En cualquier caso, estas tres horas de apabullante superespectáculo, de amor y fidelidad a la prosa tolkiana y al cine de lo maravilloso, volverán a llenar de gozo y plenitud al espectador, que saldrá de la sala volando como Simbad sobre una nube por todo cuanto han deglutido sus retinas. (…) Jackson,o DeMille renacido con médula mesiánica, obra el milagro: devolver al “cine colosal” su buen nombre. (Jordi Batlle Caminal en La Vanguardia del 18 de diciembre de 2002)
Aun siendo esta segunda aventura de Frodo y sus amigos cine de factura opulenta, pero de lenguaje fílmico pobre, Las dos torres engancha, embauca y se ve bien, pese a que el ampuloso y mareante vuelo de la cámara hacia angulaciones imposibles; el juego retórico del texto -de por sí enfático pero, para colmo, apoyado en músicas que convierten a Wagner en autor de boleros- y el exceso de trama argumental, tan veloz y comprimida que sobrecarga la retentiva del espectador; éstos, y otros similares rasgos de endeblez de este puñetazo de seudocine de hierro, fuerzan a que la vertiginosa sucesión de sucesos y de inventos visuales haga espesa a la pantalla y la secuencia se vuelva más y más fatigosa a medida que la acción se adentra en el frondoso bosque de la leyenda de Tolkien. (Ángel Fernández-Santos en El País del 20 de diciembre de 2002)
La maestría con que combina cuatro líneas narrativas, la habilidad con que salta de una a otra sin tropezar y sin quitarle el ojo a las demás, es, simplemente, una lección de cine. Más oscura que su predecesora, Las Dos Torres sigue siendo, además, un poema monumental: la aparición de los Ents, árboles sabios y peregrinos; el viaje a través de la Ciénaga, tapizada de cadáveres sumidos en aguas turbulentas; y el intermedio romántico que recupera la élfica figura de Liv Tyler, demuestran el talento lírico de un cineasta tan preparado para la prosa heráldica como para la rima en verso. (Esteve Riambau en Fotogramas)
La dos torres equilibra la acción espectacular con la narración emocional, dejando al público completamente satisfecho y ansioso por el capítulo final. (Rotten Tomatoes)
"Las dos torres" posiblemente será más popular que la primera película, hecha más para complacer al público, pero ¿no ha perdido Jackson el propósito original de la historia en algún momento del camino? Ha tomado una obra literaria única y encantadora y la ha vuelto a contar en los términos de la imagen de acción moderna. Si Tolkien hubiera querido escribir sobre una raza de superhombres, habría escrito una versión de la Tierra Media de "Conan el Bárbaro". Pero no. Contó un cuento en el que modestos y pequeños hobbits eran los héroes. Y ahora Jackson ha llevado la historia a la corriente principal de la acción. Hacer lo que ha hecho en esta película debe haber sido increíblemente difícil, y merece un aplauso, pero permanecer fiel a Tolkien habría sido más difícil y más valiente. (Roger Ebert)
Un ejército de cineastas liderados por el director Peter Jackson, ha hecho de la sección central de la trilogía un testimonio resonante del poder de las películas. (Joe Morgenstern en Wall Street Journal)
Tiene un enfoque narrativo más nítido y un sentido del avance más vivo que el de La comunidad del anillo, más episódica. (Todd McCarthy en Variety)
Al aburrimiento se añade entonces el placer tranquilo de la exploracion asistida, el mismo que vuelve un tanto soportables los malos videojuegos plásticamente logrados. (Erwan Higuinen en Cahiers du Cinéma)
La necesidad de estar lo más cerca posible de la letra de la novela es demasiado onerosa para permitir que el cine se desarrolle con todo su poder. Pero sentimos que las aspiraciones de Peter Jackson lo llevan en esa dirección. (Thomas Sotinel en Le Monde)