La pasión que siente la princesa Juana de Trastámara, hija de los Reyes Católicos y heredera del trono de Castilla, por su marido Felipe el Hermoso, soberano de los Países Bajos e hijo del emperador alemán Maximiliano I de Austria y de María de Borgoña, no es justamente correspondida. El archiduque prefiere las aventuras con otras mujeres, cosa que trastorna completamente Juana. Su locura se acentuará con la prematura muerte de su marido. Film basado en la obra teatral de Manuel Tamayo y Baus (1855).
No podemos resistirnos a citar unos párrafos de la Historia de España (1867) de Modesto Lafuente, que darían motivo a un célebre cuadro de Francisco Pradilla, imagen que recrea la película.
Componían la comitiva multitud de prelados, eclesiásticos, nobles y caballeros: seguía una larga procesión de gente á pié y de á caballo con hachas encendidas. Andábase solamente de noche, porque una mujer honesta, decía ella, después de haber perdido á su marido, que es su sol, debe huir de la luz del día. En los pueblos en que descansaban de día se le hacían los funerales, pero no permitía la Reina que entrara en el templo mujer alguna. La pasión de sus celos, origen de su trastorno mental, la mortificaba hasta en la tumba del que los había motivado en vida.
Refiérese que en una de estas jornadas, caminando de Torquemada a Hornillos, mandó la Reina colocar el féretro en un convento que creyó ser de frailes, mas como luego supiese que era de monjas, se mostró horrorizada y al punto ordenó que le sacaran de allí y le llevaran al campo. Allí hizo permanecer toda la comitiva á la intemperie, sufriendo el riguroso frío de la estación (diciembre de 1506) y apagando el viento las luces (Pedro Mártir de Anglería, epist. 339). De tiempo en tiempo hacía abrir la caja para certificarse de que no se lo habían robado. De esta manera anduvo aquella desgraciada Señora paseando de pueblo en pueblo en procesión funeral el cuerpo de su marido [...] .
El director, Orduña, ha sabido emplear, articular, ordenar con verdadera maestría todos los elementos por él elegidos, consiguiendo un concierto en ellos en el que no se escapa una nota. Así, el "film" sigue como una línea melódica , en la que nada desentona ni desafina. (Donald en ABC del 9 de octubre de 1948)
Juan de Orduña, fino director que ya con “Un drama nuevo” rompió los sellos del teatro romántico actualizándolo en el cine con singular acierto, ha mantenido intactas todas las líneas de perspectiva de la obra original, hasta el minino diálogo, limitando con ellas su labor de creación puramente cinematográfica a aquellas situaciones susceptibles de una descripción gráfica de gran estilo, que aprovecha en todos los órdenes de un modo impecable. (H. Sáenz Guerrero en La Vanguardia del 9 de octubre de 1948)
En Locura de amor ha logrado compaginar Orduña lo histórico con las esencias más puras de un cine moderno de primera calidad. (...)La dirección de Orduña ha sido tan pródiga en aciertos que ningún pero podemos poner a su extraordinaria labor. (Fernando Méndez-Leite en Historia del cine español)
Un
film mítico que aunó el éxito popular con el dudoso prestigio cultural. Basado en un dramón histórico de Manuel Tamayo y Baus, supone un
ejercicio de grandilocuencia: desde las interpretaciones hasta una
envarada realización que refuerza su carácter de pretencioso
cartón-piedra. Tiene un valor estrictamente arqueológico pero puede ser
asumido con sentido del humor. (Fotogramas)
Un guión tremebundo y altisonante, realzado por una puesta en escena adecuadamente ampulosa, para una historia cuyo mayor encanto reside en su nada encubierta necrofilia. (Carlos Aguilar)
Hay que valorar en su justa medida la interpretación que lleva a cabo Aurora Bautista de la reina y su locura. A pesar de que puede ser tildada de hiperactuación (el personaje, en este caso, lo requiere), resulta muy llamativa la semejanza del travelín en retroceso de la escena final, junto al lecho de muerte de su amado Felipe, con la gesticulación extravagante que llevaría a cabo dos años después Norma Desmond (Gloria Swanson) al bajar por la escalera de su mansión, filmada también con análogo movimiento de cámara, en El crepúsculo de los dioses (1950). Si los devaneos de la Swanson son hoy considerados geniales, no deberían serlo menos su precedente en Locura de amor. (Cinefilia Sant Miquel)
Ubicado bajo el signo de la desmesura, el film de Orduña traza un perfecto arco que va de la locura a la muerte pasando por un amor constante más allá de toda postrimería. Con una puesta en escena al servicio de una Aurora Bautista que subraya la magnitud gestual de sus ademanes y realza la teatralizante impostación de la voz, Locura de amor alcanza sus mejores logros en los momentos de estruendo y furor en que el personaje oscila entre lo sublime y lo ridículo... (Juan Miguel Company en Diccionario del cine español)
Film que, tras el ropaje historicista, articula la tragedia del deseo sin correspondencia, dando la medida del talento de Orduña para cristalizar una estética nacional-popular que integra desde la propia naturaleza legendaria de la obra de Tamayo y Baus (...) hasta la recreación de la pintura decimonónica de Pradilla... (José Luis Téllez en Diccionario del cine español)
Actualmente, ver Locura de amor tiene
tres alicientes: el puramente arqueológico, destinado a los eruditos y
estudiosos de la materia; el nostálgico, para los que la vieron en su
momento y quieran recordar viejos tiempos; y el de la rechifla, para el
personal joven que quiera partirse de risa con este dramón romántico y
necrofílico, con este guión imposible de puro ampuloso, con esta visión
“kitsch” de la historia del efímero reinado de la reina Juana de
Castilla, al que daría vida una Aurora Bautista a la que, ciertamente,
el papel le venía como anillo al dedo, aunque su engolamiento, perfecto
para la época, sea hoy día tan chirriante. (Enrique Colmena en Criticalia)
Locura de amor sería el mayor éxito de público de la temporada y uno de los mayores de la década. La “españolidad” de este tipo de filmes era preferida por buena parte de una crítica que veía en la adaptación literaria histórica y no folclórica, el lugar donde el cine habría de redefinirse. El motivo de su indiscutible atractivo popular era una decidida voluntad melodramática, caracterizada por el protagonismo de la sufriente figura femenina. Construida como una monumental y literal sucesión de cuadros vivientes,Locura de amor busca dar vida no a los acontecimientos de la Historia con mayúscula, sino a los signos que han contribuido a construir la leyenda romántica, intemporal, de la historia de amorde Juana la Loca y Felipe el Hermoso. (Tai, Escuela Universitaria de Artes)
Película estrenada en Madrid en el cine Rialto el 8 de octubre de 1948; en Barcelona, el mismo día en el cine Windsor.
Reparto: Aurora Bautista, Fernando Rey, Sara Montiel, Jorge Mistral, Jesús Tordesillas, Manuel Luna, Juan Espantaleón, Ricardo Acero, María Cañete.
Gracias por citarme: la verdad es que ya casi no recordaba esas palabras que escribí hace siete años a propósito de "Locura de amor".
ResponderEliminarSaludos.
Me pareció interesante e inédita la comparación entre Aurora Bautista y Gloria Swanson. La primera se remite sin duda a la declamación teatral decimonónica y la segunda a la gesticulación del cine mudo. Técnicas ambas no tan alejadas como pudiera pensarse, creo yo. Saludos.
EliminarMítico, sí, pero totalmente pasado.
ResponderEliminarHabría que considerar Locura de amor como una ópera con sus solos, dúos, escenas de conjunto, etc. La obra de Tamayo y Baus ya estaba caduca en 1948, pero creo que el film nos da una idea de cómo debía ser el teatro que gustaba en la segunda mitad del XIX, la época de las grandes óperas. Saludos.
ResponderEliminar