viernes, 9 de febrero de 2024

El arte de amar (The Art of Love, 1965). Norman Jewison


Paul (Dick Van Dyke) y Casey (James Garner), dos artistas estadounidenses, llevan una vida bohemia en París, pero no consiguen el éxito. La novia de Paul (Elke Sommer) confía en su talento y, desde América, le manda dinero para pagar el alquiler de la casa; pero Paul no soporta esta situación de dependencia y decide volver a su país. A Casey se le ocurre entonces un plan para hacer triunfar a su compañero: se trata de fingir que Paul ha muerto para que así aumente el valor de sus cuadros. Al principio todo marcha bien, pero después el plan se vuelve en contra de Casey, al que acusan del asesinato de Paul.

Esta es una película que busca divertir por el infalible procedimiento de crear unas situaciones cómicas y alternarlas con otras que apuntan hacia propósitos picarescos. Entre bromas y veras se dicen cosas graciosas y otras que lo son menos, pero que conservan una eficacia festiva que también satisface al espectador. En realidad se trata de una realización de calidad mediana avalada por una estimable fotografía en color y por unos intérpretes bastante expresivos. El diálogo, entre convencional y vulgar, no ha ganado nada con el doblaje. (...) En resumen, “El arte de amar” puede calificarse de regocijante espectáculo de valores fílmicos moderados. (J. Pedret Muntañola en La Vanguardia del 6 de noviembre de 1965)

“El arte de amar” es un un puro alborozo por el encadenado feliz de la aventura, por el buen tino de su realización y hasta por el estilo de un lenguaje que sirve a la historia con afinación segura, y aún la mejora a veces en aciertos verbales de explosivo estruendo. “El arte de amar” resulta un juguete ligero y primoroso. (...) Y aunque la película se fue un poco de madre antes de la frenada postrera, ahí está ese gozo vivo y fresco de “El arte de amar” para que ustedes se diviertan un rato de buena manera. (Gabriel García Espina en ABC del 7 de noviembre de 1965)

Uno de los primeros guiones que escribió Carl Reiner antes de convertirse en director de efímero prestigio. En el mismo revela cierto ingenio, aunque se mueve dentro de las situaciones más manidas de la comedia de enredo. En manos de un Jewison bastante apagado, este material tiene un vuelo escasísimo. Apenas el competente reparto consigue salvar el honor de la función. (Fotogramas)

Nadie exige probabilidad a una farsa, pero ésta mantiene a sus desventurados actores tan ocupados explicando lo que está pasando que no tienen tiempo para reírse. (Eugene Archer en The New York Times del 1 de julio de 1965)

La película del productor Ross Hunter comienza como pura sátira cinematográfica destinada únicamente al entretenimiento que ofrece una comedia ligera y brillante. Con la adición de una amplia variedad de elementos a menudo picantes, se convierte en una mezcla confusa de comedia romántica con momentos desgarradores y algunas interpretaciones inusualmente buenas, aunque gran parte del film nunca alcanza un punto de vista consistente. (Variety)

Tiene un guión inteligente y los actores correctos, pero todo lo demás está equivocado: el productor Ross Hunter, que se especializa en melodramas lujosos, el director Norman Jewison, que carece de agudeza y un toque seguro para la comedia, y un director de arte legendario (Alexander Golitzen) que podría evocar la belleza de París (también lo hizo en So This Is Paris) en el estudio. (Derek Winnert)

El guión de Carl Reiner es trillado hasta el extremo y, aunque avanza a un ritmo rápido, no es muy divertido, ni siquiera pasablemente divertido. El concepto de que un artista tenga que morir para que su obra se venda es una idea interesante de explorar, pero desafortunadamente, como todo lo demás en la película, se maneja de manera superficial y se utiliza principalmente como trampolín hacia todo tipo de escenas alocadas, que se vuelven cada vez más tontas a medida que avanza la acción. La dirección de Norman Jewison es aburrida y poco imaginativa y, a pesar de que tiene un escenario europeo, en realidad fue filmada en los estudios Universal, lo que no ayuda a darle ninguna atmósfera o distinción. (Richard Winters)

Una comedia extraña, ambientada en París y montada con el brillo característico de las producciones de Ross Hunter, en la que un escritor en apuros (Garner) incita a su amigo artista (Van Dyke), igualmente en apuros, a aumentar el valor de su trabajo fingiendo un suicidio. Las pocas buenas ideas del guión pronto son agotadas, aunque todo se vuelve curiosamente de mal gusto hacia el final cuando Van Dyke, alimentando rencores amorosos y de otro tipo mientras se esconde, hace arrestar a Garner por su "asesinato" y lo salvan sólo cuando su cabeza está en la guillotina. Sommer y Dickinson ofrecen actuaciones demasiado encantadoras como para desperdiciarlas con esta grosera pareja. (Time Out)

Película estrenada en Madrid el 4 de noviembre de 1965 en los cines Carlos III, Consulado y Roxy A; en Barcelona, el mismo día en el cine Windsor Palace; en Palma, en el Teatro Balear, Teatro Lírico y Cine Progreso.

Reparto: James Garner, Dick Van Dyke, Elke Sommer, Angie Dickinson, Ethel Merman, Carl Reiner, Pierre Olaf, Miiko Taka. 

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