viernes, 21 de marzo de 2025

Confidencias de medianoche (Pillow Talk, 1959). Michael Gordon


Brad Allen, compositor musical, y Jan Morrow, decoradora de interiores, se ven obligados a compartir temporalmente la misma línea de teléfono, lo que da lugar a continuas discusiones entre ellos. Los dos trabajan para el mismo jefe, Jonathan, pero no se conocen personalmente. Jonathan pretende a Jan y quiere casarse con ella. Sin embargo, en una fiesta, Brad reconoce por la voz a Jan y entabla conversación con ella ocultando su identidad.

Esta película fue emitida por TVE la madrugada del 21 de julio de 1969 a la espera de que los tripulantes del Apolo XI pusieran el pie en la Luna. La película fue cortada cuando estaba a punto de acabar para pasar al directo desde nuestro satélite.

“Confidencias de medianoche” (...) es una comedia ligera, que, en realidad, sólo tiene una situación prolongada hasta el desenlace, pero una situación llena de pequeños lances divertidos y un diálogo vivaz, que contribuye a regocijar a los espectadores. El tema en sí no es nuevo, ni quizá se pretendiese que lo fuera, pero no importa mucho ni supone un reparo decirlo, porque la fortuna de la cinta se fía en cada uno de los pequeños episodios, que van engranándose con rapidez: todos amables e ingeniosos. (Donald en ABC del 11 de noviembre de 1960)

Comedia divertida, con ese sello de ligereza y de desenvoltura que los realizadores de Hollywood han impreso al género, «Confidencias a medianoche» es uno de los más simpáticos y amables «divertimenti» proyectados esta temporada. A la excelencia de la cinta, que desborda gracia, picardía y humor, ha contribuido de modo excepcional Doris Day, la gran actriz que hoy está en el cénit del firmamento hollywoodiano. La comedia no es más que un film de humor, sin otra aspiración que la de hacer reír. Pero lo logra en grande. Las sonrisas, las risas y, en ocasiones, las resonantes carcajadas, no cesan un momento. (...) Michael Gordon, realizador de «Confidencias a medianoche», nos demuestra que sabe revalorar lo menudo, embellecer lo anecdótico, dar su justo relieve al diálogo, que es verdaderamente chispeante. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 24 de febrero de 1961)

Sus recursos son nítidos, sus diálogos divertidos y su mecánica cinematográfica impecable. El ingenioso y frecuente uso de la pantalla dividida crea un humor fresco y apropiado. Con toda la pantalla CinemaScope para actuar, los actores y el director Michael Gordon se divierten mucho. Y esta diversión se transmite al público mediante un flujo fluido y generoso de situaciones ingeniosamente gráficas y ágiles réplicas. (...) El color y una música agradable alegran esta hermosa película, que incluye espléndidas secuencias de Nueva York. Gracias a Universal por el favor. (Bosley Crowther en The New York Times del 7 de octubre de 1959)

Denostada durante mucho tiempo como un símbolo reaccionario y mojigato de la virginidad femenina, Doris Day fue recuperada con esperanza por ciertos críticos de cine feministas británicos como una mujer que decidió rechazar las manipulaciones de los Don Juanes. Un buen argumento, pero ¿tenía que ser tan honesta y sana, rozando el estereotipo de la «chica buena»? En cualquier caso, ésta, la primera de sus comedias románticas con Rock Hudson —la casta Doris comparte una línea de teléfono con el mujeriego Rock, con resultados predecibles—, es enteramente disfrutable, aunque en comparación con (por ejemplo) las comedias de Hawks sobre la guerra de sexos, a menudo resulta complaciente y superficial. (Time Out)

Confidencias de medianoche es una producción elegante y sofisticada que trata principalmente sobre sexo. Los protagonistas parecen pasar mucho tiempo en la cama o hablando de lo que ocurre en ella, pero las camas que ocupan siempre lo están individualmente. Hay más diálogo que acción, claro. (...) Confidencias de medianoche tiene bastantes trucos cinematográficos. Hay pantallas divididas; pensamientos hablados de los protagonistas; e incluso se introduce música de fondo para provocar risas. Todo ello causa un impacto muy fuerte. (Variety)

En cuanto a la forma, nada particularmente memorable o revolucionario, pero sin embargo una construcción con un ritmo perfecto así como un uso de la pantalla dividida bastante audaz para la época, siempre con un objetivo altamente sensual, colocando a los dos protagonistas en situaciones comprometidas a pesar de ellos mismos. Ver a nuestros dos tortolitos, desnudos en sus respectivas bañeras, divirtiéndose el uno con el otro a través de esta idea de puesta en escena sigue siendo una delicia. Estéticamente no hay que ocultar que el conjunto es muy kitsch, entre decorados de color rosa caramelo, espantosas secuencias de superposiciones, vestuario extravagante y cuestionables peinados de Doris Day. (Erick Maurel en DVD Classik)

La que especialmente nos interesa aquí es la primera película que marcó el encuentro en pantalla de este formidable dúo con “Pillow Talk”. Su química es indiscutible, la pareja literalmente se adueña del espectáculo. En 1959, el productor Ross Hunter quiso hacer una película que marcara el regreso del glamour, la seducción y el amor, con gente hermosa en un mundo de fantasía muy alejado de la opresiva realidad que vivía el estadounidense medio todos los días. Porque sí, “Pillow Talk” es ante todo un juego de seducción donde todo gira en torno al sexo sin necesariamente mostrarlo pero siempre dándolo a entender. Ya los diálogos son muy a menudo insinuaciones, la situaciones cómicas juegan enormemente con el deseo de uno y del otro o incluso las simples miradas traducen el deseo carnal que pueden sentir nuestros dos tortolitos. ¡Es sutil, efectivo y totalmente estimulante! (Ciné-Média)

La dirección de Michael Gordon es pulcra. Las secuencias de pantalla dividida están bien hechas. Cuando hay tres personajes hablando por teléfono simultáneamente, la toma se divide en tres. Una es muy interesante, cuando Jan y Brad están hablando por teléfono mientras están en el baño, podemos verlos cara a cara como si fuera un espejo. Los decorados y el vestuario son sublimes, es una película estéticamente hermosa de ver. (...) Pillow Talk es una comedia romántica clásica para descubrir y redescubrir por el placer de ver a Rock Hudson y Doris Day en una película divertida y conmovedora. Sin duda inspiró en gran medida los largometrajes de este género que nacieron posteriormente. (James Domb en Test Blu-Ray)

Película estrenada en Madrid el 10 de noviembre de 1960 en el cine Palacio de la Música; en Barcelona, el 22 de febrero de 1961 en el cine Tívoli.

Reparto: Rock Hudson, Doris Day, Tony Randall, Thelma Ritter, Nick Adams, Julia Meade, Allen Jenkins, Marcel Dalio.

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