viernes, 6 de septiembre de 2019

Nobleza baturra (1935). Florián Rey


Ambientada en el Aragón de principios del siglo XX, narra la historia de María del Pilar (Imperio Argentina), una muchacha honesta, cuyo buen nombre se ve mancillado cuando un antiguo pretendiente rechazado, por despecho, acusa a María de haber mantenido relaciones sexuales fuera del matrimonio. La calumnia pronto se extiende por toda la comarca.

Con Nobleza baturra Florián Rey nos ofrece una sucesión de imágenes bellísimas que, aisladas, ya bastarían para acreditarlo como verdadero artista. Pero, además, esas imágenes aparecen tan justamente engarzadas, que el film posee una absoluta unidad. El ciclo de fotografías de la siega y la trilla con que se inicia y termina, no sólo cuenta con la fineza de sus estampas, sino que vale por el símbolo de aquella unidad. Las escenas de la danza son difícilmente superables. Que nosotros sepamos, nunca ha sido tratada la jota, desde el punto de vista técnico, con tanta soltura. Mención especial merecen los escenarios—en los cuales nada se escatimó y la fotografía. (Alberto Gracián en La Vanguardia del 9 de octubre de 1935)

Con todo, Nobleza baturra es una buena película. No faltan en ella esos aciertos que nos prometía la solvencia de todos los que han contribuido a su reaparición en la pantalla; aunque no hayan podido llegar a la calidad que, sin duda, hubieran alcanzado con un escenario y unos diálogos más adictos a la cámara que al micrófono. (Antonio Barbero en ABC de 12 de octubre de 1935)

Una de las cotas más considerables del cine populista hispano, donde los conflictos sociales se abordan desde el puro paternalismo, pero también uno de los títulos con mayor interés sociológico y hasta cinematográfico de los que se rodaron durante los años treinta. Ha alcanzado la categoría de mito, y en esta perspectiva ha de contemplarse, aunque no por ello deban obviarse sus limitaciones. (Fotogramas)

Florián Rey dirigió este clásico del cine español que supuso uno de los grandes éxitos en taquilla de la época de la II República. Adapta la obra teatral de Joaquín Dicenta. Supuso una de las interpretaciones más recordadas de Imperio Argentina. Juan de Orduña dirigió una nueva versión en 1965. (Decine21)

Técnicamente no es una película maravillosa ni mucho menos, sin embargo es un buen retrato de la vida rural del Aragón de esa época. Algunas escenas mas bien parecen sacadas de un documental con abundantes escenas joteras. Además, el hecho de que estén todo el tiempo llamándose maños y mañas los unos a los otros y el acentazo baturro que tienen los actores me parece demasiado divertido. (My Blueberry Films)

En cuanto a la dirección Florián Rey da muestras de una soltura cada vez mayor, superando los escoyos técnicos del primitivo sistema de sonido, dotando al filme de una plástica y continuidad excelentes, ofreciendo una pequeña joya costumbrista llena de encanto. Sorprendieron especialmente los planos con que se abre la película que, como señala el escritor Terenci Moix en su libro "Suspiros de España", hicieron exclamar al crítico de Cinegramas "¿Murnau? ¿King Vidor? Sencillamente... Florián Rey". El filme sin embargo se resiente de su componente ideológico, la parte que peor ha envejecido y el excesivo y obligado papel de la iglesia como mediador en la resolución del asunto, lo que hace que diversos críticos hayan etiquetado a este título como una de las producciones más reaccionarias de Cifesa. Estas consideraciones no empañan la calidad de la cinta y probablemente no se encontraban entre las principales inquietudes de su realizador, más interesado en mostrar la vida y costumbres aragonesas, no exentas, eso sí, de cierto tipismo y caricatura. (Viento de coplas)

Yo en Nobleza baturra veo un documental minucioso y exhaustivo de la España rural de la década de los años 30 del pasado Siglo XX, y mucho más en concreto de la cultura y particular idiosincrasia aragonesa (¿existe otra película en la historia que se repita más veces la palabra “maño” y “maña”?). Por esa parte me encanta la película, ya que es un documento vivo de una parte de nuestra historia. De esta manera podremos disfrutar de la típica película folclórica repleta de emoción, gracia, sencillez, ternura, música y sentimentalismo (rodado todo de forma correcta y convencional por Florián Rey); y por otro lado hacer un repaso y empaparnos de una lección de historia mucho más visual y directa de la que nos puedan enseñar los libros acerca de esa época. (El despotricador cinéfilo)

Película estrenada en Barcelona el 8 de octubre de 1935 en el Cine Cataluña y en Madrid el 11 de octubre de 1935 en el Cine Rialto.

Reparto: Imperio Argentina, Juan de Orduña, Manuel Luna, Juan Espantaleón, Miguel Ligero, Pepe Calle, Pilar Muñoz.


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