viernes, 2 de agosto de 2019

El mismo amor, la misma lluvia (1999). Juan José Campanella


Argentina, años 80. La represión del gobierno militar, la guerra de las Malvinas, el retorno de la democracia, la crisis económica y la llegada de Menem al poder son el telón de fondo de la historia de Jorge y Laura. Él (Ricardo Darín) es una joven promesa de la literatura argentina, pero vive de los cuentos románticos que escribe para una revista de actualidad. Ella (Soledad Villamil) es una camarera que espera el regreso de su novio, un artista que ha montando una exposición en Uruguay y del que hace tiempo que no tiene noticias. Una noche se conocen y no tardan en irse a vivir juntos, pero la convivencia se deteriora y la relación se rompe.

Suave tragicomedia primorosamente hecha en clave y tono de comedia. Despide desde su arranque dolor y emoción, alegría y severidad (...) Una obra que se cierra con la misma maestría con la que sea abre: en un prodigio de desenlace gradual. (Ángel Fernández Santos: Diario El País)

Una película sentimental, agridulce, bonita, inferior a 'El hijo de la novia'. (Carlos Boyero: Diario El Mundo)

El impecable trabajo de Darín—convencidos ya de que es uno de los mejores actores argentinos de su generación— y las convicentes réplicas de todo el reparto, aunque consiguen enternecer en varios momentos de la película, con diálogos acertados y con un punto de diversión inteligente, no son suficiente aliciente como para darnos por satisfechos con este film, que además tiene un ritmo y cadencia demasiado pausado, llegando a decaer bastante tras la primera mitad, lastrado por un me-traje algo excesivo. (Federico Casado Reina en ABC Sevilla del 24 de julio de 2002)

Campanella ya evidenciaba aquí su notable talento para desarrollar un tipo decomedia, entre realista y romántica, capaz de reflejar esas miserias y grandezas que conforman al ser humano, que en ocasiones es el menos humano de los seres. (Lluís Bonet Mojica en La Vanguardia del 21 de julio de 2002)

Si en El hijo de la novia Campanella y su coguionista Fernando Castets se proponían desarrollar un fresco de los conflictos sentimentales y profesionales de unos personajes condicionados por la actual realidad argentina, en esta se trata de describir las trayectorias vitales de otros cuantos a lo largo de los últimos 20 años de la azarosa historia de ese país, destacando la relación entre sus comportamientos y los distintos avatares políticos por los que Argentina ha pasado en ese tiempo. Pero como la película siguiente, esta escapa conscientemente a la enfatización y se centra en las relaciones personales de sus protagonistas. (Fernando Méndez-Leite en Fotogramas)

Realizada con el estilo clásico habitual de Campanella, aunque quizás sin ser tan excesiva en lo sentimental ni en lo cómico como 'El hijo de la novia', la película muestra el olfato comercial de su director. (Miguel Blanco en Sensacine)

Una película simpática, fresca y entrañable, que nos hará reír, reflexionar y emocionarnos al mismo tiempo. Se nota que Campanella trabaja largamente sus guiones, que hay un proceso de maceración, sin precipitarse a recoger la cosecha. El humanismo y el sentido del humor de este hombre se trasladan a sus films de forma manifiesta. (Tònia Pallejá en La butaca)

Se confirma su dominio del melodrama, del cambio de humores, de eso tan difícil llamado matiz: puede verse con toda claridad en el dibujo de los baches de una relación cuyos protagonistas, al buscar satisfacer anhelos que llevan muy dentro –él la escritura, ella la pintura–, dejan en el camino elementos –el sacrificio por el otro, el compromiso decidido, los hijos– indispensables para que funcione; o en el de los males de la vacía postmodernidad, escasa de ideales. Campanella logra un tono agridulce al capturar momentos felices y oportunidades perdidas, bañadas de emotiva nostalgia. (Decine21)

Película estrenada en España el 19 de julio de 2002.

Reparto: Ricardo Darín, Soledad Villamil, Eduardo Blanco, Ulises Dumont, Alfonso de Grazia, Alicia Zanca, Graciela Tennenbaum, Mariana Richaudeau.

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