martes, 27 de abril de 2021

Sueños (Kvinnodröm, 1955). Ingmar Bergman

 


Susanne es dueña de una agencia de modelos en Estocolmo. Doris, su modelo más popular, tiene una discusión con su novio, Palle, justo antes de que ella vaya con Susanne a Gotemburgo para ser fotografiada en una nueva colección. En Gotemburgo, Doris se encuentra con un cónsul de edad avanzada, que ve en ella un parecido sorprendente con su esposa, ahora en un hospital psiquiátrico. El cónsul satisface los deseos de Doris, comprándole ropa fina y joyas, y los dos pasan un día emocionante juntos, hasta que llega la hija del cónsul y, sin piedad, expone el egoísmo de su padre. 

Bergman consigue, desde mi punto de vista, un film interesante, algo irregular y desequilibrado, pero que encuentra en algunos detalles de puesta en escena y en el excelente trabajo del elenco de actores sus principales puntos de interés. (Joseph B. MacGregor en Cine maldito)

Un juego de espejos con los personajes femeninos que representan y encarnan la fugacidad. La máscara, la simulación, la verdad, la mentira, la fuga, el destino muestran sus garras a través de silencios, primeros planos, expresividad y potencia visual, traducidas en una colisión entre claroscuros, luces y sombras, detalles expresionistas, opresión y ansia de libertad. (Guillermo Balbona en El Correo del 5 de abril de 2018)

En esta sensible comedia dramática, dos historias independientes -unidas por un leve hilo conductor- abordarán sendas relaciones sentimentales desde registros narrativos opuestos, mostrando la gravedad y el dolor, la ligereza y la alegría que pueden generar. Sin hallarse entre lo mejor de su director, demuestra su capacidad para penetrar dentro del alma femenina. (Fotogramas)

Las dos historias del filme corren paralelas desde el punto de vista temático. No sólo no se cumplen, en ninguno de los dos casos, los "sueños de mujeres", sino que, en cada historia, Bergman nos muestra dos sueños que se entrecruzan sin llegar a encontrarse realmente, sueños que se ven frustrados por la intrusión de un personaje brutalmente realista y despiadado. (Robin Wood).

No es un concepto importante el que está dramatizando, y carece de las características de imaginación, el simbolismo expresivo y los matices poéticos de algunas de las películas verdaderamente memorables que siguieron a Sueños. (A.H. Weiler en The New York Times)

Carece de la seriedad de los dramas psicológicos más poderosos del director, pero, sin embargo, muestra sus habilidades técnicas. (Dennis Schwartz)

Las películas de Bergman en los años 50 tienden a carecer de una perspectiva real sobre sus temas obsesivos; cada película parece un esfuerzo más o menos tenso por encontrar una solución "dramática" al "problema" de las ideas que contiene. Sueños intenta ser un film irónico, pero aún así termina luciendo más forzado que mesurado cuando la editora de moda Eva Dahlbeck y la modelo Harriet Andersson sueñan con reconciliarse con ex amantes, solo para enfrentar la desilusión. (Time Out)

Película estrenada en Barcelona el 6 de marzo de 1967 en el Publi Cinema inaugurando las sesiones de Arte y Ensayo.

Reparto: Eva Dahlbeck, Harriet Andersson, Gunnar Björnstrand, Ulf Palme, Inga Landgré, Sven Lindberg, Naima Wifstrand.


miércoles, 21 de abril de 2021

Un rayo de luz (1960). Luis Lucia

 

En su breve estancia en España, Carlos, el primogénito de una pudiente familia italiana, se casa con Elena, una modesta artista del género cómico. Cuando Carlos regresa a su patria, muere en un accidente de aviación. De este matrimonio nace una niña: Marisol. El conde D’Angelo rehusa aceptar como nieta a la que legítimamente lo es. Elena corresponde con dignidad, negándose a aceptar ayuda, excepto la educación de su hija. Así pasan unos años, hasta que el abuelo reclama a su nieta para disfrutar de unas vacaciones en Italia.

Se advierte claramente que Luis Lucia se recreó dirigiéndola, guiando sus pasos y supliendo con la suya la natural y lógica falta de experiencia de la chiquilla. Por eso, parte del éxito indudable de Marisol hay que apuntarlo en el haber del gran realizador que aquí, como en tantas ocasiones anteriores, da pruebas en todo momento de su talento y veteranía. (G. Bolín en ABC del 11 de septiembre de 1960)

 La  película  es todo  y  exclusivamente Marisol.  Sin ella  el film  estaría  condenado  a pasar  en la más  absoluta  indiferencia.  La trama  es de tan candorosa inocencia y está  tan escasa  de vigor y de gracia  como  la más adocenada de las  producciones.  Se trata  de una  historia  realizada  en el  tono  más  convencional  que  pueda  imaginarse  y, además, lacrimosa  y  sensiblera. Casi roza los términos  lamentables  del serial. (…) Luis Lucia, el prestigioso realizador de Molokai, se muestra  en esta  ocasión  muy  por debajo del nivel  artístico que le habían  conquistado sus anteriores films. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 24 de septiembre de 1960)

El film que sirvió como vehículo para lanzar a Marisol fue una versión inconfesada de "El pequeño lord", con nieta pizpireta que consigue ablandar el durísimo e inflexible corazón de su abuelo. Su desarrollo resulta tan apacible como previsible, conservando el discreto encanto de lo caduco. (Fotogramas)

La película es sólo Marisol, que acierta a emplear la gama de matices con acusada oportunidad y sin retorcimientos precoces. Lucia ha conseguido sacar eficaz partido de la sorprendente intuición interpretativa de esta joven promesa. Campea por todo el relato un ritmo acertadísimo que le confiere la deseable amenidad, a lo que contribuye sin duda la adecuada ambientación y la buena fotografía en color. (Fernando Méndez-Leite en Historia del cine español

Luis Lucia, dirigió aquel filme con gran acierto, a pesar de que todos los actores que trabajaron con él afirmaban que tenía muy mal carácter. «Era un hombre con el que a la hora de trabajar era imposible. Me acuerdo que cuando empezaba a trabajar en esto y rodaba mi primera película recitaba como si estuviese en el colegio y él balbuceaba, 'Niña me cago en tu padre' y al tercer día le dije, 'Mire usted, creo que yo sé cómo lo tengo que hacer' y me contestó, '¿Cómo lo tienes que hacer..' a lo que yo respondí, 'Pues mire, a mi me parece que lo tengo que decir como si estuviera en mi casa..'», explicaba la actriz malagueña en el libro biográfico 'Marisol' (editorial T&B). (José Aguilar en Sur del 28 de febrero de 2010)

Película estrenada el 9 de septiembre de 1960 en el cine Palacio de la Música; en Barcelona, el 23 septiembre de 1960 en el cine Windsor Palace.

Reparto: Pepa Flores "Marisol", Anselmo Duarte, María Mahor, Julio Sanjuán, Rafaela Rodríguez, Joaquín Roa, María Isbert.


lunes, 12 de abril de 2021

Un genio anda suelto (The Horse's Mouth, 1958). Ronald Neame

 

Un excéntrico y bohemio pintor londinense constituye un verdadero y constante sobresalto para sus amigos, incapaces de seguir el ritmo de sus inesperadas ocurrencias.

En la intención y, como hemos consignado, en la creación del tipo central, el del pintor, residen las principales, sobresalientes, virtudes del empeño. Pero también en el manejo de los lances, en la ambientación, y, en suma, en la dirección certerísima hallamos calidades más que notables que contribuyen a la indudable importancia, que en su género —un género muy difícil, por cierto— tiene la película. Cine del bueno, a fin de cuentas, es "Un genio anda suelto". (Donald en ABC del 18 de agosto de 1959)

El mismo Alec Guinness ha hecho la adaptación de la novela de Joyce Cary al guión cinematográfico. En este esfuerzo no nos parece que el acierto le haya acompañado tan constantemente. O tal vez lo que ocurre es que su labor de intérprete es tan excepcional, tan refulgente, que lo que no sea ella nos parece débil, pálido y pequeño. El mismo fenómeno nos ocurre con la realización de Ronald Neame, que aun siendo brillante, empalidece notablemente en relación con los méritos de una interpretación extraordinaria. Ronald Neame ha intentado hacer un film de humor, muy al estilo inglés, pero la magnitud del personaje y su desbordante riqueza psicológica, se imponen netamente sobre lo narrativo. Por lo demás, el film, realizado bellamente en color, es de unos valores plásticos de primerísimo orden. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 27 de julio de 1960)

Alec Guinness se enfrentó a una novela un tanto disparatada de Joyce Cary en condición de adaptador y protagonista, escribiendo un guión más que prometedor y componiendo un personaje impecable. Por desgracia, la adocenada realización de Neame no consiguió transmitir el clima delirante que la historia requería, convirtiendo sus resultados en un pálido reflejo de lo que hubieran podido ser. (Fotogramas)

A partir de la difícil y divertida novela de Joyce Cary, "The Horse's Mouth", que habla de un artista inglés que lucha por su alma un poco andrajosa, el escritor Alec Guinness ha obtenido un guión divertido y conmovedor que el actor Alec Guinness interpreta con una claridad asombrosa. Si la brillante actuación del actor en esta película oscurece la habilidad sutil del escritor, estamos seguros de que no le importa al señor Guinness. La imagen es el triunfo, y es toda suya. Bueno, tal vez no toda suya exactamente. Un elenco verdaderamente increíble de actores británicos casi impecables ayuda al Sr. Guinness a dar forma a una de las películas más incisivas sobre un artista que jamás se haya hecho. (Bosley Crowther en The New York Times del 12 de noviembre de 1958)

El director de fotografía convertido en director Ronald Neame ("La aventura del Poseidón" / "Odessa"), en el mejor de los casos un cineasta desigual, maneja mal esta peculiar comedia chiflada, resultando plana y poco inspirada, aunque se convirtió en un éxito en el circuito de arte y ensayo. Para aquellos que lean la aclamada novela de Joyce Carey de 1944 (vagamente basada en Dylan Thomas), esta película es una gran decepción por la forma en que reduce la lucha por la creatividad de un artista bohemio a mostrarlo únicamente como un excéntrico. Huele más a una comedia caprichosa de la Ealing que a algo más artístico. (Dennis Schwartz)

Adaptación inquietante de la maravillosa novela de Joyce Cary sobre la naturaleza antisocial del genio. Guinness construye un personaje inteligente y minuciosamente detallado como el desaliñado Gulley Jimson, un artista envejecido dispuesto a hacer todo lo posible para asegurarse de que puede seguir plasmando su visión de la pintura. Pero a pesar de utilizar pinturas de John Bratby para representar esa visión, la película en sí está más preocupada por las excentricidades del artista que por su creatividad. Con una dirección plana y un guión con cabos sueltos, resulta poco más que un ligero retazo de fantasía al estilo Ealing. (Time Out) 

La película tiene un tono mucho más ligero y cómico que el libro (de hecho, parece desviarse de considerar al artista como un tema serio, y simplemente lo ve como un adorable pícaro bohemio, el Jimson del libro es más egoísta y áspero). El público todavía lo encuentra demasiado "serio", esperando que Alec Guinness, como excéntrico, fuera constantemente divertido. Hay algunos momentos muy reflexivos, como cuando Jimson intenta explicar cómo ver una pintura (“siéntela con el ojo”), y también momentos conmovedores. Al completar la pintura mural de los Beeders, Jimson dice que no es lo que realmente quería y se pregunta por qué la pintura terminada nunca es lo que ve en su mente. También tiene un final más feliz. En el libro, Jimson está dando los toques finales al mural del "Juicio Final" cuando es éste es demolido y se queda sosteniendo su pincel en el aire vacío. Una gran multitud se ríe mientras cae de su andamio y se rompe el cuello, muriendo camino del hospital. Aquí se nos hace creer que continuará con más aventuras y obras más importantes. (The Spinning Image)

Quizás el resultado hubiera sido más feliz con intenciones menos dignas. (Kenneth Cavander en Sight and Sound)

Película estrenada en Madrid el 17 de agosto de 1959 en el cine Capitol; en Barcelona, el 26 de julio de 1960 en los cines Astoria y Cristina.

Reparto: Alec Guinness, Kay Walsh, Renée Houston, Mike Morgan, Robert Coote, Arthur Macrae, Veronica Turleigh, Michael Gough, Reginald Beckwith.


jueves, 8 de abril de 2021

La ciudad no es para mí (1966). Pedro Lazaga

 

Agustín Valverde, viudo y hacendado sesentón aragonés, marcha a Madrid, donde se instala en casa de su hijo, un prestigioso médico casado con una modesta costurera. A la mujer todo el mundo la llama Luchy, desde que consiguiera su brillante posición social casándose con el Dr. Valverde. Pero al llegar a Madrid Agustín descubre que en la capital hay muchos más problemas que en su pueblo. Luchy se siente atraída por el ayudante del doctor. Sara, la nieta de Agustín, vive una vida frívola y desordenada con una pandilla de amigos estúpidos. Y hasta Filo, la empleada del hogar, tiene su correspondiente complicación.

Lazaga es, quizá, el director que más trabaja en el cine español. Uno de esos realizadores capaces de hacer un film en veinte días. Un hombre al que no se le resisten los presupuestos de la pequeña producción por modestos que éstos sean. Los productores acuden a él con frecuencia porque les ofrece garantías de recuperar su dinero. Su dominio de la técnica, su profesionalismo, se ha velado a veces por aceptar guiones endebles de los que no podían salir sino obras mediocres. Esta no es una de sus mejores películas; se mantiene, sin embargo, en ese tono discreto e impersonal logrado por él en ocasiones. "La ciudad no es para mí" es Martínez Soria y la hace con sus conocidos recursos de cómico popular que consigue hacer brotar la carcajada en su fiel público. A su lado, como un coro discreto y eficaz, el resto de los intérpretes. (Martínez Redondo en ABC del 15 de marzo de 1966)

Lo curioso del caso es que la película resulta mucho más divertida que la comedia. No ciertamente por ningún prodigio taumatúrgico sino porque el cine permite dotar a la acción de una mayor variedad de ambientes y de personajes. (…) La labor de Lazaga ha sido hábil, así como la de los dialoguistas señores Masó y Coello. Partiendo de la obra original, y sin agregarle grandes novedades, han conseguido darle una vivacidad muy sugestiva. En suma que Paco Martínez Soria está muy bien en todos los momentos, que la comedia hace reír y que también a ratos emociona… (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 29 de mayo de 1966)

La ciudad no es para mí (Pedro Lazaga, 1966) es la película más analizada de las interpretadas por Paco Martínez Soria, ya que fue su primer éxito cinematográfico, obtuvo una gran popularidad y creó un modelo de personaje. Pero mientras que los análisis se suelen centrar en la dicotomía campo/ciudad, el texto plantea un análisis centrado en la función de los personajes femeninos en la estructura narrativa y discursiva, encontrando que estos presentan una doble función activo/pasiva que los convierte en motores narrativos y, al mismo tiempo, en receptores de la acción del personaje masculino principal. Además, el film presenta un triple discurso acerca de su contexto, con la aceptación de los cambios económicos, la asimilación parcial de los sociales y el rechazo de los cambios morales y en la estructura familiar. (Olga García-Defez en Modernidad y figuras femeninas en La ciudad no es para mí, artículo publicado en la revista L'Atalante)

El filme es la adaptación de una comedia teatral del mismo título escrita por Fernando Ángel Lozano, pseudónimo que usó Fernando Lázaro Carreter para su publicación, pues el tono de esa obra no encajaba demasiado con el prestigio académico que le confería por entonces ser profesor en la Universidad de Salamanca. Más tarde estuvo al frente de la Real Academia Española y alertó sobre el mal uso del idioma en los medios de comunicación. (Aisge)

El film de Pedro Lazaga es una buena crónica de la España de la década de los 60, que ya se había abierto al mundo, comenzaban a llegar los turistas, vendíamos naranjas y arroz  a Europa, exportábamos trabajadores sin cualificar  y llenábamos las calles con el coche nacional: el seat 600. El realizador representa en su  películaa a una sociedad menor de edad, casposa, a la que aplicarle el concepto de patriarcal, que es lo que era, resulta hasta pretencioso. (Cinelodeon.com)

Pedro Masó, productor de la película, gastó cinco millones de pesetas en su producción y mantenía muchas dudas sobre la recuperación de su inversión antes de su estreno. Ante la preocupación, el actor Martínez Soria, más seguro de su triunfo, se ofreció a pagarle la cantidad invertida para quedarse con los derechos. La película fue un éxito clamoroso de público que la convirtió en el largometraje español más visto de la década de los sesenta, con casi 4.3 millones de espectadores y una recaudación de más de 73 millones de pesetas 438.786.30€, convirtiéndose en una de las películas con más espectadores de la historia del cine español. ​El actor Paco Martínez Soria obtuvo el Premio Fotogramas de Plata al mejor intérprete de cine español de 1966 por esta película. (Amp.es)

En La ciudad no es para mí el personaje de Agustín Valverde (Martínez Soria), es arrojado a la ciudad y en sus primeras horas en ella es objeto de un intento de estafa, es trasladado al aeropuerto por error, es obligado a subir por la escalera de servicio y es confundido con un vendedorambulante. Mientras que en su lugar de origen, Calacierva, disfruta de una posición de pequeño terrateniente y patriarca rural, en la ciudad sufre una transformación y se convierte en un paleto incapaz de cruzar la calle Atocha pero capacitado, eso sí, para acabar con la influencia negativa de la modernidad sobre el núcleo de su familia. Con su personaje se establece de forma clara una equivalencia entre el ámbito rural y la tradición y el ámbito urbano y la modernidad beneficiosa económicamente pero perniciosa moralmente. Una temática no original que puede rastrearse en otras cinematografías distantes geográfica y cronológicamente, pero que en la española creó y fijó el estereotipo de paleto enfrentado a la gran urbe. (Olga García-Defez)

Magnífica película. Magnífica y entrañable. De aquellas que te arrancan una sonrisa mientras te arrancan un suspiro. De las que da gusto recostarse en el sofá para entregarse a ellas y olvidarse de todo. De aquellas que saben a familia y huelen a pueblo. De las que nos remueven las entrañas al presentarnos los contrastes de nuestra reciente historia. (El fancine del troblogdita)

Película estrenada en Madrid el 14 de marzo de 1966  en los cines Palacio de la Prensa, Bilbao, Velázquez y Progreso; en Barcelona el 26 mayo de 1966 en el cine Novedades.

Reparto: Paco Martínez Soria, Doris Coll, Eduardo Fajardo, Cristina Galbó, Gracita Morales, Alfredo Landa, José Sazatornil, José Sacristán, Jesús Varela.