martes, 10 de septiembre de 2024

La duquesa de Langeais (Ne touchez pas la hache, 2007). Jacques Rivette


Durante el período de la Restauración en una sociedad dominada por la hipocresía, por el peso de las apariencias y el dinero, la intriga relata los sobresaltos de una historia de amor sin esperanza, mezcla de pasión y rencor entre el general de Montriveau y la duquesa de Langeais. Adaptación de la novela "La Duchesse de Langeais" de Honoré de Balzac.

Rivette tiene un planteamiento interesante en su película, intentando trasladar «literalmente» -y cuando literalmente, me refiero a la misma estructura de la novela, incluyendo los diálogos, el flashback inicial e incluso las especificaciones de las secuencias- todo el sentido que Honoré de Balzac intentó dar al texto original. El problema -y ya van...- es que la literatura tiene un lengua completamente diferente del cine, y los recursos que en las letras funcionan, no lo hacen con las imágenes. (Federico Casado en ABC del 9 de noviembre de 2007)

Tampoco es cierto que esta película carezca de misterio. Sólo que, como todo en ella, permanece recluido, circulando de espacio en espacio, de representación en representación, sin encontrar una salida. Y ésa es a la vez la mayor belleza y la mayor limitación de La duquesa de Langeais. La belleza de un mundo en descomposición –¿el del propio Rivette, el de los supervivientes de la nouvelle vague?– que se ofrece al espectador como un viejo teatro de marionetas, como una novela romántica explicada con sorna y melancolía. Pero también la limitación de un universo que huele a cerrado, que acaba convirtiéndose en el fantasma de sí mismo. (Carlos Losilla en La Vanguardia del 7 de mayo de 2008)

Rivette ha sido fiel a la novela, no sólo manteniendo la época, sino respetando el tono del escritor que conjuga perfectamente el discurso crítico de una sociedad hipócrita, superficial y moralista, con la fascinación por la belleza del momento y el placer de mostrar en todo su esplendor una pasión amorosa cargada de peligros. (...) Rivette disfruta con los misterios, las aventuras y la belleza de esta historia donde descubrimos una nueva forma de acercarse al cine Romántico. (Nuria Vidal en Fotogramas)

Trabajo experimental, en suma, no destinado al gran público, pero de interés para todos los que disfrutan con la estética de época y a los seguidores de la obra de Rivette. (Fernando Gil-Delgado en Aceprensa)

La duquesa de Langeais debería verse como un drama de amor o una alegoría política, pero también como una película sobre piratas que abordan un país desarmado. (Antoine Thirion en Cahiers du Cinéma)

La película, en la que [los personajes] se maldicen entre sí, tiene algo de glacial. Los golpea en frío con esa cualidad metálica que hace que su puesta en escena sea a la vez impresionante y seca, a través de un desapego consciente. Una armadura que dos actores impetuosos llegan a desafiar, hasta el punto de perforarla. (Philippe Azoury en Libération)

Jacques Rivette nos regala sin duda una de sus películas más bellas. (Jean-Loup Bourget en Positif)

Es cierto, estamos más cerca de un universo como el de Manoel de Oliveira que del de Fritz Lang. Eso no impide que La duquesa de Langeais consiga lo que se escapa a muchas grandes producciones de época: la pasión romántica de las grandes películas de aventuras que arrasa con todo a su paso. (Alex Masson en Score)

Una vez más, esto permite a Rivette filmar lo que nunca ha dejado de hacer: la luz. Esta luz extraña e inquietante cuyos candelabros colocados en las cuatro esquinas de la habitación son como otros tantos puntos de vista exteriores que hacen vulnerables a nuestros dos protagonistas. Hay esa magnífica escena donde la duquesa se prepara para recibir a Montriveau. Está sentada en un sofá bajo una luz blanca que todo lo consume. Sus pies están descalzos y claramente expuestos. El marqués, una vez sentado a su lado, permanecerá mucho tiempo a los pies de la duquesa, actuando sobre él como un hechizo demoníaco. Para Rivette, la luz debilita los cuerpos, los expone a las tentaciones más salvajes, transforma a los individuos. En esto su cine es muy nervaliano en su capacidad de hacer más fantasmagórica la cruda realidad. Como suele ocurrir, una película de Rivette es una experiencia y ésta es magistral. (Julien Dufour en La plume noire)

¿Te gustará esta película? El espectador medio la encontrará tan impenetrable como su heroína. Pero si te gustan los matices de estilo, si disfrutas de la tensión que cobra fuerza bajo una terrible moderación, si admiras las grandes interpretaciones, entonces te gustará. También es posible que notes los sutiles toques de diseño de Rivette, con muebles, vestuario y velas. (Roger Ebert)

Para Balzac, Antoinette encarna las cualidades y los defectos de la “casta aristocrática” a la que pertenece. Se abalanza sobre Armand, lo espía en un baile, y comienza un peligroso juego del gato y el ratón, sin saber que ella y su presa eventualmente intercambiarán los papeles. El Sr. Rivette parece más amable con ella, como lo demuestra la interacción sutil entre los protagonistas diferentes en el tono. Un actor constreñido como el Sr. Depardieu no te lleva a la angustia de su personaje como lo hace la Sra. Balibar. Pero el Sr. Rivette no es de los que se regodean en la psicología de sus personajes de todos modos. Mucho se habla de su interés permanente en lo teatral, ciertamente en evidencia aquí, pero esto no excluye su interés por la vida. Lo profundiza. Cuando baja el telón, cae como un hacha. (Manohla Dargis en The New York Times del 22 de febrero de 2008)

En manos de otro director, semejante planteamiento sería desastroso. Sería aburrido, en primer lugar, y el estilo se convertiría en una afectación. Pero Rivette nunca aburre. Tiene un mundo dentro de su cabeza, no sólo una película. Así que cuando esas personas caminan de una habitación a otra, Rivette aprovecha el tiempo para mostrar pequeños detalles interesantes: personajes que entran y salen, fragmentos que dan el sabor de la época y una sensación de atmósfera. Aquí no hay nada forzado, sólo una adhesión a la verdad, de modo que una escena en la playa viene acompañada del sonido de las gaviotas, gaviotas ruidosas, porque también había gaviotas en aquella época. (Mick LaSalle en San Francisco Chronicle del 21 de marzo de 2008)

La película, que está basada en una novela corta de Honoré de Balzac, ha tomado algunas de sus frases textualmente, lo que dificulta aún más el acceso. Porque recuerda: palabra escrita no es igual a palabra hablada. Además, el espectador también tiene que realizar un trabajo de lectura: como en los viejos tiempos del cine mudo, se activan repetidamente intertítulos explicativos. Según el director Rivette, Balzac debería ser retratado de la forma más pura posible. Existe la duda de si la transcripción literal de la novela ofrece realmente la única solución posible a este problema. Una adaptación algo más libre podría haber tenido un efecto menos soporífero. Es cierto que no es muy fácil con esta historia. (Simon Eberhard en Outnow)

Película estrenada en España el 30 de abril de 2008.

Reparto: Jeanne Balibar, Guillaume Depardieu, Bulle Ogier, Michel Piccoli. Anne Cantineau, Mathias Jung.


1 comentario:

  1. Siempre resulta complicado trasladar a los grandes escritores al cine.

    ResponderEliminar