadáver y del que ya no queda rastro unos minutos después. (...) Si la película es agradable de ver, especialmente con un escenario bastante sofisticado, carece de una o dos escenas de acción espectaculares. Además, la producción es un poco menos festiva. Todo está filmado con bastante sabiduría. Mark Robson obviamente no tiene el genio de Sir Alfred Hitchcock. (Rueducine.com)

Película estrenada en Madrid el 28 de marzo de 1964 en los cines Callao y Richmond; en Barcelona, el 23 de mayo de 1964 en el cine Windsor Palace.

Reparto: Paul Newman, Elke Sommer, Edward G. Robinson, Diane Baker, Kevin McCarthy, Micheline Presle, Sergio Fantoni, Leo G. Carroll.