François es un joven profesor de lengua francesa en un instituto conflictivo, situado en un barrio marginal. Sus alumnos tienen entre 14 y 15 años, y no duda en enfrentarse a ellos en estimulantes batallas verbales; pero el aprendizaje de la democracia puede implicar auténticos riesgos. Al comenzar el curso, los profesores, llenos de buenas intenciones, deseosos de dar la mejor educación a sus alumnos, se arman contra el desaliento. Pero la abismal diferencia de cultura y de actitud chocan violentamente en las aulas, que no son más que un microcosmos de la Francia contemporánea. Por muy divertidos que sean a veces los alumnos, sus comportamientos pueden cortar de raíz el entusiasmo de un profesor. La tremenda franqueza de François sorprende a sus alumnos, pero su estricto sentido de la ética se tambalea cuando los jóvenes empiezan a no aceptar sus métodos.
"Todo un prodigio de montaje que recoge con elegante precisión los
pormenores de una batalla dialéctica y vital sin solución (...) una
propuesta verdaderamente atípica, formalmente valiente, dramáticamente
hipnótica y temáticamente imprescindible. (...)." (Alberto Bermejo: Diario El Mundo)
Ya iba siendo hora de que una película sobre el universo escolar fuera
mucho más que una película didáctica. No podíamos esperar menos de
Laurent Cantet, que en su espléndida Recursos humanos (1999)
demostró que podía examinar la dinámica de grupo para diseccionar a su
vez los mecanismos de poder que pone en funcionamiento y sus efectos
sobre el tejido social. Es en ese sentido que el aula donde se
desarrolla La Clase es, también, mucho más que un aula: es la Francia
que nos espera, con toda su multiculturalidad, que se adapta a duras
penas a un sistema que le resulta ajeno, y con ese profesor que quiere
ser amigo de sus alumnos y que, finalmente, acaba por ser devorado por
la institución.
No hay epifanías de buen rollo ni vidas de santos ni alumnos iluminados que encuentran el camino a seguir. Cantet desea que entendamos la complejidad de lo que ocurre entre esas cuatro paredes y ese montón de pupitres, y sabe que solo puede transmitírnosla convirtiendo la clase en un taller de interpretación. Es entonces cuando la película se transforma en el documental de su propio rodaje, y es entonces cuando explica, sin ánimo pedagógico, la verdad que nace del proceso colectivo de hacer cine. (Sergi Sánchez. Fotogramas)
No hay epifanías de buen rollo ni vidas de santos ni alumnos iluminados que encuentran el camino a seguir. Cantet desea que entendamos la complejidad de lo que ocurre entre esas cuatro paredes y ese montón de pupitres, y sabe que solo puede transmitírnosla convirtiendo la clase en un taller de interpretación. Es entonces cuando la película se transforma en el documental de su propio rodaje, y es entonces cuando explica, sin ánimo pedagógico, la verdad que nace del proceso colectivo de hacer cine. (Sergi Sánchez. Fotogramas)
"Considero que, ante todo, la clase es una acertada radiografía de lo que
sucede hoy en día en las aulas. Al contemplarla, uno aprecia lo lejos
que quedan otras visiones mucho más utópicas, aunque también necesarias
(El club de los poetas muertos), o ingenuas y poco realistas (Mentes
peligrosas). Aquí, uno tiene la sensación de que la cruda realidad se ha
colado en la pantalla, con esos alumnos que cuestionan continuamente la
labor del docente, con los conflictos que origina lo que ofrece el
sistema y lo que los alumnos esperan de él, etc.
Se trata de un bocado amargo, que ni siquiera utiliza la música para
endulzar el producto, y con una sensación claustrofóbica originada,
entre otras cosas, por la utilización del centro educativo como único
espacio del film." (Chemantico en Fotogramas)
Título español: La clase.
Reparto: François Bégaudeau, Frédéric Faujas, Patrick Dureuil.
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