Una puritana institutriz es contratada para hacerse cargo de la educación de dos niños huérfanos que viven en una apartada mansión rural. Pronto empieza a sospechar que los antiguos criados, muertos hace tiempo, ejercen todavía una perniciosa influencia en la vida de los niños. Basada en la novela de Henry James "Otra vuelta de tuerca".
El director ha reunido toda la extensa gama de maneras del “suspense”
y la ha dosificado sabiamente a lo largo de la cinta, aunque algunas veces ha
cargado la mano en demasía, lo que le ha costado producir en el público, en
varias ocasiones, un efecto contrario al que buscaba. No obstante, su intento
ha salido triunfante; logra sobrecoger al espectador, aunque fracasa en su
ambición de producir alucinaciones. Ayudan a aconseguir este clima perfectos
efectos sonoros, una fotografía muy adecuada, una ambientación perfecta, un
decorosa dirección y, esto es lo más importante, la extraordinaria interpretación
de Deborah Kerr. (Manuel Adrio en ABC del 4 de octubre de 1963)
Esta película tiene como primer objetivo mantener al
espectador a lo largo de su proyección en un permanente estado de desasosiego e
inquietud. Y no hay duda de que lo consigue, por lo menos, con gran parte de
los que la presencian. Ahora bien, la inquietud buscada se trueca en
desconcierto, porque en la pantalla suceden tantas cosas “insólitas” y las explicaciones
sobre las mismas se dan de un modo tan parcial, que la comprensión se queda en
perplejidad. (...) Justo es reconocer que Jack Clayton ha sabido traducir
eficazmente en imágenes la siniestra fábula, si bien hace uso y abuso de los
clásicos recursos del cine terrorífico... (J. Pedret Muntañola en La Vanguardia
del 13 de octubre de 1963)
El señor Clayton y la señorita Kerr no han sabido interpretar la historia y los personajes con la suficiente incisividad y franqueza como para ofrecernos una película psicológica o de terror de primera categoría, pero sí nos han ofrecido una que sigue siendo interesante y que provoca unos escalofríos formidables. (Bosley Crowther en The New York Times del 26 de diciembre de 1961)
Una adaptación espeluznante de Otra vuelta de tuerca, de Henry James, en la que Deborah Kerr, la quintaesencia de la represión inglesa encorsetada, encarna a una institutriz contratada para cuidar de dos niños aparentemente dulces en una finca aislada en el campo. Filmada con una brillantez luminosa por el director de fotografía Freddie Francis, The Innocents es la apoteosis del terror británico de la vieja escuela (al que se hace referencia con cariño en Los otros, de Alejandro Amenábar). Como historia de fantasmas, funciona a la perfección (tanto por su moderación como por cualquier otra cosa), aunque eluda educadamente gran parte de los matices sexuales de la historia original. (Andrew Pulver en The Guardian)
No hay tácticas impactantes, sólo la cuidadosa creación de una atmósfera siniestra a través de la decoración, el inquietante trabajo de cámara de Freddie Francis y una actuación evocadora. Kerr, en particular, es excelente. (Geoff Andrew en Time Out)
Lejos del delirio barroco y espectacular de las producciones de la Hammer del mismo período, todo confluye para hacer de estos Inocentes la cumbre del cine de terror gótico y psicológico. La película de Clayton podría sin duda representar la quintaesencia de la fantasía en el cine. Rica, compleja, de una inventiva formal excepcional y habiendo inspirado a generaciones de cineastas del género (pensemos en la bella película Los otros de Alejandro Aménabar), The Innocents no ha terminado de fascinarnos con su belleza secreta y venenosa y su atmósfera turbada y perturbadora. ¡En definitiva, una gran película que hay que redescubrir urgentemente! (Maxime Iffour en DVD Classik)
Lo que hace que The Innocents sea inolvidable es que consigue crear una atmósfera angustiosa sin contener la más mínima imagen impactante. Los "fantasmas" de los sirvientes aparecen sólo muy brevemente y sólo en la distancia, con la única excepción del rostro de Peter Quint detrás de una ventana, durante una noche tormentosa. Aunque hay algunos ruidos perturbadores en la casa (o en la cabeza de la señorita Giddens), nos ahorramos todos los grandes golpes de efecto de tres al cuarto que nos hacen saltar. El silencio de la gran casa victoriana sólo se ve perturbado por algunos crujidos en la estructura del tejado, el silbido del viento, el crepitar de la lluvia y el cautivador acompañamiento musical compuesto por Georges Auric. (Philippe Gautreau en DVDFr.com)
La belleza de la película reside en su capacidad (y voluntad) de mantener la duda hasta el final, de mantener las posibilidades de interpretación (hasta la irrupción final de lo fantástico cuando la hipótesis psicológica había ganado terreno) sin que ninguna pista contradiga fundamentalmente a la otra. Y sea cual sea el camino elegido, el mundo de los niños parece inexorablemente contaminado por el de los adultos. (Je m'attarde)
Película estrenada en Madrid el 3 de octubre de 1963 en el cine Gran Vía; en Barcelona, el 10 de octubre de 1963 en los cines Alexandra y Atlanta.
Reparto: Deborah Kerr, Peter Wyngarde, Megs Jenkins, Pamela Franklin, Martin Stephens, Michael Redgrave.
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