viernes, 30 de junio de 2023

Agente especial (The Big Combo, 1955). Joseph H. Lewis


El teniente de policía Leonard Diamond (Cornel Wilde) persigue al jefe de una organización criminal, llamado Brown (Richard Conte). La amante actual del gángster, Susan Lowell (Jean Wallace), acaba de intentar suicidarse. Al interrogarla en el hospital, le pone en la pista de una tal Alice, nombre que Brown habría escrito una vez ante ella, sobre el vaho de un cristal. Diamond averigua que la mujer de Brown, desaparecida desde hace siete años, se llamaba precisamente a Alice. Mientras se siente atraído por Susan, el teniente encuentra la pista de Nils Dreyer, un comerciante de antigüedades que parece tener una prueba decisiva contra Brown y que muere poco tiempo después de la visita de Diamond a su almacén.

La ambientación es buena, como casi siempre suele serlo en los empeños cinematográficos del genero que se realizan en Norteamérica, pero nada hallamos de original en la trama ni en su desarrollo, y los tipos que se brindan son los mismos que hemos visto desfilar por las pantalles tantas y tantas veces. Eso no quiere decir que el relato (...) no entretenga. Quiere decirse que la intriga está llevada con habilidad... (Donald en ABC del 29 de noviembre de 1955)

No parece que Hollywood haya perdido su buen pulso de siempre, a juzgar por este «Agente especial», primo hermano de «La calle sin nombre» y de «Forajidos», lo cual no es parentesco despreciable. La película, en efecto, aparece realizada con la mejor precisión, con ese absoluto rigor matemático que despeja limpiamente todas las incógnitas de la emoción y de la angustia valiéndose de la perfecta elaboración ambiental, de la magistral continuidad, de los golpes de efecto, deslumbradores como fogonazos, de la autenticidad de los personajes, pese a llevar encima tanto lastre convencional, y de la fluidez constante de una anécdota para cuya más elevada tensión no se han dejado de utilizar los típicos y siempre efectivos recursos de violencia y brutalidad. (La Vanguardia del 9 de febrero de 1956)

Excelente thriller de serie B que en su momento pasó totalmente desapercibido pero que en los últimos tiempos se ha revalorizado, al igual que una gran parte de la obra de su director. Desarrolla una historia bastante convencional que va adquiriendo entidad gracias a una rigurosa composición, que le confiere un notable sentido de la tensión. (Fotogramas)

The Big Combo (...) no es una película grande ni buena. Incluso con el "combo" de un elenco capaz, encabezado por Cornel Wilde y Richard Conte, y el núcleo de una trama atractiva, el resultado es un melodrama criminal estridente, torpe y bastante anticuado con todas los elementos tirando hacia direcciones opuestas. (...) Poco de los personajes, menos aún los tres principales, junto con algunos incidentes clave suena a verdad. Y toda la película, a pesar de los frenéticos intentos de realismo, está amañada cuidadosa y expansivamente con brutalidad y violencia (seis cadáveres, para que conste). La mayoría de las tácticas empleadas salieron con la Prohibición. Philip Yordan, el guionista, puede conocer la jerga del hampa, pero hubiera sido maravilloso haber escuchado a alguien simplemente preguntar por la hora y obtener una respuesta directa. Tanto él como el director Joseph Lewis comparten la responsabilidad de este caos monótono y acelerado. (Howard Thompson en The New York Times del 26 de marzo de 1955)

Esta película negra de 1955 bordea la abstracción total durante la mayor parte de su duración y luego lo logra del todo en una asombrosa escena final: un tiroteo en la niebla que sugiere un Michelangelo Antonioni armado y peligroso. El noir habitual tiene lugar en un mundo de pesadilla, éste parece habitar en un sueño: ya no hay miedo en las imágenes, sino una belleza distanciada e idealizada. (Dave Kehr en Chicago Reader)

Al motivo de ser el policía y el ladrón dos caras de la misma moneda tan descaradamente promocionado en Heat de Michael Mann, se le da aquí un tratamiento más sofisticado. Diamond y Brown son rivales por Susan y se enfrentan entre sí en un nivel fundamental. Dado que La Ley es la menor de sus preocupaciones, su lucha parece ser casi un choque de estilos de vida en conflicto. Diamond suelta mucha moralización despótica, pero todos los demás aceptan el hecho de que la sociedad está llena de corrupción al estilo de Brown. Incluso algunos miembros de la policía consideran que la cruzada de Diamond es una perturbación no deseada del status quo. Temáticamente, The Big Combo es más moderna que el (por lo demás soberbio) retro y ligeramente hueco Heat. (Glenn Erickson en DVD Talk)

Estupenda película de gángsters, aunque, a pesar de lo que promete el título, es más una película de cine negro que se centra en el duelo privado y obsesivo entre el policía Wilde y el gángster Conte, cada uno perseguido por una mujer y convirtiéndose virtualmente en el alter ego del otro durante el curso de su vendetta mortal. Una película estructurada por la crueldad y el dolor (amplificados por dos escenas de tortura peculiarmente horribles que involucran un audífono), es la noche oscura de varias almas perfectamente visualizada en el extraordinario trabajo de cámara de John Alton. Incluso mejor que el anterior - y notable - Gun Crazy de Lewis. (Tom Milne en Time Out)

La forma en que Lewis organiza el espacio, creando relaciones de poder entre los personajes según el lugar que ocupan en el encuadre (la escena en la que Richard Conte tortura a Wilde y le pulveriza los tímpanos con un auricular sigue siendo "uno de los grandes momentos de dirección del cine de Lewis), la fotografía de John Alton (uno de los grandes directores de fotografía del cine negro, que a menudo utiliza una sola fuente de luz) y un hábil montaje tendente a la abstracción contribuyeron a hacer de The Big Combo uno de los mayores éxitos del cine negro. (S. Blumenfeld en Les inrockuptibles)

Esta película es el ejemplo mismo de lo que la restricción presupuestaria puede generar cuando sólo se puede contar con la imaginación y el dominio de la técnica. Con un presupuesto mayor, la película no sería esta sucesión de escenas expresionistas sublimes. Algunas tomas desde el principio se parecen (deliberadamente) a las pinturas de Edward Hopper (pero en blanco y negro). El arte es estilo. El arte es forma. Se ha aplicado todo el rigor del género y la violencia permanente está contenida en los hallazgos de puesta en escena y diálogo. Sin pedir nada prestado. Una película modelo para futuros "directores de fotografía", aprendices de dirección y también para críticos a los que tanto les hubiera gustado hacer cine (y que podrían haberlo hecho si realmente hubieran querido). Que nadie diga más que hacer una gran película es caro. (Pierri 33 en Notre cinéma)

La banda sonora entrecortada de David Raksin y el encuadre lleno de sombras y niebla de John Alton ayudan a precipitar a los protagonistas hacia un desenlace inevitablemente violento. Si bien el policía Diamond idealiza a Susan en un papel romántico de víctima y desprecia a Brown tanto por su destreza social y financiera como por los crímenes que pudo haber cometido, también se puede ver que intenta compensar con ello sus propios fracasos sociales y sexuales. Como en el Noir más famoso de Lewis, Gun Crazy (1950), donde dos fugitivos, Bart Tare y Annie Laurie Starr, se sienten irresistiblemente atraídos el uno por el otro "como un arma y su munición", el triángulo formado por Diamond, Brown y Lowell es el núcleo emocional del combo The Big Combo. (Mon cinéma à moi)

Película estrenada en Madrid el 28 de noviembre de 1955 en el cine Rialto; en Barcelona, el 8  de febrero de 1956 en los cines Alexandra y Atlanta.

Reparto: Cornel Wilde, Richard Conte, Brian Donlevy, Jean Wallace, Jay Adler, Robert Middleton, Lee Van Cleef, Earl Holliman, Helen Walker, Helen Stanton.

1 comentario:

  1. Serie B por presupuesto, lo demás es todo de película de primera.

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