Luna de Avellaneda, un club de barrio que vivió en el pasado una época de esplendor, está atravesando una crisis que pone en peligro su existencia. Al parecer, la única salida posible es que se convierta en un Casino, pero esto se aparta de los ideales y de los fines para los que fue fundado en los años 40: un club social, deportivo y cultural. Los descendientes de los fundadores se debatirán entre la posibilidad de salvarse a cualquier precio o conservar el espíritu original del club.
Total, que «Luna de Avellaneda» tiene casi los mismos ingredientes que la inolvidable «El hijo de la novia». No viene, como aquélla, envuelta de sorpresa y tal vez eso le quite algo de sal y pimienta, tal vez pese lo previsto o la intuición de la fórmula. Pero hay que reconocerle a Campanella lo bien que ejecuta la pirueta y lo que entretiene y emociona con ella. (E. Rodríguez Marchante en ABC del 5 de noviembre de 2004)
Campanella compone un filme directo y convincente, tal vez
un poco demasiado volcado a la verbosidad (se habla mucho aquí, y no siempre es
necesario decir tanto), y con el norte claro: llegar a un público amplio y
entregado. (Casimiro Torreiro en El País del 5 de noviembre de 2004)
Podría objetarse que su dilatado metraje debía haber sido rasurado en la sala de montaje. Pero ocurre que esta película, con momentos magistrales (y actores en estado de gracia: Darín, Eduardo Blanco, Mercedes Morán, Valeria Bertuccelli), retiene al espectador desde su primer fotograma, dejándole la huella indeleble de un cine real y complejo. Como la vida misma. (Lluís Bonet Mojica en La Vanguardia del 7 de noviembre de 2004)
Luna de Avellaneda es, a las clases populares, lo que El hijo de la novia fue a esa depauperada clase media que tan caro ha pagado el invencible derrumbe de su universo. Ahora, los límites de la ficción no se centran tanto en una familia, sino en una institución recreativa, la que da título al film, y en un barrio, Avellaneda, otrora vinculado a la riqueza agroexportadora del país. Aunque los ingredientes son los mismos: una excelente construcción de personajes, el ojo certero para la descripción social, la honestidad de no plantearle al espectador soluciones imposibles. También vuelve a estar aquí Ricardo Darín, que tan bien se mueve con personajes entre derrotados y portadores de esperanzas, desarbolados por la vida pero no dispuestos a hacer demagogia con sus debilidades. A él, y al resto de su portentoso elenco de actores, debe el film su tersa honestidad, su capacidad de diagnóstico, su desarmante y, por una vez, conmovedora sentimentalidad. (Mirito Torreiro en Fotogramas)
Realizada en 2004, 'Luna de Avellaneda' parte de ciertos componentes del neorrealismo, del cine popular argentino y de las comedias italianas de los cincuenta para trazar el retrato tragicómico de los personajes que se mueven por un club social, cultural y deportivo situado en una encrucijada tras varias décadas de esplendor. El club en cuestión, frecuentado por personajes entrañables según el estilo de Campanella, sirve por supuesto para una reflexión entre conservadora y melancólica sobre la Argentina del momento en que se rodó el filme, recién salida de los espasmos económicos del corralito. (Quim Casas en Sensacine)
La película tiene un grave problema de narración. Quiere ser una historia colectiva de personajes perdidos o en crisis unida a otra historia, la de la crisis del centro recreativo. Lo que ocurre es que ambas propuestas nunca se relacionan, cada una va por su lado, y las crisis de los personajes más que existir para el espectador o descubrirse en las escenas, se da en unas historias excesivamente fraccionadas o hechas a jirones... (Adolfo Bellido en Encadenados)
El gran pero está en un guión descompensado, reiterativo, meloso y discursivo, que tiene muchos problemas para terminar. La idea original no está nada mal, aunque empiece a cansar ese recurso tan argentino de trabajar en función de una localización (en este caso, el club social). Cansa también la autocomplacencia de buena parte del cine argentino, que no cesa de lamerse las heridas provocadas por la indolencia -y la corrupción en algunos casos- de unas elites que han permitido que el país naufrague. (Alberto Fijo en Aceprensa)
Película estrenada en España el 5 de noviembre de 2004.
Reparto: Ricardo Darín, Mercedes Morán, Eduardo Blanco, Valeria Bertuccelli, Silvia Kutica, Daniel Fanego, José Luis López Vázquez.
Grandes interpretaciones de Ricardo Darin y de Mercedes Moran.
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