miércoles, 27 de diciembre de 2023

Un paseo por el bosque (A Walk in the Woods, 2015). Ken Kwapis


Tras pasar dos décadas en Inglaterra, Bill Bryson (Robert Redford) regresa a los Estados Unidos con el fin de emprender la gran aventura de su vida: escalar los Apalaches, atravesando algunos de los paisajes más bellos del continente. En este viaje cuenta con la ayuda de un viejo amigo (Nick Nolte), que es el único loco dispuesto a acompañarlo. El único problema es que tienen una idea muy distinta de lo que significa "aventura". Adaptación de las memorias de Bryson, un conocido escritor de libros de viajes.

Como Redford es muy listo, se hace acompanyar para ese viaje de otro actor, su réplica en un espejo deformante, personaje magnifico que interpreta Nick Nolte, con lo que la aventura senderista adquiere el color de la comedia y los tintes del esperpento. (...) No hay más en la película, ese resuello de dos hombres de edad provecta mientras repasan lo que han sido y lo que no. (...) El director es Ken Kwapis, cuya tarea consiste en seguir a estos dos tipus que llevan ya el papel de cualquier personaje escrito en la cara –en especial Nolte, que la conserva en toda su degradación-, y que sólo tiene que estar allí, filmando, cuando ellos digan algo. (Oti Rodríguez Marchante en ABC del 11 de diciembre de 2015

El viaje, claro está, contiene muchas incidencias, constantes gotas de humor (habría sido un excelente vehículo para Jack Lemmon y Walter Matthau) y algún coqueteo sentimental (Redford roba el corazón de Mary Steenburgen en una de sus paradas de reposo, Nolte se encapricha de una obesa casada). Pero lo que cuenta es la química que destila la pareja (por su exuberancia, Nolte le gana la partida a su más comedido compañero) y que hace atractivo el filme. (Jordi Batlle Caminal en La Vanguardia del 11 de diciembre de 2015)

Con esa extraña pareja funcionando a medio gas, y pese a la atonía de la puesta en escena y de un guión menos tronchante que su referente literario (¡qué poco se aprovecha la aparición de Kristen Schaal!), es indudable la fuerza de la película como generadora de buen rollo. Mal que les pese a los haters de las feelgood movies, salir sonriendo de una sala de cine es todo un valor. Y por ahí encontrará un camino más plácido que el que encaran los protagonistas del film. (Alex Montoya en Fotogramas)

Todo es de una sonrisa perenne en la película, cuyo público potencial es el que comparte edad con Redford y con Nolte (que pese a ser más joven que su compañero y colega aparenta tener como mil años más). Road movie senderista de manual y duelo de actores (...), ya es suficiente para que nos lo pasemos bien con estos dos abueletes haciendo el camino de sus vidas. (Suso Aira en Sensacine)

A décadas de ser considerado un rompecorazones, Redford todavía es capaz de captar la atención de la cámara con su carisma y simpatía innatos. Es un buen complemento para la torpeza de Nolte; es sorprendente que los dos no combinen mejor en forma de aceite y agua. El tono alegre evita que Un paseo por el bosque se vuelva demasiado severa y, a diferencia de otras películas de aventuras en la naturaleza (como la mencionada Wild y la de título similar Into the Wild), nunca hay una sensación de que la naturaleza sea más que un bromista cascarrabias. Se subestima el mensaje sobre la mortalidad: las personas mayores pueden tener la mente vivaz, pero sus cuerpos a menudo no cooperan. Cualquier elemento agridulce que esto pudiera haber inyectado en el proceso es rápidamente disipado por un giro jocoso. La película rechaza rotundamente hablar en serio más que por un momento pasajero. Un paseo por el bosque es agradable pero intrascendente, una diversión pasajera más que un destino cinematográfico digno. (James Berardinelli en Reel Views)

Sólo hay una pregunta que debes hacerte antes de decidirte a ver “Un paseo por el bosque”: ¿puedes justificar sentarte a ver una divagación entre el hombre y la naturaleza completamente predecible y bastante mansa para disfrutar de la afable química de extraña pareja que comparten Robert Redford y Nick Nolte? Ciertamente es difícil resistirse a la rara oportunidad de observar a estos septuagenarios experimentados trabajar con entusiasmo, (...) Estos muchachos todavía saben no solo cómo captar nuestra atención, sino también atraparla, incluso si su película actual los necesita más de lo que ellos la necesitan. (Susan Wloszczyna en Roger Ebert.com)

Un relato bastante agradable de dos viejos renqueantes (Redford y Nolte tienen 79 y 74 años respectivamente, Bryson era un mozalbete de 44 cuando emprendió el camino), asumiendo la grandeza de la naturaleza y reavivando una vieja amistad. No hay mucho en juego si completan el viaje o no, pero las bravuconadas irritables de Nolte entretienen en todo momento, y la actuación distante y ligeramente engreída de Redford es fascinante, como si fuera el tipo que parece tenerlo todo (¡Bryson tiene una biblioteca que lleva su nombre! ) pero que no se siente muy cómodo consigo mismo. En última instancia, superficial pero visible en todo momento, es la definición misma de tontería con clase. (Trevor Johnston en Time Out)

En el creciente apartado del cine dirigido principalmente a personas mayores, aquí están las amables aventuras de dos viejos amigos que parten hacia los Apalaches para demostrarse a sí mismos que todavía están vivos. Esfuerzos, bromas: Robert Redford y Nick Nolte le ponen corazón, ligereza y convicción. (Frédéric Strauss en Télérama)

Paradójicamente, la sobriedad de la puesta en escena también nos permite concentrarnos en esas pequeñas cosas, en esos detalles que caracterizan a un personaje (mímica, gestos, costumbres). Además, el punto más logrado sigue siendo éste: observar el efecto de toda una vida en el presente y la percepción del futuro que tienen estos dos hombres. Esto es posible gracias a la alianza entre la precisión de la escritura, la interpretación afinada de los dos actores, así como una dirección lo suficientemente sensible y paciente para captar el conjunto. (Georges Lechameau en Le blog du cinéma)

Sin embargo, a pesar de todos los (muchos) defectos de esta película de amigos, dos elementos devuelven a “Un paseo por el bosque” al camino correcto: Robert Redford y Nick Nolte. La película, que glorifica a estas dos grandes figuras del cine americano, es un homenaje a su talento, un amplio y cuidadoso escaparate destinado a demostrarnos que los dos abuelos todavía tienen algo bajo el capó. Y al final, el planteamiento da en el blanco ya que sólo recordaremos la actuación de los dos actores cuya química consigue hacernos olvidar las bromas poco inspiradas de sus personajes. Si no eres fan de estos señores y prefieres mirar las bellas imágenes de los Apalaches en Google, corres el riesgo de que el tiempo te resulte largo, muy largo... (Christophe Brangé en Abus de cinéma)

Película estrenada en España el 11 de diciembre de 2015.

Reparto: Robert Redford, Nick Nolte, Emma Thompson, Mary Steenburgen, Nick Offerman, Kristen Schaal, R. Keith Harris.


viernes, 22 de diciembre de 2023

Los hijos de la noche (1939). Benito Perojo


Un grupo de marginados celebran la Nochebuena cantando y bailando por la calle. Al mismo tiempo, un millonario celebra la fiesta ofreciendo una gran cena a sus amigos. Este hombre recibe un telegrama de su hermana de América que le anuncia su visita después de más de veinte años sin verse. Como, a través de sus cartas, siempre le hizo creer a su hermana que lleva una vida familiar ordenada, necesita a dos personas que representen este papel. Por consejo de su mayordomo, dos ladronzuelos, “la Inglesita” y “el Piruli”, se hacen pasar por sus hijos, y “Currinchi” por el profesor de ambos.

Del interesante melodrama de Torrado y Navarro, ha logrado Perojo un “film” movido y gracioso, donde los valores esenciales de la obra teatral están perfectamente dosificados con aquellos otros detalles de apariencia nimia que dan los que, en el fondo y en la forma, prestan calidad al cinematógrafo. Si a estas cualidades añadimos la fortuna interpretativa y el acierto que ha presidido en el Reparto, es preciso reconocer que “Los hijos de la noche” es un ejemplo halagüeño y un indicio seguro que permiten augurar al “cine” español un porvenir espléndido. (Miguel Ródenas en ABC del 13 de febrero de 1940)

Los hijos de la noche (1939), que se rodó en Italia aprovechando las buenas relaciones entre ambos países, de la misma forma que otras películas españolas se estaban rodando en el Berlín nazi, tenía, a pesar de tan obvia influencia, una suerte de ingenuidad que mantenía aún vivo el espíritu más lúdico del cine republicano. (Diego Galán en El País del 16 de enero de 1984)

Los hijos de la noche, confeccionada en Roma, nada de particular ofrece. La realización no puede ser más vulgar a despecho de sus pretensiones técnicas -siempre inspiradas en la iniciativa ajena-, y la interpretación, solamente pasable. Miguel Ligero resulta demasiado teatral, pero es quien, en fin de cuentas, consigue distraer un poco. (Fernando Méndez Leite en Historia del cine español)

Finalizada su estancia en Alemania, Benito Perojo y su troupe se trasladan a Italia para continuar realizando un cine marcadamente costumbrista y folclórico, como vuelve a ser este filme, que recrea las andanzas de tres indigentes en su difícil aventura de conseguir el sustento diario. Miguel Ligero, Estrelita Castro y Julio Peña integraron este trío calavera en una comedia donde no faltan el humor, la picaresca y las canciones, que se rodó en los estudios romanos de Cinecittá. (SincroguíaTV)

Simpática comedia española, hija de su tiempo, que queda quizá empañada por su excesivo buenismo, aunque también ofrezca la ternura deseada y se agradezca su optimismo. Se trata de la adaptación de una obra teatral de Leandro Navarro. (Decine21)

Si por algo destaca la película es por unos diálogos descacharrantes de Miguel Mihura que encuentran su mejor vehículo en la pareja formada por Miguel Ligero y Blanquita Pozas. (Dequevalapeli.com)

Película estrenada en Barcelona el 30 de enero de 1940 en el cine Coliseum; en Madrid, el 12 de febrero de 1940 en el cine Rialto. 

Reparto: Estrellita Castro, Miguel Ligero, Julio Peña, Alberto Romea, Hortensia Gelabert, Pedro Fernández Cuenca, Blanca Pozas, Emilio Ruiz, Lily Vincenti. 

lunes, 18 de diciembre de 2023

Crónica negra (Un flic, 1972). Jean-Pierre Melville


Un grupo de ladrones roba los fondos que una rica heredera tiene depositados en un banco. Pero, durante el atraco, uno de ellos resulta herido. El cabecilla de la banda debe enfrentarse al comisario Colemane, que es uno de sus mejores amigos.

Melville, uno de los realitzadores franceses más personales, más ingeniosos, insiste en un tema que ya figura en su filmografía: el de las relaciones dudosas entre la ley y el delito, de las cuales sale siempre una degradación de quienes sirven a aquella. (...) Melville cuenta todo esto con dos maneras: una muy escueta, funcional, intensa; otra, recreada, insistente, por eso mismo menos profunda que la otra. De ahí que la escritura del filme se resienta en cuanto al ritmo, lo que no privarà al inteligente director de lograr secuencias de dura y punzante emoción. (Lorenzo López Sancho en ABC del 30 de marzo de 1973)

Su estructura formal es tan armoniosa y tan brillante que se aproxima, incuestionablemente, a la perfección. Una perfección que no es simple dominio artesanal, sino que se distingue por acusados rasgos, acaso un poco aislados, de genialidad. En «Crónica negra» Melville lleva a la cumbre estas virtudes. Es una película más de atracadores y de policías, pero lo que realmente nos sorprende en ella es el tratamiento, el método y el tono. Nos impresiona sobre todo la flexible soltura con que ha coordinado los tres episodios importantes que dan fuerza a la trama, el expresivo vigor de las imágenes, y el pergeño, tan reciamente humano, de los personajes que nos presenta. Y luego, el contraluz con que son iluminadas las dos caras de las complicadas situaciones de esta historia, tan cinematográfica. De esta historia en la que actúa un hampa dinámica, imaginativa y audaz, integrada por hombres ya mayores. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 22 de noviembre de 1973)

El canto del cisne de su director, donde decepcionó las expectativas que había despertado. Partiendo de una estilización formal cercana a "El silencio de un hombre" o "Círculo rojo", articuló la historia en torno al hermético personaje interpretado por Alain Delon. Los resultados quedaron reducidos a la aplicación de una fórmula tan brillante como carente de emoción. (Fotogramas)

Aparte de su excelente tiroteo inicial en el atraco al banco, la película se cae a pedazos en una lenta narración y una frialdad rayana en el congelamiento de ideas. Tuvo un presupuesto superior a otras de sus obras, pero el resultado es muy inferior a las mismas. (Decine21)

La última obra de Jean Pierre Melville, Un flic, ha sido considerada durante mucho tiempo una película fallida. Hay que decir que cuando se estrenó en 1972, la recepción de la crítica fue bastante fría y no tuvo éxito de público. Con el tiempo, Un flic ha seguido siendo una película un poco desconocida, pero, a pesar de todo, se ha convertido en una especie de contraseña para los iniciados, aquellos que consideran que la última de Melville es su mejor película. (Thierry Jousse en Les Inrockuptibles)

Acusar al naturalismo de todos los males (una cierta tendencia de la crítica francesa de izquierdas y derechas) no impidió que los idiotas se perdieran el film más antinaturalista de los últimos treinta años, más antinaturalista que los Straub o los Bresson más abstractos. . Recuerde que Un flic fue demolido tras su estreno, en 1972, incluso por los melvillianos más acérrimos. Fueron necesarios treinta años de purgatorio para que finalmente se reconociera la evanescente belleza de la película. Melville arroja a Delon y Deneuve contra las olas desiertas, las orillas del mar, los cabarets de los gangsters de opereta, Richard Crenna, Paul Crauchet, André Pousse. Nos hablamos en voz baja. Nos espiamos unos a otros, nos matamos unos a otros. Melville tenía 55 años cuando rodó Un flic, unos meses antes de escabullirse de puntillas y con un sombrero Stetson en la cabeza. Cada uno tiene sus propios ritos. Cada uno tiene sus propias ceremonias. (Louis Skorecki en Libération)

Incluso hoy en día, Un flic apenas se menciona entre las obras del cineasta. Preferimos hablar de todas los demás, pero no de ésta. Una injusticia, cuando menos, ya que Un flic no es más que una grandísima película, una más pero no la única, de un Jean-Pierre Melville que firma allí, inconscientemente, su obra testamentaria. El cineasta murió poco después del estreno de la película, víctima de un derrame cerebral, víctima de la gran tensión nerviosa que siempre lo había perseguido. Un flic habría sido fatal para su autor, que parece conmovido por su fracaso comercial, magullado por las críticas, escondido hasta el final detrás de sus prominentes gafas de sol. Las mismas gafas que hizo usar a Lino Ventura en Le deuxième souffle. Sin embargo, si se mira más de cerca, Un flic parece ser una obra muy especial y perseguida por una idea terminal: la de la muerte. El cineasta no sólo entregó su último acercamiento manierista, llevado al extremo, cierto, sino también su última mirada a la vida fantástica de estos personajes que se han convertido en sombras de sí mismos. (Olivier Bitoun en DVD Classik)

Un flic es menos un inventario conmovedor de la vida cotidiana de los agentes de policía dañados ​​por el código de honor que la conclusión temprana, pero aún vigorosa, de la filmografía de Jean-Pierre Melville, un director que concedía la misma importancia a la forma y al fondo de sus películas. Por eso es difícil que nos guste esta película fría y nihilista, cuyo concepto general de mosaico con un montaje casi escandaloso empieza, sin embargo, a fascinarnos. (Tobias Dunschen en Critique-film.fr)

Jean-Pierre Melville (...) se detiene hipnóticamente en los detalles más pequeños de cualquier operación y puntúa la película con siniestros e inesperados movimientos de cámara. Personajes sórdidos y escenarios inexpresivos se fusionan en un cine negro de mediana categoría, un mundo que se vuelve peligroso por la inquietud de los métodos del Sr. Melville. Tanto en el final como en el principio, presenta personajes mirando al vacío sin decir palabra. En ello, tal vez haya más falta de afecto de lo que la mayoría del público toleraría (...). Pero la contundencia y el misterio de la dirección de Melville a menudo generan una urgencia que evita que la película parezca vaga. (Janet Maslin en The New York Times del 30 de noviembre de 1979)

Como ocurre  en cualquier película criminal de Jean-Pierre Melville, más allá de su preocupación general por las historias de género como vehículos filosóficos (o quizás en conjunción con las mismas, dado su enfoque metódico de los crímenes), los robos son objetos de belleza meticulosamente construidos. El trabajo de atraco al banco es bastante estándar, pero el robo de drogas, que involucra trenes y helicópteros, es ingenioso y recuerda a su manera a los ladrones que cuelgan de un agujero en el techo en Rififi de Jules Dassin. Richard Crenna realiza su trabajo con una resolución silenciosa, dando cada paso con sombría determinación. Lo interesante esta vez es que también es la misma determinación que adopta el policía Delon al rastrear las fechorías. Se ha borrado la línea entre criminal y policía. Transcurren largas secuencias sin diálogo, con sólo el sonido del mundo circundante. Es como si las palabras fueran más preciosas y más peligrosas que las balas. (Jamie S. Rich en DVD Talk)

La película parece desmoronarse... Aún así, queda esa impresionante primera secuencia y suficiente riqueza de estilo y tema para hacer de Un Flic una película característica, si no la quintaesencia de [Jean-Pierre] Melville. (David L. Overbey en Sight and Sound)

Película estrenada en Madrid el 16 de marzo de 1973 en el cine Amaya; en Barcelona, el 19 de noviembre de 1973 en el cine Astoria.

Reparto: Alain Delon, Richard Crenna, Catherine Deneuve, Riccardo Cucciolla, Michael Conrad, Paul Crauchet.

jueves, 7 de diciembre de 2023

Misión de audaces (The Horse Soldiers, 1959). John Ford


Un severo coronel de La Unión (Wayne) está al frente de un regimiento que debe infiltrarse en pleno territorio confederado para cumplir una difícil misión. En esta aventura lo acompaña un médico de buenos sentimientos (Holden). Para evitar que revele sus planes al enemigo, se ven obligados a llevarse como rehén a una joven rebelde sureña (Constance Towers) que conoce la misión.

John Ford, el prestigioso realizador de tantos films notables, ha dado a «Misión de audaces» esa expresividad vibrante que caracteriza a su estilo. Hay en el film una habilísima valoración de múltiples aspectos, tanto plásticos como narrativos, que en las manos de otro ealizador nos parecerían pequeños detalles secundarios, pero que narrados por Ford adquieren una categoría expresiva, casi simbolista, que sorprende. (...) No obstante lo trillado del asunto, la labor de John Ford consigue elevarlo sobre el nivel medio de este tipo de films y mantenerlo casi constantemente en una tensión dramática honda y concentrada. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 20 diciembre de 1959)

No desmiente la realización que presenciamos la mano magistral de John Ford, el director –para no citar más que uno de sus títulos, y uno de los más clásicos- de “La diligencia”. Su estilo tan personal como extraordinariamente expresivo, y sobre todo cuando aborda estos, o semejantes temas, se patentiza a lo largo de la proyección. Posee la magia John Ford de obtenir la máxima economía, o, mejor, sobriedad, en los medios, lo que no quiere decir que actúe con escasez de medios materiales. (Donald en ABC del 23 de diciembre de 1959)

Basada en un episodio real de la guerra civil norteamericana, esta es una de las obras más explícitamente épicas de su director. Su majestuosa composición combina el vigor con la amargura, la mitificación con la lucidez, el humor con algunos de los momentos más dramáticos del cine de John Ford. Sin llegar a la categoría de obra maestra, es un film realmente grande. (Fotogramas)

Los estudios que analizan la obra de John Ford tienden a considerar Misión de audaces como una obra menor que no alcanza el esplendor artístico de los grandes títulos que componen la filmografía del director americano, pero un análisis más detallado debe servir para situar esta obra dentro de ese grupo de películas de Ford donde se puede apreciar la madurez de un estilo que se plasma en los extraordinarios detalles que acompañan la descripción de unos personajes que sobresalen por encima de los tópicos del cine del oeste, para convertirse en referentes clásicos de una época y un cine cada vez más difícil de encontrar. (Luis Tormo)

‘Misión de audaces’ está llena de encuadres maravillosos —en la fotografía William H. Clothier en su primera colaboración acreditada con el maestro—, de un lirismo sutil, no tan evidente como otras veces, de grandes momentos duros —todas las muertes—, de vida, al fin y al cabo —con un tratamiento en los secundarios, con sus sueños y desgracias, a veces más interesante que en los principales—. La película fue un sonoro fracaso comercial —otra ironía cuando fue la película con la que se empezó a hacer grandes contratos con las estrellas, porcentajes además de su sueldo—, y la experiencia no fue muy del agrado de Ford, que veía cómo el séptimo arte cambiaba a marchas forzadas por encima de su entendimiento. (Alberto Abuín en Espinof)

Ford presenta más acción de lo habitual, pero la valiente heroína Hannah Hunter (interpretada por Constance Towers) y el leal equipo de actores secundarios son detalles típicos del director. Aunque a menudo es conmovedora, Misión de audaces sigue siendo una película obstinadamente normal y estancada en una rutina familiar en algunos pasajes, por lo que no se encuentra entre los mejores trabajos de Ford. Sin embargo, las hermosas imágenes de Luisiana en otoño tomadas por el director de fotografía William H. Clothier le añaden un toque de distinción. (Derek Winnert)

Si bien es un sólido western de la Guerra Civil, "The Horse Soldiers", también es bastante olvidable. Resulta familiar la historia de la misión detrás de las líneas enemigas y hay poco que la haga sentir única. Incluso las actuaciones de John Wayne y William Holden no logran que parezca más original y sin Constance Towers aportando un agradable toque de ligereza al drama, podría haber sido aún más olvidable. (Andy Webb en The Movie Scene)

Algunos de los ingredientes de Ford están ahí: patriotismo belicoso, comedia vulgar, canciones de caballería, momentos simbólicos (un soldado blanco de la Unión muere mientras un niño negro nace en libertad con la ayuda de un médico del ejército), un sargento irlandés borracho. En cierto modo es bastante formularia. Una repetición de elementos ya vistos. Pero hay poco de la vieja magia de Ford. No hay Monument Valley y no hay indios. Es extraordinario cuán diferente es este western bastante ordinario (y bastante anticuado para 1959) de Centauros del desierto, sólo tres años anterior. Algunos incluso dirían que era triste ver cuánto se había hundido Ford. (Jeff Arnold)

Hay momentos en los que nos preguntamos si John Ford no se está divirtiendo haciendo él mismo un pastiche. Desafortunadamente, esto es poco probable. Movido, se podría decir, por una especie de mecanismo interno que ninguna circunstancia puede perturbar, Ford pone en escena estos títeres y anima esta acción irrisoria con la misma maestría técnica, el mismo aliento, el mismo virtuosismo de una obra maestra. Nos asombra ver tanto talento puesto al servicio de tanta estupidez. (Jean de Baroncelli en Le Monde del 5 de octubre de 1959)

En cualquier caso, Misión de audaces no es ciertamente la mejor película de John Ford, pero sigue siendo una obra maestra en gran medida subestimada en su carrera y un ataque muy vigoroso contra la guerra en general. En cualquier caso, parece que las carencias del rodaje no empañaron esta obra contundente, atrayente y muy conmovedora. (Justin Leonard en DVD Classik)

John Ford dirigió a regañadientes Misión de audaces. El tema se lo había impuesto United Artists que produjo la película, y podemos imaginar al viejo y brusco cineasta refunfuñando contra sus poco complacientes jefes. Sin embargo, como ocurre con todas sus obras, menores o no, encargadas o no, John Ford consigue imponer su toque inimitable a la película. En un magnífico Cinemascope, multiplica los planos generales de la caballería estadounidense, cuya valentía y devoción tan bien glorificó en el pasado. Pero al igual que Centauros del desierto, que marca un punto de inflexión en la obra de Ford, Misión de audaces impone una visión más oscura y ambigua de la naturaleza humana por parte de un cineasta anciano que se encontraba entonces en el ocaso de su carrera. (Ophélie Weil en Critikat)

Misión de audaces es una gran película turbia, donde las mujeres son humilladas, los hombres desollados vivos y los niños enviados a la carnicería. Pero, cuando puede caer en emociones fáciles, Ford siempre escapa a través de la trivialidad. Así, durante la sublime secuencia de la carga de los cadetes de la Academia Militar, calma el patetismo justo cuando John Wayne se niega a combatir. Con otro cineasta, digamos John Huston, el pequeño tambor habría muerto en primer plano bajo una lluvia de violines; aquí le dan una azotaina sin que le veamos la cara. Nada debe interferir con la fría descripción de la violencia, el inevitable aumento de la barbarie. Nunca antes Ford había alcanzado este nivel de oscuridad. Aquejada de mala fama, difícil de amar, esta película desgarradora debe ser redescubierta. Es la confesión de un humanista desesperado. (Frédéric Bonnaud en Les Inrockuptibles)

Película estrenada en Barcelona el 18 de diciembre de 1959 en los cines Astoria y Cristina; en Madrid, el 20 de diciembre de 1959 en el cine Capitol.

Reparto: John Wayne, William Holden, Constance Towers, Althea Gibson, Hoot Gibson, Russell Simpson, Anna Lee, Ken Curtis.

lunes, 4 de diciembre de 2023

El portero (2000). Gonzalo Suárez


A Ramiro Forteza, un portero de Primera División, los rigores de la Guerra Civil (1936-1939) y de la postguerra lo han obligado a ganarse la vida por los pueblos, desafiando a los lugareños a que le marquen goles de penalti. Una noche, llega a un pueblo asturiano y conoce a Manuela, una joven viuda con un hijo, que sobrevive cosiendo para Úrsula, la esposa de Andrade, el sargento de la Guardia Civil. Pero las exhibiciones de Forteza y su relación con Manuela atraen la atención de Andrade, que le hará una propuesta relacionada con los maquis que implicará al portero en el conflicto entre los dos bandos.

Una peculiar tragicomedia a la que se yuxtaponen diversos subgéneros, desde el cine político en absoluto didáctico al drama rural, pasando por el alegato antirracista sin un solo latiguillo, el melodrama romántico y la fábula surrealista, que desemboca en la brillante secuencia final, nunca disparatada pese a los en apariencia incoherentes elementos que la configuran y que, al parecer, no hicieron sino complicar, técnica y organizativamente el rodaje. Considerada, con razón, como un canto a la libertad sin soflamas, a la par intimista y coral, El portero es, muy posiblemente, la mejor película de Gonzalo Suárez... (César Santos Fontenla en ABC del 8 de septiembre de 2000)

Dos de las grandes pasiones del director, pues, el cine del Oeste y el deporte (¿hace falta recordar sus crónicas deportivas, en el “Ciero” por ejemplo, bajo el seudónimo de Martín Girard?), hermanadas en una comedia que, como “La vaquilla” de Berlanga o “La hora de los valientes” de Mercero, toma nuestra historia reciente más negra y la baña con un humor cándido, amén de darle un acento de comedia costumbrista que recuerda las irónicas perlas de la factoría Ealing, cuna de la mejor comedia británica. “El portero” se atasca en la tanda de penaltis final, escena sin duda demasiado larga, pero todo cuanto la precede está cuajado de diálogos inspirados, momentos chispeantes y caricaturas sobresalientes. (Jordi Batlle Caminal en La Vanguardia del 10 de septiembre de 2000)

Amor al fútbol, amor al mar, amor al monte que sirve de refugio y al camino que permitirá la huida.La nueva película de Gonzalo Suárez, fruto probablemente de una sucesión de compromisos, más directa y sencilla que la mayoría de las suyas, íntegramente asumida y perfectamente dominada, supone un cambio de registro sin alterar los principios que han regido su obra anterior. Es divertida, burlona, tierna y romántica. Está llena de momentos felices, de conversaciones trabadas con el humor tan característico de su autor, de personajes que te atrapan aunque la mirada que los contempla sea diferente para cada uno de ellos. La historia tiene un quiebro en el desenlace demasiado traído por los pelos. Pero hasta que los maquis se presentan en la playa de los goles, Gonzalo Suárez ha rematado a puerta todas las jugadas. (Fotogramas)

Se agradece el esfuerzo del guión por encontrar un tono relativamente amable y ponderado -evidente sobre todo en el divertido personaje del sacerdote-, que acerca el film a las comedias costumbristas españolas de los años 50. Por otra parte, la ligereza de la trama se enriquece un poco gracias a la alta calidad artística -no exenta a veces de un cierto esteticismo- de la puesta en escena de Gonzalo Suárez (Remando al viento, Don Juan de los Infiernos, Mi nombre es sombra), de la fotografía de Carlos Suárez y de la música de Carles Cases. (Jerónimo José Martín en Aceprensa)

Una película liviana y un fresco de personajes de gran poder simbólico que desembocan en una escena final esplendorosa artística y técnicamente: veinte minutos de batalla deportiva que encarna entre el esperpento y la ironía punzante la herida abierta entre los dos frentes de la batalla de la guerra, la más atroz. Tal vez el film carece de una mayor descripción de caracteres sucumbiendo al concepto de 'dos frentes divididos' (en El portero hay, por desgracia, poco espacio para la duda o el matiz), y aunque el esquema se antoja fácil funciona por la dureza soterrada del paisaje exterior y humano de sus criaturas, todas simpáticas y miserables a su manera. Un cuento bien ejecutado que suma otra amable en apariencia pero crudísima en sus adentros crónica de la España de posguerra. (Cinoscar & Rarities)

El director abandona por un momento su cine sesudo, y nos cuenta una pequeña fábula, donde el enfrentamiento entre maquis y guardia civil en el tramo final se revela hermosa metáfora de cómo las diferencias deberían procurar resolverse por medios pacíficos. Suárez ha definido su film como un western. Y algo de eso hay en una película que él mismo califica como "la más amable que he hecho". (Decine21)

Película estrenada en España el 8 de septiembre de 2000.

Reparto: Carmelo Gómez, Maribel Verdú, Antonio Resines, Roberto Alvarez, Eduard Fernández, Elvira Mínguez, Abel Vitón, Adrián Martínez, Carolina Bona.