En la Roma de la posguerra, Antonio, un obrero en paro, consigue un sencillo trabajo pegando carteles a condición de que posea una bicicleta. De ese modo, a duras penas consigue comprarse una, pero en su primer día de trabajo se la roban. Es así como comienza toda la aventura de Antonio junto con su hijo Bruno por recuperar su bicicleta mientras su esposa María espera en casa junto con su otro hijo.
El filme está basado en la novela homónima de 1945, escrita por Luigi Bartolini, adaptada a la gran pantalla por Cesare Zavattini. Un rasgo característico de este filme, y del neorrealismo, es la desaparición de la noción de actor y de la puesta en escena. Los actores que intervienen no son profesionales. Aunque la búsqueda de las personas que interpretarían los personajes fue dura. Un detalle gracioso de la búsqueda del niño, fue que De Sica, tras haber visto cantidad de niños, se decantó por éste debido a su forma de andar. Es más, la prueba de selección de los niños se reducía a verlos caminar.
Otro rasgo significativo es que todas las angulaciones de cámara están en función de lo que se quiere transmitir. Como por ejemplo, la secuencia en la que con un picado se ve toda la calle mostrándonos la muchedumbre entre la que se pierde el ladrón y la impotencia del trabajador.
Sobrecogedora obra maestra del neorrealismo italiano que forma, junto con "Umberto D." y "Miracolo a Milano", la famosa trilogía de De Sica. La posguerra, la pobreza, la dignidad, la familia... Pocas veces con tan pocos recursos se contó tanto. Una de las grandes películas de la historia del cine. (Film Affinity)
La dirección de Vittorio de Sica y el guión de Cesare Zavattini, pareja que anteriormente ya había realizado otra obra maestra del género, “El Limpiabotas” de 1946, y que realizarán posteriormente otras películas magníficas, entre las que se encuentran “Milagro En Milán” (1951) o “Umberto D” (1952) , introducen al espectador en la desesperada búsqueda de una bicicleta, medio fundamental de trabajo y en consecuencia de vida de un hombre y su familia, interpretado magistralmente por Lamberto Maggiorani, actor no profesional como es característico en este tipo de proyectos, con la lastimera compañía de su pequeño hijo. (...) Maravillosamente fotografiada en un crudo blanco y negro, casi en tono documental, “Ladrón de Bicicletas” crea un acerado fresco de la posguerra italiana lleno de personajes que, perdidos en su anonimato, impregnan sus carencias por las pobladas y vívidas calles romanas. (AlohaCriticón)
La historia es sencilla, simple, casi minimalista, pero directa, conmovedora e intensa. Los intérpretes son actores no profesionales, que aportan verismo y naturalidad. Los personajes son seres corrientes, normales, del montón. No se emplean decorados artificiales: se rueda lo que hay según se ve, sin artificios, ni adornos. El guión elabora unos diálogos que reflejan el modo de hablar de las personas sencillas. Desarrolla una progresión dramática creíble y convincente, que se focaliza en la desesperación individual. La autenticidad y realismo que animan al film son posiblemente las causas por las que éste conserva su frescura y su fuerza. (Miquel en Film Affinity)
Una de las más conspicuas lecciones de Ladrón de bicicletas radica en la actitud del director, en su manera de conducir un hilo argumental tan quebradizo y tan propenso a deslizarse hacia lo excesivamente didáctico o hacia cierto oportunismo populista. No ocurre así, por supuesto. Vittorio de Sica ejerce de crítico de la sociedad -de la vida- sin recurrir a ningún artificio expresivo, sólo mostrando la impecable desnudez de unos hechos vividos o que han podido simbólicamente vivirse en un tiempo y unas circunstancias muy precisas. En aquella Italia de finales de los 40, todavía recientes los desastres de la guerra, el obrero que protagoniza Ladrón de bicicletas no es sino un arquetipo sugerido por otros muchos posibles. La intensidad emocionante de la acción, su estricta significación social, la escueta y limpia estructura narrativa, constituyen a todas luces un ejemplo de eficacia y veracidad. En este sentido, Ladrón de bicicletas trasciende de todo manifiesto realismo y va más allá de su propia pretensión crítica. Por ahí habría que buscar uno de los más incuestionables aciertos ideológicos de la película: el de plantear el diagnóstico de un ejemplo humano sin dejar de ser un paradigma artístico. (José Manuel Caballero Bonald en El Cultural)
Un título clave en la historia del cine italiano, con el que los presupuestos del neorrealismo tuvieron definitiva carta de naturaleza. Basada libremente en una novela de Elio Bartolini, ilustra convincentemente no sólo la miseria de la postguerra sino también un conflicto moral en un marco poco solidario. En su momento sufrió una excesiva mitificación, pero ello no invalida sus méritos. (Fotogramas)
Película estrenada en España el 5 de junio de 1950.
Título español: Ladrón de bicicletas.
Reparto: Lamberto Maggiorani, Enzo Staiola, Lianella Carell, Gino Saltamerenda, Vittorio Antonucci, Giulio Chiari, Elena Altieri.
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