miércoles, 31 de enero de 2024

Indianápolis (To Please A Lady, 1950). Clarence Brown


Mike Brannan (Clark Gable) es un arrogante corredor de coches que despierta el odio o la admiración del público. Su mala reputación se la ganó tras ser acusado de provocar un accidente fatal durante una carrera. Decidida a comprobar qué hay de cierto en todo ello, la dura columnista Regina Forbes (Barbara Stanwyck) trata de entrevistarlo, pero él se niega.

Todos los pasajes que recogen el aspecto del deporte constituyen un documental de por sí interesante, apasionante incluso para los profanos, aunque, a juicio mío, alguno de estos trozos resulte un tanto largo, o tal vez reiterativo, lo que no aminora la excelencia de las imágenes, ni la fuerza del movimiento de éstas. Lo que en realidad es la comedia también está pergeñado con habilidad; las escenas son ligeras y el diálogo ágil y sencillo (...) Quiero decir que la cinta mantiene prendida a su acción la curiosidad del espectador, y que, por ende, es entretenida. (Donald en ABC del 28 de noviembre de 1952)

La anécdota (...) sigue una ruta total y absolutamente convencional, aunque nos llegue sobredorada de suntuosas decoraciones, cuando conviene, y de episodios “periodísticos” estupefacientes. (...) Pero hay en la película algo que arrumba todo aquello y estremece literalmente al espectador en su butaca: estamos hablando de las carreras de automóviles que se interpolan en el curso del asunto (...) Clarence Brown es el cuarto nombre ilustre de la película y a fe que si en muchas ocasiones su dirección sólo apunta destellos en que se le puede reconocer, en otras muchas demuestra que sigue siendo un gran realizador, dueño de los mejores secretos de la cámara y de su lenguaje. (Horacio Sáenz Guerrero en La Vanguardia del 11 de marzo de 1953)

Lo cierto es que las películas de automovilismo han resultado casi siempre algo plomizas como demuestran Grand Prix (1966), 500 millas (1969) y Un instante, una vida (1977). Indianápolis tampoco fue una excepción, a pesar de estar dirigida por un maestro como Clarence Brown (1890-1987), que comenzó en el cine mudo y tuvo sus mayores éxitos en los años 30 (Ana Karenina (1935)), retirándose completamente de la profesión en 1952. (Decine21)

El poder estelar de estos dos grandes actores, quizás apenas pasado su mejor momento, sigue siendo la razón para ver esta película humilde, llena de clichés pero entretenida. (...) El aire de cansancio y bajo presupuesto ciertamente daña al film, pero Stanwyck y Gable aún generan mucho respeto, atención y admiración, por supuesto. Aquí son una pareja simpática y formidable, que comparten una química atractiva en la pantalla, y la película puede ser rutinaria, pero sigue siendo atrayente. Para darle un poco de realismo, el clímax de la carrera se filmó en el Indianapolis Motor Speedway. (Derek Winnert)

El director Clarence Brown (“Intruder in the Dust”/”The White Cliffs of Dover”/”Idiot's Delight”) mantiene el rumbo de esta nadería que gira en torno a las carreras de bólidos, mientras que los guionistas Marge Decker y Barre Lyndon dejan que las escenas de acción en la pista hablen más que las palabras. No vale mucho como melodrama, pero las secuencias de acción son muy entretenidas. (...) A pesar de las excelentes imágenes de las carreras (la escena culminante se rodó en el circuito de Indianápolis), las atractivas actuaciones de las estrellas y la historia confeccionada para agradar al público, la película no fue un éxito de taquilla. El estudio lo atribuyó a la nueva popularidad de la televisión. (Dennis Schwartz)

Lo que se desarrolla a partir de ese odio a primera vista está plagado de clichés de la escuela cinematográfica del falso glamour, y los actores parecen encontrarlo tan vergonzoso como lo encontraría un público adulto. (Moira Walsh en America Magazine)

Excepto por algunas buenas escenas de carreras, hay poca emoción en esta historia del duro piloto y la columnista. Todo esto se ha hecho demasiadas veces antes. (Bob Thomas en Associated Press)

Gable y Stanwyck hicieron otra película juntos al comienzo del cine sonoro. Se llamaba Night Nurse y Barbara era la protagonista y Gable era un actor secundario prometedor. Una generación después, ambos eran leyendas de la pantalla. Hubiera esperado que MGM les hubiera dado algo mejor. No es que sea una mala película, las secuencias de carreras son bastante buenas y emocionantes. Pero To Please A Lady es definitivamente una película de serie B. Tengo la teoría de que Gable quería hacer este film por puro placer. Después de la Segunda Guerra Mundial, Gable y el marido de Stanwyck, Robert Taylor, se dedicaron a las carreras: motos, automóviles, lo que sea. MGM puso fin a esto, ya que no quería que dos de sus propiedades más caras arriesgaran su cuello por diversión. (Bkoganbing en IMDB)

Stanwyck interpreta a una mujer fría, altiva y desalmada, Gable interpreta a un lobo solitario, poco apreciado por el público, que tiene un carácter fuerte. Los dos juntos podrían echar chispas; pero esta pareja no funciona. Falta calidez entre ellos, las escenas tiernas, que podrían llevarnos por el camino de la simpatía, son rápidamente interrumpidas por una discusión y no se hace nada para que sean siquiera aceptables para nosotros. Una película seria, sin un toque de humor para aportar un segundo grado que pueda ser beneficioso para el conjunto. Gable congelado en una sonrisa que pretende ser encantadora, y Stanwyck, sin verdadero encanto, busca seducir... así se resume la película. (Mistermyster en Allociné)

El título inglés, un tanto estúpido, sugiere que se trata de una película romántica. De ninguna manera. Los personajes interpretados por Gable, macho arrogante, y Stanwyck, empresaria y líder, son indefectiblemente cínicos y su romance tiene algo de desesperado. Ahora bien, el interés principal de la película proviene de las carreras de autos de principios de la década de 1950, presentadas de manera espectacular. (Traversay1 en Allociné)

¿Qué se puede decir realmente de esta historia de amor en un contexto de periodismo sensacionalista y, especialmente, de carreras de coches? Bueno, lo que más recordamos son las escenas de carreras de autos, bastante exitosas, y el encanto de la pareja Clark Gable-Barbara Stanwyck. De lo contrario, no resulta muy memorable. Nótese, sin embargo, la escena encantadora y original de la conversación telefónica frente a un espejo. Es un film fácil de ver y eso no es tan malo. (Plume231 en Allociné)

Película estrenada en Madrid el 27 de noviembre de 1952 en el cine Rex; en Barcelona, el 9 de marzo de 1953 en el cine Fantasio.

Reparto: Clark Gable, Barbara Stanwyck, Adolphe Menjou, Will Geer, Roland Winters.


miércoles, 24 de enero de 2024

Su juego favorito (Man's Favorite Sport?, 1964). Howard Hawks


Roger Willoughby (Rock Hudson) es un simpático y eficiente vendedor de aparejos de pesca de unos grandes almacenes de San Francisco. Sus clientes le creen un auténtico experto, ya que ha escrito un manual de instrucciones sobre la pesca con caña que es de gran ayuda a los aficionados... ¡sin tener ni idea de pesca! Aunque eso nadie lo sabe. Abigail Page (Paula Prentiss), publicista de un concurso de pesca que se va a celebrar, propone que Roger intervenga en el concurso, pues su presencia será un gancho para el mismo. Pero aunque Roger se niega, ya que no sabe de pesca y además aborrece tocar cualquier tipo de pescado, su jefe le obliga a participar.

Parece como si la película hubiese sido un juego de Hawks para entretener ingenuamente la pausa entre otros trabajos más sólidos y de mayor empuje. (...) El intento era hacer, sin duda, una película cómica alrededor de la pesca como deporte y de sus tradicionales y estupendas mentiras. Hubiera podido tener el encanto del aire libre y del paisaje, ya que le falta en mucho la comicidad. Pero también el paisaje está ausente, disimulado por unos interiores de estudio que fingen con Hermoso color una realidad que no es. (G.Bolín en ABC del 18 de junio de 1964)

El film es una comedieta ligera y frívola, que con frecuencia cae en la payasada. No llega, por supuesto, al nivel artístico de las películas cómico sentimentales que suele interpretar el propio Rock Hudson —alguna de ellas en compañía de Doris Day—, pero resulta divertida y hace reír de verdad. Durante toda la proyección, en la sala no se dejan de oír las carcajadas. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 29 de agosto de 1964)

Una comedia considerablemente ácida que gira en torno al matriarcado como institución genuinamente norteamericana. Su punto de partida es el de una falsa misoginia, que se irá desvelando como una absoluta lucidez ante la realidad mostrada. Desarrollada con la precisión habitual en todas las comedias de su director, quizá le falte una punta de brillantez para que sus resultados sean magistrales. (Fotogramas)

El maestro Howard Hawks dirige con acierto a la divertida pareja Hudson-Prentiss. Y aunque es una película menor del director, ya les gustaría a muchos haber rodado una comedia de tal altura. Muy divertida. (Decine21)

La película es un notable entretenimiento con base en la diferencia entre la teoría y la práctica.
Posee brillantes momentos de slapstick en escenas ingeniosamente planificadas encadenando con agilidad situaciones de “nada sale bien” y un elenco de simpáticos personajes secundarios. (AlohaCriticón)

Nunca es lo suficientemente divertida con todas sus insinuaciones sexuales y el uso de la pesca como sustituto del sexo para ser considerada otra cosa más que una película menor de Hawks. Pero en el lado positivo siempre transcurre de manera suave y genial. El pasivo Rock y la agresiva Paula nos dan actuaciones agradables que hacen que todo sea casi pasable (es incluso más divertida de lo que debería haber sido, eso es lo mejor que puedo decir al respecto). (Dennis Schwartz)

Aquí Hawks se mueve de manera un poco más lenta, copiando algunos de sus primeros gags, pero sigue siendo muy divertido. (Jeffrey M. Anderson en Combustible Celluloid)

Realmente no hay suficiente material en la idea base para sostener una película. Pero en su ayuda tenemos situaciones de comedia física divertidas y actuaciones geniales, joviales y relajadas. Inusualmente, fue filmada en el orden de las secuencia por el director Hawks. (Derek Winnert)

La historia narra las desventuras de un autor que nunca ha practicado la disciplina en la que destaca: la pesca. Hawks parece burlarse maliciosamente de todos sus exégetas europeos. Él mismo ridiculiza la famosa moral del profesionalismo que le habían etiquetado como garante de su genio. Roger gana la competición mediante una mezcla de mala suerte y torpeza de la que es la víctima triunfante. El gran cineasta americano se burla de todos estos críticos delirantes e impresionistas cuyos comentarios ha leído con perplejidad. En 1964, Hawks les arrojó a la cara la película de sus sueños, una comedia loca resucitada milagrosamente ante sus ojos ciegos de fanáticos. Al mismo tiempo, afirma que sólo él es un profesional, un verdadero cineasta. Máxima elegancia irreverente del más elegante de los cineastas estadounidenses. Hawks se divierte con  las pasiones exacerbadas que provoca en todos estos intelectuales que alaban su verdadero genio. (Frédéric Mercier en DVDClassik)

Comedia poco conocida pero estruendosa, "Su juego favorito" no deja de repetir la guerra de los sexos en detrimento del género masculino, maliciosamente humillado de principio a fin. (Clément Graminiés en Critikat.com)

"Su juego favorito" aparece hoy como lo que es: la expresión de una mirada lúcida y segura, la afirmación de la soberanía de un artista que la decadencia de los estudios de Hollywood no ha atenuado sino más bien intensificado. Hawks logra integrar una trivialidad moderna que otorga a ciertos chistes un toque de leve obscenidad. (Jean-François Rauger en Le Monde)

Película estrenada en Madrid el 15 de junio de 1964 en los cines Lope de Vega y Fuencarral; en Barcelona, el 28 de agosto de 1964 en el cine Fémina)

Reparto: Rock Hudson, Paula Prentiss, Maria Perschy, Charlene Holt, John McGiver, Forrest Lewis, Regis Toomey, Norman Alden.


viernes, 19 de enero de 2024

Susana (1969). Mariano Ozores

Cuando sólo faltan cinco días para su boda, Susana sucumbe a los encantos de su novio, y él la deja plantada en el altar. El jefe de Susana la envía a hacer una encuesta sociológica a un pueblo de la costa, con el fin de que descanse y supere el trauma. En el pueblo sólo hay mujeres y, además, todas de mal humor, porque los hombres son pescadores y sólo vuelven a casa cada seis meses. Pero Susana les da un Cursillo de Convivencia Matrimonial Acelerada que les permita liberarse del yugo masculino.

Vagamente inspirada en la Lisístrata de Aristófanes.

Seguramente no faltan quienes en esta clase de películas encuentran esparcimiento y motivos para reír. (...) Desde el punto de vista critico, los medios que hoy nos ofrece el cine se malgastan o yerran, retratando una historia de revista teatral donde el ingenio sólo brilla, si acaso, y como en esta ocasión, en el planteamiento. (...) El cine requiere hoy más ingenio y estilo y su lenguaje es otro, a pesar de manejar una cámara. (Antonio de Obregón en ABC del 3 de octubre de 1969)

Uno de los films menos conocidos de su mediocre realizador. (Carlos Aguilar)

'Susana' era una comedia amable, ideal para el lucimiento de Concha Velasco (también interpretaba la canción homónima, compuesta por el tándem Algueró/Guijarro). (Evaristo Martínez en La Voz de Almería)

Concha Velasco es la protagonista absoluta de esta película de argumento adelantado a su tiempo (se estrenó en 1969) escrita y dirigida por uno de los profesionales más solicitados de su tiempo: Mariano Ozores. (ABC Playcine)

Comedieta que ha envejecido muy mal. Los personajes están muy forzados, las situaciones no dan mucho de sí, y la moralina que desprende el final casa poco ( perdón por el juego de palabras tan simple) con la del espectador del siglo XXI. (Peleón en Film Affinity)

Entre lo más destacable del film estaría la acertada fotografía y el vestuario de la protagonista y el resto de actrices, además de unos planos muy bien cuidados. (Bdange en Film Affinity)

El argumento es muy entretenido con el tema de la guerra de sexos, asunto muy en boga en los años sesenta, aunque lo lastra una cierta carga de moralina. (Axturias en Film Affinity)

No hay que buscarle más pretensiones al film que la pura diversión, situándolo en una coyuntura sesentera, donde la mentalidad estaba empezando a cambiar y la industria pesquera se iba transformando en turística. (Josemidiam en Film Affinity)

Película estrenada en Madrid el 2 de octubre de 1969 en los cines Carlos III y Princesa.

Reparto: Concha Velasco, Juanjo Menéndez, Angel Aranda, Florinda Chico, Roberto Camardiel, Mary Francis, Antonio Ozores, Rafaela Aparicio, Manuel Zarzo, Perla Cristal, José Sacristán.

lunes, 15 de enero de 2024

Una doble vida (À double tour, 1959). Claude Chabrol


Retrato de la burguesía francesa de provincias. Leda, la amante del señor Marcoux, es asesinada. Su familia prefiere dejar que la policía inculpe a un inocente que no pertenece al circulo familiar, pero el prometido de la hija de Marcoux no está de acuerdo.

Chabrol desentraña como pocos el espectro de las conciencias, y acierta como ninguno a poner en escena la mecànica y las motivacions que gobiernan la mano del criminal, las causas y consecuencias de su acción. Y lo materializa todo de manera que el contenido no desborde al continente. La cámara guarda en cada instante la distancia requerida: no se inmiscuye en el desarrollo, aparentemente cabal, de los acontecimientos. El cine de Chabrol se orienta, con preferencia, al estudio de las pasiones: la acción constituye, antes que un término, un hito en el proceso psicológico de sus personajes. (Carcival en ABC del 4 de septiembre de 1973) 

El tercer largometraje de Claude Chabrol fue la adaptación de una novela de Stanley Ellin, autor que ha sido versionado por Joseph Losey ("The Big Night"), Clive Donner ("Fango en la cumbre") o John Guillermin ("Castillo de naipes"). Obra muy característica de la primera época de su director, está construida con rigor pero adolece de una excesiva frialdad expresiva. (Fotogramas)

El desdoblamiento de la historia –y del título- se ve reflejado en los propios personajes. Cada uno de los miembros de la familia tiene una personalidad latente que sale a la luz cuando los hechos se desbocan. Los espejos de la mansión son eficaces en la muestra de ese lado oscuro. Chabrol los utiliza para subvertir la imagen real de los personajes que se atreven a mirarse en ellos; o para distorsionar la figura de alguien que se dispone a cometer un asesinato. La cámara de Chabrol y las angulaciones de sus encuadres van tejiendo un clima turbador que define las diferentes pulsiones. Hasta que llega el crimen.
Para Claude Chabrol la estructura negra y el posible whodunit son herramientas adecuadas para usarlas en beneficio de la definición de los caracteres, y no sólo del suspense. Esta puede ser la principal habilidad de un enorme director, cinéfilo empedernido que ama su profesión; que práctica el clasicismo desde la más sorprendente modernidad. (El blog de Ethan)

La tercera película de Chabrol, recibida en su momento como un pastiche de Hitchcock, ahora parece Chabrol puro: su primer trabajo de demolición sobre la familia burguesa con tensiones internas: el padre (Dacqmine) se entrega a una aventura clandestina, la madre (Robinson) se preocupa por lo que dirán los vecinos, la hija (Valérie) lucha con sus inhibiciones y el hijo (Jocelyn) es dominado por la madre. Belmondo es divertido como el intruso grosero y escandalosamente desclasado que actúa como catalizador, incitando a padre e hija a un reconocimiento abierto de sus necesidades sexuales, pero parece provenir de otra película más abierta, en desacuerdo con el sutilmente detallado (y bellamente interpretado) retrato de represiones y malestares sociales. Vista a la luz de los trabajos posteriores de Chabrol, la película ha ganado considerablemente en importancia. La mejor de varias escenas impresionantes es el asesinato de la amante (Lualdi), una frágil muñeca de porcelana envuelta para regalo en una casa de estilo japonés. Glacial, casi serena en su inevitabilidad, esta escalofriante secuencia revela los primeros atisbos de la influencia de Fritz Lang que florecería más tarde en la obra de Chabrol. (TM en Time Out)

Una doble vida a menudo se olvida en las discusiones sobre los inicios de la carrera de Chabrol, tal vez porque es muy distinta de la sensación de tosquedad y de filmación en las calles de sus dos primeros largometrajes y de la estética igualmente de bajo coste de su magistral cuarta película, Les bones femmes. Esta película fue la primera producción de gran presupuesto de Chabrol, un tributo brillante y elegante a Hitchcock que, tonal y estilísticamente, se parece mucho más a las películas que haría a finales de los años 60 y 70 que al resto de sus primeros esfuerzos. Dejando a un lado su condición de caso atípico, À double tour es una película rica, fascinante y oscuramente divertida que, como gran parte de los mejores trabajos de Chabrol, es francamente salvaje en su sátira. (Only the cinema)

Estrenada en Estados Unidos como Leda en 1961, Variety calificó À double tour como una "elegante novela policíaca", con "buen trabajo de cámara y dirección astuta". Vista hoy, la cámara en picado y la excentricidad de los personajes de À double tour se hacen eco tanto de las películas más personales y obsesivas de Alfred Hitchcock como de los coloridos melodramas de los años 50 de Douglas Sirk. (Per-Olof Strandberg en DVDBeaver)

1959. El año del nacimiento de "la Nueva Ola". Claude Chabrol forma parte de esta generación de cineastas, de tono liberado y de experimentación visual. "Una doble vida" tiene en su germen lo que marcará el futuro de su cine, con una pintura vitriólica de la moral burguesa, un crimen escabroso y réplicas mordaces. Pero contiene demasiadas inconsistencias para reclamar algún interés. La primera parte, sobre el comportamiento social anticuado de esta familia provenzal, carece de profundidad y juega más bien con efectos teatrales que difícilmente son creíbles. Por otro lado, la fotografía es adecuada, con bellos planos exteriores, y la puesta en escena se adapta bien a los interiores. En cuanto a la segunda parte dedicada a la resolución del crimen, fracasa por falta de suspense. No me atrevo a imaginar lo que un guión más elaborado podría haber producido: Jean-Paul Belmondo, ya con el talante risueño, domina un reparto muy pálido, aparte quizás del personaje del hijo con complejo de Edipo. Olvidable. (Akamaru en Allociné)

Un pequeño Chabrol de los inicios que contiene las semillas del gran Chabrol por venir: ya tenemos un cuadro mordaz de costumbres en el interior de una familia burguesa de Aix en Provence y un crimen. Pero le falta profundidad en el tratamiento de los personajes y el guión, bastante descuidado, no deja lugar al suspense: todo está convenido, es predecible y carece de sutileza. El reparto es bastante flojo, los actores no son muy buenos, a excepción del descarado Belmondo, pero mal utilizado. Es símbolo de una película fallida, la presencia ensordecedora y casi permanente de una música pesada que no se impone en absoluto e intenta exagerar el drama o la emoción cuando la cámara no puede filmarlos. No deja de ser interesante, debe verse como un ejercicio de estilo al inicio de una carrera que nos parece prometedora. (Kinophil en Allociné)

À double tour en 1959, según algunos observadores, fue el toque de salida para el cine de Claude Chabrol y la Nueva Ola, claramente presente en los créditos. "Audaz", "manierista", "pesada", la película provocó un coro de insultos tras su estreno: sin embargo, sigue siendo bastante decisiva en la filmografía de un director que rápidamente fue tildado de entomólogo de la burguesía. Aquí y con frecuencia, no sólo revela los mecanismos de la alta sociedad, sino también la mezcla de toda la sociedad, escalonada, pervertida por todos lados, e intenta encontrar ahí un suplemento del alma a través de la belleza. (Ariane Beauvillard en Critikat)

Película estrenada en Madrid el 3 de septiembre de 1973 en el cine Galileo dentro del circuito de arte y ensayo.

Reparto: Jean-Paul Belmondo, Madeleine Robinson, Antonella Lualdi, Jacques Dacqmine, Jeanne Valérie, Bernadette Lafont, André Jocelyn.


martes, 9 de enero de 2024

Senderos de gloria (Paths of Glory, 1957). Stanley Kubrick


Primera Guerra Mundial (1914-1918). En 1916, en Francia, el general Boulard ordena la conquista de una inexpugnable posición alemana (el Hormiguero) y encarga esa misión al ambicioso general Mireau. El encargado de dirigir el ataque será el coronel Dax. La toma de la colina resulta un infierno, y el regimiento emprende la retirada hacia las trincheras. El alto mando militar, irritado por la derrota, decide imponer al regimiento un terrible castigo que sirva de ejemplo a los demás soldados.

Prácticamente, la película es el fallido ataque al “hormiguero” y los enfrentamientos verbales de los soldados, oficiales y jefes franceses. Kubrick cuida al máximo los detalles que marcan los dos mundos: el de los que mandan y el de los mandados. El campo de batalla, las trincheras, cubiertos de restos, con hombres aterrorizados, gritando y muriendo, de un lado. Y del otro, el exquisito ambiente del Castillo donde está instalado el Alto Mando. La demagogia es evidente, pero no por ello deja de ser eficaz, provocando una reacción en el espectador contra el mando militar, en el que el coronel Dax es la encarnación del jefe ideal, sereno, valiente y estrechamente identificado con sus hombres, y que por ello mismo es, al final, sacrificado. (Pedro Crespo en ABC del 20 de octubre de 1986)

El director esgrime hechos más que palabras, documenta con la maniática precisión que le es preverbial los gestos del ritual castrense —la visita de Mireau a las trincheras (en un “travelling” célebre), los pormenores del consejo de guerra, el ceremonial alucinante de la ejecución en los jardines de un hermoso palacio—para revelar su absurdo delirante. Parece, en suma, que Kubrick aprendió del Buñuel de “Tierra sin pan” que no hay arma agresiva tan poderosa como la frialdad documental. La retórica no asoma la nariz hasta el último momento, cuando los soldados franceses corean la canción torpe de la prisionera alemana (de la cual pretendían burlarse), puesta sin duda para devolver la fe en la humanidad al público, al protagonista y tal vez al mismo director. (José Luis Guarner en La Vanguardia del 22 de octubre de 1986) 

Título clave dentro del cine antimilitarista, en el que se ilustra un supuesto episodio de la Primera Guerra Mundial, extraído de un relato de Humphrey Cobb. En una línea similar a "Rey y patria", de Joseph Losey, se dedica a diseccionar los valores que conforman la mentalidad castrense, desvelando su carácter irracional. Todo ello se consigue a través de una narrativa que combina el sentido de la tensión con una generosa emotividad. (Fotogramas)

En uno de sus trabajos más redondos, Stanley Kubrick reconstruye un oscuro episodio real, recogido en una novela de Humphrey Cobb. Prohibida por el gobierno francés de la época, realiza un sentido alegato contra los horrores de la guerra, al tiempo que reflexiona sobre el idealismo, la justicia, la insubordinación y el valor de la vida humana. (Decine21)

Es imposible ver ‘Senderos de gloria’ y que algo no se altere por dentro de uno. Remueve conciencias y estampa la verdad en la cara sin concesiones ni florituras de ningún tipo. Kubrick siempre declaró que era una película que hablaba de sentimientos y ésa es precisamente una de sus virtudes. Cine visceral en forma y contenido salido del fondo del alma. Puede que el término “obra maestra” se use a veces con demasiada alegría, pero en el caso de ‘Senderos de gloria’ creo que esas palabras se quedan cortas. (Alberto Abuín en Espinof)

"Paths of Glory" fue la película con la que Stanley Kubrick entró en las filas de los grandes directores para no abandonarlas jamás. Cuando entrevisté a Kirk Douglas en 1969, la recordó como la cumbre de su carrera como actor: "Hay una película que siempre será buena en los años venideros. No tengo que esperar 50 años para saberlo; lo sé ahora".Tiene una economía de expresión que es casi brutal; es una de las pocas películas narrativas en las que se siente la ira al contarla. Samuel Fuller, que luchó en la Segunda Guerra Mundial, la recordó en "The Big Red One" con nostalgia por la camaradería de su unidad. No hay nostalgia en "Paths of Glory". Sólo pesadilla. (Roger Ebert)

En cuanto al significado de la película, llega a un punto no concluyente. Su demostración de la injusticia es como una muestra dentro de una botella en un museo médico. Es grotesca, espantosa, nauseabunda, pero tan enmarcada y aislada que, cuando sales, te quedas con la sensación de que sólo has sido testigo de un incidente horriblemente extraño. (Bosley Crowther en The New York Times del 26 de diciembre de 1957)

Esta obra maestra todavía tiene un gran impacto, aunque nada en ella es tan simple como puede parecer a primera vista; el público todavía está discutiendo sobre la secuencia final, que se ha caracterizado por ser de todo, desde una evasión sentimental hasta el giro cínico definitivo. (Jonathan Rosenbaum)

Si bien el tema está bien manejado y representado en una serie de caracterizaciones sobresalientes, parece anticuado y resulta sombrío en la pantalla. (Variety)

Kubrick nos ofrece sólo una escena de batalla, y es sombría. La mayor parte de la película trata sobre las diferencias de clase entre los oficiales, que trabajan en un espléndido castillo, y los hombres insomnes, cubiertos de barro. La retórica sardónica puede ser un poco pesada a veces, pero la película es contundente y desdeñosamente brillante. (David Denby en The New Yorker)

Recordaremos (…) una bonita simplificación del trazo y sobre todo un cierto ritmo martilleado muy atractivo, una velocidad frenética y, reconozcámoslo, un aliento cinematográfico. (R.L. en Cahiers du Cinemá n° 82 de abril de 1958)

Pintura exacta de la vida en las trincheras, servida por un estilo incisivo y nervioso. (Fréderic Vitoux en Positif nº 143 de octubre de 1972)

La fascinación de Kubrick por la capacidad del individuo o de sus instituciones para provocar, a través de sus errores, la ruina de éstas, difícilmente podría encontrar un objetivo mejor que el ejército. (Benoit Smith en Critikat.com)

Película estrenada en Madrid el 13 de octubre de 1986 en los cines Roxy A y Renoir; en Barcelona, el 15 de octubre de 1986 en los cines Alcázar y París. 

Reparto: Kirk Douglas, Ralph Meeker, Adolphe Menjou, George MacReady, Wayne Morris, Richard Anderson, Joe Turkel, Timothy Carey, Christiane Harlan.

jueves, 4 de enero de 2024

El discurso del rey (The King's Speech, 2010). Tom Hooper


El duque de York se convirtió en rey de Inglaterra con el nombre de Jorge VI (1936-1952), tras la abdicación de su hermano mayor, Eduardo VIII. Su tartamudez, que constituía un gran inconveniente para el ejercicio de sus funciones, lo llevó a buscar la ayuda de Lionel Logue, un experto logopeda que intentó, empleando una serie de técnicas poco ortodoxas, eliminar este defecto en el habla del monarca.

Más que insistir en lo bien que viste y peina estas películas sobre su monarquía el cine británico, habría que fijar una vez más la condición il·lusionista de cualquier gran cine, pues nadie como él te invita a mirar la mano que no es. “El discurso del rey” está magníficamente vestido y peinado para un grandioso número de prestidigitación: la forma y no el fondo del discurso. El director, Tom Hooper, consigue que su película traslade de una mano a otra el interés de la historia, o mejor dicho, de la Historia... la intriga, el drama, la angustia no estarà en el significado de las palabras de ese crucial discurso (...), sino, sencillamente, en si pudo o no decirlo sin tartamudear. El tránsito de lo esencial a lo circunstancial hecho arte. (E. Rodríguez Marchante en ABC del 22 de octubre de 2010)

Una película sólida, de momentos excelsos, que descansa en los hombros, los gestos y el alma que mira para dentro de Colin Firth. Un filme que trascurre entre pasillos, túneles y rincones oscuros, como los momentos que vivía entonces Gran Bretaña. Una película soberanamente monárquica. (Salvador Llopart en La Vanguardia del 22 de octubre de 2010)

Brillante ejercicio de solemnidad, cercanía y emotividad flemática británica, 'El discurso del Rey' (ejemplo del inimitable regio cine inglés) aprovecha una de esas anécdotas de la Historia real, en su doble significado, para engalanar el estilo de Alexander Korda y sus bambalinas monárquicas, mezclarlo con el academicismo clasicón de la lucha (entendimiento) de clases del 'Pygmalion' de George Bernard Shaw, y la pompa y circunstancia de Anthony Asquith. (Fausto Fernández en Fotogramas)

El producto está muy medido, y hay momentos propicios para todo tipo de expresiones emocionales aunque elude, con acierto, las más bajas formas del melodrama gracias a la solemnidad de su propuesta. Solidez, armonía. Pero quizá habría necesitado de un poco más de nervio, de riesgo. (Israel Paredes en Sensacine)

El discurso del rey es todo lo que debería ser una buena película. Cuando expire el tiempo de proyección de dos horas, muchos desearán que hubiera más minutos. Con su drama engañosamente complejo, dirección hábil, guión pulido y actuación de primer nivel, El discurso del rey ilustra con el ejemplo cuán decepcionantemente deficientes han sido tantos posibles dramas recientes. Esta es una historia profundamente humana que toca el corazón e inspira a la audiencia no sólo en relación con los personajes y sus circunstancias, sino también como un recordatorio de que, en el lúgubre caos de la mediocridad de 2010, una película como ésta todavía puede llegar a los cines. (James Berardinelli en Reel Views)

El director Tom Hooper toma una decisión interesante con sus decorados y efectos visuales. La película está rodada principalmente en interiores, y la mayoría de esos espacios son largos y estrechos. Esto es inusual en los dramas históricos, que enfatizan la amplitud y la majestuosidad, etc. Aquí tenemos largos pasillos, una profunda y estrecha sala de control principal de la BBC, salas que parecen peculiarmente oblongas. Sospecho que puede estar evocando las estrechas y apretadas paredes de la garganta de Albert mientras lucha por pronunciar las palabras. (Roger Ebert)

Esta es una película de momentos pequeños, precisos y perfectamente juzgados: si bien el trasfondo histórico fácilmente podría haber dado lugar a una exageración épica y un melodrama angustioso, la decisión del guionista Seidler y el director Hooper de centrar su atención en los personajes y en sus relaciones e inseguridades, hace que El discurso del rey resulte un film íntimo y totalmente convincente. Al estructurar la trama como una película de deportes, con el Jorge VI de Firth como el valiente novato empujado de mala gana al ring y el Lionel Logue de Rush como el entrenador inconformista que lo convence para que se suba a éste, el realizador y el guionista presionan todos los botones emocionales y edificantes a los que responde el público. (Dave Calhoun en Time Out)

En el género de las máquinas de los Oscar, "El discurso del rey" destaca por el academicismo de su trabajo de reconstrucción histórica, su intriga para desmayar a los presentadores de la Gala (...) y su reparto fuertemente teatral. Sin embargo, es a todos estos elementos a los que la película debe su mínimo indispensable. (Vincent Malausa en Cahiers du Cinéma)

La elegancia clásica de la puesta en escena y la atención al detalle en las escenas de masas demuestran el mismo tipo de ósmosis que se crea entre el casting, el director y el personal técnico que pudimos ver en "Capote" de Bennett Miller, por ejemplo. (Didier Péron en Libération)

Esta historia es un cuento de hadas para adultos y no es necesario creerlo para disfrutarlo. (Thomas Sotinel en Le Monde)

Tiene lo que constituye la esencia del espectáculo: la originalidad, la inteligencia y el humor excepcionalmente estimulante del guión. (Bernard Achour en Première)

Película estrenada en España el 22 de octubre de 2010.

Reparto: Colin Firth, Geoffrey Rush, Helena Bonham Carter, Michael Gambon, Guy Pearce, Timothy Spall, Derek Jacobi, Jennifer Ehle, Claire Bloom.