martes, 19 de noviembre de 2024

El día más largo (The Longest Day, 1962). Ken Annakin, Andrew Marton, Bernhard Wicki


Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Minucioso relato del desembarco de las tropas aliadas en las playas de Normandía el 6 de junio de 1944, día que señaló el comienzo del fin de la dominación nazi sobre Europa. En este ataque participaron 3.000.000 de hombres, 11.000 aviones y 4.000 barcos.

La película es un soberbio documental que sigue con la fidelidad posible, a través de una minuciosa pesquisa en el estudio de la gran batalla, todos los accidentes que precedieron a la fabulosa operación bélica y a su puesta en pràctica después. No puede tener, ni tiene, una redondez argumental concreta, ni un comienzo, ni un fin. Es el retrato sobrecogedor de un pedazo de historia contemporània que no empieza ni acaba... Estas tres horas de guerra portentosamente simulada que compendian las veinticuatro de “aquel día” apesadumbran a veces demasiado con su pavorosa monotonia. (Gabriel García Espina en ABC del 18 de diciembre de 1962)

Más que una película, «El día más largo» es una grandiosa y complicada obra cinematográfica, que participa de las condiciones del documental y del relato novelesco y en la que intervienen, en desusada proporción, los elementos más variados: la técnica, la plástica, la música, las artes militares, la literatura, la psicología. (...) La película recoge la visión de esa jornada dramática y terrible, de una grandeza impresionante y sobrecogedora. Técnicamente no puede aspirarse a nada mejor ni más concienzudamente realizado. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 18 de diciembre de 1962)

Espectacular adaptación del libro de Cornelius Ryan, en el que se reconstruía el episodio más emblemático de la Segunda Guerra Mundial: el desembarco aliado en Normandía. Utilizando un estilo semidocumental, reforzado por una ingente generosidad de medios y un reparto inacabable, sus resultados no dejan de ser estimables, aunque evidencian una excesiva tendencia a la dispersión. (Fotogramas)

Película de factura colectiva, adolece por tanto de una enorme falta de personalidad y se acoge al poder de lo narrado, apela continuamente a la épica y busca constantemente la trascendencia de frases de guión y encuadres superlativos, como forma de contrarrestar la frialdad y la distancia de una historia demasiado grande incluso para tres horas de metraje, pero que no puede ser contada de otra forma. (39 escalones)

"El día más largo" es un auténtico "quién es quién" de los actores más importantes de la época, y se mantiene a la altura de su espectacularidad, su reparto y su amplia narración. Francamente, dudo que volvamos a ver una película tan "grande" como "El día más largo"; aunque sin duda ha sido superada por otras películas en términos de realismo y autenticidad, su lugar en la historia del cine no está en debate y su valor de entretenimiento disminuye poco o nada. (Nick Harte en DVD Talk)

Inteligentemente, la película ha sido fotografiada en blanco y negro para dar una autenticidad virtual de noticiero a las escenas de batalla vívidas y realistas. Y el aspecto ilusorio de la realidad se ha logrado en otros aspectos, notablemente en el uso de sus propios idiomas por parte de los alemanes y los franceses, con subtítulos en inglés adjuntos para traducir lo que dicen. El efecto total de la película es el de un gran reportaje documental, adornado y coloreado por detalles personales que son emocionantes, divertidos, irónicos, tristes. No hace ninguna observación concluyente, aparte de la obvia de que la guerra es el infierno y que el Día D fue un triunfo valiente y costoso para las fuerzas aliadas, no para un hombre en particular. Es difícil pensar en una película dirigida y construida como fue ésta, que haga más o mejor o que deje a uno sintiéndose más expuesto al horror de la guerra que ésta. (Bosley Crowther en The New York Times del 5 de octubre de 1962)

Tres directores principales (además de Darryl Zanuck y Gerd Oswald), cinco guionistas (entre ellos Romain Gary y James Jones), una novela de Cornelius Ryan que fue un éxito de ventas y uno de los elencos estelares más grandes de todos los tiempos (muchos de ellos con muchísimo por hacer aún) hacen de esta una de las últimas epopeyas bélicas auténticas. Con mucho ruido, espectáculo y heroísmo mientras los aliados invaden Normandía; en general buenas interpretaciones y buen humor, pero aún así demasiado larga y cargada de los estereotipos nacionales habituales. (Geoff Andrew en Time Out)

Si dejamos de lado el aspecto desmesurado de la empresa y el desfile de estrellas, The Longest Day (1962) destaca como una magnífica reconstrucción histórica, bastante fiel a pesar de algunos elementos más novelescos. La Operación Overlord se transcribe con todo detalle dentro de los diferentes cuarteles generales, pero también en las diferentes áreas de acción. A pesar de la complejidad del dispositivo, el espectador, gracias a la presencia de rostros familiares, nunca se pierde. (Virgile Dumez en Ciné Dweller)

Si se toma algunas libertades históricas aquí y allá, El día más largo sigue siendo un monumento impresionante, además en este hermoso blanco y negro (¡huid de la versión coloreada como de la peste!) terriblemente creíble. Por supuesto, esto no es siempre así, pensamos en sus escenas de estudio ultra anticuadas filmadas con imágenes de fondo. Pero las escenas de batalla con miles de extras son magistrales, ¡cuesta imaginar el trabajo de puesta en escena! Hay que tener en cuenta que en aquella época se pusieron a disposición de las superproducciones enormes recursos para restaurar el gusto del público por el cine en las salas ante la aparición de la televisión: esto no funcionó realmente, pero ¡qué época de magníficas películas! (Guillaume Dumazer en Chroniques DVD)

El punto fuerte de El día más largo es esa capacidad de narrar con un increíble sentido del detalle los más mínimos acontecimientos y gestos que tuvieron lugar durante aquel famoso 6 de junio de 1944. La película nos invita a cerrar nuestros viejos libros escolares para descubrir en directo qué sucedió ese día. Para ello, el productor Darryl F. Zanuck no escatimó en logística. Filmaciones en los propios lugares de aterrizaje, miles de extras, todo el equipo y armas de combate necesarios, asesoramiento histórico y técnico de 23 militares de diversas nacionalidades. No se dejó nada al azar. (Laurent Pécha en Écran large)

Película estrenada en Madrid el 16 de diciembre de 1962 en el cine Palacio de la Música;  en Barcelona, el 17 de diciembre de 1962 en el cine Kursaal.

Reparto: John Wayne, Robert Mitchum, Henry Fonda, Richard Burton, Sean Connery, Curd Jurgens, Rod Steiger, Robert Ryan, Eddie Albert, Peter Lawford, Gert Fröbe, Robert Wagner, Sal Mineo, Richard Beymer, Mel Ferrer, Richard Todd, Bourvil, Red Buttons, Irina Demick, Steve Forrest, Leo Genn, Jeffrey Hunter.

lunes, 11 de noviembre de 2024

Picnic en Hanging Rock (Picnic at Hanging Rock, 1975). Peter Weir


El día de San Valentín de 1900, las estudiantes de la Escuela Appleyard van de excursión a Hanging Rock, una región australiana montañosa. A lo largo del día se producen una serie de fenómenos sobrenaturales: el tiempo se detiene, estudiantes y maestras pierden el conocimiento y tres chicas y una profesora desaparecen.

Peter Weir, el realizador, mueve con soltura los elementos dramáticos de la historia y concede dimensión y fuerza al ambiente (...) En la reconstrucción de la atmófera de hace tres cuartos de siglo, en una Australia todavía victoriana, residen las mejores bazas de Peter Weir y de su película. Los pecados de ambos vienen representados por la morosa exposición de la trama, por el preciosisme de las imágenes y por el excesivo acento situado sobre lo fantástico de la historia, acento que toma matices de cierta desilusión cuando la explicación del misterio brilla por su ausencia. (Pedro Crespo en ABC del 3 de julio de 1977)

Lo atractivo radica en la fina sensibilidad del director, en su talento al reconstruir un ambiente lleno de encanto que además nos inquieta por la ubicación de los personajes en un contexto misterioso. (...) Es tal el encanto de las imágenes, que no nos damos cuenta del tono moroso que el realizador emplea para narrarnos la historia de las col·legiales prendidas en el juego de la libertad. Son dos horas de recorrido por un mundo que ha dejado aparte cualquier vulgaridad y se empeña en situarnos limpiamente en un plano de contrastes de sugerencias y ¿por qué no? de magia. (Angeles Masó en La Vanguardia del 29 de septiembre de 1977)

Como el propio misterio que la preside, Picnic en Hanging Rock se ha demostrado con los años como una obra que mientras favorece la interpretación hasta donde queramos, ofreciendo siempre nuevos detalles y pistas en cada visionado, se obceca por negarnos cualquier tipo de explicación o de conclusión que tratemos de cerrar en torno a ella. (...) Un artefacto atemporal, inmemorial, externo a la temporalidad cartesiana de los relojes y más allá de los relatos habituales que nos contamos para dar sentido al mundo. Porque la película es ante todo una fábula retorcida, mágica y sobrecogedora, sobre la increíble convencionalidad de esos relatos y su tragedia final al tratar de dar una respuesta al Misterio, a cualquier misterio, y de fallar irrecuperablemente en el intento. (Pepe Tesoro en Cintilatio.com)

Una película que crea un lugar específico en tu mente; sin argumento, sin explicación final, existe como una experiencia. En cierto sentido, el espectador es como las chicas que fueron al picnic y regresaron sanas y salvas: para nosotros, como para ellas, las estudiantes que desaparecieron permanecen siempre congeladas en el tiempo, se alejan de la vista y nunca más se las vuelve a ver. (Roger Ebert)

El terror no tiene por qué ser siempre un caballero con los colmillos largos vestido de etiqueta, un cadáver desmembrado o un doctor que guarda un cerebro en su pecera de oro. Puede ser un día cálido y soleado, la inocencia de la niñez y los indicios de una sexualidad inexplorada que se combinan para producir una euforia tan intensa que resulta abrumadora, un estado más allá de la vida o la muerte. Ese horror es indescriptible no porque sea espantoso, sino porque queda fuera del ámbito de las cosas que se pueden definir o explicar fácilmente de manera convencional. También es la fascinación de "Picnic at Hanging Rock". (Vincent Canby en The New York Times del 23 de febrero de 1979)

Un film de atmósfera irregularmente efectiva, basada en un incidente real en el que varias colegialas desaparecieron durante una excursión de un día a una montaña. El director Peter Weir lucha por crear una atmósfera de languidez mística, disolviendo a sus actores en la luz cegadora del sol y llenando su banda sonora con los susurros levemente siniestros de la naturaleza. Pero el drama sin energía sólo conduce al anticlímax, ya que Weir sugiere mucho más de lo que muestra e invita a la audiencia a completar los significados. (Dave Kehr en Chicago Reader)

Si no se explican los hechos, los espectadores de cine escrutarán naturalmente cada detalle de la película en busca de pistas. Los pájaros, de Alfred Hitchcock, fue una lección para los espectadores de mente literal, que dejaba caer pistas desagradables a cada paso para explicar sus inexplicables acontecimientos. Peter Weir, en cambio, teje una delicada red de marcadores que apuntan a la idea de que Hanging Rock es una especie de entidad sobrenatural que ha "reclamado" a las chicas, como un dios prehistórico o una deidad de la naturaleza. Abundan los sonidos extraños y los diálogos repetidos por el eco (al parecer oídos por el buscador Michael una semana después). Lo que podría tomarse como un comportamiento despreocupado por parte de las chicas (reflexiones poéticas, movimientos silenciosos, acciones de tipo ritual) se puede interpretar como las acciones de víctimas sacrificiales a la naturaleza. (Glenn Erickson en DVD Savant)

Con un talento admirable, Peter Weir pone al espectador en un estado de espera, sabiendo que nunca podrá responder a ella. Por tanto, nos coloca en la misma posición incómoda que a todos sus personajes y no nos concede ningún respiro ni alivio. La película se cierra así de manera implacable, como se había abierto, sin que se nos dé respuesta alguna. Esto explica el sentimiento de decepción de ciertos espectadores acostumbrados a un mayor cartesianismo. Aquellos a quienes, por el contrario, les guste perderse en los vericuetos de un mundo de contornos vagos, rodeados de incertidumbres filosóficas, estarán a sus anchas. Se trata de una obra que se atreve a sumergirse de lleno en un universo fantástico que, sin embargo, parece tan realista. (Virgile Dumez en Ciné Dweller)

La tensión de la película no surge de la naturaleza inexplicable del fenómeno, sino más bien de la perturbación que genera dentro del microcosmos de la escuela de la señora Appleyard. Las amistades ambiguas, los impulsos reprimidos, los vínculos rotos, los desequilibrios, hasta entonces apenas visibles, que amenazan a esta comunidad de niñas y mujeres emergen después de este día de San Valentín, al pie de la roca donde el tiempo parece detenerse. (Marie Serale en Le bleu du miroir)

Como suele ser el caso, Peter Weir cuenta la historia de una emancipación, de escapar de un marco social cerrado, donde su experimentado y sublime onirismo resalta con aún más crueldad la brecha que separa la esencia de las tierras y los mitos australianos con el código restrictivo, ordenado y cartesiano de los colonos victorianos en las tierras conquistadas. Nadie sabrá nunca qué pasó realmente con las chicas que desaparecieron en Hanging Rock... y sin duda eso les conviene. (Nathanaël Bouton-Drouard en Regard critique)

Película estrenada en Madrid el 23 de junio de 1977 en el cine Pompeya; en Barcelona, el 23 de septiembre de 1977 en el cine Publi 1. 

Reparto: Rachel Roberts, Dominic Guard, Helen Morse, Jacki Weaver, Anne-Louise Lambert, Vivena Gray, Margaret Nelson, Tony Llewellyn-Jones.


lunes, 4 de noviembre de 2024

La gran juerga (La Grande Vadrouille, 1966). Gérard Oury

                                             

Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Parodia de la ocupación de Francia por los alemanes. Terry-Thomas es un piloto inglés que se encuentra perdido en la Francia ocupada, mientras que Bourvil y Louis de Funès son dos parisinos que, casi involuntariamente, ayudan a la resistencia contra los nazis. Un film que en Francia obtuvo un enorme éxito de taquilla.

La peripecia podría haber dado ocasión a un film grave, serio, dramático. Gérard Oury ha optado por todo lo contrario. Invirtiendo las situaciones totalmente, ha conseguido sacarles todo su jugo cómico y despojándolos de toda trascendencia. En suma, del posible drama ha hecho una desopilante y divertida farsa. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 13 de agosto de 1967)

La gran juerga es la película de un realizador más hábil que inspirado, conocedor del juego comercial que dan ciertos temas tratados bajo recetas infalibles. (...) La gran juerga es una película eficaz de humor si atendemos a las consecuencias. Estéticamente no supone mucho en la incipiente carrera de Gérard Oury. (José Luis Martínez Redondo en ABC del 30 de agosto de 1967)

Esa antigua y confiable máxima del vodevil, "¡No te quedes ahí parado, sigue moviéndote!", ha salvado a muchos cómicos inexpertos de una arremetida destructiva por parte de espectadores iracundos. También es la gracia salvadora de "La gran juerga" (...). Tres cómicos profesionales, los franceses Bourvil y Louis de Funès y el inglés Terry-Thomas, corren infatigablemente por una pintoresca campiña francesa en un esfuerzo febril por escapar de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Son rápidos y rara vez resultan graciosos en una payasada llena de incidentes pero sin inspiración. (A.H. Weiler en The New York Times del 17 de febrero de 1969)

La gran juerga nos lleva a los vuelos más surrealistas pero nunca parece perder el control de la realidad. No sólo es una comedia magnífica, sino también una película de acción bélica bastante respetable, una de las mejores que se hicieron en Francia en los años 60. (Starbeurk en Sens critique)

La gran juerga es un gran film cómico francés. (Samuel Lachize en L'Humanité del 10 de diciembre de 1966)

Probablemente la película más insustancial y pésima del año. (Michel Mardore en Cahiers du Cinéma, N° 186, enero de 1967)

Al estreno de La gran juerga le faltaban dos hombres que habrían situado el acontecimiento en su ámbito adecuado: Raymond Queneau y Jean-Paul Sartre. Ambos deploraron, tras la Liberación, el divorcio entre las obras de arte y las masas populares, lamentando que la cultura estuviera reservada a una élite privilegiada. [...] En el cine, tuvimos que esperar hasta los años 50 y la Nueva Ola para que sacudiéramos el cocotero. Pero su audiencia no era universal. En este vacío, hace un año, Gérard Oury lanzó un nuevo globo de prueba con El hombre del cadillac. ¡Qué viaje desde entonces! La gran juerga permite a los cinéfilos escapar del gueto de las películas de arte y ensayo y mezclarse con todos los públicos para disfrutar. Que lo comprendan a tiempo los obstinados partidarios de la doctrina pura y dura: La gran juerga es para el cine de entretenimiento lo que Pierrot el Loco es para el cine de autor. (Henry Chapier en Combat)

Sin embargo, 'La gran juega' en última instancia tiene más peso de lo que podría pensarse a primera vista. Como las otras películas de Louis de Funès, es una comedia fácilmente digerible, pero la historia, con su multitud de cambios de escenario y personajes, finalmente adquiere una forma tan significativa que hay mucho que experimentar. La película es mucho más que una simple comedia. Además, los ingleses hablan inglés, los franceses hablan francés y los alemanes hablan alemán. Hollywood puede aprender algo de eso. (David Croese en Cinemagazine)

La gran juerga se convirtió en un gran éxito en muchos países. En Francia, recientemente fue superada en popularidad por la comedia Bienvenidos al norte (2008) de Dany Boon. Sin embargo, en una comparación entre las dos, la película de Oury gana con limpieza en términos de humor, actores e historia. En esta película el humor es creíble y el humor no sólo está ahí por sí mismo, sino también para darle más poder a la historia. Nunca resulta aburrida, cada minuto de la película de dos horas es entretenido. Por supuesto, esto se debe en gran medida al talento de De Funès y Bourvil, pero los diálogos también son brillantes en ocasiones. Un pequeño detalle, pero que influye positivamente en la apreciación de la película, es el hecho de que aquí los ingleses hablan generalmente inglés, los alemanes alemán y los franceses francés. En ocasiones, cuando no lo hacen, se vuelve muy cómico debido al acento y los malentendidos sobre el significado. En definitiva, La gran juerga merece con razón el título de mejor comedia francesa, incluso después de Bienvenido al norte. Es y sigue siendo un gran clásico de la historia del cine francés.(Martijn Joose en Fransefilms.nl)

No deberías esperar momentos realmente emotivos. Oury y su equipo de guionistas no tienen grandes ambiciones en este sentido. Su objetivo era simplemente entretener. Lo hacen muy bien; más de 50 años después, este clásico sigue siendo divertido. La comedia en su conjunto funciona con los chistes. Y hay muchos, un chiste tras otro. Por supuesto, no deberías ver la película si tienes expectativas más altas. Por supuesto, siempre cabe preguntarse hasta qué punto un escenario bélico es apropiado para una comedia. Si eso no te molesta, La gran juerga te invita a disfrutar del caos que los involucrados dejan por donde pasan. (Oliver Amrknecht en Film-rezensionen.de)

Película estrenada en Barcelona el 12 de agosto de 1967 en el cine Comedia; en Madrid, el 28 de agosto de 1967 en los cines Capitol y Argüelles.

Reparto: Bourvil, Louis De Funès, Terry Thomas, Claudio Brook, Andrea Parisy, Colette Brosset, Mike Marshall, Mary Marquet, Pierre Bertin, Benno Sterzenbach, Marie Dubois.


martes, 29 de octubre de 2024

Busca tu refugio (Run for Cover, 1955). Nicholas Ray

Debido a un malentendido, Matt Dow (James Cagney), un hombre que acaba de salir de la cárcel tras cumplir una condena de seis años por un crimen que no cometió, es confundido con un asaltante de trenes. En la escaramuza con la policía resulta gravemente herido Davey Bishop (John Derek), un muchacho que es casi un hijo para él. Aclarado el malentendido, Matt lleva a Davey a la granja del señor Swenson para que se recupere de sus heridas. Mientras tanto, Matt se enamora de la hija del granjero (Viveca Lindfors). Su capacidad para la convivencia y su destreza con las armas hacen que los vecinos lo nombren Sheriff. Sin embargo, todas las esperanzas que Matt había depositado en Davey se van desvaneciendo cuando comprueba que el chico no ha podido superar las secuelas de sus lesiones.

Se nos brinda el relato con los rasgos y el clima habituales del género. (...) La realización de Nicholas Ray es experta y responde a los moldes clásicos. (Donald en ABC del 4 de junio de 1960)

Una película interesante no es siempre forzosamente una buena película. El interés de un film puede estar determinado por diversos motivos: la interpretación, la acumulación de episodios dramáticos, el argumento, etcétera. A pesar de todo, la realización puede muy bien no pasar de mediocre o pecar de artificiosa, convencional o inverosímil. Es, exactamente, lo que sucede en esta película... (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 11 de agosto de 1960)

Considerado habitualmente como uno de los trabajos menores de su autor, este western encierra las principales virtudes de su cine. Su estructura sigue fielmente las pautas más tradicionales y convencionales del género -al revés de lo que sucedía en "Johnny Guitar"-, pero la realización le confiere un sello personal e intransferible. El vigor de su narrativa, la amargura de su tono y la crispación de su atmósfera son sus principales virtudes. (Fotogramas)

Un western atípico que sortea todos los tópicos del género. El guión gira en torno a la soledad. Pero también reflexiona sobre la rebeldía juvenil, como Rebelde sin causa, otra de las grandes películas del realizador. (Decine21)

La película ofrece el tipo de drama impulsado por los personajes que se convertiría en un pilar de los westerns durante el resto de la década y hasta bien entrados los sesenta. Ray cambia la sensación de estudio de Johnny Guitar por una película expansiva, a menudo filmada en exteriores, que aprovecha al máximo sus capacidades de VistaVision, un aspecto escénico que ayuda a compensar al menos parcialmente un desarrollo de la historia poco ingenioso. A mediados de los cincuenta, surgió lo que a menudo se denominaba westerns para adultos, y aunque Run for Cover hace un valiente intento de inyectar algunos de los elementos reflexivos que harían que las colaboraciones de Anthony Mann y James Stewart fueran tan memorables, se siente y se interpreta mucho más como un western tradicional con algunos elementos inusuales agregados para agregar un poco de sabor. (Jeffrey Kauffman en BluRay.com)

Por lo general, Ray era experto en utilizar imágenes, colores, escenografía, vestuario, etc. muy fuertes para plasmar físicamente el dolor, y esto es especialmente así en Johnny Guitar y Rebel Without a Cause. No es tan obvio en Run for Cover, o al menos es más sutil. Al trabajar con exteriores abiertos o porches delanteros, Ray utiliza principalmente espacios vacíos o multitudes como herramientas. De manera más inteligente, utiliza vendajes, heridas y lesiones como manifestaciones físicas del dolor interior que sienten los personajes. Run for Cover es una obra notable, y aunque no es tan obviamente magistral como algunas de las otras películas de Ray, es al menos un entretenido western con Cagney cerca de una de sus mejores interpretaciones. (Jeffrey M. Anderson en Combustible Celluloid)

Eisenschitz, el biógrafo de Ray, comenta que Run for Cover fue reeditada después de que Nicholas Ray acabase el treabajo, y que se eliminaron muchos de los "toques" del director, fragmentos de la vida en la granja, un montaje con tareas en la granja, etc. La idea era que el sentido del humor y el distanciamiento divertido de Ray se eliminaran del montaje. Si ese fue el caso o no es difícil de decir. Ray hizo películas fascinantes, pero sus comentarios sobre su propio trabajo a menudo podían ser poco fiables. Era un artista "complicado", por decir lo menos; algunos actores lo adoraban y otros decían que simplemente se sentaba allí y no aportaba nada. El lema personal de Ray, "Soy un extraño aquí", se aplica a los personajes principales de casi todas sus mejores películas. Matt Dow debería ser la personificación de este sentimiento. Como ex convicto injustamente encarcelado, perdió a su esposa y a su hijo y ahora tiene dificultades para desenvolverse en un pueblo lleno de hipócritas. La actuación de Cagney es agradable de ver, pero no es el tipo de actor que proyecta una angustia alienada. Se siente como en casa dondequiera que va. (Glenn Erickson en DVD Savant)

Un western inteligente, amable y entrañable pero demasiado tímido y desigual para poder presumir de estar entre los grandes logros del género. Sin embargo, su huella quedará grabada en un rincón de nuestra memoria, en particular gracias a unas réplicas muy bellas. (Erick Maurel en DVD Classik)

Estrenada justo después de la legendaria Johnny Guitar con Joan Crawford, Run for cover podría considerarse erróneamente una película secundaria en la filmografía de Nicholas Ray. Si esta producción de 1955 no se ha marcado suficientemente en la memoria de los cinéfilos es quizás porque en ningún momento podemos reducir su compleja trama dramática a su estricta dimensión simbólica. Privada de una imagen fuerte que sustentara el argumento de la película, transmite sin embargo todos los temas más queridos por el director de Wind across the Everglades: la tortuosa relación padre-hijo, el peso del pasado y los determinismos psicológicos, la pureza del sentimiento amoroso frente a la corrupción del mundo, etc. Si algunos han visto en Run for cover una denuncia virulenta del macartismo (con sus estallidos populares que privan al individuo de toda facultad de análisis), este western crepuscular se define sobre todo por su fatigada sentimentalidad y esto, a través de la figura de un antiguo ex convicto, que llega pacíficamente a rehacer su vida en un pequeño pueblo del oeste después de tomar bajo su protección a un joven impetuoso. (Clément Graminiès en Critikat)

Busca tu refugio es una película híbrida, donde las convenciones de un western rutinario de un gran estudio chocan con el deseo del cineasta de romper clichés y explorar las relaciones entre los personajes de una manera compleja. Es la historia de una transmisión y un aprendizaje desafortunados y fallidos. Davey Bishop es víctima de su debilidad y de una especie de débil cobardía que el héroe de la película intenta curar. (Jean-François Rauger en Le Monde)

Película estrenada en Madrid el 3 de junio de 1960 en los cines Palacio de la Prensa y Roxy B; en Barcelona,  el 9 agosto 1960 en el cine Kursaal.

Reparto: James Cagney, Viveca Lindfors, John Derek, Jean Hersholt, Grant Withers, Jack Lambert, Ernest Borgnine.


lunes, 14 de octubre de 2024

San Francisco (1936). W.S. Van Dyke


La cantante de ópera Mary Blake (Jeanette MacDonald) huye de la miseria y busca cobijo en Blackie Norton (Clark Gable), un empresario de San Francisco que le proporciona trabajo. Inevitablemente, surge una estrecha relación entre ambos que es desaprobada por el padre Mullin (Spencer Tracy). Mientras tanto, nos aproximamos a la fatídica fecha del 18 de abril de 1906, cuando un terremoto arrasó la ciudad y provocó más de 3.000 muertos.

Espectacular y celebrado melodrama que toma como pretexto el terremoto y posterior incendio que destruyó San Francisco en 1906. El tiempo no lo ha tratado excesivamente bien, diluyendo gran parte de su fulgor y resaltando sus aspectos más previsibles. Pese a ello, conserva una evidente solidez y el encanto propio de los productos de la época dorada del "star system". (Fotogramas)

Los efectos visuales del film en todo su tramo final siguen deslumbrando a día de hoy, y fueron un ejemplo a seguir en futuras producciones. Directores como D.W. Griffith y Erich Von Stroheim, uno tras las cámaras, el otro en el guion, aportaron parte de su talento, nunca reconocido, a un film intenso y lleno de fuerza en sus aspectos humanos –la búsqueda desesperada de Blackie mientras observa como varias familias se reúnen en la desgracia− e ilógica en sus connotaciones religiosas. Con todo un disfrute de primer orden. (Alberto Abuín en Espinof)

A partir de la agitada, violenta y catastrófica historia de la Costa Bárbara de San Francisco de principios de siglo, Metro-Goldwin-Mayer ha creado una obra cinematográfica generosa y completamente satisfactoria. "San Francisco" es menos una película individual que una antología. Durante sus dos horas de duración en la pantalla, logra abarcar la mayoría de las virtudes del cine operístico, el romántico, el biográfico, el dramático y el documental. Sorprendentemente, las cumple todas a la perfección, y verdaderamente merece ser elogiada como una ilustración casi perfecta de la capacidad inherente y adquirida del cine para absorber y digerir otras formas de arte y convertirlas en sus propios nervios. (Frank S. Nugent en The New York Times del 27 de junio de 1936)

San Francisco es un ejemplo del tipo de grandes películas que Hollywood podía hacer cuando un estudio quería hacerlas. Si bien no es una película particularmente buena, lo es lo suficiente como para representar un estilo y un tipo puesta en escena que reflejan la época en la que se hizo. (Raymond Benson en Cinema Retro)

San Francisco es un claro ejemplo del viejo dicho "Ya no se hacen películas como las de antes". Es un entretenimiento casi perfecto, con estrellas de cine carismáticas en una historia sugestiva, que además está llena de buena música. ¡Ah, y hay un terremoto! (Laura Grieve en Miscellanous Musings)

Los últimos 20 minutos de San Francisco giran en torno a un Blackie maltratado y ensangrentado que busca a Mary entre los escombros. Gable ofrece el tipo de interpretación que forma leyendas de Hollywood, humilde y sin palabras para describir lo que ha presenciado. Su capacidad para interpretar personajes carismáticos pero engreídos sigue siendo inigualable y, en última instancia, aumenta gran parte de la flacidez de una película que se recuerda por lo que promete más allá de lo que podría haberla elevado al estatus de clásico. (Steve Pulaski)

Aunque la película es conocida como una película de catástrofes avant la lettre, es sobre todo una película sobre una ciudad, a través de algunos personajes típicos. La canción “San Francisco”, cantada por Jeannette McDonald en varios momentos clave de la película, es un ejemplo de ello. Es sorprendente que en su momento se hubiera desarrollado una intriga tan sentimental, política e incluso moral (el sacerdote interpretado por Spencer Tracy), y que sólo se dedicara atención al "punto culminante" de la película, el terremoto y el incendio resultante, que son los últimos 20 minutos. Pero estos 20 minutos son apasionantes, realistas, aterradores y conmovedores. Van Dyke, que hacía películas exóticas al estilo Flaherty, tiene un sentido del montaje muy seguro y eso explica lo llamativo del minuto y medio que dura el terremoto. (Vladimir Potsch en Allociné)

¡Alucinante! El cambio de tono de la comedia al drama, la mezcla de géneros del cine de catástrofes a la comedia musical y al drama amoroso se maneja con un virtuosismo desconcertante. El trabajo de cámara es brillante, particularmente en las escenas de multitudes, y el montaje es increíble. (Allociné)

Con razón considerada una de las primeras grandes películas de catástrofes, "San Francisco" es también durante las primeras cuatro quintas partes una película con una trama dramática y romántica lo suficientemente densa como para lograr captar fácilmente el interés, a pesar de un aspecto de moral cristiana demasiado pesado, ayudado por una hermosa reconstrucción de la ciudad del título y una producción impecable. Una vez más el carisma de Clark Gable explota y tenemos el gran placer de seguirlo, Jeannette MacDonald tiene talentos inigualables como actriz y cantante y Spencer Tracy logra la hazaña de hacer simpático a un personaje que tenía todo para ser molesto. La escena del terremoto, que es, por supuesto, el punto culminante del espectáculo, está realizada de manera espectacular y con impresionantes efectos especiales, especialmente cuando sabemos la época de la película, y no ha perdido absolutamente nada de su impacto realista. Un hermoso logro de la Edad de Oro de Hollywood. (Plume231 en Allociné)

Película estrenada en Barcelona el 25 de febrero de 1941 en el cine Kursaal; en Madrid, el 7 de marzo de 1941 en el cine Capitol. 

Reparto: Clark Gable, Jeanette MacDonald, Spencer Tracy, Jack Holt, Ted Healy, Jessie Ralph, Harold Huber, Shirley Ross, Dennis O'Keefe