Una gran empresa hace una convocatoria pública para cubrir varios puestos de trabajo. Al llamamiento acuden muchos jóvenes, entre ellos Domenico, un muchacho de provincias que se queda prendado de Antonietta, otra aspirante. Los dos se despiden con la esperanza de encontrarse de nuevo como empleados de la empresa. Ambos son seleccionados, pero a Domenico le asignan el puesto de ayudante de conserje, y los diferentes turnos y tareas les impiden volver a verse. La vida transcurre entre la monotonía y las pequeñas contrariedades cotidianas hasta que, por fin, se produce el reencuentro.
Nuestro protagonista encuentra un trabajo, pero antes deberá pasar por multitud de pruebas de selección, junto con otros compañeros. El Empleo se dedica a realizar una radiografía abrumadora sobre estos infinitos procesos que degradan totalmente a los trabajadores que se presentan para la selección. El filme nos deja múltiples secuencias en las que Olmi se explaya. Por ejemplo, con los planos en los que vemos a los trabajadores agrupados en una misma sala, esperando ansiosos a que les avisen para ir a realizar las pruebas, una imagen que no está demasiado lejos de la de un matadero. Pero sobre todo, donde se retrata mejor la absurdez de todo el proceso es en la entrevista delirante que le realizan a nuestro protagonista, y en la que este ni siquiera puede aguantar la risa ante la ristra de absurdas preguntas que le hacen. (Kyrios en Film Affinity)
Con El empleo, su segundo largometraje tras Il tempo si è fermato, que ya demostraba la pericia del cineasta al retratar relaciones humanas en una cinta tampoco exenta de su vertiente más social, Ermanno Olmi lograba una crítica que parece construirse casi a regañadientes, pero que termina dejando claras sus intenciones con una última secuencia tan seca como desoladora, que casi sin quererlo y dentro de ese extraño y contenido tono del que hace gala la obra, actúa como fiel reflejo de todo aquello a lo que hemos asistido a lo largo de la cinta, pero en ese último plano se termina clavando con fuerza en la cabeza de un espectador que difícilmente podrá despegar de si la inquietante mirada de Sandro Panseri acompañado por el incesante tecleo de las máquinas de escribir. (Cine maldito)
Pero pese al tono cómico que adquiere en ocasiones la película, el final resulta absolutamente desolador. Domenico consigue por fin su ansiado puesto, pero solo tras la muerte de uno de los oficinistas (resulta escalofriante el momento en que vacían su escritorio separando sus pertenencias personales de las que pertenecen a la empresa, encontrando restos de una novela que estaba escribiendo, un sueño frustrado que murió con él). Por otro lado, su relación con Antonietta queda en el aire pero resulta bastante probable que no llegará a fructificar, ya que ella sale con los empleados de su sector. Domenico acaba por tanto condenado a ser otro triste oficinista más. Cuando ocupa su asiento, sabemos que él será en el futuro uno más de ellos: un hombre cansado y mediocre con una vida vacía e improductiva. Mientras éste se hace a la idea de su nuevo asiento, Olmi resalta los repetitivos sonidos de la oficina de forma que casi parecen los de una fábrica en cadena. En el último plano de la película, la mirada de Domenico da a entender que el joven parece comprender cual va a ser su triste futuro en ese puesto de trabajo antes tan ansiado. (El gabinete del doctor Mabuse)
El italiano Ermanno Olmi, que tenía una larga trayectoria en el terreno del documental, se dio a conocer a nivel internacional con este drama, muy influido por el neorealismo italiano. El cineasta declaró públicamente que pretendía con este film recoger la realidad, pero desde una perspectiva cristiana. Coguionista con Ettore Lombardo, Olmi se basa en sus propias experiencias personales, y usó como localizaciones los lugares donde había conseguido sus primeros empleos. El film –rodado con actores no profesionales– narra con un tono amable y costumbrista la situación del mercado laboral en los años 60, con sus luces y sombras, y la iniciación amorosa de los dos protagonistas. (Decine21)
"Narra las primeras experiencias amorosas de
unos adolescentes atados a un trabajo alienante. Además de no haber
envejecido un ápice, se antoja un documento (sociológico),
irrenunciable." (Luis Martínez: Diario El País)
Un film casi documental que ilustra los primeros pasos de un adolescente
en el mundo laboral. Narrado en un tono desdramatizado y casi gris,
con el que consigue captar con agudeza la mediocridad del entorno,
constituye un esfuerzo más que considerable para captar la realidad más
allá de sus simples apariencias. Supuso la consagración de uno de los
directores más interesantes, y no siempre comprendidos, en la historia
del cine italiano. (Fotogramas)
Título español: El empleo.
Reparto: Sandro Panzeri, Loredana Detto, Tullio Kezich, Carla Colombo, Mara Revel, Bice Melegari, Corrado Aprile, Guido Chiti.
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