viernes, 5 de diciembre de 2025

La caza (1966). Carlos Saura

Tres amigos van de caza a un coto que fue escenario de una batalla durante la Guerra Civil. Todos ellos están pasando por momentos difíciles, separaciones, problemas con el alcohol, de modo que lo que iba a ser una tranquila jornada de caza se convierte en un enfrentamiento entre los tres.

¿Por qué es “La caza” la mejor película producida en España desde hace varios años? En principio, y sobre todo, porque su lenguaje es actual, porque no hay mimetismo en sus imágenes, porque se advierte en la realización un desprecio absoluto por “parecerse a”, por “expresarse como éste o aquél”. No hay, por otro lado, caídas esteticistas. La originalidad de este film, dentro del panorama de nuestro cine, le viene por su sobriedad, por haber dado con la estructura formal que convenía al tema. Es una película de abajo a arriba, intensa y sin concesiones. (José Luis Martínez Redondo en ABC del 29 de noviembre de 1966)

La caza (1966), dirigida por Carlos Saura, es reconocida unánimemente como una obra capital del cine español y un acta fundacional del movimiento conocido como el Nuevo Cine Español. Este filme, coescrito por Saura y Angelino Fons, surgió en un contexto de desafío a la censura imperante en la España franquista. La película, que adopta una narrativa de "sencillez pasmosa" pero que contiene un "universo de símbolos", se estableció como una de las obras más emblemáticas y valientes de la cinematografía española del siglo XX.

La película se realizó durante el tardofranquismo, un periodo en el que el régimen de Franco, bajo el Ministerio de Información y Turismo, buscaba proyectar una imagen de "aperturismo" al exterior. El cineasta aragonés y su productor, Elías Querejeta, explotaron este estrecho margen de maniobra recurriendo a la técnica alegórica y al lenguaje visual para relatar mensajes políticos y críticas sociales, logrando así esquivar la "férrea censura". El cine de Saura, producido junto a Querejeta desde La caza en adelante, se convirtió en un especialista en burlar las tijeras censoras, a veces presentando guiones ampliados con escenas provocadoras para que la censura no reparara en los elementos esenciales de la historia originalmente concebida.

Desde el punto de vista estético, La caza destacó por su extraordinaria factura técnica. La fotografía dura en blanco y negro de Luis Cuadrado fue crucial para establecer la estética del realismo psicológico. Cuadrado innovó con el uso del lente Macro-Kilar, permitiendo encuadres "microfisionómicos" y primeros planos extremos que dotaban a los objetos de un "protagonismo insólito", reduciendo a los cazadores a "cuerpos físicos, sudorosos y frustrados". La música de Luis de Pablo, vital para el tono opresivo, ayudó a crear una atmósfera asfixiante. El rodaje se llevó a cabo en apenas cuatro semanas durante un caluroso agosto de 1964 en los alrededores de Borox, concretamente en Esquivias, Seseña y Aranjuez, una dificultad que contribuyó al realismo extremo y al ambiente árido de la cinta.

La premisa narrativa es, en apariencia, simple: tres amigos de mediana edad —José, Paco y Luis— se reúnen junto con el joven Enrique en un coto privado para una jornada de caza de conejos. No obstante, este coto fue anteriormente el escenario de una batalla durante la Guerra Civil. Los veteranos representan diferentes facetas de la burguesía que se benefició de la victoria, pero están consumidos por problemas personales, como el alcoholismo y las crisis económicas. La caza sirve como un pretexto o "componenda interesada", ocultando los rencores latentes que son exacerbados por el tedio y el calor opresivo de la paramera castellana.

La alegoría central del film reside en cómo la caza de conejos se transforma en la "caza real de hombres", un desenlace violento que demuestra que las heridas del conflicto fratricida aún no habían sanado. Luis es quien verbaliza la idea central, sugiriendo que "la mejor caza es la caza del hombre". El acto final de violencia autodestructiva, donde los tres veteranos se matan unos a otros, es una metáfora incisiva de la persistencia del conflicto en la psique española y de la descomposición del patriarcado franquista. Paco, interpretado por Alfredo Mayo (asociado al cine bélico franquista), personifica la retórica darwinista de que "el fuerte saca al débil".

Enrique (Emilio Gutiérrez Caba) ocupa una posición crucial en la película como el joven testigo. Su relativa ingenuidad respecto a la Guerra Civil subraya la locura de la generación mayor, una yuxtaposición que Saura utiliza para criticar a los veteranos por su incapacidad de reconciliación. Aunque sus interacciones con los mayores lo hacen víctima del impacto de la memoria colectiva, su supervivencia al final de la cinta, capturada en un fotograma congelado de su huida, sugiere una esperanza para el futuro. Enrique huye del "valle de los caídos cinematográfico" y de una sociedad que se le revela traumada y violenta.

La caza obtuvo un reconocimiento inmediato a nivel internacional. Carlos Saura ganó el Oso de Plata a la Mejor Dirección en el Festival Internacional de Berlín de 1966, lo que lo consagró como un gran director. La película fue valorada en el extranjero y comparada con las vanguardias del momento, como el free cinema británico y la nouvelle vague francesa. Incluso el director Luis Buñuel declaró que le había encantado la película y que le hubiera gustado rodarla. Su influencia trascendió fronteras, y el director estadounidense Sam Peckinpah confesó que La caza había impactado profundamente en su carrera.

Hoy en día, La caza sigue considerándose un patrón que permite reflexionar sobre la historia y la condición humana en España. Su relevancia se mantiene viva, ya que la alegoría del enfrentamiento fratricida refleja la polarización política contemporánea. Carlos Saura, uno de los maestros del cine español, fue elogiado por su habilidad para usar la alegoría y exponer una realidad social de una época que aún lucha contra sus contradicciones. Su legado continúa asegurándose; recientemente, se presentó una copia restaurada en 4K en la sección Venice Classics del Festival de Venecia, garantizando su calidad técnica para el disfrute de las generaciones futuras.

Película estrenada en Madrid el 28 de noviembre de 1966 en los cines Gran Vía, Roxy B, El Españoleto, Canciller e Infante.

Reparto: Ismael Merlo, Alfredo Mayo, José María Prada, Emilio Gutiérrez Caba, Fernando Sánchez Polack.

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