Una ex corista inglesa, transformada en brillante columnista de Hollywood, se convierte en el principal apoyo e inspiración de F. Scott Fitzgerald. El escritor se encuentra en el ocaso de su carrera y, además, su situación económica es muy precaria debido a los gastos que generan la estancia de su mujer en un hospital psiquiátrico y el internado de su hija. Para hacer frente a sus deudas, acepta un trabajo como guionista mientras trata de acabar una novela que lo sitúe de nuevo en la élite. Sin embargo, la adicción al alcohol, las riñas y las reconciliaciones son la nota dominante en su relación con la periodista.
"Días sin vida"—extraño y absurdo titulo castellano para una historia muy vital—fue rodada hace siete años, en la época en que estaba dando los últimos coletazos un modo de hacer ampuloso, que idealizaba los temas más auténticos. Guión denso, diálogo subrayado por una música que pretende sublimar las situaciones y hacer entrar en el relato al espectador, realización cuidada aunque carente de inspiración y un argumento que interesa porque nos está hablando de seres conocidos. El tiempo ha dejado sus huellas, pero no ha invalidado del todo esta obra. (José Luis Martínez Redondo en ABC del 12 de octubre de 1966)
Henry King, que incidiría de nuevo en Fitzgerald en su último film, Suave es la noche, era un cineasta más que competente, pero aquí no logró atrapar el alma del novelista, ni lo que supuso para él su infidelidad. La imagen que se da de Scott es parcial. (...) Gregory Peck y Deborah Kerr están correctos, pero no se da suficiente cancha a sus respectivos talentos; y se les obliga a una omnipresencia en la pantalla, estirada innecesariamente, en el tramo en que él está escribiendo "El último magnate". (Decine21)
Es sorprendente que un actor como [Gregory Peck] pase por una película tan intensa con una limitación expresiva tan grande, como si viviera de rentas y con la simple “presencia” pudiera pasar ya por interpretación. La película, ignoro si poco o muy vista actualmente, tiene un poder visual muy notable, porque los escenarios naturales rodados en cinemascope permiten encuadres a medio camino entre la panorámica y el plano americano muy efectivos por su amplitud y por el desahogo visual que supone para el espectador (...) Sin ser una película completamente lograda, tiene mucho interés y permite ver en todo su apogeo a una gran actriz como Deborah Kerr en radiante madurez. (Juan Poz en El ojo cosmológico)
El guion es espantoso. Unos diálogos insufribles. Una historia que no entra ni con calzador. Rodada en estudio la mayor parte salvo las escenas de playa. (Marga R. Rocamora en Out of Paradise/Fuera del paraíso: Zelda y Scott Fitzgerald)
Lamentablemente, pero no es algo sorprendente, el mero nombre de F. Scott Fitzgerald no transmite ningún entusiasmo particular al personaje principal de "Beloved Infidel". Y dado que el guión de Sy Bartlett no logra convertir a este personaje en más que un escritor decaído y hosco viviendo a costa de una columnista de Hollywood, la historia del intermitente romance de esta pareja que se desarrolla durante más de dos horas, es generalmente plana y poco interesante. (...) Uno tiene la impresión de que la mujer se siente atraída por el hombre porque lleva una etiqueta: "Soy el romántico F. Scott Fitzgerald". Todo lo demás —las escenas amorosas a la orilla del mar, la conmoción y la indignación cuando está borracho— es puramente artesanía cinematográfica, bajo la experta dirección de Henry King. (Bosley Crowther en The New Yort Times del 18 de noviembre de 1959)
Esta es principalmente una película sobre una columnista de cine agresiva y aguda que se enamora de un hombre que es superior intelectualmente y que, a través de la asociación con él, alcanza una nueva estatura humana. También es una película en la que la mayoría de los personajes no tienen explicación y esto genera una superficialidad que los priva de simpatía. Es más, la actuación, aunque excelente y persuasiva en algunas partes, es superficial y artificial en otras. (Variety)
Hay muy pocas razones para que alguien se siente a ver Días sin vida. Si no eres fanático de F. Scott Fitzgerald, probablemente el film no tenga atractivo cuando se ve sin tener referencias previas. Henry King es un director competente, pero poco más. Aunque es conocido por La colina del adiós, su filmografía está plagada de adaptaciones chapuceras de lo mejor de la literatura estadounidense. Muestra poca afinidad por los matices del trabajo de Fitzgerald, y mucho menos por el hombre mismo. El film se acerca tímidamente a los aspectos más oscuros de la historia, convirtiendo la verdad en un melodrama pusilánime. (Jamie S. Rich en DVD Talk)
Película estrenada en Madrid el 10 de octubre de 1966 en los cines Palacio de la Prensa, Carlos III, Bilbao, Progreso y Velázquez; en Barcelona, el 10 de febrero de 1968 en el cine Montecarlo.
Reparto: Gregory Peck, Deborah Kerr, Eddie Albert, Herbert Rudley, Kenner G. Kemp, Ken Scott.
Estupendos Gregory Peck y Deborah Kerr.
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