lunes, 31 de agosto de 2020

La noche de los gigantes (The Stalking Moon, 1968). Robert Mulligan


Arizona, año 1881. Sam Varner (Gregory Peck), un veterano explorador del ejército recién retirado, ayuda a una mujer blanca, Sarah Carver (Eva Marie Saint), y a su hijo mestizo a volver a casa, después de haber sido encontrados en un cuartel del ejército entre los prisioneros indios de un campamento apache. En su viaje, se cruzarán con Salvaje, un apache que busca venganza desatando su ira sobre los habitantes de la región.

«Western»  con  todas  las  características y  tópicos  del  género,  pero  con un   asunto  demasiado  minúsculo para  dar  de  sí  toda  la  acción  que  exige una   película  de  dimensión normal. Esto ha  obligado  a  Robert  Mulligan, un realizador  de  variados y  múltiples recursos, a  «estirar»  la  trama  y rellenarla  con  una  serie  de  secuencias que  resultan  demasiado repetidas  para  que puedan  ser  interesantes.(...) La   historia  está  relatada  muy  minuciosamente —tal  vez demasiado—y  ambientada con el  rigor artístico que caracteriza toda la  obra  de Mulligan, verdadero  maestro  del  cine  de  Hollywood, pero  incurre  en  los  recursos más sobados  y  reiterados, sin  que en  ningún  momento veamos  asomar  la  genialidad  de  otras películas de este cineísta. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 16 de agosto de 1969)

Hay "western" de patrones cortados y archivo. Este tiene más autenticidad, sobre todo en la primera parte, donde juega el paisaje y se plantea el asunto con el rango debido. Luego se vive la amenaza permanente y la acción va por cauces ya manidos y habituales. Lo mejor es el paisaje, la fotografía y la interpretación de Gregory Peck y de Eva Marie Saint. (...) Su habilidad cinematográfica es indudable y hay que agradecerle la autenticidad de muchos pasajes. (Antonio de Obregón en ABC del 17 de febrero de 1970)

Aunque La noche de los gigantes es un wéstern insólito —su última media hora de metraje, despojada de progresión narrativa, linda con los códigos del género fantástico—, define como pocos la esencia del cine del Oeste. Su autor, Robert Mulligan, apenas merece una nota a pie de página en las enciclopedias pese a ser el director de maravillas como El otro y Matar a un ruiseñor. Es su mirada la que crea un relato alucinado y espectral en torno a unos personajes movidos por el azar: un guía, la mujer blanca a la que protege, su hijo y un jefe indio. (Miguel Ángel Palomo en El País)

Extraño western que se apoya en la creación de una atmósfera enrarecida y obsesiva. Se estructura en una inacabable persecución cuyo contrapunto son una serie de elementos de estricto suspense. Pese a su interés, la construcción no es demasiado compacta, lo que provoca que ocasionalmente haga aparición el fantasma de la incongruencia, ocasionando innecesarias fisuras en la solidez del conjunto. (Fotogramas)

Un primer intento bien hecho pero cauteloso de un western revisionista que parece más un boceto de una historia más grandiosa y sombría que director y productor no estaban listos para contar. (Christopher Lloyd)

Robert Mulligan fue el único cineasta estadounidense que se adentró en un territorio tan dolorosamente irritante y terriblemente burgués, y salió con una película realmente genial. (Kent Jones)

The Stalking Moon es una película en la que (con disculpas a Aristóteles) la suma de sus partes es mayor que el todo, ya que algunas secuencias notables no son suficientes para rescatar la película en general. (Matt Brunson)

Película estrenada en Barcelona en el cine Comedia el 13 de agosto de 1969 y en Madrid en los cines Rialto y Fantasio el 9 de febrero de 1970.

Reparto: Gregory Peck, Eva Marie Saint, Robert Forster, Noland Clay, Frank Silvera, Henry Beckman.


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