domingo, 12 de noviembre de 2023

Toma el dinero y corre (Take the Money and Run, 1969). Woody Allen


Una serie de entrevistas, con quienes lo conocieron, nos introduce en la vida del incompetente atracador Virgil Starkwell, que desde el principio estuvo abocado a la delincuencia: durante su infancia vivió sometido y humillado por los chicos más fuertes, y cuando descubrió que su carrera musical no tenía futuro, a Virgil no le quedó más remedio que robar, pero su escaso talento pronto lo conduciría a la cárcel.

Dentro de la línea humorística, paródica, que se marca desde las primeras escenes, todo resulta pasable; desde la realización, que es irregular, tirando a floja, hasta el color, desigual e imperfecto. En cuanto a la interpretación, no hay que decir que Woody Allen llena el 90 por 100 de la película... (Hermes en ABC del 16 de agosto de 1972)

A fuerza de grotesquizar al personaje —es decir, de ridiculizarse a sí mismo— Woody Allen consigue en muchos momentos de la cinta «gags» muy afortunados y de muy chispeante efecto cómico. Pero en otras fases de la realización, la acción se hace de una ingenua inocencia, se reiteran los trucos y los esperados efectos de comicidad no se logran del todo. Al asumir la triple función de guionista, realizador e intérprete, todo hace suponer que Woody Allen se cree con fuerzas para llegar a la brillante «performance» de un Chaplin. Y es posible que algo parecido —si no igual— alcance con el tiempo. Pero por el momento se encuentra sumamente distante de esta ambiciosa meta. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 27 de agosto de 1972)

El primer film dirigido por Woody Allen viene a ser un borrador de su obra posterior a través de la expresión de sus obsesiones más recurrentes, aunque tenga muy poco que ver con el cine actual de su autor. Planteado en clave "slapstick", el conjunto tiene evidentes altibajos, pero contiene algunos de los momentos más brillantes del cine cómico de los últimos veinticinco años. (Fotogramas)

Woody Allen, el antihéroe protagonista, utiliza el humor gestual como fundamento paródico, sea del subgénero de prisiones o del cine romántico (correrías por la playa con Janet Margolin, rostros embobados con miradas perdidas…) tomando como base un falso docudrama (voz en off, cámara al hombro, entrevistas ridículas…) con desiguales resultados cómicos, ya que alterna gags bastante sosos con otros más efectivos, entre ellos el robo al banco con reunión por descifrar la nota, o la fuga de encadenados en casa de la anciana. (AlohaCriticón)

"Take the Money and Run" de Woody Allen tiene algunos momentos muy divertidos y te reirás mucho, pero en última instancia no es una película muy divertida. En realidad no es una película en absoluto. Sospecho que es una lista de muchas cosas que Woody Allen quería hacer algún día en una película, y lo triste es que las hizo todas a la vez. (Roger Ebert)

Hacia el final de "Take the Money and Run", se instala cierta monotonía. Hay una previsibilidad en el ritmo del humor de Allen, como el compás de una quintilla, y hay muy pocas secuencias de comedia con comienzos tan claramente definidos, medios y finales como se encuentran en las mejores películas de W. C. Fields y los hermanos Marx. Como un cómico haciendo un monólogo. Allen tiene una manera de captar la risa y luego correr inmediatamente hacia otra cosa. Lo sorprendente es que gran parte de eso funciona con mucha frecuencia. Allen ha hecho una película que es, en efecto, un largometraje de comedia muy especial, excéntrico y divertido. (Vincent Canby en The New York Times del 19 de agosto de 1969)

Según se dice, esta irregular colección de chistes y fragmentos de sketchs fue construida por el experto montador Ralph Rosenblum a partir de una masa incoherente de metraje; sin embargo, cualquiera que sea su génesis, la retórica desaliñada de Allen evolucionó hasta convertirse en el estilo cómico dominante de los años 70. (Dave Kehr en Chicago Reader)

En general, Take the Money and Run es un excelente ensayo de estilo que muestra que Allen fue un vanguardista, el que revolucionaría el cine de autor estadounidense durante las décadas de 1970 y 1980. Sin muchas pretensiones, sólo apunta a varios niveles, lo que hace que la película sea amena y de visión entretenida. Al profundizar menos en sus personajes que en sus siguientes proyectos, crea sin embargo un Starkwell lo suficientemente creíble como para que nos adhiramos a su universo loco. Esto último ciertamente contribuyó a establecer la personalidad de Allen en la pantalla, la de un intelectual flaco, ansioso y cobarde, al tiempo que mostraba una apariencia de reflexión social cínica que, también, se perfeccionaría en películas posteriores. Aquí intenta llevar al extremo la idea de que somos producto de nuestro entorno, lo queramos (podamos) o no. Detrás de esta fachada cómica se esconde un mensaje que no debería extrapolarse demasiado, pero que muestra que una comedia de Woody Allen se desarrolla en varios niveles. (Alexandre Leclerc en Ciné-Histoire)

Para esta película biográfica de un delincuente desastroso, Allen elige el género documental que le permite juntar a un ritmo frenético, imágenes de archivo, parodias de películas conocidas, entrevistas falsas y películas falsas de aficionados, todo ello coronado por un comentario off tan delirante en contenido como en tono. (Le Cinématographe Nantes)

El éxito de la película reside sobre todo en su brillante guión con una notable precisión cómica, que conecta frases ingeniosas y líneas hilarantes. ¿Pero es necesario recordar que Woody Allen es un brillante guionista? Su puesta en escena resulta igualmente traviesa y a veces incluso atrevida. Allen no duda en jugar con elementos visuales tomados directamente del cine mudo (la escena de la banda con el violoncelo y la silla, por ejemplo, o el de la máquina para doblar camisas). Asimismo, la película se beneficia de un montaje eficaz, que da cierto realismo al formato documental, al tiempo que aporta un ritmo y una fluidez que resaltan perfectamente los gags. Es una pena, sin embargo, que las imágenes sean tan desnudas y adolezcan en particular de una fotografía francamente desagradable. (Toile et Moi)

Película estrenada en Madrid el 14 de agosto de 1972 en los cines Luchana, Torre de Madrid, Candilejas y Falla; en Barcelona, el 25 de agosto de 1972 en los cines Montecarlo y Pelayo, 

Reparto: Woody Allen, Janet Margolin, Marcel Hillaire, Jacqueline Hyde, Jan Merlin, Lonny Chapman, James Anderson.

1 comentario:

  1. Aunque hay ya algunos diálogos y frases ingeniosas, el film se asienta más en los gags que en la palabra, pues aunque esta tiene su parte, no cobra la importancia que tendrá en algunos de sus trabajos posteriores, con esos monólogos largos y llenos de ingenio y de citas cultas.

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