Siglo XIX. Después de una larga guerra, un bebé es abandonado a la puerta de un convento de frailes franciscanos que intentan, sin éxito, buscarle una familia. Pasan los años, y aunque el niño vive feliz entre los monjes, no puede dejar de añorar a su madre. Marcelino se hace amigo de un Cristo crucificado que hay en el desván del convento: habla con él y le sube de la cocina pan, vino y otros víveres que puede encontrar.
De todas las películas que hasta la fecha, hemos visto de Ladislao Vajda, y en las que entran, cabe decir, los más variados géneros, ésta es, sin disputa, su obra cimera. Sin alarde de medios, es una cinta de profundo aliento; sin lujo de ropaje, posee la virtud de la máxima conmovedora elocuencia. (Donald en ABC del 25 de febrero de 1955)
Una obra de perfectas proporciones, de un ritmo cinematográfico y de una dignidad formal espléndida, logros a los que han aportado su mérito y su esfuerzo unos intérpretes excepcionales. (H. Sáenz Guerrero en La Vanguardia del 31 de marzo de 1955)
Una obra excelente, magnífico exponente de equilibrio y vibración por el profundo aliento que emana de su contenido. Vajda no sólo ha sabido plantear con eficacia un tema difícil, sino que lo ha llevado a feliz término poniendo a su servicio elementos técnicos y una visión de conjunto de alta calidad artística. (Fernando Méndez-Leite en Historia del cine español)
Uno de los grandes éxitos del cine español de todos los tiempos, en el que se adaptó un folletinesco y beato cuento de José Mª Sánchez Silva. La escasa entidad de sus propuestas no impide que sus resultados estén por encima de las expectativas. En algunos momentos, Vajda supo conferirle un tono entre sombrío e inquietante que va mucho más allá de sus mediocres premisas. (Fotogramas)La poesía expresionista del director de los 30 minutos finales, apuntalada en manos sin rostro, locuciones en off, una semi oscuridad y la simpatía de Pablito Calvo, hace más por la humanización de Jesucristo y el “santificado sea tu nombre” del Padrenuestro, la oración cristiana por antonomasia, que todo el resto del cine sacrosanto en su totalidad. (Emiliano Fernández en Metacultura)
Es Marcelino, pan y vino una obra que hoy se puede analizar desde diferentes puntos de vista: desde la visión de una cinta cristiana para toda la familia, hasta una muestra del cine español de los tiempos de la dictadura franquista. Lo que es indudable es que, en una época de rígida censura, en la que España solo producía películas recargadas de moralina y con personajes que parecían estampitas, este film debió verse como toda una novedad. Y si se vuelve a mirar, con seis décadas de diferencia y sin prejuicios, es posible que se aprecie que es una película que va más allá del cine religioso. (Pediatría basada en pruebas)Marcelino pan y vino es una película pequeña, algo lenta, que avanza lentamente hasta su conclusión inexorable, una que probablemente hará llorar incluso al más duro de corazón. Es un suave cuento popular que cobra vida con imaginación y dulzura, y definitivamente no será del agrado de todos. Incluso aquellos sin una inclinación particularmente religiosa sin duda se maravillarán con la expresiva actuación de Pablito Calvo como Marcelino. El niño aporta tal inocencia y asombro a la película que el milagro que presencia Marcelino se vuelve casi palpable. Los fans de Luis Buñuel quizás reconozcan a un jovencísimo Fernando Rey como el monje que narra en flashback la historia de Marcelino. El director Vajda presenta la película con sencillez pero con un impacto visceral, y cuenta con la ayuda inconmensurable de la fotografía en blanco y negro increíblemente evocadora de Heinrich Gärtner. (Jeffrey Kauffman en Blu-ray.com)
Marcelino pan y vino es una de esas bellas películas que destacan extrañamente en la fría pantalla comercial, pues es, en su tema y esencia, una fantasía religiosa muy especial. Se mueve, con una pureza de espíritu, en el ámbito de la fe cristiana sencilla y llega a un clímax sobrenatural que se nutre enteramente de la credulidad devota. Los admiradores de las bellas imágenes deberían verla como una joya fotográfica; aquellos sensibles a la creación de imágenes poéticas deberían ser conmovidos por su sincero patetismo. (Gary W. Tooze en DVD Beaver)
La película alterna comedia y drama durante la primera mitad de la película; el milagro no comienza a ocurrir hasta el último tercio de la película. Es agradable ver una película como ésta que no se molesta en detenerse en la “prueba” del milagro, que es la dirección habitual de historias de este tipo; en cambio, simplemente deja que ocurra el milagro, y realmente logra capturar el sentido de lo que podría ser presenciar un milagro, un evento que experimentas indirectamente a través del personaje de Fray Papilla (el niño mismo lo da todo por sentado). En todo caso, la película demuestra que una historia no tiene que ser cierta para ser conmovedora e inspiradora. (Fantastic Movie Musings and Ramblings)
Película estrenada en Madrid en el cine Coliseum el 24 de febrero de 1955; en Barcelona, el 30 de marzo de 1955 en los cines Montecarlo, Niza y Aristos.
Reparto: Pablito Calvo, Rafael Rivelles, Antonio Vico, Juan Calvo, José Marco Davó, Juanjo Menéndez, Isabel de Pomés, Joaquín Roa, José Nieto, Fernando Rey.
Algunos sectores han tendido una especie de estigma sobre este film, por considerarlo un producto del franquismo. Cuestiones ideológicas aparte, hay que señalar que la película rompió muchos esquemas del cine español de los 50, desde el éxito internacional, con premios en festivales de prestigio como Cannes o Berlín, hasta el merchandasing que generó, sin duda novedoso para la época.
ResponderEliminarLa película fue vista en muchos países, incluyendo la versión para el mercado anglosajón que llevó por título "The miracle of Marcelino".
Sin duda, la evocadora historia de Sánchez Silva, encontró en Ladislao Vajda, el vehículo perfecto para trasladar a la pantalla toda la fuerza, el encanto y la ternura del cuento original e, incluso, mejorarlo.