Una noche en el Cine Moderno
Una filmoteca imaginaria
lunes, 14 de octubre de 2024
San Francisco (1936). W.S. Van Dyke
martes, 8 de octubre de 2024
La juventud (La giovinezza, 2015). Paolo Sorrentino
Tiene uno la sensación que en La gran belleza Sorrentino sabía lo que hablaba, que entendía la
historia que contaba. Mientras que en esta La
juventud que habla de la vejez, en realidad, parece que no tiene ni idea.
Observa el director italiano el asunto con atención y no ve más que anécdotas.
(...) En La juventud, Sorrentino muestra,
en realidad, sus dificultades para continuar por el mismo camino, como si fuera
su personal Ocho y medio felliniano. La crisis de un creador en busca de sí
mismo, pero sin darse cuenta. Aquellas dudas fueron para Fellini un principio. Sorrentino
debería meditar sobre ello... (Salvador Llopart en La Vanguardia del 22 de
enero de 2016)
Aunque Sorrentino vuelve a apelar a Fellini, ahora mucho más tímidamente 'Ocho y medio' (sólo en una escena, bastante ridícula, con la aparición de las musas del personaje de Keitel) en vez de actualizar 'La dolce vita', el supuesto virtuosismo de sus planos y de su montaje, aquí mucho menos frenético, se queda en una nada convincente estética de folleto de balneario. (Philipp Engel en Fotogramas)
Juventud, vejez, ¿cuáles son sus rasgos distintivos? ¿Existen principios irrenunciables en la vida? ¿Hay que estar dispuestos a hacer cualquier cosa en la propia profesión artística, ya se llame música, interpretación, cine? ¿Dónde acaban la sinceridad y franqueza, y empiezan el despecho y la desconsideración? Son algunas de las preguntas que plantea el film de Sorrentino, cuya antropología tal vez sea limitada, pero sin duda que resulta plenamente sugerente, e invita con inteligencia a la reflexión. (Decine21)Y en algún momento, todos los personajes de “La juventud” se desenamoran de la forma en que ven el mundo. Ese tipo de antiepifanía es importante, no a escala universal, sino personal. La gente envejece, anhela la juventud e intenta sentirse cómoda con sus propias vanidades y defectos. “La juventud” te cautiva simplemente por reconocer que decir algo profundo es solo otra etapa en el proceso interminable de encontrarle sentido a la vida cotidiana. (Simon Abrams en RogerEbert.com)
Es fácil entender que un espectador pueda sentirse frustrado con La juventud. Es una pieza “de humor” que exige que el espectador ceda el control y se deje llevar por sus corrientes. Es lenta y onírica, pero nunca me resultó aburrida: las interpretaciones son demasiado buenas y las imágenes demasiado seductoras para eso. Algunos de los interludios me hicieron rascarme la cabeza (en particular, el futbolista envejecido que patea una pelota de tenis), pero todos son parte del tono que Sorrentino está estableciendo. O funciona para ti o no. Muy al estilo de Fellini. (James Berardinelli en Reel Views)
¿De verdad los directores de cine caminan por ahí mirando el mundo a través del marco de sus manos unidas? Lo hacen con bastante frecuencia en las películas, pero ahí es donde cuenta, porque el rectángulo de dedos reside dentro del marco más grande de la película, convirtiendo al personaje en una cámara y su experiencia en una película dentro de la película. La toma final del imponente drama filosófico de Paolo Sorrentino, La juventud, muestra a un cineasta anciano haciendo un visor con sus manos de esta manera, y es apropiada para una película que, si bien se centra principalmente en los descontentos de la vejez, también considera los problemas creativos de la gente del cine y, más específicamente, la fricción entre su trabajo y su propio sentido de sí mismos. (J.R. Jones en Chicago Reader)
martes, 1 de octubre de 2024
Flic Story (1975). Jacques Deray
Roger Borniche (Alain Delon) es un policía distinto a los demás: no lleva armas e incluso los gángsters le escriben para agradecerle su humanidad. Emile Buisson es, en cambio, un criminal que no duda en matar a sus propios cómplices. Los dos acabarán enfrentándose en un fantástico duelo.
Deray, en resumen, ha conseguido un producto muy vendible, que va a gustar a un gran público que gusta de este tipo de relatos, en los que, una vez más, el cine francés demuestra saber alcanzar un nivel muy aceptable. (...) “Flic story” es, en fin, una película policíaca dignamente realizada, bien interpretada, que se ve con agrado e interés. (Miguel Angel Flores en ABC del 4 de junio de 1976)
El relato resulta escueto, directo, vigoroso. No se extravía
Deray —como pudo muy bien haber ocurrido— en detalles accesorios o menudos
sucesos anecdóticos. Todo es lineal, conciso, duro, como en una vieja novela de
Francis Carco, el especialista de los bajos fondos parisienses de hace cuarenta
años. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 10 de junio de 1976)
jueves, 26 de septiembre de 2024
Aflicción (Affliction, 1997). Paul Schrader
No es “Aflicción”, ética ni estéticamente, un melodrama. Es,
sí, una tragedia con elementos de oratorio, tan fría como los paisajes en que
se desarrolla, sin piedad para nadie, incluído el espectador, a quien no se
ofrece un momento de respiro, un asidero, un pretexto para la esperanza. Es, en
suma, una película dura, durísima, poco menos que insoportable. Y, al propio
tiempo, muy hermosa. (César Santos Fontenla en ABC del 11 de mayo de 1998)
Schrader explora el itinerario vertical (caída al infierno, ascenso
a la redención) de ese personaje al límite, entre la agonía y la ansiédad,
sirviéndose, como es habitual en él, de la tensión entre lo físico y lo
espiritual y exponiéndolo con una austeridad formal inflexible, impresionante:
sin filtros en el personaje, escrutando cuerpo y alma, tomándose el tiempo necesario
para que sus flaquezas entren en nosotros hasta su cabal comprensión. (Jordi
Batlle Caminal en La Vanguardia del 20 de mayo de 1998)
lunes, 23 de septiembre de 2024
Fellini, ocho y medio (8 1/2, 1963). Federico Fellini
"Giulietta de los espíritus" era a nuestro juicio,
un film más brillante y atractivo. Estaba realizado en color y éste había sido
manejado con suma habilidad. "Ocho y medio" ha sido filmado en un
blanco y negro de poco encanto visual. También resulta más oscura la intención
del film. En "Giulietta" no se necesitaba que el espectador se
convirtiese en un sagaz hermeneuta de lo que estaba viendo. Le bastaba con
seguir atentamente el frágil hilo de la acción dramática."Ocho y
medio" es, por lo que puede deducirse de todo lo anterior, un film
interesante, suscitador de sensaciones muy diversas. Lo que no es en ningún
momento, es entretenido. El conjunto de sus simbolismos y esa desbordante
catarata de barroquismos plásticos más bien terminan por producir fatiga. (A.
Martínez Tomás en La Vanguardia del 11 de abril de 1967)
“Ocho y medio” es la película de la contradicción, una película
hermosa y rara, como sólo un artista mediterráneo podría hacerla. Es, sobre
todo, un acto de autocompasión. Fellini se dice: “Qué pobre eres Fellini, que
sólo estás, cómo te comprendo, cómo se alejan los demás de ti.” Por eso, sin
duda, es una pieza brillante, aislada, sin continuación posible, dentro de la
obra total de este realizador italiano. (...) “Ocho y medio” o la confesión de
un hombre que vacila. Un film sugestivo, bello, que no podrá repetir. (Martínez
Redondo en ABC del 14 de abril de 1967)
Si hay que tener reservas sobre el hermetismo deliberado del
guión, sólo nos queda admirar una puesta en escena potente e inspirada, que da
a cada imagen, a cada escena, su mayor eficacia. (...) Película delirante,
frenética, histérica, increíblemente barroca, película a veces irritante,
película ciertamente imperfecta, pero que contiene demasiadas secuencias
inolvidables. (Robert Chazal en France-Soir del 31 de mayo de 1963 y Le Monde
del 1 de junio de 1963)
Esta obra, inusual y desordenado, confundirá, creo, a la mayoría de la gente. Sin duda, su abundante riqueza sólo será perceptible para aquellos cuyas mentes adopten voluntariamente el mismo enfoque que el de Fellini, practicando la asociación de imágenes más que la asociación de ideas. (Henry Rabine en La Croix del 6 de junio de 1963)
Tras el triunfo de crítica y público de La dolce vita (1960), Federico Fellini obtuvo aún más libertad y dirigió esta película, sin duda la más personal, y una de las más brillantes de la historia del cine. El título ha sido objeto de varias interpretaciones, y Fellini se limitó a afirmar que se trataba del número total de sus películas, incluidos los mediometrajes. Tras la deconstrucción de la historia de La dolce vita, el director revoluciona aún más el lenguaje cinematográfico al ofrecer una narración explosiva, mezclando lo real y lo imaginario, el pasado y el presente, y multiplicando la puesta en abismo, con una rica y compleja reflexión sobre la profesión de cineasta y las dudas del artista. (Gérard Crespo en À vor, à lire)
El crítico Alan Stone, en un artículo del Boston Review, deplora la “tendencia estilística de Fellini a enfatizar las imágenes por encima de las ideas”. Lo celebro. Un cineasta que prefiere las ideas a las imágenes nunca pasará del segundo puesto porque está luchando contra la naturaleza de su arte. La palabra impresa es ideal para las ideas; el cine está hecho para ver imágenes, y las imágenes son mejores cuando son libres para evocar muchas asociaciones y no están vinculadas a propósitos estrictamente definidos. Dice Stone sobre la complejidad de “8 1/2”: “Casi nadie sabía con certeza lo que habían visto después de verlo una vez”. Es cierto. Pero esto es cierto para todas las grandes películas, aunque sabes con certeza lo que has visto después de ver una superficial. (Roger Ebert)
La ironía, por supuesto, es que Fellini está en el proceso de crear el tipo de trabajo radical y despejador que está más allá del talento de sus débiles imitadores. Estructuralmente, la película ha sido muy imitada (por ejemplo, por Woody Allen en "Stardust Memories", que robó su premisa básica), pero ningún otro cineasta (con la posible excepción de Cocteau) ha podido retroceder i avanzar tan fácilmente en el tiempo, desde la infancia hasta el presente, o viajar tan fluidamente entre sueños, fantasías y realidad como lo hace Fellini aquí. (Hal Hinson en Washington Post)
Si La dolce vita
reveló un talento de dimensiones casi dantescas, 8 ½ muestra un gusto por la pirotecnia casi pirandelliana. Lo que
hace a 8 ½ profunda, o al menos
respetablemente oscura, es su frecuente reticencia a señalar las transiciones
de la realidad a la fantasia y viceversa. En un instante estamos en un
balneario para ricos ociosos y en el siguiente dentro de la mente del
director-héroe. ¿Cuál es cuál? La cuestión se complica por el habito de Fellini
de buscar los aspectos más fantásticos de la realidad, así que con frecuencia
sus fantasías ligeramente poéticas parecen más realistas que sus realidades
ligeramente satíricas. (Andrew Sarris en The Village Voice del 19 de septiembre
de 1963)
8½ recibe su nombre por ser la octava película y media de Fellini (la mitad proviene del cortometraje de Fellini incluido en una película antológica conocida como Boccaccio '70). Es una obra reflexiva y pulida que llega en un momento de la vida de un cineasta en el que el público podría creer razonablemente que el propio Fellini se sentía de manera similar al Guido de Mastroianni: asustado, vulnerable, insignificante y simplemente no lo suficientemente bueno. Se sabe a menudo que los artistas pueden hacer odas o piezas que reflejen el proceso creativo, pero pocas son tan subversivamente audaces y tan poderosamente empáticas como 8½. (Steve Pulaski)
Película estrenada en Madrid el 13 de abril de 1967 en los cines Pompeya, Palace y Mola; en Barcelona, el 18 de abril de 1967 en los cines Alexandra y Atlanta.
Reparto: Marcello Mastroianni, Claudia Cardinale, Anouk Aimée, Sandra Milo, Rossella Falk, Barbara Steele, Guido Alberti, Madeleine Léberu, Jean Rougeul, Caterina Borato, Annibale Ninchi, Giuditta Risone.