martes, 25 de febrero de 2025

Felices Pascuas (1954). Juan Antonio Bardem

Pilar (Julia Martínez) y Juan (Bernard Lajarrige) constituyen un feliz matrimonio, aunque sin mucho dinero. Un día deciden jugar a la Lotería de Navidad. Pilar, con el dinero destinado a los décimos de lotería, adquiere participaciones para la rifa de un cordero. Pilar gana el sorteo, pero cuando ya han decidido comérselo en Nochebuena, se dan cuenta de que tanto los niños como ellos se han encariñado con el animal, al que le han puesto el nombre de Bolita.

Una comedia ligera, intencionada, llena de finísimo humor, contada con despreocupada soltura, con gracia indiscutible, que nunca, ni en un solo instante cae en lo chabacano, ni en lo vulgar. La cinta cuadra a las fechas en que se ofrece a nuestros espectadores, pues es un cuento de Navidad, un cuento actual, divertido y chispeante, burlón, travieso, con escenas y situaciones cargadas de agudeza y unos fondos del Madrid de hoy y de ayer, perfectamente elocuentes. Toda la cinta tiene un ritmo animado, es vivaz, llena de incidentes inesperados, y la ambientación es muy inteligente. (Donald en ABC del 15 de diciembre de 1954)

Una fábula navideña, inscrita dentro de una tradición vagamente neorrealista, cuyas posibilidades críticas se diluyen dentro de un desarrollo tirando a sainetesco. Si en algún momento consigue transmitir vida propia a personajes y situaciones, en general adolece de un excesivo conformismo, resultando un producto tan agradable como inofensivo. (Fotogramas)

El guión de Felices Pascuas, debido a Dibildos, Paso y Bardem, no acaba de convencer. La obra, dirigida por Bardem, arranca con promesa de gran película para caer después en una reiteración de situaciones que en nada favorecen el interés de la narración. Tal irregularidad en el desarrollo afecta a las posibilidades expresivas que en algún momento resultan poco eficaces. Al lado de cosas vulgares, despunta en algún momento la demostración de la inquietud de un realizador tan dotado como lo es Bardem. (...) No acertamos a comprender por qué Bardem no ha querido ahondar en un tema que le hubiera podido proporcionar un éxito importante. (Fernando Méndez-Leite en Historia del cine español)

En la película podemos encontrar dos estilos claramente diferenciados: por un lado una inocente comedia familiar moralizante y por otro, una crítica a la sociedad española de aquella época, aunque sin profundizar tanto como creo que a Bardem le hubiese gustado. Por ser el primer estilo más pronunciado que el segundo, debe ser que la censura de aquella época no se dio cuenta del segundo, pese a que en el villancico de los títulos de crédito oímos una estrofa que dice «Viva el productor, viva la censura, viva el sindicato, viva el señor cura», o que en una de las primeras escenas de la película, el protagonista, tras despedirse de su trabajo, le suelte a su ex jefe un «¡Viva la libertad!». (Carlos J. Rodríguez en La abadía de Berzano)

Es la dimensión social del filme la que permite acercarse a él con interés, la realidad de un Madrid de extrarradios y descampados, de vías de tren, mataderos en las afueras, barriadas de casas humildes y ropa tendida de balcón a balcón, barracones de madera podrida y desgastada, caminos sin asfaltar, colinas de escombros y matojos, aromas a cocido, partidos de fútbol en explanadas pedregosas con porterías de maderos, precariedad, hambre, privaciones e incertidumbre por el futuro. (39escalones)

Película estrenada en Madrid el 13 de diciembre de 1954 en los cines Paz y Calatravas.

Reparto: Julita Martínez, Bernard Lajarrige, Pilar Sanclemente, Carlos Goyanes, Manuel Alexandre, Beni Deus, Rafael Bardem, José Luis López Vázquez.

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