martes, 21 de noviembre de 2023

Solo ante el peligro (High Noon, 1952). Fred Zinnemann


Will Kane (Gary Cooper), el sheriff del pequeño pueblo de Hadleyville, acaba de contraer matrimonio con Amy (Grace Kelly). Los recién casados proyectan trasladarse a la ciudad y abrir un pequeño negocio; pero, de repente, empieza a correr por el pueblo la noticia de que Frank Miller (Ian MacDonald), un criminal que Kane había atrapado y llevado ante la justicia, ha salido de la cárcel y llegará al pueblo en el tren del mediodía para vengarse. El tiempo va pasando lentamente, pero nadie en el pueblo está dispuesto a ayudar al sheriff.

Existe, así, una acción tremenda, pero una acción interna, no la acción esperada y usual, de aquí la posible decepción del sector de público que esperaba, por lo visto, la historia tradicional, y no un magnífico experimento cinematográfico repleto de matices e intenciones, penetrante y agudo, en el que todo gira en torno a la lenta marcha de las saetas del reloj, engranadas, por decirlo así, con todos y cada uno de los planos, hasta encontrarse en el mediodía sobre el fondo obsesionante de una música soberbia de Dimitri Tiomkin. (Horacio Sáenz Guerrero en La Vanguardia del 24 de febrero de 1953)

No es “Solo ante el peligro” una cinta más entre tantas y tantas como pueden agruparse, partiendo de los albores del cine americano, hasta nuestros días, bajo el rótulo, bastante elástico, de “películas del Oeste”. Si el tema quizá no difiere de los que animaron otras obras fílmicas del género, en cambio, el guión, desarrollado con ponderable sobriedad y, sobre todo, la realización de Zinnemann colocan el empeño a considerable altura artística. (Donald en ABC del 3 de marzo de 1953)

Celebradísimo western que conserva cierto vigor y un evidente atractivo, pese a haber sido excesivamente sobrevalorado en su momento. La artificiosa creación del suspense y la enfática resolución formal de los momentos de mayor tensión constituyen un lastre demasiado visible. Queda un guión realmente sólido y el buen hacer de un excelente reparto. (Fotogramas)

Solo ante el peligro es un clásico que está a la altura de su leyenda. Como western resulta original su específico énfasis en la introspección moral y en la psicología de los personajes. Todo está dirigido por la sabia batuta de Fred Zinnemann (De aquí a la eternidad, Chacal), pero es la serenidad heroica de Gary Cooper la máxima enseña de esta apasionante historia del lejano oeste. (Mariano González en Cinemagavia)

Lo importante es que alguien (o todos juntos, diríamos) haya producido un western que sea el mejor de su tipo en varios años. Esta historia de un sheriff valiente y testarudo en una ciudad llena de cobardes y vagos, tiene el ritmo de una balada tejida en términos cinematográficos. El tema resulta familiar y viene ilustrado con una iluminación fidedigna del carácter humano, pero está lejos de ser convencional. Y, sobre todo, tiene una comprensión asombrosa de eso que llamamos coraje en un hombre y lo espinoso que es ser valiente en un mundo de matones y cobardes. Como la mayoría de las obras de arte, es simple, simple en la estructura de su trama y comparativamente simple en el diseño de sus cuestiones y moralejas fundamentales. (Bosley Crowther en The New York Times del 25 de julio de 1952)

Como ocurre con casi todas las grandes películas, todos los elementos se mezclan en High Noon. La cinematografía en blanco y negro es perfecta para crear un ambiente oscuro. La música es implacable. Y el montaje (con la posible excepción de la pelea entre Kane y Pell, que está entrecortada) es casi perfecto. Pero los verdaderos elementos a aplaudir son las actuaciones, el guión y la dirección, todos ellos de primera. Cooper apareció en más de 100 películas durante su dilatada carrera; pocas aspiran al nivel de High Noon y muchas menos lo alcanzan. Y ningún crédito en el currículum de Zinnemann es tan impresionante. El western puede ser una de las pocas formas de arte verdaderamente estadounidenses, y High Noon muestra exactamente cuánto potencial puede abarcar. (James Berardinelli en ReelViews)

La película de Fred Zinnemann es un hermoso western en blanco y negro que lanzó los westerns revisionistas con un enfoque más social que los tradicionales westerns paternales de John Wayne. High Noon también alimentó un debate sobre cómo un hombre valiente, en este caso un marshall, debería cumplir con sus deberes como un profesional y no pedir ayuda a personas no profesionales. Los detractores de High Noon fueron John Wayne y Howard Hawks, quienes odiaron la película e incluso la rehicieron con su propia interpretación de la historia con gran éxito en Río Bravo. (Michaël Parent en Cinephiliaque)

La película es un tributo a la valentía y la integridad del productor de mentalidad liberal Stanley Kramer, quien está lanzando un ataque apenas velado contra las listas negras y la condena alegórica de la gente de Hollywood que no se enfrentaría a la caza de brujas comunista del senador Joseph McCarthy en este infame período de la historia americana. (Derek Winnert)

El verdadero tema de la película es lo que puede pensar durante una hora y media un hombre que ha sido abandonado y que cree que va a morir, y es de una gran habilidad haber elegido el western como prenda exterior de esta reflexión. (Jacques Doniol-Valcroze en Cahiers du Cinéma del 16 de octubre de 1952)

Siguiendo paso a paso al Sheriff Kane, (…) vemos que el peso que adquiere físicamente -esta admirable presencia de Gary Cooper- no proviene de la interpretación del actor sino del drama que vive. (Bernard Chardere en Positif del 9 de octubre de 1953)

La intención de Zinnemann, que quería sacar los vagones del oeste de los caminos trillados, era buena, pero duró poco. (Henry Magnan en Le Monde)

Película estrenada en Barcelona el 23 de febrero de 1953 en los cines Astoria y Cristina; en Madrid, el 2 de marzo de 1953 en los cines Gran Vía y Calatravas.

Reparto: Gary Cooper, Thomas Mitchell, Lloyd Bridges, Katy Jurado, Grace Kelly, Otto Kruger, Lon Chaney, Henry Morgan, Lee Van Cleef.

2 comentarios:

  1. Un film que se ha convertido en un mito.

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  2. Detesto utilizar la palabra “sobrevalorado”, pero resulta inevitable a la hora de juzgar este western saludado en su día como una obra maestra que venía a aportar al género las dosis de "seriedad", psicologismo y mensaje (incluso se quiso ver en el film una parábola antimccarthysta) que según sus autores le había faltado. El paso de los años a hecho mella en la película, se ha encargado de matizar sus voceadas virtudes y ha puesto de manifiesto algunos de sus artificios. En opinión de quien esto escribe, lo que ahora queda es un ejercicio de un acusado enfatismo formal, cercano a la pura geometría, que consigue, no obstante, momentos cierta­mente tensos en los que un espléndido Gary Cooper presta fuerza dramática y patetismo al dibujo del atribulado protagonista.

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