martes, 13 de febrero de 2024

Todos a la cárcel (1993). Luis García Berlanga

                                               

En la cárcel Modelo de Valencia se va a celebrar el Día Internacional del Preso de Conciencia. Gentes de la política, la cultura y la farándula asistirán al acto y aprovecharán la ocasión para hacer lucrativos negocios.

Berlanga nunca ha utilizado otro sistema que el del cachondeo para desarrollar su discurso, por serio que éste sea. Ésta, que es virtud innata de este director, en ocasiones podria tomársele como defecto: un excesivo afán de buscar la risa, de buscarle la gracia a los aspectos más cochambrosos de lo que nos rodea. En “Todos a la cárcel”, cada frase, cada escena, cada diálogo, cada acción husmea entre la complicidad del espectador..., es decir que necesita una contínua y sin interrupción voluntad de la audiència para ser eficaz. (E. Rodríguez Marchante en ABC del 22 de diciembre de 1993)

"Todos a la cárcel" congela la sonrisa. Bajo su apariencia de comedia satírica se camufla un esperpento, negro y cruel, transitado por seres sin escrúpulos que han hecho de la codicia, de la estafa moral y el chantaje ideológico su modo de vida. Tal parece ser el desencantado y grotesco retrato que de la España de hoy ofrece quien fuera el mejor cronista de las miserias del franquismo (...) Este Berlanga en "estado casi vegetativo" permite que la incontinencia verbal y la acumulación de hipotéticos "gags" anule el inteligente punto de partida de un guión que pronto se revela como inexistente. Lo peor que puede sucederle a un artista es que caiga en la pereza de copiarse a sí mismo, y Berlanga lleva algún tiempo copiándose mal a sí mismo. Hay alguna brizna de ingenio, buenos comediantes sin director, una planificación fílmica miserabilista y hasta torpona en algunas secuencias. (Lluís Bonet Mojica en La Vanguardia del 31 de diciembre de 1993)

Un Berlanga decididamente menor pese a su evidente ambición, ya que pretende ser un fresco paródico de la España de los últimos años. En esta ocasión, su capacidad para la composición coral se vio bastante mermada, poniéndose al descubierto excesivas lagunas. Sus limitaciones no impiden que ocasionalmente aparezca el corrosivo ingenio de un director realmente importante. (Fotogramas)

La película resulta moderadamente divertida, en especial en el primer acto y gracias a las interpretaciones de todo el elenco de protagonistas, con especial mención para el gran Saza, y a un guión que intenta retratar de manera cáustica, y bastante chocarrera, la coyuntura sociocultural y política del momento en la confluencia entre múltiples personajes, vinculados principalmente por la presencia en la prisión de un confundido Sazatornil. (...) No obstante, a “Todos a la cárcel” le sobran bastantes trazos gruesos, con escatología y chistes sexuales un tanto baratos, aunque tiene algunas escenas que incitan con facilidad a la carcajada, en especial en sus primeros tramos. En el acto final Berlanga desvaría un tanto y la trama se descontrola sin ofrecer demasiado interés ni en la conclusión de la misma ni en el destino de sus personajes, culminando el film de forma bastante burda y acuescada. (Antonio Méndez en AlohaCriticón)

El guión es coherente en su incoherencia, construido en un vertiginoso sucederse de negruras, sal gorda y tópicos. No hay caracteres, sino caricaturas; ni interpretaciones individuales, sino un conjuntado desmadre coral. La puesta en escena controla esa anarquía con multitud de planos-secuencia, con un ritmo y un pulso, en general, magníficos. (Pedro Antonio Urbina en Aceprensa)

Todos a la cárcel no supone un hito en su filmografía, no llega a las alturas del séptimo arte como Calabuch (1956) o El verdugo (1963), aunque se puede considerar una notable película berlanguiana, digna de su trayectoria artística. (...) A principios de los 90, Berlanga radiografía una situación política y social en España que el paso del tiempo no ha hecho sino agravar. Da igual el puesto laboral o la ideología, todos anhelan grandes cantidades de dinero. De ahí, el componente contestatario, rebelde del título: Todos a la cárcel. (Javier Herreros Martínez en Encadenados)

Comedia alocada de Luis García Berlanga, penúltima de su carrera, que cuenta con algunas de las claves maestras de su cine, pero en tono crepuscular. Aunque se hizo con tres Goya (mejor película, director y sonido) no es de ni de lejos una sombra de lo que fue el cine del maestro. Con todo, no deja de ser una simpática comedia coral llena de caras conocidas que arremete, como todo el cine del cineasta valenciano arremete contra la situación político social español, en esa época marcada por el pelotazo económico y la corrupción institucional. (Pantalla90)

Película estrenada en España el 22 de diciembre de 1993.

Reparto: José Sazatornil, José Sacristán, Agustín González, Juan Luis Galiardo, Manuel Alexandre, Rafael Alonso, José Luis López Vázquez.

1 comentario:

  1. Berlanga aprovecha para no dejar títere con cabeza, allí pone en solfa a varios estamentos públicos y seudopúblicos y a quienes se aprovechan de ellos para medro y beneficio personal, desde las propias instituciones, hasta las ONG, nadie se libra del dardo envenenado del realizador levantino y eso que entonces no ocurría nada comparado con la que está cayendo en la actualidad.
    En algunas fases el film se sostiene principalmente por las actuaciones del maravilloso plantel de cómicos que intervienen en la película.

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