martes, 18 de junio de 2024

Asesinato por decreto (Murder by Decree, 1979). Bob Clark


Londres, 1888. En el barrio de Whitechapel se producen una serie de violentos y sanguinarios crímenes que tienen algo en común: las víctimas son siempre prostitutas asesinadas en oscuros callejones. El asesino será pronto conocido con el nombre de Jack el Destripador. En Baker Street, Sherlock Holmes y su ayudante el Doctor Watson empiezan a investigar por su cuenta los horribles crímenes que tienen aterrorizada a la ciudad. A pesar de que el jefe de Scotland Yard preferiría no hacerlo, no tiene más remedio que pedirles ayuda para resolver el caso. 

El ritmo de Clark, su lenguaje narrativo es excelente, pero sin concesiones al gran público. (...) Más que un filme policíaco al uso, «Asesinato por decreto» es una cinta que llega a desvelar la instrumentación del estado moderno y sus posibilidades de alargar un brazo criminal hasta límites insospechados. De esta manera, la cinta convence plenamente. Si sólo se busca la evasión, puede decepcionar, porque Clark no busca los recursos fáciles. (Angeles Masó en La Vanguardia del 3 de octubre de 1979)

Bob Clark no se luce precisamente como realizador; ni el uso de unos aberrantes “ojos de pez” ni de unos interminables y caprichosos “travellings”, añaden otra cosa que pretenciosidad a las imágenes de este “Asesinato por decreto”, salpicadas de espectacularidades superficiales y presentado con un montaje sólo medianamente habilidoso. Con todo, la película se sigue sin agobios ni especiales aburrimientos. (Pedro Crespo en ABC del 8 de octubre de 1979)

El director, Bob Clark, conduce el relato con corrección, aunque recreándose quizá en exceso en los brumosos decorados del Londres de los barrios bajos, escenario siempre tan agradecido para este tipo de crímenes novecentistas. Es verdad que la narración adolece de ciertas lagunas, más achacables al guion que a su puesta en escena. Clark dirige con buena mano a un muy entonado grupo de estrellas, que avalan el film con su presencia; especialmente destacable nos parece la ajustada composición de James Mason como el doctor Watson. Una intervención episódica de John Gielgud sirve para confirmar su gran clase de actor indiscutible. La fotografía de Reginald Morris, como decíamos, se recrea en los paisajes sórdidos del Londres finisecular, creando una notable, a ratos incluso agobiante atmósfera de suspense. (Enrique Colmena en Criticalia.com)

Clark sabe mantener el ritmo de la acción de forma pausada pero imparable: basado en un guión muy bien escrito, el misterio es desarrollado por Clark ofreciendo los datos necesarios para que el espectador vaya percibiendo los vericuetos de la solución, huyendo de la trampa fácil y la especulación circense sin rechazar momentos de acción física en unos lugares recreados como es usual en una producción británica con casi tanto mimo como en el apartado del vestuario, aunque ciertamente algún añadido piloso está un pelín exagerado, o eso me pareció. Hay quien asegura que estos Holmes y Watson son los mejores: para mí esa es una motivación añadida que me impele a darle un repasito, máxime cuando, por fin, uno puede disfrutar de la versión original subtitulada de una aventura que, seguramente, hubiera complacido y atemorizado a Sir Arthur Conan Doyle. (El bloc de Josep)

"Murder by Decree" es una película divertida y sin complicaciones, que no está al nivel de "The Seven-Per-Cent Solution" (1976) de Nicholas Meyer, pero sin duda está muy por delante de muchas otras películas actuales que se hacen pasar por entretenimiento popular. El guión de Hopkins es divertido sin ser condescendiente, más consciente de la historia, tal vez, de lo que lo fueron los misterios de Conan Doyle, pero siempre aprecia la fortaleza de los personajes originales y la etiqueta observada en el curso de cada investigación. (...) La resolución final del misterio no es ni más ni menos convincente que la de docenas de otros casos de Holmes que probablemente hayas disfrutado, aunque éste intenta un poco establecer analogías con el caso Watergate. Sin embargo, la resolución de cualquier caso de Holmes nunca ha sido tan importante como la persecución en sí, y cuando la persecución es tan entretenida como ésta, no tiene mucho sentido mirar atrás. (Vincent Canby en The New York Times del 9 de febrero de 1979)

El ecléctico director Bob Clark, que a aquellas alturas de su carrera acababa de escapar del gueto de las películas de terror de bajo presupuesto, es el encargado de orquestar toda la película. Como es lógico, Clark envuelve Murder by Decree con suficientes sombras y humo como para alimentar una docena de fiestas de terror. La película incluye mucho acecho en lugares oscuros, así como interrogatorios a sospechosos en habitaciones ornamentadas, por lo que el contraste entre lugares elegantes y sórdidos le viene bien a la historia. Aun así, resulta un poco larga y Plummer es bastante frío, lo que hace difícil obtener mucha emoción mientras se ve la película. En consecuencia, el grado de interés que tengas por Murder by Decree dependerá de lo intrigante que te parezca el misterio central y de lo satisfactorio que te parezca el final, que puede atar las cosas demasiado bien para algunos gustos. (Peter Hanson en Every 70s Movie)

Tal como está escrita, Murder By Decree es un thriller verdaderamente cautivador, en el que Holmes se adentra en el caso y la conspiración para descubrir la verdad. El director de la película, Bob Clark, que hizo la brillante película de terror Black Christmas (1974), dirige la película con seguridad, tanto en términos de mantener el ritmo de la historia como en la creación de una atmósfera verdaderamente inquietante durante los asesinatos, pero también en Londres nocturno. Lo ayuda un brillante diseño de producción. La película se considera un thriller, pero yo diría sin duda que, debido al diseño y la atmósfera, también debería considerarse una película de terror, que evoca el horror de la Hammer en su máxima expresión. (Kevin Crighton en The Grump of Horror)

Visualmente, la reconstrucción es elegante (magníficas tomas de maquetas y pintura mate en las vistas panorámicas de Londres), pero lamentamos que Clark se muestre tan blando en los momentos de suspense y acción (que, sin embargo, sabe conducir notablemente) cuya ejecución (un secuestro a plena luz del día, el duelo final) alivia un poco la tensión. Muy interesante, por tanto, aunque sobre el tema prefiramos la miniserie de 1988 con Michael Caine, o From Hell (2001) de los hermanos Hughes con una atmósfera más opresiva. (Justin Kwedi en DVD Classik)

Incapaz de contar con claridad los entresijos de una trama enrevesada, Bob Clark muchas veces se pierde y nunca logra explicar cómo el excelente detective logra desenredar los hilos de la historia. Prueba de la torpeza general, el cineasta se ve obligado a pasar el último cuarto de hora de la película multiplicando flashbacks para dar sentido a todo lo que precede. Ciertamente, el discurso dirigido contra la monarquía británica es bastante audaz, pero nos hubiera gustado que estuviera respaldado por una mecánica policial impecable, lo cual está lejos de ser el caso. (Virgile Dumez en CinéDweller.com)

La película se pierde un poco en las explicaciones de la trama, especialmente en el final fallido que pesa considerablemente sobre la película, por lo demás bastante bien equilibrada. El director Bob Clark nos ofrece una producción elegante. La película tenía un presupuesto limitado (4 millones de dólares) pero no se nota en pantalla. La reconstrucción del Londres de la época victoriana está absolutamente lograda. En términos de reparto, Christopher Plummer interpreta a un Sherlock bastante atípico, porque demuestra sus emociones mucho más de lo habitual. ¡Así vemos a Holmes perder los estribos e incluso llorar ante la injusticia del destino de una joven! Una herejía para cualquier fan del famoso detective. (Nicolas Botti en Cinéma de Rien)

Película estrenada en Barcelona el 1 de octubre de 1979 en los cines Excelsior, Palacio Balañá. Río y Pedro IV; en Madrid, el 8 de octubre de 1979 en el cine Avenida.

Reparto: Christopher Plummer, James Mason, David Hemmings, Susan Clark, Anthony Quayle, John Gielgud, Frank Finlay, Donald Sutherland, Geneviève Bujold.


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