viernes, 11 de septiembre de 2020

El último viaje de Robert Rylands (1996). Gracia Querejeta

 

Nadie ha sabido nada del profesor y arqueólogo Robert Rylands (William Franklin) desde que se marchó de Oxford, hace ya diez años. Ahora, a punto de cumplir los sesenta, regresa a Inglaterra para declarar ante el comisario Archdale (Kenneth Colley) todo lo que le sucedió durante su larga ausencia. Su relato, que durará toda una noche, desvelará una intrigante historia de amor en torno a varios personajes. La llegada a Oxford de Juan Noguera (Gari Piquer), un español que va a estudiar a la universidad, es el desencadenante de los posteriores acontecimientos. El tutor de Juan es Alfred Cromer-Brake, un hombre de gran prestigio y reputación que lo recibe con el afecto y cariño propios de un padre. Sin embargo, el joven no tarda en descubrir que su protector oculta un secreto, una misteriosa relación con Robert Rylands, de la que nadie parece estar dispuesto a hablar.

Sin entrar en pormenores, hay que rebelarse contra esa reducción infame de los que han considerado esta película como un paseo por el campus de la homosexualidad y la eutanasia, pervirtiendo así la auténtica intención de «El último viaje de...», que no es otra que la de hablar del amor (sin entrar en su disección) y de la muerte (sin entrar en su sentido). Y estos dos aspectos, homosexualidad y eutanasia, que ciertamente aparecen, aunque más sugeridos que confesados, ayudan a amplificar ese gran concierto de sensibilidades que dirige Gracia Querejeta. Porque, dicho de un modo melodramático, toca mucho más la fibra el amar a pesar de..., o el matar precisamente por... Es decir, la esencia de esta película. (E. Rodríguez Marchante en ABC del 18 de octubre de 1996)

Robert Rylands es un filme inteligente y astuto, pero bajo su aparente frialdad esconde dolor y generosidad y está admirablemente compuesto y cerrado sobre sí mismo en una escena final de grande y hermosa sabiduría. Procede de una novela, pero no se percibe esta deuda. Su escritura no es traslación mecánica a la pantalla de una peripecia novelesca, sino conversión de un lenguaje literario de alta pureza en disparadero de un lenguaje filmico igualmente puro y, por tanto, situado en cuanto lenguaje en una antípoda de su desencadenante. Gracia Querejeta convierte el texto en pretexto y barre de ese pretexto todo punto de vista de lector, para llenar el. hueco dejado por este vaciamiento con el bordado de tiempos e imágenes que requiere crear un punto de vista de espectador. (Ángel Fernández-Santos en El País del 19 de octubre de 1996)

Gracia Querejeta ha conseguido insuflar vida a cada una de sus imágenes: los personajes respiran verdad por sus cuatro costados y sus sentimientos, dudas, frustraciones y angustias calan hondo, muy hondo, en nuestras arterias emocionales. Y es que sin subrayados ni parafernalia alguna, cristalinamente (ésta es una obra que acepta el término “cosida a mano”), “El último viaje de Robert Rylands” nos habla del amor, del dolor, de la inexorabilidad del tiempo, del vacío, de la homosexualidad, de la eutanasia, de la desazón,de la traición... Ninguno de ellos es su tema principal y todos ellos, y más, forman su tema: la vida, nada menos. (Jordi Batlle Caminal en La Vanguardia del 24 de octubre de 1996)

Esta sencilla historia está narrada con pulcritud auténticamente británica, con exactitud en los ambientes y con verdadera maestría en la interpretación. (Linterna mágica)

Película estrenada en España el 18 de octubre de 1996. 

Reparto: Ben Cross, William Franklyn, Cathy Underwood, Kenneth Colley, Perdita Weeks, Gary Piquer, Lalita Ahmed, Karl Collins, Maurice Denham.

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