miércoles, 14 de julio de 2021

Las raíces del cielo (The Roots of Heaven, 1958). John Huston

 

El aventurero Morel llega al Africa Ecuatorial Francesa para emprender una campaña contra el exterminio de los elefantes, amenazados por las leyes del progreso. Tras pasar por la ignominia de los campos de concentración nazis, la defensa del elefante es, en Morel, un símbolo de la nobleza perdida, de la preservación de la dignidad del hombre y de su derecho a ser libre. Traicionado por unos y apoyado por otros, acusado de misántropo y de nihilista, Morel no duda en recurrir a las armas para luchar contra la barbarie y la crueldad en una región asediada por la demagogia nacionalista y el odio racial.

"Las  raíces  del  cielo"  es una  película"antisafari".  Se  desprende  con  vaguedad de  sus imágenes  un  cierto  sentido  literario  que si en la novela  tuvo  necesariamente  propósitos  de  nobilísima  intención, apenas  se sienten  en la labor  de  Huston allá  muy detrás  del sencillo  correr  de las secuencias.  "Las raíces  del  cielo"  es  otra más  en el número  ya  crecido  de las películas   africanas   que  nos  han  acercado tantas  veces  los  inmensos  parques  ecuatoriales y su  fauna   innumerable. (...) Si Las raíces del cielo no entra en ese raro  cupo  de  obras  excepcionales, sirve,  no  obstante,  con interés y con encanto  para  el  viaje. (G.E. en ABC del 30 de junio de 1965)

Adaptación de una novela de Romain Gary, donde la aventura tiene una dimensión tanto existencial como ecológica. Huston no llegó a identificarse con lo narrado, lo cual se pone en evidencia en unos resultados algo desangelados. Algunos momentos de rara intensidad salvan el conjunto de caer en el tedio. (Fotogramas)

Con una magnífica fotografía de Oswald Morris, que capta y utiliza a la perfección la fogosa luminosidad y los entornos semidesérticos y tenuemente verdes y boscosos del Sahel, el desarrollo del guión es tal vez el punto más flaco de una película que, una vez situada, va perdiendo poco a poco el interés de la acción y centrándose en el interior de los personajes, más preocupada por ellos y por su futuro que por el hilo argumental en sí, si es que puede hablarse de cosas distintas. Porque Huston, en su lucha imposible, en su causa perdida, no ve otra cosa que el interior de sus personajes, de él mismo, de todos nosotros. (39 escalones)

¿Qué falla entonces en The Roots of Heaven? ¿Por qué no es la gran película que pudo haber sido? Es difícil precisarlo, pues la película se deja ver con agrado, pero no es la obra maestra que sus mimbres deberían haberle permitido ser. El cine tiene estas cosas, a veces de la adversidad florecen obras de arte y otras veces, cuando el viento sopla de cara y todo son ventajas, las bisagras chirrían, el motor gotea, la maquinaria se traba y el artefacto no llega a funcionar como debiera. (Diego Moldes)

El juego entre el antiestrellato que se desprende del reparto se funde con la historia idealista que narra en un diálogo de perdedores, fanatismo, cruzadas imposibles y el constante contraste entre la serenidad del paisaje y el sonido de la selva. Un filme irregular, quizás excedido de metraje, rodado en Chad, donde el protagonismo de las especies animales, en particular del paquidermo, donde destaca ese magma adherido al universo de Huston: los perdedores y desarraigados; la resistencia; la sombra de la muerte; el espíritu libre, la dignidad, la integridad y la masculinidad. (Guillermo Balbona en El Correo)

The Roots of Heaven tiene aspectos pictóricos sorprendentes, algunas actuaciones emocionantes y construye un clímax palpitante de tensión absorbente. Desafortunadamente, casi todos estos factores positivos se encuentran en la segunda mitad de la película. (Variety)

Si bien el guión de Romain Gary y Patrick Leigh-Fermor, basado en el libro del mismo Gary, podría ser más firme y menos elaborado y locuaz en algunos puntos, está plagado de incidentes dramáticos que se acumulan y funcionan extremadamente bien, Bajo la fina dirección de John Huston , la acción avanza con un estilo espléndido. Más llamativa es la rica producción que ha organizado Darryl F. Zanuck. Hay un exceso de riqueza, en lo que a rasgos pictóricos se refiere.(...) Así y todo, los símbolos son endebles y las ideas nunca se afirman. No hay ninguna implicación dramática real, excepto que el asunto de los elefantes ha terminado, y las actuaciones, contundentes en los primeros dos tercios de la película, se vuelven progresivamente tontas hacia el final. (Bosley Crowther en The New York Times del 16 de octubre de 1958)

Adaptación de la bellísima novela de Romain Gary cuyo guión, coescrito por el propio autor, opta por no seguir el verdadero acertijo cronológico que es el libro adoptando una narración lineal; lo cual quizás no sea lo peor pero, a pesar de todo, la historia está lejos de lograr subrayar tan magníficamente como la novela que la salvaguarda de los elefantes va mucho más allá de la simple protección de estos nobles paquidermos ... En cuanto a la elección del director, nótese la ironía de que Huston tuvo como obsesión matar a un elefante durante el rodaje de La reina de Africa  (por suerte tuvo la inteligencia de renunciar a cometer este despreciable acto). John Huston, como es él, filma el conjunto sin genio pero sabiendo aprovechar bien la belleza de la sabana africana. Para el elenco, no sé quién tuvo la idea de contratar a Trevor Howard y Juliette Gréco, pero ciertamente estuvo lejos de ser la mejor elección para los papeles que interpretan (Gérard Philippe ciertamente habría sido perfecto para el protagonista de la película). Por otro lado, Errol Flynn, con su rostro desfigurado por los excesos y en el ocaso de su carrera y  de su vida tan aventurera, ilustra la idea que tenemos de su personaje. Una transposición que guarda algunos momentos hermosos pero que, lamentablemente, es demasiado inestable para convencer. (Plume231 en Allociné)

Película estrenada en Madrid el 28 de junio de 1965 en los cines Imperial y Fuencarral; en Barcelona, el 28 de febrero de 1966 en el cine Regio Palace.

Reparto: Errol Flynn, Juliette Greco, Trevor Howard, Eddie Albert, Orson Welles, Paul Lukas, Herbert Lom, Grégoire Aslan, Friedrich von Ledebur, Edric Connor.

1 comentario:

  1. Un magnífico plantel (y no me refiero únicamente a los intérpretes), pero, al final, las cosas tampoco acabaron de salir del todo bien.

    ResponderEliminar