jueves, 5 de diciembre de 2019

Zatoichi (2003). Takeshi Kitano



Zatoichi es un nómada ciego del siglo XIX que se gana la vida como jugador y masajista. Sin embargo, detrás de esta humilde fachada, es un maestro espadachín dotado de un estilo ultrarrápido y una precisión impresionante. Mientras deambula, Zatoichi descubre un remoto pueblo de montaña a merced de Ginzo, un despiadado líder de pandillas. Ginzo se deshace de cualquiera que se interponga en su camino, especialmente después de contratar al poderoso samurai ronin, Hattori, como guardaespaldas. Después de una ruidosa noche de juego en la ciudad, Zatoichi se encuentra con un par de geishas, ​​tan peligrosas como hermosas, que han venido para vengar el asesinato de sus padres. A medida que los caminos de estos y otros personajes se entrelazan, los secuaces de Ginzo intentarán acabar con Zatoichi. Con su legendaria espada, el escenario está listo para un enfrentamiento fascinante.

Takeshi Kitano es un escritor-director-actor que trabaja en géneros familiares y populares, pero sus mejores películas siempre logran subvertir la convención y las expectativas. Kitano toma el personaje familiar de Zatoichi y lo transforma en algo nuevo y, de la misma manera, toma una historia rutinaria y la enriquece creando personajes complicados que no son todo lo que parecen.

La trama podría ser la de una gran cantidad de películas de samuráis, ya que nuestro héroe ciego viene a ayudar a una aldea y dos geishas que están teniendo problemas con una banda de facinerosos y un ronin. Sin embargo, esta simple historia es sólo una estructura para los personajes ricos y diversos que aparecen en la película. Al igual que el propio Zatoichi, un hombre ciego con una habilidad antinatural con una espada, cada personaje es una contradicción. Las dos geishas no son lo que parecen debajo de sus caras pintadas, mientras que uno de los "villanos" de la película tiene intenciones altruistas. Nada en la película es blanco y negro, y aunque nuestro protagonista carece de uno de sus sentidos, es más consciente de esta complejidad que la mayoría.

Para una película sobre un ciego, el uso del sonido es clave. Los ruidos se intensifican y se vuelven integrales para comprender el mundo que aparece en la pantalla, especialmente durante los momentos clave de la película. Estas secuencias violentas son cortas y nítidas (como deberían ser en este tipo de película), pero con una elegante puesta en escena y con florituras de sangre teatral. Lo único que realmente defrauda en algunas de estas secuencias son los efectos especiales hechos con ordenador, que parecen poco convincentes, pero es una queja menor que se está volviendo común y puede ser una decisión artística por parte del director.

Como en la mayoría de las películas de Kitano, se muestra divertido, con un ingenio seco y con algunos momento cómicos. Mucho se ha dicho sobre el final de la película (que no voy a contar aquí para aquellos que no lo han visto), pero dada la fascinación de la película por el sonido y la reinvención divertida de géneros familiares, parece completamente apropiado, incluso es una sorpresa si es la primera vez que lo ves. También se puede ver como una interpretación moderna del teatro japonés clásico que resume perfectamente el objetivo de Kitano para toda la película: dar nueva vida a lo viejo.

Aunque Zatoichi no es una de mis películas de samurai favoritas, es uno de los mejores ejemplos en los últimos años que se muestra reverente con el pasado y a la vez hace gala de un revisionismo refrescante.

Veamos lo que dicen los críticos:

Tal es lo que consigue Kitano con sus brillantes coreografías, tras las cuales, entre borbotones de sangre y espadas de precisión nada ciega, surgen apasionantes historias que convierten “Zatoichi” en una película de arrebatadora brillantez. Película que, en una última e inesperada acrobacia estilística, su director y protagonista clausura irónicamente conuna secuencia musical, brechtiana en su distanciamiento, que parece salida de Broadway o de los musicales del Hollywood clásico. (Lluís Bonet Mojica en La Vanguardia del 8 de febrero de 2004)

La facilidad con la que este director transforma la serenidad de un plano en un revuelo de sangre y horror sólo es comparable a la pericia con la que convierte en musical una secuencia de mera transición dramática. (E. Rodríguez-Marchante en ABC del 6 de febrero de 2004)

Del ritmo habla Zatoichi: del ritmo de la lluvia, del ritmo de los azadones dibujando surcos, del ritmo de los golpes de bastón a lo Humor amarillo. Del ritmo consonante que surge de esa orquesta cotidiana, formada por travestidos, torpes y viejos y dirigida por el propio Zatoichi, nace la música de la felicidad, materializada en una coreografía final de irresistible belleza. Kitano nos brinda momentos líricos e hilarantes, demostrándonos que solo admitiendo nuestra infinita ignorancia podremos conseguir la paz eterna. (Sergi Sánchez en Fotogramas)

A Kitano no le interesa tanto filmar una hemoglobínica película de samuráis como una comedia de acción en la que la espada y la sonrisa cómplice marquen el ritmo. (Sergi Sánchez en Fotogramas)Colorido, rico en acción y maravillosamente coreografiado, Takeshi Kitano retoma el clásico personaje de samurai con su propio estilo cinematográfico. (Rotten Tomatoes)

Es el tipo de película que más y más me encuentro buscando, una película que parece viva en el sentido de que parece tener libre albedrío. (Roger Ebert)

En la última parte de la película, [Kitano] muestra la necesidad de liberar por completo a Zatoichi y a sí mismo de la estructura de la película de acción. (Jonathan Rosenbaum)

Kitano transpone, en un nuevo género para él, el virtuosismo que había mostrado en sus películas de yakuzas (...), un ejercicio sangriento y juguetón, que mezcla escenas deslumbrantes de combate al ritmo de comedia musical, mientras desarrolla una fábula sobre el engaño de las apariencias (...) (Jean-Christophe Ferrari en Positif)

En un trabajo que pronto alcanzó la cima (Boiling point, de 1990, es su mejor película sin duda), tal deslizamiento del sufrimiento hacia lo subterráneo y lo invisible produce, por un efecto de vasos comunicantes, una nueva melancolía, intacta y silenciosa. Zatoichi solo está susurrando, pero si Kitano se abandona a ello (...), podría volver a sí mismo y crecer de nuevo. (Jean-Philippe Tessé en Cahiers du Cinéma)

Película estrenada en España el 6 de febrero de 2004.

Reparto: Takeshi Kitano, Tadanobu Asano, Saburo Ishikura, Ittoku Kishibe, Michiyo Okusu, Gadarukanaru Taka, Yuko Daike, Daigoro Tachibana.



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