jueves, 21 de octubre de 2021

Lola (1981). Rainer Werner Fassbinder

 

Lola, una cantante de cabaret, seduce al señor von Bohm, un delegado de urbanismo. Al honrado funcionario se le plantea un grave conflicto moral cuando descubre que el cabaret es la tapadera de un burdel y las cantantes, prostitutas. Se inspira en 'El ángel azul' de Josef von Sternberg y forma parte de la trilogía de Fassbinder sobre la Alemania de la posguerra junto con 'El matrimonio de Maria Braun' y 'La ansiedad de Veronika Voss'.

La  tesis  fassbinderiana  resulta  clara,  pero no  por   ello  es   menos   pedante.  Y   menos plúmbea  la  película  en  que  está  contenida. Fassbinder   usa  y  abusa  del  melodrama. Desde  unos  planteamientos  crudamente  realistas,  hipernaturalistas  si  se  quiere,  para  llegar  a  conclusiones  que  quieren  ser  tremendas, y  aún  tremendistas,  y  que  suelen  ser simplemente patéticas. (...) Pero  su  peor  defecto  reside  en  el  aburrimiento  que  despierta,  en  su  pesadez  expositiva,  en el  derroche  de  celuloide  y  de  luces y efectos  cromáticos,  que  representa.  El  extraño  encanto  que  se  desprende  de  algunes producciones   fassbinderianas   apenasse muestra en un  par  de  secuencias.  El resto es sainete  melodramático  reiterado  hasta  la exageración y el abandono. (Pedro Crespo en ABC del 19 de diciembre de 1981)

Las intenciones básicas de Fassbinder son, pues, obvias. Trata, sin embargo, de complicarlas haciendo coincidir en la narración distintos estilos, desde el melodrama a la comedia, desde la fantasía inverosimil de la iluminación y el colorido (en bofetadas de azules, rosas y verdes) a la necesaria y rígida crónica social: sus pretensiones se hacen así más amplias, abriendo la película a reflexiones distintas: la política es, desde luego, la inmediata, pero la que puede derivarse del amor que viven los personajes principales conecta con citras películas suyas en la misma consideración pesimista sobre la ausencia de libertad en el amor y la mezquindad del ser humano. El problema de Lola es que esas nuevas consideraciones no tienen un desarrollo dramático suficiente, quedando sólo apuntadas, desdibujadas. (Diego Galán en El País del 23 de diciembre de 1981)

Como bazas de esta producción hemos de situar la elección de los intérpretes, operación en la que Fassbinder suele mostrarse maestro. Espléndida Barbara Sukowa como Lola, en un papel por completo opuesto al de Las hermanas alemanas, horrible título español de la película de Margarethe von Trotta, Die Bleierne Zeit. Barbara era Marianne, la terrorista. En Lola, despliega un erotismo persuasivo y se erige en la primera figura del retablo descrito con brillantez y colorido por Fassbinder. Unas imágenes sugerentes, una verdadera creación en el montaje de interiores —juego de luces subrayando el cinismo que gobierna el microcosmos de Schuckert—, expresividad en los personajes, que en ciertos momentos bordean la caricatura. La ironía es una de las claves de interpretación del relato y el puente que soslaya las tentaciones de teatralidad del realizador germano. (Ángeles Masó en La Vanguardia del 16 de enero de 1982)

Una narración maravillosamente directa presentada en llamativos colores primarios. Esta actualización discursiva de El ángel azul sitúa a Lola (Sukowa) y al comisionado de urbanismo que se enamora locamente de ella (Mueller-Stahl) como barómetros de la la bancarrota moral en el corazón del "milagro económico" de la postguerra alemana. Lola (propiedad, como la mayor parte de la ciudad, del especulador Mario Adorf) se desliza sinuosamente a través de la corrupción cívica de la época, acumulando suficiente crédito manipulador para comprar su parte del status quo, ahuyentando las sombras de idealismo con la más antigua de las monedas. Los negocios de siempre. Las metáforas de la prostitución provienen sin diluir de los primeros Godard; las imágenes, de los magníficos melodramas de Sirk y Minnelli; las provocaciones son todas de Fassbinder. (Time Out)

"Lola" es una sátira amarga, enérgica, a veces conmovedora, sobre el "milagro" económico de Alemania Occidental de los años 50. (Vincent Canby en The New York Times del 4 de agosto de 1982)

La nada del período tardío de Fassbinder, aparentemente sin energía y pasión, y todavía parloteando sobre el horrible pasado de su nación. Verdaderamente godardiano en la configuración, hasta en los esquemas de colores, ya que las personas simplemente representan a ideas actuando como metáforas, y el guión impasible nunca se ocupa de la trama o el conflicto y no se molesta en el drama en lo más mínimo. Las mujeres son, de nuevo, objetos para ser golpeados o comprados y vendidos, y los hombres son los únicos que compiten. (Cinematic Threads)

Sin duda, una interpretación de “Lola” es obvia. Describe la década de 1950 en la República Federal de Alemania como una época en la que se unieron la corrupción, la estrechez de las pequeñas ciudades y los negocios sin escrúpulos. Sin embargo, si se revisa la película más de cerca, primero se notará cómo Fassbinder agrupa a las personas, cómo disuelve la historia y que, en realidad, no está tan interesado en la cuestión de la corrupción y el nepotismo, sino en cómo surgieron, todo en un sentido más amplio: cómo después de 1949 fue posible el llamado "milagro económico alemán" en tan poco espacio de tiempo. (Ulrich Behrens)

Lola es una película política, sin duda, es también una forma de pastiche de los grandes melodramas (los guiños a Sirk, en concreto con la entrega de la televisión) más brillantes, incluso kitsch, pero de un kitsch asumido. Fassbinder glorifica el exceso (de colores, luces, sensaciones, sonidos) mezclando temas esperados a su manera, es decir, espejos, sobreencuadres escondidos en el encuadre, trazados circulares, todo su arsenal. Que es a la vez firma y visión, una forma de entender el mundo de las apariencias, el encubrimiento y el encierro. También desliza alusiones a otras películas: así, la falsa persiana viene de La ruleta china, como los muñecos; los créditos y la madre viuda de El matrimonio de Maria Braun. En cuanto a la última oración, "Soy feliz", recuerda al rótulo inicial de Todos los demás se llama Ali. Unidad y coherencia de una obra mayor, que encuentra en Lola una de sus encarnaciones más consumadas e intransigentes. (François Bonini en À voir, à lire)

Lola es juzgada, algo injustamente, como una película de segunda categoría en la filmografía del director: la crítica la ha obviado un tanto, quizás incluso animada por las palabras del propio director, que declaró que "Lola no es una película indispensable". En realidad, Lola es la reflexión sobre demasiados aspectos podridos de la vida en la Alemania Occidental de la década de 1950, en la que se destaca sin descanso la combinación de sexo y dinero, con una lectura dramática pero también humorística, que representaría el verdadero motor de una sociedad más que nunca en manos de Schuckert, una metáfora de la clase de potentados económicos de la época. (Rive Gauche)

Película estrenada en Madrid el 18 de diciembre de 1981 en el cine Alphaville 1; en Barcelona, el 15 de enero de 1982 en el cine Maldà.

Reparto: Barbara Sukowa, Armin Mueller-Stahl, Mario Adorf, Mathias Fuchs, Helga Federssen, Karin Baal, Ivan Desny, Hark Böhm.


1 comentario:

  1. Un repaso a la Alemania de posguerra bajo la particular mirada de Fassbinder. Yo pienso que no está tan mal como dicen algunos.

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