miércoles, 8 de marzo de 2023

El hombre que mató a Liberty Valance (The Man Who Shot Liberty Valance, 1962). John Ford

 

Ransom Stoddard (James Stewart), anciano senador del Congreso de los Estados Unidos, explica a un periodista por qué ha viajado con su mujer (Vera Miles) para asistir al funeral de su viejo amigo Tom Doniphon (John Wayne). La historia empieza muchos años antes, cuando Ransom era un joven abogado del Este que se dirigía en diligencia a Shinbone, un pequeño pueblo del Oeste, para ejercer la abogacía e imponer la ley. Poco antes de llegar, fue atracado y golpeado brutalmente por Liberty Valance (Lee Marvin), un temido pistolero.

"El hombre que mató a Liberty Valance" no sólo refleja con acierto, un clima, no sólo sirve una anécdota típica y trepidante, no sólo nos mantiene pendientes de lo que se narra. Va más lejos. Es a manera de un lienzo con un fondo histórico vivo, que palpita, aun siendo ya el pasado, y en el que se mueven unos personajes que rezuman humanidad. John Ford ha empleado toda su experiencia, toda su sabiduría y toda su sensibilidad de captación de matices en esta clase de películas, y ha volcado todo ello en esta obra suya, como si tratara de brindar un resumen de otras que realizara anteriormente. (Donald en ABC del 6 de novembre de 1962)

Mas si el relato sigue caminos muy trillados, su estilo peculiar le hace emergir a una gran altura por encima de otras películas similares. Desdeñando la pantalla grande y el color, Ford, se ha adentrado valerosament con las únicas armas de su talento y maestría en esta producción a la que su cine instintivo pero apasionante convierte en una obra maestra. (J. Pedret Muntañola en La Vanguardia del 14 de noviembre de 1962)

"Quizá, no lo sé; no soy psicólogo. A lo mejor estoy envejeciendo”. Esto es lo que contestó John Ford a Peter Bogdanovich cuando éste le preguntó por qué la imagen del Oeste en El hombre que mató a Liberty Valance (The man who shot Liberty Valance, 1962) era tan triste. (Jesús Mota en El País del 15 de abril de 2017)

Una de las obras maestras indiscutibles de su director, en la que adaptó una novela de Dorothy M. Johnson ("El árbol del ahorcado"). A manera de reflexión sobre su propia obra, desarrolla un agudo discurso sobre la interrelación entre la historia y la leyenda, sobre los hechos reales y la versión de los mismos que se transmite de generación en generación. Todo ello está narrado con precisión poco común, conteniendo las secuencias más emotivas que nunca rodara John Ford. (Fotogramas)

Hay una pureza en el estilo de John Ford. Su composición es clásica. Ordena a sus personajes dentro del encuadre para reflejar las dinámicas de poder, o a veces para sugerir que está cambiando un equilibrio. Sus magníficos paisajes del Oeste siempre están ahí, pero como entorno, no como cuaderno de viaje. Filma principalmente en platós, pero no somos particularmente conscientes de ello. En una película con el gruñido de Lee Marvin, la voz chillona de Andy Devine y el acento de los suecos, John Wayne, como de costumbre, proporciona el centro de la calma, sin intentar nunca un efecto. (Roger Ebert)

La expresión más pura y sostenida de Ford de los temas familiares del ocaso del Viejo Oeste, el conflicto entre la naturaleza salvaje y el jardín cultivado, y el poder del mito. (Nigel Floyd en Time Out)

El caos, el asesinato y la maldad francamente coloridos e inspirados en la lucha aparentemente interminable entre ganaderos y colonos, son manejados con consumado profesionalismo por manos tan importantes como John Ford, el director, James Stewart y John Wayne. Pero el tiempo ha hecho que su vehículo chirríe. Su relato, básicamente honesto, robusto y maduro, se ha visto afectado en gran medida por un anticlímax obvio, demasiado largo y parlanchín. (A.H. Weiler en The New York Times del 24 de mayo de 1962)

Una gran película, rica en pensamiento y sentimiento, compuesta en ritmos que van desde lo elegíaco hasta lo espontáneo. (Dave Kehr en Chicago Reader)

Lo que me atre sobre todo de esta película (…) es la perfección formal y la abstracción debida a su exploración de las posibilidades estructurales del western. (Barthélemy Amengual en Positif)

Me es imposible pensar que el placer que se siente en una película así no sea universal. (Claude-Jean Philippe en Cahiers du Cinéma nº 137, noviembre de 1962)

Con una lucidez que sería la de otros grandes artistas del cine americano de la época (Hitchcock, Hawks), Ford reclamaba un minimalismo verdaderamente televisivo para lo que resultaría ser una forma de síntesis de su arte. La película no es sólo una obra maestra (...) firmada por Ford, es hoy una pieza fundamental de la cultura estadounidense del siglo XX, una meditación que verdaderamente piensa en la historia de América a la vez que un poema triste (...) (Jean-François Roger en Le Monde)

Película estrenada en Madrid el 5 de noviembre de 1962 en los cines Carlos III, Consulado y Roxy B; en Barcelona, el 12 de noviembre de 1962 en el cine Tívoli. 

Reparto: James Stewart, John Wayne, Vera Miles, Lee Marvin, Edmond O'Brien, Andy Devine, Woody Strode, Ken Murray.


1 comentario:

  1. Hay quien prefiere esta película a "Centauros del desierto", con lo que queda todo dicho.

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