Leo Pozas, natural de Burgos y alto empleado de banca, llega a un pueblo de la Costa de Barcelona, acompañado de su madre, para casarse con Loli. Inesperadamente, la madre de Leo pasa a mejor vida. Esto puede significar la suspensión de la boda, un año de luto y, a lo mejor, otro de alivio, de manera que Leo y Loli ocultan el cadáver de la anciana hasta después de los esponsales.
La película tuvo una mala acogida por la crítica especializada, y pasó prácticamente inadvertida para la mayor parte del público. La mayoría le reprochaba un estilo muy soez y grosero, una planificación descuidada y una historia exagerada. No causó la reacción que se esperaba a unos temas tan conflictivos como el mito de la madre, el matrimonio y la España internacional.
Algunos críticos señalaron que Berlanga se apoyaba en un neorrealismo facilón, a veces vulgar y que se basaba en el chiste fácil. Dijeron que existía una falta total de imaginación y rigor. Se acusó a Berlanga de copiarse a sí mismo. Para muchos fue la película más representativa del absurdo.
Francisco Perales, en su libro, defiende la película, señalando que «lo que nadie supo descubrir es que Berlanga ofrecía la visión de una España que se esforzaba inútilmente en ser europea e internacional, moderna y vanguardista, pero que, desgraciadamente, resultaba infantil, arcaica y ridícula.»
En su contemplación de esos personajes, Berlanga destila un afán de venganza que no precisa de la transformación del medio ambiente real para caricaturizarlo. Rodado en plena calle, con circunstancias comprobadas, se aproxima al esperpento.En 1969 estaba de moda en España el cine llamado «del ligue», donde absurdas y muchas veces grotescas peripecias eróticas daban rienda suelta a la represión sexual que se sufría. (...) La productora de Cesáreo González solicitó de Berlanga una similar, entendida entonces como «comedia de costumbres». Aceptado el reto, Berlanga hizo una película que se inspiraba en algunos aspectos en su reciente guión prohibido A mi querida mamá en el día de su santo, pero que, ante todo, asimiló el miserabilismo de las formas del género al que se le invitaba, haciendo, por tanto, una obra cuya torpeza formal era evidente; pero, en lugar de ser un resultado de la ignorancia del director o de los escasos medios puestos a su alcance, fue una estética herida. Sorprendió esto en 1969 a los críticos, que confiaban en que nuestro mejor director cinematográfico hiciera siempre una película de exquisita corrección formal, sin llegar a entender que la decisión de Berlaga -coherente, por otra parte, con su anterior estilo «barroco, fallero y valenciano», según él mismo lo define- era un resultado más lógico con la España que se vivía, un intento de continuar la coherencia anterior en el hoy y aquí de 1969. (Diego Galán en El País)
El reto estaba claro para su realizador y su guionista habitual, Rafael Azcona: construir un argumento clásico del cine español más casposo, donde el protagonista masculino hiciera las veces que podían hacer Fernando Esteso o Andrés Pajares en otros filmes de indudables coincidencias argumentales. Dicho protagonista debía de ser el cateto a la española que se dejaba perder por unas faldas extranjeras y el entorno soleado debía ser el equivalente al mítico Torremolinos. En este caso, el marco lo sirve la incomparable ciudad catalana de Sitges. El epicentro varón de la acción, no obstante, no sería el simple chistoso majete sin trascendencia sino que debía ser de un patetismo extremo, alguien a quien la vida estuviera castigando por sus buenas maneras y a quien el entorno le azuzara sin tregua. (Encadenados)
Feroz esperpento, injustamente menospreciado en su momento, en el que Berlanga ofrece una de las miradas más incisivas que se hayan planteado sobre la España de los 60. Los mitos más ancestrales se oponen a la falacia de un aperturismo representado por el turismo, en un juego brillante que combina la sordidez y el delirio con notable tino. (Fotogramas)
Película estrenada en España el 20 de abril de 1970.
Reparto: José Luis López Vázquez, José María Prada, Laly Soldevila, Manuel Alexandre, Patricia Fellner, Romy, Xavier Vivé, Teresa Gisbert, Luis Ciges.
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