viernes, 1 de abril de 2016

Force of Evil (1948). Abraham Polonsky


Joe Morse trabaja como abogado para Ben Tucker, un hombre que se ha enriquecido gracias al clandestino e ilegal negocio de las apuestas. Pero para asegurarse el monopolio de esta actividad necesitan dar un golpe que implique la desaparición de todas las pequeñas casas de apuestas. Casualmente, una de ellas la dirige el hermano de Morse.

Sin duda esta es la mejor película de las que dirigió Polonsky ( proveniente de familia ruso-judía). Repleta de gestos característicos del mejor film-noir: relaciones tormentosas, momentos realmente violentos, ambiente sórdido y oscuro en los bajos fondos de la gran ciudad, gánsteres sin escrúpulos movidos por una inagotable ambición, dilemas morales que atormentan al protagonista, la aparición de una femme-fatale, etc. Además de esto añadir una enorme interpretación de John Garfield con unas cuantas secuencias memorables y unos diálogos cargados de tensión y perspicacia. (Alfie en Film Affinity)

Visualmente la fuerza del destino resulta impactante; los magníficos planos exteriores de Nueva York, cuentan con una belleza y una amplitud de campo enorme, sirvan como ejemplo las últimas secuencias de Joe Morse recorriendo las calles de la gran ciudad, terminando con un largo plano en el que la pareja de protagonistas se alejan con el fastuoso puente de Manhattan al fondo, una maravilla. Pero eso no es todo, el poco reconocido Abraham Polonsky, logra también una excelente dirección en los interiores, haciendo uso de unos encuadres ligeramente desorientados y unos movimientos de cámara que recuerdan al expresionismo del gran Welles. La fotografía parcela de George Barnes, es otro apartado a tener muy en cuenta. (Demetrio Rudin en Film Affinity)

A esto hay que unir la brillante fotografía de George S. Barnes, que durante su carrera participó en excelentes producciones como 'Rebeca' (1940), 'Recuerda...' (1945), 'La guerra de los mundos' (1953) o 'Juan Nadie' (1941), por poner algunos ejemplos. En esta ocasión su trabajo es brillante, dejándonos multitud de imágenes para el recuerdo. Su esfuerzo, unido a la sobria y elegante dirección de Polonsky, junto al magnífico montaje final de Arthur Seid, dan como resultado una obra que, sin llegar a la hora y media de duración, resulta sumamente satisfactoria y aprovecha a la perfección cada minuto de metraje. Para colmo, su director y guionista se desmarca de la tendencia generalizada en el género de filmar finales abruptos que deslucen un tanto el trabajo anteriormente realizado, entregándonos uno de los mejores desenlaces que yo recuerdo en un trabajo de este tipo. (Pinceladas de cine)

Se trata de una obra inclasificable, que se caracteriza principalmente por su diálogo poético escrito en forma de contrapunto, en el que cada frase se contrapone a la anterior, dejando en evidencia la idiosincrasia de cada uno de los personajes. Afirma Polonsky: “Mi intención fue realizar un proyecto en el que los diálogos estuviesen al mismo nivel que la actuación y la fotografía. Me rehúso a escribir conversaciones que trasmitan mera información.” 
Polonsky decodifica con audacia lo que se esconde detrás de las convenciones artísticas y sociales. Así como Miguel Ángel desborda los límites de la teología y de los dogmas católicos con su Capilla Sixtina, Polonsky desborda su propia militancia política con esta singular obra, que nos muestra la anatomía y los conflictos morales de dos hermanos que luchan por sobrevivir en la vorágine capitalista. El poder del mal es una obra existencial y manierista. La actuación del elenco, que también incluye a Beatrice Pearson y a Thomas Gomez, combina la estilización con el naturalismo, una especialidad de John Garfield que lo distinguió claramente del resto de sus pares, y que más tarde explotarían actores como Marlon Brando y James Dean con gran éxito. Todos estos elementos desembocan en un tema muy difícil de retratar con profundidad emocional: el poder absoluto del dinero sobre las sociedades y sobre las relaciones humanas. (Pablo S. Naranjo en Brecha)

"Sin duda, uno de los filmes más reputados de Abraham Polonsky (...) Excelente fotografía y conseguida ambientación." (Fernando Morales: Diario El País)
 
Un título clave en la historia del cine negro, en el que se desarrolla una parábola moral y política sobra la escasa distancia que separa la inocencia de la corrupción. Al margen del interés y la profundidad de la historia, cuenta con una formulación visual de inusual prestancia, en la que se combina la fuerza documental con inflexiones barrocas. Un jovencísimo Beau Bridges tiene una breve intervención. Film inédito en España. (Fotogramas)
 
Película estrenada por TVE el 2 de septiembre de 1973 en el espacio Cineclub dentro del ciclo Clásicos del cine negro.

Título español: El poder del mal / La fuerza del destino.

Reparto: John Garfield, Thomas Gomez, Marie Windsor, Howland Chamberlain, Roy Roberts, Paul Fix, Beatrice Pearson.

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