La película (...) es una exposición de hechos brutales, en
los que la crueldad y la violencia conmueven el ánimo del espectador. No
tiene el film por el hecho de ser un relato verídico, el final feliz deseado
por la mayoría, por lo que esta realización deja un sabor agrio. Dirigida por
Phil Karlson, la película está bien ambientada y conducida, especialmente en
las luchas que se prodigan en su desarrollo, algunas de brutal verisme,
contribuyendo una excelente interpretación de la que destacant John McIntire,
Richard Kiley y Kathrin Grant, a dar mayor emotividad e interés al torturante
relato. (Martín Planas en La Vanguardia del 22 de junio de 1957)
Karlson presenta la historia como si de un documental se tratase, logrando un gran verismo en su puesta en escena con un excepcional trabajo de fotografía por parte de otro olvidado, el experimentado Harry Neumann, logrando que el espectador se vea totalmente involucrado en la historia. Una historia llena de una violencia inusitada para la época, llegando a alcanzar por momentos una dureza indescriptible, haciéndose patente las claras intenciones del autor, que el público sienta repugnancia ante las injusticias de la corrupción. Karlson lo maneja todo con un sentido del ritmo envidiable, y el problema de la cinta llega en su tercio final, cuando una salida de tono enturbia la capacidad de sugestión del film. (Alberto Abuín en Espinof)
Ni siquiera el final conciliador y su discursito de cara a la galería consiguen empañar la fuerza transgresora de esta gran película que probablemente dejó huella, con su tratamiento de la violencia como último modo de expresión y su crítica social y política, en la obra de cineastas posteriores. (Las cosas que hemos visto)Hay abundante evidencia de pecado en esta película sorprendentemente realista, y la muestra de violencia y asesinatos es tan fuerte y fea como puede ser con seguridad en la pantalla. Pero su brillantez y belleza no están en su detalle del crimen sino en su captura de un sentimiento de corrupción real, de parálisis cívica y social y un sentido del sacrificio y esfuerzo que los hombres deben hacer para emprender una cruzada de limpieza. En un estilo de documental dramático que es tan nítido y seguro como el de "La ley del silencio" o, para una comparación más apropiada, el de la memorable "Todos los hombres del rey", los guionistas Crane Wilbur y Dan Mainwaring y el director Phil Karlson exponen el tejido crudo de la corrupción y el terrorismo en una ciudad estadounidense que está inmersa en el vicio. (Bosley Crowther en The New York Times del 3 de septiembre de 1955)
Como se muestra en The Brothers Rico (1957) del mismo Karlson, el director es muy hábil para equilibrar una gran cantidad de personajes en una historia de rápido movimiento sin perder el hilo. Rápida y firmemente establece a sus personajes con el uso repetido de sus nombres y con uno o dos pequeños guiños visuales, entendemos la personalidad y la posición de cada personaje casi de inmediato. El villano aquí es Rhett Tanner (Edward Andrews), un caballero sureño agradable pero un poco sudoroso que visita a viejos amigos y saluda a ancianas en la calle. Pero cuando lo conocemos por primera vez, está tratando de descubrir cómo arreglar una carrera de tortugas para ganar dinero con ella. Agregue a esta claridad suprema de narración un realismo rápido, contundente, similar al de un documental, un genuino sentido del lugar y un poderoso sentido de urgencia, y obtendrá el mejor momento de Karlson. (Jeffrey M. Anderson en Combustible Celluloid)
Basado en hechos reales, The Phenix City Story de Phil Karlson comienza con entrevistas periodísticas a lugareños reales, una introducción engañosa dada la ficcionalización histérica que se produce después, puntuada por un trabajo de cámara arrogante, actuaciones tanto infladas (del elenco profesional) como forzadas (de la gente del pueblo), y un final en el que el malévolo terror de la mafia se contrarresta no con el vigilantismo, como en Walking Tall del mismo Karlson, sino con la ley marcial militar. Su impacto al límite de lo obsceno, sin embargo, se deriva de su brusca brutalidad, como en la representación sorprendentemente violenta para la época de una niña afroamericana asesinada que es arrojada sin contemplaciones de un automóvil en marcha. (Slant Magazine)
La dura y brutal lucha de honestos ciudadanos democrátas contra el inframundo que ha hecho reinar el terror en Phenix City desde su creación. Basada en una historia auténtica, la película es muy violenta. En particular, vemos a mafiosos asesinando a una niña a sangre fría, algo raro en la historia del cine estadounidense. "Phenix city story" también contrapone el poder de las urnas al de la fuerza bruta, es la lucha de la civilización contra la barbarie. A la puesta en escena de Karlson no le falta pegada, las peleas son sangrientas. Una de las películas favoritas de Scorsese. (Freaks101 en Allociné)
Película estrenada en Madrid el 21 de abril de 1957 en cine Palacio de la Música; en Barcelona, el 21 de junio de 1957 en el cine Fémina.
Reparto: John McIntire, Richard Kiley, Kathryn Grant, Edward Andrews, Lenka Peterson, Biff McGuire, Jean Carson, John Larch, James Edwards
Con una violencia inusitada y explícita que no siempre se muestra en pantalla en este tipo de films.
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