viernes, 29 de noviembre de 2024

El golpe (The Sting, 1973). George Roy Hill


Chicago, años treinta. Johnny Hooker (Redford) y Henry Gondorff (Newman) son dos timadores que deciden vengar la muerte de un viejo y querido colega, asesinado por orden de un poderoso gángster llamado Doyle Lonnegan (Shaw). Para ello urdirán un ingenioso y complicado plan con la ayuda de todos sus amigos y conocidos.

Es sumamente difícil aunar el caudal de perfecciones que Roy Hill suma en su esplèndida realización. Ni un metro de cinta sobra. El montaje es nervioso, rápido, elíptico y al mismo tiempo claro. (...) “El golpe” es un ejemplo de los grados de maestría a que es posible llegar en un cine comercial que, pese a su comercialidad, sea un producto honrado, atractivo y artístico. “El golpe” se inserta en los grandes logros peculiares del mejor cine norteamericano y habla un lenguaje universal, destinado a darle un enorme éxito popular en todo el mundo. (Lorenzo López Sancho en ABC del 21 de abril de 1974)

«El golpe» —en el título original «The Sting»— no es un filme trascendente, ni pretende hacer una revolución técnica o estética, ni tampoco ideológica o social. No sostiene tesis ninguna, ni abusa de exageraciones o violencias, como ahora está de moda. La cosa es más simple. Lo que se ha querido premiar en «El golpe» es la maestría de la realización, el equilibrio de su ritmo, la inteligente selección de los intérpretes, la bella y cuidada ambientación, etc. En suma, los valores que pudiéramos llamar clásicos, eternos, imprescriptibles. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 29 de mayo de 1974)

Uno de los grandes éxitos comerciales de los 70, realizado en plena boga del llamado cine "retro" por prácticamente el mismo equipo de "Dos hombres y un destino". Su ingenioso guión, las adecuadas interpretaciones y la hábil recuperación de la música de Scott Joplin son sus principales alicientes. Su realización resulta tan discreta como eficaz. (Fotogramas)

El guión es de una perfección tan inusitada, que cuenta una mentira dentro de otra mentira, nos hace sentir privilegiados de conocer ambas mentiras, pero en el corazón de esa mentira reside otra (aunque no sería justo hablar de mentiras, quizá sí lo sería de falsas apariencias) que redondea de manera fabulosa la relación entre Gondorff y Hooker. En medio de todo ello, somos testigos de la fabricación de esa apariencia. Es extraordinario ver cómo se maquillan, cómo eligen la ropa, cómo construyen el decorado de la casa de apuestas. En realidad, es un falso ‘making of’ de la película. (Adrián Massanet en Espinof)

El estilo visual de Hill es oblicuo; en lugar de situar a sus actores en el encuadre y registrar la acción, parece acercarse sigilosamente a ella. Newman y Redford casi parecen estar de camino a otra película. Si eso suena a crítica, no lo es: el estilo aquí es tan seductor e ingenioso que es difícil de definir. No se parece a nada de lo que he visto de Hill y, por momentos, casi me recuerda a Jacques Tati cruzado con Robert Altman. Es bueno conseguir una película negra que se centre más en el humor y los personajes que en la sangre y las vísceras; es una película, como decimos, para toda la familia. (Roger Ebert)

En muchas películas de atracos, terminamos apoyando a los criminales, y El golpe no es una excepción. La película evita cualquier escrúpulo moral al presentar al objetivo de Gondroff y Hooker como un tipo realmente malo. Lonnegan no tiene cualidades redentoras, por lo que nos liberamos de cualquier remordimiento de conciencia por desear que lo estafen. Asimismo, el bastión de la ley y el orden de la película, Snyder, es tan reprensible como se puede imaginar. Los estafadores son presentados como hombres honestos con un código de honor que ganan su dinero aprovechándose de la avaricia de los demás. Todo esto contribuye a la sensación optimista que transmite la resolución, que agrada al público. El golpe representa una de las películas más populares y queridas que han ganado el premio a la mejor película en el último medio siglo y un ejemplo de gran entretenimiento. (James Berardinelli en Reel Views)

"El golpe" parece y suena como una comedia musical a la que le han quitado las canciones, dejando sólo una banda sonora de fondo con rags de piano antiguos que evocan con tanta facilidad a los tiempos anteriores a la Primera Guerra Mundial como a los años treinta. Muchos de los demás detalles de época no están demasiado firmemente anclados en el tiempo, pero la película es tan agradable, tan obviamente consciente de todo lo que está tramando, incluso de sus propios fraudes pintorescos, que opto por seguirla. Uno perdona sus incansables esfuerzos por cautivar, aunque sólo sea porque "El golpe" en sí es una especie de estafa, carente de las aspiraciones poéticas que lastraron a "Dos hombres y un destino". (Vincent Canby en The New York Times del 26 de diciembre de 1973)

La contribución de George Roy Hill es insignificante; su dirección no es exactamente fría per se, sino que no hace nada para desarrollar un clima emocional palpable. Sin embargo, no se puede tener todo. El golpe proporciona una buena y limpia diversión, una producción lujosa y es agradable de ver como lo son sus protagonistas. (Janet Maslin en The Boston Phoenix del 25 de diciembre de 1973)

El golpe es una película sin problemas (...), una película feliz de la que salimos alegres (...) habiendo presenciado el triunfo de la malicia y la insolencia sobre la estupidez y la maldad. (Jean de Baroncelli en Le Monde del 23 de abril de 1974)

El golpe recuerda a un elegante envoltorio navideño, deliciosamente coloreado y envuelto, en cuyo interior no hay nada más que humo y espejos. (Positif n° 159 de mayo de 1974)

La historia es tan complicada que el guionista David S. Ward ha optado por detallar metódicamente cada fase de esta estafa bastante desproporcionada, lo que tiene también el efecto de reforzar la noción de espectáculo y de placer del espectador. La reconstrucción es cuidadosa y el mundo de los gángsters es a la vez realista y onírico. Todo es bastante largo, un poco aburrido y bastante frío, aunque con un bonito giro final. El enorme éxito popular de esta película comercial fue reconocido con siete premios Oscar. (L'oeil sur l'écran)

Ganadora de siete premios Oscar, incluida la mejor película, El golpe pertenece ahora a la memoria colectiva gracias a varios elementos atemporales. En primer lugar, el placer del espectador, intacto desde hace más de treinta años; nos dejamos atrapar por el deleite de ver los giros y vueltas del argumento tan finamente ejecutados. El dúo formado por Redford y Newman, que compiten en carisma para seducir al público, es uno de los más exitosos de Hollywood. Finalmente, la música, ese ragtime embriagador, alegre y vivaz, completa la referencia de la película en un rincón de nuestra mente. Pero estos elementos serían en vano sin la precisión quirúrgica del guión que podría considerarse el antepasado de todas los guiones con giros imprevistos que hemos podido ver recientemente en el cine. Es imparable incluso para espectadores con una imaginación probada. El golpe es sin duda un clásico para (re)descubrir en familia, no sólo para maravillarse de su brillantez sino también para comprobar que la industria de Hollywood no siempre ha tomado a sus espectadores por imbéciles. (Edgar Hourrière en À voir, à lire)

Película estrenada en Madrid el 18 abril 1974 en el cine Lope de Vega; en Barcelona, el 27 de mayo de 1974 en el cine Novedades.

Reparto: Paul Newman, Robert Redford, Robert Shaw, Charles Durning, Ray Walston, Eileen Brennan, Harold Gould, Dana Elcar, Robert Earl Jones, Charles Dierkop, Dimitra Arliss

martes, 19 de noviembre de 2024

El día más largo (The Longest Day, 1962). Ken Annakin, Andrew Marton, Bernhard Wicki


Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Minucioso relato del desembarco de las tropas aliadas en las playas de Normandía el 6 de junio de 1944, día que señaló el comienzo del fin de la dominación nazi sobre Europa. En este ataque participaron 3.000.000 de hombres, 11.000 aviones y 4.000 barcos.

La película es un soberbio documental que sigue con la fidelidad posible, a través de una minuciosa pesquisa en el estudio de la gran batalla, todos los accidentes que precedieron a la fabulosa operación bélica y a su puesta en pràctica después. No puede tener, ni tiene, una redondez argumental concreta, ni un comienzo, ni un fin. Es el retrato sobrecogedor de un pedazo de historia contemporània que no empieza ni acaba... Estas tres horas de guerra portentosamente simulada que compendian las veinticuatro de “aquel día” apesadumbran a veces demasiado con su pavorosa monotonia. (Gabriel García Espina en ABC del 18 de diciembre de 1962)

Más que una película, «El día más largo» es una grandiosa y complicada obra cinematográfica, que participa de las condiciones del documental y del relato novelesco y en la que intervienen, en desusada proporción, los elementos más variados: la técnica, la plástica, la música, las artes militares, la literatura, la psicología. (...) La película recoge la visión de esa jornada dramática y terrible, de una grandeza impresionante y sobrecogedora. Técnicamente no puede aspirarse a nada mejor ni más concienzudamente realizado. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 18 de diciembre de 1962)

Espectacular adaptación del libro de Cornelius Ryan, en el que se reconstruía el episodio más emblemático de la Segunda Guerra Mundial: el desembarco aliado en Normandía. Utilizando un estilo semidocumental, reforzado por una ingente generosidad de medios y un reparto inacabable, sus resultados no dejan de ser estimables, aunque evidencian una excesiva tendencia a la dispersión. (Fotogramas)

Película de factura colectiva, adolece por tanto de una enorme falta de personalidad y se acoge al poder de lo narrado, apela continuamente a la épica y busca constantemente la trascendencia de frases de guión y encuadres superlativos, como forma de contrarrestar la frialdad y la distancia de una historia demasiado grande incluso para tres horas de metraje, pero que no puede ser contada de otra forma. (39 escalones)

"El día más largo" es un auténtico "quién es quién" de los actores más importantes de la época, y se mantiene a la altura de su espectacularidad, su reparto y su amplia narración. Francamente, dudo que volvamos a ver una película tan "grande" como "El día más largo"; aunque sin duda ha sido superada por otras películas en términos de realismo y autenticidad, su lugar en la historia del cine no está en debate y su valor de entretenimiento disminuye poco o nada. (Nick Harte en DVD Talk)

Inteligentemente, la película ha sido fotografiada en blanco y negro para dar una autenticidad virtual de noticiero a las escenas de batalla vívidas y realistas. Y el aspecto ilusorio de la realidad se ha logrado en otros aspectos, notablemente en el uso de sus propios idiomas por parte de los alemanes y los franceses, con subtítulos en inglés adjuntos para traducir lo que dicen. El efecto total de la película es el de un gran reportaje documental, adornado y coloreado por detalles personales que son emocionantes, divertidos, irónicos, tristes. No hace ninguna observación concluyente, aparte de la obvia de que la guerra es el infierno y que el Día D fue un triunfo valiente y costoso para las fuerzas aliadas, no para un hombre en particular. Es difícil pensar en una película dirigida y construida como fue ésta, que haga más o mejor o que deje a uno sintiéndose más expuesto al horror de la guerra que ésta. (Bosley Crowther en The New York Times del 5 de octubre de 1962)

Tres directores principales (además de Darryl Zanuck y Gerd Oswald), cinco guionistas (entre ellos Romain Gary y James Jones), una novela de Cornelius Ryan que fue un éxito de ventas y uno de los elencos estelares más grandes de todos los tiempos (muchos de ellos con muchísimo por hacer aún) hacen de esta una de las últimas epopeyas bélicas auténticas. Con mucho ruido, espectáculo y heroísmo mientras los aliados invaden Normandía; en general buenas interpretaciones y buen humor, pero aún así demasiado larga y cargada de los estereotipos nacionales habituales. (Geoff Andrew en Time Out)

Si dejamos de lado el aspecto desmesurado de la empresa y el desfile de estrellas, The Longest Day (1962) destaca como una magnífica reconstrucción histórica, bastante fiel a pesar de algunos elementos más novelescos. La Operación Overlord se transcribe con todo detalle dentro de los diferentes cuarteles generales, pero también en las diferentes áreas de acción. A pesar de la complejidad del dispositivo, el espectador, gracias a la presencia de rostros familiares, nunca se pierde. (Virgile Dumez en Ciné Dweller)

Si se toma algunas libertades históricas aquí y allá, El día más largo sigue siendo un monumento impresionante, además en este hermoso blanco y negro (¡huid de la versión coloreada como de la peste!) terriblemente creíble. Por supuesto, esto no es siempre así, pensamos en sus escenas de estudio ultra anticuadas filmadas con imágenes de fondo. Pero las escenas de batalla con miles de extras son magistrales, ¡cuesta imaginar el trabajo de puesta en escena! Hay que tener en cuenta que en aquella época se pusieron a disposición de las superproducciones enormes recursos para restaurar el gusto del público por el cine en las salas ante la aparición de la televisión: esto no funcionó realmente, pero ¡qué época de magníficas películas! (Guillaume Dumazer en Chroniques DVD)

El punto fuerte de El día más largo es esa capacidad de narrar con un increíble sentido del detalle los más mínimos acontecimientos y gestos que tuvieron lugar durante aquel famoso 6 de junio de 1944. La película nos invita a cerrar nuestros viejos libros escolares para descubrir en directo qué sucedió ese día. Para ello, el productor Darryl F. Zanuck no escatimó en logística. Filmaciones en los propios lugares de aterrizaje, miles de extras, todo el equipo y armas de combate necesarios, asesoramiento histórico y técnico de 23 militares de diversas nacionalidades. No se dejó nada al azar. (Laurent Pécha en Écran large)

Película estrenada en Madrid el 16 de diciembre de 1962 en el cine Palacio de la Música;  en Barcelona, el 17 de diciembre de 1962 en el cine Kursaal.

Reparto: John Wayne, Robert Mitchum, Henry Fonda, Richard Burton, Sean Connery, Curd Jurgens, Rod Steiger, Robert Ryan, Eddie Albert, Peter Lawford, Gert Fröbe, Robert Wagner, Sal Mineo, Richard Beymer, Mel Ferrer, Richard Todd, Bourvil, Red Buttons, Irina Demick, Steve Forrest, Leo Genn, Jeffrey Hunter.

lunes, 11 de noviembre de 2024

Picnic en Hanging Rock (Picnic at Hanging Rock, 1975). Peter Weir


El día de San Valentín de 1900, las estudiantes de la Escuela Appleyard van de excursión a Hanging Rock, una región australiana montañosa. A lo largo del día se producen una serie de fenómenos sobrenaturales: el tiempo se detiene, estudiantes y maestras pierden el conocimiento y tres chicas y una profesora desaparecen.

Peter Weir, el realizador, mueve con soltura los elementos dramáticos de la historia y concede dimensión y fuerza al ambiente (...) En la reconstrucción de la atmófera de hace tres cuartos de siglo, en una Australia todavía victoriana, residen las mejores bazas de Peter Weir y de su película. Los pecados de ambos vienen representados por la morosa exposición de la trama, por el preciosisme de las imágenes y por el excesivo acento situado sobre lo fantástico de la historia, acento que toma matices de cierta desilusión cuando la explicación del misterio brilla por su ausencia. (Pedro Crespo en ABC del 3 de julio de 1977)

Lo atractivo radica en la fina sensibilidad del director, en su talento al reconstruir un ambiente lleno de encanto que además nos inquieta por la ubicación de los personajes en un contexto misterioso. (...) Es tal el encanto de las imágenes, que no nos damos cuenta del tono moroso que el realizador emplea para narrarnos la historia de las col·legiales prendidas en el juego de la libertad. Son dos horas de recorrido por un mundo que ha dejado aparte cualquier vulgaridad y se empeña en situarnos limpiamente en un plano de contrastes de sugerencias y ¿por qué no? de magia. (Angeles Masó en La Vanguardia del 29 de septiembre de 1977)

Como el propio misterio que la preside, Picnic en Hanging Rock se ha demostrado con los años como una obra que mientras favorece la interpretación hasta donde queramos, ofreciendo siempre nuevos detalles y pistas en cada visionado, se obceca por negarnos cualquier tipo de explicación o de conclusión que tratemos de cerrar en torno a ella. (...) Un artefacto atemporal, inmemorial, externo a la temporalidad cartesiana de los relojes y más allá de los relatos habituales que nos contamos para dar sentido al mundo. Porque la película es ante todo una fábula retorcida, mágica y sobrecogedora, sobre la increíble convencionalidad de esos relatos y su tragedia final al tratar de dar una respuesta al Misterio, a cualquier misterio, y de fallar irrecuperablemente en el intento. (Pepe Tesoro en Cintilatio.com)

Una película que crea un lugar específico en tu mente; sin argumento, sin explicación final, existe como una experiencia. En cierto sentido, el espectador es como las chicas que fueron al picnic y regresaron sanas y salvas: para nosotros, como para ellas, las estudiantes que desaparecieron permanecen siempre congeladas en el tiempo, se alejan de la vista y nunca más se las vuelve a ver. (Roger Ebert)

El terror no tiene por qué ser siempre un caballero con los colmillos largos vestido de etiqueta, un cadáver desmembrado o un doctor que guarda un cerebro en su pecera de oro. Puede ser un día cálido y soleado, la inocencia de la niñez y los indicios de una sexualidad inexplorada que se combinan para producir una euforia tan intensa que resulta abrumadora, un estado más allá de la vida o la muerte. Ese horror es indescriptible no porque sea espantoso, sino porque queda fuera del ámbito de las cosas que se pueden definir o explicar fácilmente de manera convencional. También es la fascinación de "Picnic at Hanging Rock". (Vincent Canby en The New York Times del 23 de febrero de 1979)

Un film de atmósfera irregularmente efectiva, basada en un incidente real en el que varias colegialas desaparecieron durante una excursión de un día a una montaña. El director Peter Weir lucha por crear una atmósfera de languidez mística, disolviendo a sus actores en la luz cegadora del sol y llenando su banda sonora con los susurros levemente siniestros de la naturaleza. Pero el drama sin energía sólo conduce al anticlímax, ya que Weir sugiere mucho más de lo que muestra e invita a la audiencia a completar los significados. (Dave Kehr en Chicago Reader)

Si no se explican los hechos, los espectadores de cine escrutarán naturalmente cada detalle de la película en busca de pistas. Los pájaros, de Alfred Hitchcock, fue una lección para los espectadores de mente literal, que dejaba caer pistas desagradables a cada paso para explicar sus inexplicables acontecimientos. Peter Weir, en cambio, teje una delicada red de marcadores que apuntan a la idea de que Hanging Rock es una especie de entidad sobrenatural que ha "reclamado" a las chicas, como un dios prehistórico o una deidad de la naturaleza. Abundan los sonidos extraños y los diálogos repetidos por el eco (al parecer oídos por el buscador Michael una semana después). Lo que podría tomarse como un comportamiento despreocupado por parte de las chicas (reflexiones poéticas, movimientos silenciosos, acciones de tipo ritual) se puede interpretar como las acciones de víctimas sacrificiales a la naturaleza. (Glenn Erickson en DVD Savant)

Con un talento admirable, Peter Weir pone al espectador en un estado de espera, sabiendo que nunca podrá responder a ella. Por tanto, nos coloca en la misma posición incómoda que a todos sus personajes y no nos concede ningún respiro ni alivio. La película se cierra así de manera implacable, como se había abierto, sin que se nos dé respuesta alguna. Esto explica el sentimiento de decepción de ciertos espectadores acostumbrados a un mayor cartesianismo. Aquellos a quienes, por el contrario, les guste perderse en los vericuetos de un mundo de contornos vagos, rodeados de incertidumbres filosóficas, estarán a sus anchas. Se trata de una obra que se atreve a sumergirse de lleno en un universo fantástico que, sin embargo, parece tan realista. (Virgile Dumez en Ciné Dweller)

La tensión de la película no surge de la naturaleza inexplicable del fenómeno, sino más bien de la perturbación que genera dentro del microcosmos de la escuela de la señora Appleyard. Las amistades ambiguas, los impulsos reprimidos, los vínculos rotos, los desequilibrios, hasta entonces apenas visibles, que amenazan a esta comunidad de niñas y mujeres emergen después de este día de San Valentín, al pie de la roca donde el tiempo parece detenerse. (Marie Serale en Le bleu du miroir)

Como suele ser el caso, Peter Weir cuenta la historia de una emancipación, de escapar de un marco social cerrado, donde su experimentado y sublime onirismo resalta con aún más crueldad la brecha que separa la esencia de las tierras y los mitos australianos con el código restrictivo, ordenado y cartesiano de los colonos victorianos en las tierras conquistadas. Nadie sabrá nunca qué pasó realmente con las chicas que desaparecieron en Hanging Rock... y sin duda eso les conviene. (Nathanaël Bouton-Drouard en Regard critique)

Película estrenada en Madrid el 23 de junio de 1977 en el cine Pompeya; en Barcelona, el 23 de septiembre de 1977 en el cine Publi 1. 

Reparto: Rachel Roberts, Dominic Guard, Helen Morse, Jacki Weaver, Anne-Louise Lambert, Vivena Gray, Margaret Nelson, Tony Llewellyn-Jones.


lunes, 4 de noviembre de 2024

La gran juerga (La Grande Vadrouille, 1966). Gérard Oury

                                             

Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Parodia de la ocupación de Francia por los alemanes. Terry-Thomas es un piloto inglés que se encuentra perdido en la Francia ocupada, mientras que Bourvil y Louis de Funès son dos parisinos que, casi involuntariamente, ayudan a la resistencia contra los nazis. Un film que en Francia obtuvo un enorme éxito de taquilla.

La peripecia podría haber dado ocasión a un film grave, serio, dramático. Gérard Oury ha optado por todo lo contrario. Invirtiendo las situaciones totalmente, ha conseguido sacarles todo su jugo cómico y despojándolos de toda trascendencia. En suma, del posible drama ha hecho una desopilante y divertida farsa. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 13 de agosto de 1967)

La gran juerga es la película de un realizador más hábil que inspirado, conocedor del juego comercial que dan ciertos temas tratados bajo recetas infalibles. (...) La gran juerga es una película eficaz de humor si atendemos a las consecuencias. Estéticamente no supone mucho en la incipiente carrera de Gérard Oury. (José Luis Martínez Redondo en ABC del 30 de agosto de 1967)

Esa antigua y confiable máxima del vodevil, "¡No te quedes ahí parado, sigue moviéndote!", ha salvado a muchos cómicos inexpertos de una arremetida destructiva por parte de espectadores iracundos. También es la gracia salvadora de "La gran juerga" (...). Tres cómicos profesionales, los franceses Bourvil y Louis de Funès y el inglés Terry-Thomas, corren infatigablemente por una pintoresca campiña francesa en un esfuerzo febril por escapar de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Son rápidos y rara vez resultan graciosos en una payasada llena de incidentes pero sin inspiración. (A.H. Weiler en The New York Times del 17 de febrero de 1969)

La gran juerga nos lleva a los vuelos más surrealistas pero nunca parece perder el control de la realidad. No sólo es una comedia magnífica, sino también una película de acción bélica bastante respetable, una de las mejores que se hicieron en Francia en los años 60. (Starbeurk en Sens critique)

La gran juerga es un gran film cómico francés. (Samuel Lachize en L'Humanité del 10 de diciembre de 1966)

Probablemente la película más insustancial y pésima del año. (Michel Mardore en Cahiers du Cinéma, N° 186, enero de 1967)

Al estreno de La gran juerga le faltaban dos hombres que habrían situado el acontecimiento en su ámbito adecuado: Raymond Queneau y Jean-Paul Sartre. Ambos deploraron, tras la Liberación, el divorcio entre las obras de arte y las masas populares, lamentando que la cultura estuviera reservada a una élite privilegiada. [...] En el cine, tuvimos que esperar hasta los años 50 y la Nueva Ola para que sacudiéramos el cocotero. Pero su audiencia no era universal. En este vacío, hace un año, Gérard Oury lanzó un nuevo globo de prueba con El hombre del cadillac. ¡Qué viaje desde entonces! La gran juerga permite a los cinéfilos escapar del gueto de las películas de arte y ensayo y mezclarse con todos los públicos para disfrutar. Que lo comprendan a tiempo los obstinados partidarios de la doctrina pura y dura: La gran juerga es para el cine de entretenimiento lo que Pierrot el Loco es para el cine de autor. (Henry Chapier en Combat)

Sin embargo, 'La gran juega' en última instancia tiene más peso de lo que podría pensarse a primera vista. Como las otras películas de Louis de Funès, es una comedia fácilmente digerible, pero la historia, con su multitud de cambios de escenario y personajes, finalmente adquiere una forma tan significativa que hay mucho que experimentar. La película es mucho más que una simple comedia. Además, los ingleses hablan inglés, los franceses hablan francés y los alemanes hablan alemán. Hollywood puede aprender algo de eso. (David Croese en Cinemagazine)

La gran juerga se convirtió en un gran éxito en muchos países. En Francia, recientemente fue superada en popularidad por la comedia Bienvenidos al norte (2008) de Dany Boon. Sin embargo, en una comparación entre las dos, la película de Oury gana con limpieza en términos de humor, actores e historia. En esta película el humor es creíble y el humor no sólo está ahí por sí mismo, sino también para darle más poder a la historia. Nunca resulta aburrida, cada minuto de la película de dos horas es entretenido. Por supuesto, esto se debe en gran medida al talento de De Funès y Bourvil, pero los diálogos también son brillantes en ocasiones. Un pequeño detalle, pero que influye positivamente en la apreciación de la película, es el hecho de que aquí los ingleses hablan generalmente inglés, los alemanes alemán y los franceses francés. En ocasiones, cuando no lo hacen, se vuelve muy cómico debido al acento y los malentendidos sobre el significado. En definitiva, La gran juerga merece con razón el título de mejor comedia francesa, incluso después de Bienvenido al norte. Es y sigue siendo un gran clásico de la historia del cine francés.(Martijn Joose en Fransefilms.nl)

No deberías esperar momentos realmente emotivos. Oury y su equipo de guionistas no tienen grandes ambiciones en este sentido. Su objetivo era simplemente entretener. Lo hacen muy bien; más de 50 años después, este clásico sigue siendo divertido. La comedia en su conjunto funciona con los chistes. Y hay muchos, un chiste tras otro. Por supuesto, no deberías ver la película si tienes expectativas más altas. Por supuesto, siempre cabe preguntarse hasta qué punto un escenario bélico es apropiado para una comedia. Si eso no te molesta, La gran juerga te invita a disfrutar del caos que los involucrados dejan por donde pasan. (Oliver Amrknecht en Film-rezensionen.de)

Película estrenada en Barcelona el 12 de agosto de 1967 en el cine Comedia; en Madrid, el 28 de agosto de 1967 en los cines Capitol y Argüelles.

Reparto: Bourvil, Louis De Funès, Terry Thomas, Claudio Brook, Andrea Parisy, Colette Brosset, Mike Marshall, Mary Marquet, Pierre Bertin, Benno Sterzenbach, Marie Dubois.