domingo, 24 de junio de 2012

El viaje de Arián (2000). Eduard Bosch


Arián (Ingrid Rubio) es una joven de veintitantos años, de carácter romántico e idealista, que se ha movido desde su infancia en ambientes radicales vascos y participa activamente en la lucha callejera. A través de Vivaldi (Abel Folk), un terrorista obsesionado por la música clásica del que está enamorado, Arián comienza a integrarse en la organización terrorista realizando tareas de información. Al resultar identificada por la policía tras los incidentes que se producen después de una manifestación, Arián tiene que abandonar su casa y refugiarse en el piso franco en el que se esconde el comando. Se incorpora entonces al grupo terrorista para participar en el secuestro de la hija de un conocido industrial navarro. Arián abandona a sus padres, sus amigos, sus estudios, su grupo de teatro... Y emprende un viaje que implica entrar en un mundo sin retorno.
"En este recorrido que ella realiza, desde la agitación estudiantil en el instituto hasta la clandestinidad en ETA (...) está lo mejor de la película (...) Hay que saludar su presencia en nuestras pantallas, aunque sólo sea porque ofrece la ocasión para una discusión no demasiado maniquea sobre uno de los temas más lacerantes de cuantos nos afligen." (M. Torreiro: Diario El País)
No deja de ser curioso que tanto el director como los intérpretes e incluso uno de los guionistas de este film sean catalanes. Si esto llama la atención es porque El viaje de Arián es una película arraigada en la realidad de ahora mismo en Euskadi. Claro que a lo mejor es precisamente por eso, por ser catalanes y no vascos, por lo que El viaje de Arián es a la vez un film tan sincero, tan directo. Ninguno de los implicados en su elaboración le debe nada a nadie. Son ajenos al conflicto, no están obligados a tomar partido por unos o por otros. Pueden contar la historia con una libertad de criterios que un director de Euskadi difícilmente podría tener. Todos estos preámbulos sirven para explicar lo que nos cuenta El viaje de Arián. Arián es una joven idealista de 20 años que por amor a Vivaldi se ve envuelta en la espiral de violencia de ETA. Arián empieza como activista de la kale borroka, pero las circunstancias la van llevando hacia la clandestinidad y la profesionalización dentro de un comando terrorista. Casi sin darse cuenta, Arián pasa de quemar cajeros a la obligación de matar personas. Lo que impresiona de este film, sin embargo, no es el argumento con el que se podía haber hecho una película de cine político al estilo Pontecorvo o un panfleto ideológico al estilo Ken Loach. Lo que sorprende, y puede que eso se deba también a que los autores no están involucrados personalmente en lo que cuentan, es el tono del film, más una crónica que una epopeya, más una historia de amor que una denuncia. En este viaje hacia la muerte no hay buenos ni malos, no se trata de eso. Cada uno tiene sus razones para comportarse como lo hace, el film no los juzga. Pero justamente por no juzgarlos es por lo que eso que podríamos llamar el mensaje llega mucho más hondo. De todos modos, hay un hecho que no se puede obviar. El film está escrito y realizado durante los dos años de tregua de ETA. Dos años en los que hubo un atisbo de esperanza de poder salir del agujero negro del terrorismo, durante los cuales se tuvo el espejismo de poder acercarse al problema de ETA de una forma más literaria. Probablemente ahora, tras un año de atentados y miedo, un film como este se plantearía de forma muy diferente. O simplemente no se plantearía, ya que la triste, inútil y sin sentido historia de Arián podría ser la de cualquiera de los jóvenes que estos días son protagonistas en los periódicos por sus asesinatos. (Fotogramas)

Reparto: Ingrid Rubio, Silvia Munt, Abel Folk.


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