miércoles, 26 de abril de 2017

The More the Merrier (1943). George Stevens


Durante la Segunda Guerra Mundial, Washington ha visto notablemente incrementada su población y los problemas de alojamiento son cada vez mayores. Una chica se ve obligada a compartir su apartamento con dos hombres, lo cual provoca problemas de convivencia, pero la situación se complicará todavía más cuando surge el amor entre ella y el más joven de sus huéspedes.

Coburn ganó un Oscar por su papel secundario como el travieso viejo casamentero Sr. Dingle, pero el verdadero placer está en las interpretaciones del simpático conjunto de actores: el trío intentando seguir el ridículo horario de las mañanas de Arthur, tomando el sol en el tejado leyendo a Dick Tracy, o el romántico estrechamiento de los jóvenes amantes en los escalones del apartamento. Magistralmente filmada a través y alrededor de puertas, ventanas y paredes de papel, Stevens consigue crear una sensación creíble y (lo que es más) un fuerte razonamiento de lo que significa vivir y convivir en el espacio de otro. Solazadamente tierna y sentimental, esta continúa siendo una película a la vez íntima y refrescante. (Looky en Film Affinity)

A lo largo de la película, el director George Stevens y el equipo de cuatro guionistas deliberadamente tocaron las narices a la Oficina Hays y superaron las objeciones de la censura esquivando lo obvio con habilidad y buen gusto. Especialmente potente es la escena en la que Joe intenta seducir a Connie hablando de todo, excepto de seducción: también es divertido ver a Dingle repetir la palabra "maldito" una y otra vez, saltándose la censura porque está citando al Almirante Farragut. Un premio de la Academia fue para Charles Coburn, mientras que las nominaciones fueron otorgadas a Jean Arthur, Joel McCrea, George Stevens, los guionistas, y la película en sí. The More the Merrier fue rehecha en 1966 como Walk Don't Run, con Cary Grant, Jim Hutton y Samantha Eggar. (Rotten Tomatoes)

Una pieza de entretenimiento brillante y efervescente. (Variety)

A pesar de una deriva final hacia el sentimentalismo, ésta sigue siendo una película refrescantemente íntima. (Time Out)
  
Tan cálida y refrescante como un rayo de sol en la primavera tardía. (Bosley Crowther en The New York Times)

Stevens mueve las cosas mucho más rápido de lo habitual en él. (Jonathan Rosenbaum en Chicago Reader)

Película estrenada en España en febrero de 1947.

Título español: El amor llamó dos veces.

Reparto: Jean Arthur, Joel McCrea, Charles Coburn, Richard Gaines, Frank Sully, Bruce Bennett.



jueves, 20 de abril de 2017

Knock on Any Door (1949). Nicholas Ray


Un prestigioso abogado liberal, surgido de los barrios bajos y la pobreza, asume la defensa de un joven delincuente acusado de asesinar a un policía.

Un film casi abstracto por el esquematismo del guión y que sólo se salva por la intervención de Humphrey Bogart y los actores secundarios.

La dirección de Nicholas Ray subraya el realismo del guión tomado de una novela de Willard Motley del mismo título, y da al film un ritmo duro y tenso que obliga a una atención completa. (Variety)

Mucho antes de su celebérrimo film Rebelde sin causa, Nicholas Ray ya había abordado la juventud conflictiva en este drama, basado en una novela de Willard Motley. Frente a los chicos de clase media de la película protagonizada por James Dean, en esta ocasión el protagonista es un joven humilde, que acabó convirtiéndose en un delincuente influido por las circunstancias de su azarosa vida. (Decine21)

De algún modo parece que cuando los cineastas parecen preocupados acerca de las responsabilidades de la sociedad en la purulencia del crimen, se encuentran haciendo héroes trágicos de los mismos corruptos criminales -y la sociedad, en consecuencia, se convierte en el villano del caso. Esta es la cautelosa contorsión de simpatía que intentan usualmente. Al menos es el truco que concluyen con éxito en "Llamad a cualquier puerta", un melodrama pretenciosamente "social"... (Bosley Crowther en The New York Times)

Como ocurre en las películas de Ray, no falta en esta una línea argumental de intenso y arrebatador romanticismo, protagonizada por dos jóvenes inexpertos. El tono se eleva gradualmente hasta que se desborda de acuerdo con los gustos trágicos del realizador. La historia que se cuenta al respecto presenta la particularidad de integrarse en el desarrollo de la historia principal como parte necesaria y propia de la misma. La mirada del relato sobre el mundo es profundamente pesimista y melancólica. La sociedad es desmesuradamente agresiva, castiga la inocencia y los buenos propósitos de los jóvenes, es egoísta, hipócrita, codiciosa y culpable. Vive dominada por la pulsación de la fatalidad y el destino. (Miquel en Film Affinity)

Nicholas Ray lucha con su conciencia social y pierde en este monótono drama de 1949 acerca de un chico malo de los barrios bajos acusado de asesinato. Humphrey Bogart se erige piadosamente en defensor, mendigando al jurado que culpe a la sociedad, no al chico. (Dave Kehr en Chicago Reader)

Celebrado melodrama judicial que adaptaba una convencional novela de Willard Motley, cuya moralina se instituye en su principal inconveniente. La pasión que le confirió Nicholas Ray consiguió superar ampliamente sus restringidos límites, convirtiendo un típico relato moralizante en un ambiguo pero inteligente alegato moral. (Fotogramas)

Película estrenada en España el 23 de febrero de 1953.

Título español: Llamad a cualquier puerta.

Reparto: Humphrey Bogart, John Derek, George MacReady, Allene Roberts, Susan Perry.



miércoles, 12 de abril de 2017

The Best Years of Our Lives (1946). William Wyler


Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los soldados supervivientes, algunos con taras físicas, regresan a los Estados Unidos. Aunque al principio se les trata como héroes, poco tiempo después comienzan a verse marginados.

Epopeya doméstica realizada en 1946 sobre tres veteranos de la Segunda Guerra Mundial que vuelven a la vida civil, de 172 minutos de duración y ganadora de nueve Oscars, que no es considerada moderna hoy día. Su director, William Wyler, y su fuente literaria, la novela Glory for me de MacKinlay Kantor (adaptada por Robert Sherwood), están lejos de estar de moda. El veterano auténtico del reparto, Harold Russell, que perdió sus manos en la guerra, ha ocasionado reflexiones indignadas del crítico Robert Warshow sobre la masculinidad retada e incluso chistes morbosos del humorista Terry Southern. Pero yo considero este film como la mejor película americana que he visto sobre el retorno de los soldados, la más emocionante y la más profundamente sentida. Es un testimonio de su época y sus coetáneos como pocas otras películas de Hollywood y la fotografía con profundidad de campo de Gregg Toland es una de las mejores que hizo. El resto del reparto está a la misma altura. (Jonathan Rosenbaum)

Vista más de seis décadas después, la película se muestra sorprendentemente moderna: limpia, directa, honesta sobre cuestiones que Hollywood luego evitó cuidadosamente. Después de los años de guerra con patriotismo y heroísmo en las películas, este film era una mirada sobria a los problemas a los que los veteranos hacían frente al volver a casa. La película no se esfuerza en pintar a estos hombres como extraordinarios. Sus vidas, caracteres y perspectivas son más o menos mediocres y Wyler no inyecta dramatismo superfluo. Por esto la película es tan efectiva y quizá no parece tan vieja como algunos dramas de 1946. Wyler utilizó unos notables efectos visuales para ilustrar algunos de sus aspectos. Trabajó con el gran director de fotografía Gregg Toland, conocido por su fotografía con profundidad de campo en films como Ciudadano Kane. Con frecuencia Wyler utiliza la profundidad de campo en lugar de cortar, de manera que el significado de una escena pueda revelarse a nosotros, en lugar de ser subrayada con primeros planos. Véase una escena en el bar de Butch en que Homer muestra orgullosamente cómo Butch (Hoagy Carmichael) le ha enseñado a tocar el piano con sus garfios. Al y Fred miran, y luego Fred va a la cabina de teléfonos al fondo de la escena para hacer una llamada crucial. La cámara no se mueve, pero nuestros ojos siguen el movimiento de Fred hasta la cabina y nos concentramos en la decisión que está tomando. (Roger Ebert)

La película muestra la alegría, la preocupación y los temores de los tres veteranos en su regreso tras una prolongada ausencia. El esfuerzo de guerra no les ayuda a tener una acogida adecuada, les dificulta la reinserción laboral, les impulsa a buscar falsos refugios y les obliga a asumir en solitario la tarea de readaptación, en un ambiente ambivalente y ambiguo, de homenajes, celebraciones, reproches, desprecios y angustias. Se describe con emoción la vida diaria y doméstica en una ciudad media americana, con el bar para la conversación, conflictos familiares, desavenencias conyugales, reproches tendenciosos sobre la guerra, etc. Las diferencias de clase por razones económicas hacen emerger prejuicios, que afectan a las relaciones entre los tres amigos. Son escenas memorables la vista aérea del cementerio de aviones, la demostración desgarradora de Homer a Wilma (Cathy O'Donnell) de sus limitaciones, el paseo de Fred por el aparcamiento de aviones a desguazar y otras. (Miquel en Film Affinity)

"Un clásico del cine (...) Excelente dirección e interpretaciones para un drama tan sencillo como emotivo." (Fernando Morales: Diario El País)

Memorable melodrama que inauguraba un tema emblemático en el cine norteamericano de los siguientes años: las cicatrices dejadas por la reciente guerra a través de la difícil reinserción civil de los combatientes. Oscilando entre el tono negro y el mensaje esperanzado, la narración se articula con tanta habilidad como emotividad a partir de cuatro personajes y sus circunstancias. (Fotogramas)

Película estrenada en España el 11 de diciembre de 1947.

Título español: Los mejores años de nuestra vida.

Reparto: Dana Andrews, Fredric March, Myrna Loy, Harold Russell, Teresa Wright, Virginia Mayo, Cathy O'Donnell, Hoagy Carmichael.