jueves, 4 de julio de 2024

Dulce pájaro de juventud (Sweet Bird of Youth, 1962). Richard Brooks

Un fracasado aspirante a actor regresa a su ciudad natal convertido en el gigoló de una estrella en declive que promete introducirlo en el mundo del cine. Pero lo que realmente desea es recuperar el amor de su antigua novia, la hija del cacique local.

No menos méritos reúne la cinta de referencia tanto en lo que se refiere a la elaboración del guión, de extraordinaria calidad— lo que es fácil de comprender habida cuenta la rara calidad del modelo en que se ha inspirado —como por la excelente y cuidada elaboración cinematográfica a que la ha sometido Richard Brooks, director de sobresalientes méritos. (...) En el aspecto formal, la película exhibe también grandes méritos, si bien cinematográficamente hablando, estos aparecen condicionados por un claro predominio de lo teatral tanto en el desarrollo de las secuencias, por lo general de lenta elaboración, como, por la abundancia del diálogo. Pero ello sucede con la aquiescencia del guionista y director, consciente de que el tema sólo puede dar así sus mejores posibilidades. La cámara, extraordinariamente sensible, logra extraer de cada escena el máximo fruto y contribuye a crear una atmósfera enrarecida, de dolorosa sensibilidad. (J. Pedret Muntañola en La Vanguardia del 24 de febrero de 1963)

“Dulce pájaro de juventud” es una película admirable por su factura, por su realización y por su contenido. Richard Brooks, el director que puso en pie cinematográficamente la resonante obra teatral, no perdió en el canje ninguno de los humanos y sombríos matices del desesperanzado episodio. (....) Película de amargo trance, de sugestión fuerte y de perfecta realización total... (Gabriel García Espina en ABC del 19 de marzo de 1963)

Adaptación de una de las obras más emblemáticas de Tennessee Williams, en la que se abordó más la dimensión política que la estrictamente psicológica. A través de una rigurosa estructura melodramática presenta el conflicto entre un ambiguo personaje y su amenazador entorno. El romántico desenlace cierra coherentemente el tono de dosificada desmesura que preside la progresión narrativa. (Fotogramas)

Las memorables interpretaciones de Paul Newman y Geraldine Page en las secuencias que comparten se convierten en el aspecto más destacado de la película. Brooks construye estas secuencias mediante una estudiada puesta en escena, unas brillantes composiciones del espacio en las que fluyen los diálogos de Williams. Ambos intérpretes vierten en la pantalla la sabiduría que habían adquirido de estos personajes en el teatro. Estos vibrantes momentos se convierten en la mayor virtud del film, pero también en uno de los mayores obstáculos que arrastra en su conjunto, debido al contraste con el decreciente interés que generan las tramas secundarias que rodean a la pareja, referentes a la relación de Chance con su pasado. Estos tramos, necesarios para completar el largometraje, están rodados de una forma más rutinaria, y la galería de personajes secundarios resulta algo maniquea. (Miguel Laviña Guallart en La última película)

Este cínico y deslumbrante drama tiene un fuerte aspecto de artificial, y el final feliz que le da Brooks es inverosímil y absurdo. Si hay algo que decir sobre todo esto, es que la vida es una maraña de derrotas y el lenguaje que usa Williams para gritarlo tiene una extraña y loca cualidad poética. Lo más honesto de la obra de teatro es que el fétido héroe consigue al final lo que se merece. En esta película no sólo se ahorra esa desolación, sino que consigue a su antigua y leal novia en su lugar. (...) "Dulce pájaro de juventud", a pesar de todas sus gráficas escenas y la vigorosa interpretación de sus papeles principales, tiene el tono de una telenovela manipulada, en la que el culebrón está hecho simplemente de lejía, eso es todo. (Bosley Crowther en The New York Times del 29 de marzo de 1962)

Ofrece pocos indicios de lo que hizo que la obra original fuera interesante (especialmente en la producción teatral de Elia Kazan), a pesar del hecho de que se pide a Paul Newman y Geraldine Page que repitan sus papeles originales. (Jonathan Rosenbaum)

Al igual que La gata sobre el tejado de zinc, la obra recibió un tratamiento de limpieza y repaso, de modo que el merecido castigo de Newman (no se había dado cuenta al irse de la ciudad de que había dejado embarazada a Shirley Knight) ya no llega a través de la castración, sino simplemente arruinando un poco su bonito rostro. Todavía podría haber funcionado el film, pero la dirección de Brooks se queda un tanto impasible ante todas estas pasiones sórdidas y ardientes. Sin embargo, se ven reflejadas en toda su extensión por un excelente reparto. Geraldine Page, en particular (como Newman, repitiendo su papel de Broadway) está asombrosa e ingeniosamente desmesurada en su interpretación de la reina del cine que envejece y busca refugio en una neblina de bebida, drogas y sexo. (Tom Milne en Time Out)

Si la presencia de Richard Brooks detrás de la cámara no deja de plantear una serie de límites (el cineasta aún no había encontrado el estilo de sus últimas películas y a menudo sobrecargaba sus films a nivel psicológico), la atmósfera específica del mundo del dramaturgo está perfectamente interpretada: incomunicabilidad, ridículos sueños de gloria, frustración sexual... Todos los ingredientes parecen unirse para hacer justicia a esta neurosis, tal vez complaciente para algunos, pero irresistiblemente fascinante. (Clément Graminiès en Critikat).

Al mismo tiempo que es muy clásica en su puesta en escena (nótese algunos bonitos fundidos que permiten a los personajes sumergirse en su pasado), la película resulta a veces muy dura y presenta personajes desquiciados y torturados. Es difícil no caer bajo el hechizo: Paul Newman (simplemente magnífico, como siempre) y Geraldine Page echando chispas. El único inconveniente: los fans de la obra original lamentarán que esta adaptación sea mucho más suave que el original. El final y otros elementos sulfurosos se han cambiado por completo para ofrecer al espectador una especie de final feliz y no impactar demasiado. Si la adaptación hubiera sido fiel, hubiera sido una verdadera obra maestra. (Gaspard Granaud en Popandfilms.fr)

Géraldine Page y Paul Newman ya representaron la obra en Broadway y tenían experiencia. Richard Brooks ya adaptó a Tennessee Williams con La gata sobre el tejado de zinc, hace dos años. Es casi una apuesta segura sobre el papel. Una vez más, Brooks elige un tema que le permite mellar a Estados Unidos en una airada acusación contra la violencia y el humo y los espejos que a veces es el cine. Del drama original, el cineasta bajó el tono de lo nauseabundo y la perversión para mantener pura la oscuridad. Paul Newman oscila con elegancia entre el cinismo y la ternura, el Sur es racista y pegajoso, la decadencia es inevitable y Estados Unidos es decididamente cruel. (Cinémathèque Française)

Película estrenada en Barcelona el 22 de febrero de 1963 en el cine Coliseum; en Madrid, el 18 de marzo de 1963 en los cines Rialto, Fantasio y Conde Duque.

Reparto: Paul Newman, Geraldine Page, Shirley Knight, Ed Begley, Rip Torn, Mildred Dunnock, Madeleine Sherwood. 

2 comentarios:

  1. Los códigos morales de la época, obligaron a cambiar el final de la obra original, que queda aquí tremendamente suavizado y tergiversado. El duro final de la obra de Williams, explica la obsesión de la cámara por el espléndido torso desnudo de Newman, que pierde buena parte de su sentido con el cambio adoptado.
    Maravillosa Geraldine Page interpretando a la desquiciada estrella que no sabe envejecer, dotando a su personaje de una fuerza y de una credibilidad que lo convierten en uno de los puntos fuertes de este drama, bien rodado y que sabe captar la atención del espectador.

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    1. Totalmente de acuerdo. Brooks convierte la obra original en un melodrama sureño con una buena canción ("Ebb Tide") y con un final relativamente feliz. Existe una versión de la obra con Arturo Fernández y Amelia de la Torre hecha para el espacio Estudio 1 que se puede ver en la web de RTVE. Las diferencias son obvias, pero la atmósfera me parece más opresiva y angustiosa.

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