martes, 30 de abril de 2024

Pasión (En passion, 1969). Ingmar Bergman


Andreas, un hombre desconectado del mundo después de su divorcio, se retira a vivir a una pequeña isla del Báltico. Allí conoce a una pareja de artistas que está en plena desintegración, y a una joven e inestable viuda. Unidos por el dolor de la pérdida y la desconexión emocional, ella y Andreas inician una relación. Mientras tanto, alguien recorre la comunidad de la isla cometiendo actos de crueldad con animales.

Bergman ha realizado el filme por el sistema que define su estética y su estilo. La belleza de las imágenes es de un absoluto preciosismo, pero dentro de una severa plasticidad formal. Hay muchas audacias en la realización pero no ensayos estilísticos. La estética bergmaniana es ya lo suficientemente sólida para que tenga que entregarse a experimentaciones discutibles. Los intépretes son los habituales en las películas de este realizador (...), incurren a veces, en un tono monótono, como si cada nueva cinta fuese una especie de continuación de la anterior. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 19 de junio de 1971)

El conocimiento que Bergman tiene de los problemes que plantea, su insistencia y hasta esa repetición de actores que conoce tan bien, hacen que esta realización de “Pasión” sea sólida. Una obra densa, ajustada. (...) Una acción amarga que tiene, como tienen las películas de este director, atmósfera, ambientes y un tanto confuso el interior de esos personajes. Ingmar Bergman se copia a sí mismo o está excesivamente prendado de sus temas que resultan lejanos y difíciles de comprender en nuestras latitudes. Lo que más nos gusta de esta obra de Bergman es esa aparente difícil vulgaridad, esa manera de enfrentarse los personajes que no supone complicaciones dramáticas al estilo de Europa, la naturalidad dentro de esas fuerzas desconocidas y esa tensión silenciosa. (Antonio de Obregón en ABC del 23 de septiembre de 1971)

A manera de recapitulación sobre sus anteriores films, Bergman realizó un envolvente ejercicio cuyo detonante volvió a ser la incomunicación. En un ambiente opresivo, salpicado con inquietantes amenazas de violencia, varios personajes experimentarán la imposibilidad de amar y ser amados. Partiendo de esta premisa, un rico entramado de significaciones se darán cita en un relato tan intenso como sugerente. (Fotogramas)

Pese a ser espléndido, Pasión no es un filme divertido ni entretenido en modo alguno, y su durísimo itinerario dramático quizá solo pueda ser explicado como consecuencia de los sentimientos íntimos del cineasta sueco en aquella época, justo después de haber iniciado su ruptura sentimental con Liv Ullmann, una de las actrices que aparecen en la película. En cualquier caso, se trata de una de sus obras más complejas, y la incorporación de los animales a su desarrollo dramático permite a Bergman elaborar convincentemente uno de los discursos existencialistas más profundos y lúcidos, aunque también pesimistas, de toda su filmografía. (Oscar Navales en Cinetransit.com)

También tengo la sensación de que Bergman, que tiene una forma maravillosa de ambientar la escena y de presentar a sus personajes, especialmente los secundarios, se convierte, en su papel de creador cinematográfico, en algo parecido a uno de sus propios héroes. El director se acerca cada vez más y más al corazón de la película, para finalmente encontrar un vacío, o un secreto tan privado que sólo podemos adivinar su significado. (Vincent Canby en The New York Times del 29 de mayo de 1970)

Es cierto que esta película no capta mi atención como lo han hecho otras grandes películas de Bergman, pero de todos modos es una película inolvidable, aunque sólo sea por la forma en que Bergman juega con la narración cinematográfica, como mencioné anteriormente. “Pasión” también apunta a una obra maestra de Bergman por venir, “Secretos de un matrimonio” de 1973, donde Ullmann y Josephson interpretan a una pareja cuyo matrimonio termina, y Bergman nos muestra de qué manera en viñetas y escenas que me vinieron a la mente al ver algunas de las escenas más vívidas de esta "Pasión". Sin embargo, la falta de perfección no es un obstáculo para este film; como todos los experimentos, quien realiza la prueba aprende de lo que funciona y utiliza ese conocimiento en pruebas posteriores. Como siempre, Bergman fue uno de los mejores a la hora de enfrentarse a una película en sus propios términos y siempre salió de ello más sabio para realizar la siguiente. (Brian Skutle en Sonic Cinema)

El problema con Bergman es que ha abandonado la forma clásica en que encerraba su dinámica sensual y psicológica en aras de un modernismo fragmentado para el cual su arte es inapropiado y una metafísica revuelta para la cual su arte es inadecuado. Pasión busca puentear el abismo entre Godard y Dreyer, pero Bergman no es ni debe buscar ser cualquiera de ellos o los dos a la vez. Su fuerte es el drama psicológico con mucho cuerpo incorporado en una puesta en escena cinematográfica capaz de evocar insinuaciones de eternidad y universalidad. (Andrew Sarris en The Village Voice del 5 de junio de 1970)

Creemos que Bergman consigue poco a poco calmar sus inquietudes, como lo demuestran estas imágenes que magnifican las bellezas de la isla de Fårö mientras que, hasta ahora, sus picos agudos, sus vientos violentos, sus noches sin luna exacerbaban el sentimiento de angustia de quien inspeccionaba esa tierra. Como el cine de Bergman, siempre igual de crudo, que logra sin embargo con Pasión (y pronto Gritos y susurros y Secretos de un matrimonio) una plenitud en el drama, una calma, una cierta forma de serenidad a pesar de las tormentas que enfrentan estas obras. (Olivier Bitoun en DVD Classik)

Esta película también marca un punto de inflexión en la carrera del director al ser la primera rodada en color. Como otros grandes artistas, entre ellos el japonés Ozu, Bergman y su director de fotografía, que le siguió en casi todas sus películas desde principios de los años 60, Sven Nykvist, tardaron mucho en adoptar el color. Incluso Bergman afirma haberlo hecho “bajo presión” porque en 1969 no se podía hacer otra cosa. Sin embargo, al igual que Ozu, utiliza su nuevo juguete a la perfección. La película se asemeja a la isla de Fårö y está rodada en tonos gris azulados, el sueño está representado simbólicamente en blanco y negro y cada intrusión de color brillante denota un elemento importante: tras el incendio del granero, el pañuelo rojo de Liv Ullmann se queda en la nieve después de la discusión. Gran arte como todos los artificios cinematográficos de los que se apropió Bergman. (Ecran noir London)

El color se trata aquí como el blanco y el negro, es decir, no para transcribir la realidad, sino de manera irreal (los colores están reelaborados), con un claro predominio de los rojos y los verdes (el rostro de Max Von Sydow se adapta increíblemente a la imagen, con su pelo y barba pelirrojos, sus ojos azules). Baste decir que el cine de Bergman no pierde en modo alguno su poder onírico y poético. La película es realmente de una belleza impresionante y anuncia la brillantez estética de “Gritos y susurros”. Una vez más, quedamos impresionados por la puesta en escena, que por sí sola nos permite transcribir las verdades y los sentimientos profundos de los personajes. Sus sueños y visiones fantasiosas nos revelan su mundo interior, un mundo que se esfuerzan por ocultar a los ojos del exterior, que se encuentra físicamente contaminado por el sufrimiento (la matanza de animales). Bergman se permite aquí un poco más de experimentación, introduciendo interludios en la película que permiten a los actores expresarse sobre sus personajes. Una obra maestra imprescindible. (Max6m en Allociné)

Película estrenada en Barcelona el 17 de junio de 1971 en el cine Fémina; en Madrid, el 20 de septiembre de 1971 en los cines Luchana, Torre de Madrid y Richmond.

Reparto: Liv Ullmann, Max von Sydow, Bibi Andersson, Erland Josephson.


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