La presencia de Sweet en Powder Valley desencadena la ira del barón ganadero local, el Coronel Stephen Bedford, un papel interpretado por Leslie Nielsen. Glenn Ford, quien en ese momento era el principal atractivo para las taquillas según la encuesta de Quigley de 1958, encarnó al héroe como un pistolero y camorrista experto. El gesto cómico más definitorio de Sweet ocurre en el salón, donde en lugar de pedir el tradicional whisky, Sweet pide un vaso de leche o un puro, un acto de sutil desafío que simboliza su independencia intransigente y su resistencia al statu quo. Este personaje establece su dominio fácilmente, incluso al vencer al matón del pueblo, Jumbo McCall (Mickey Shaughnessy), desafiando así el ritual habitual para demostrar la dureza del héroe wéstern.
El casting de Leslie Nielsen como el villano es notable por una ironía histórica: en 1958, Nielsen era un actor de reparto rígido y confiable en papeles dramáticos. Su personaje, Bedford, es de hecho el antiguo pistolero Johnny Bledsoe, un tahúr que ha adoptado una fachada respetable. Para los espectadores modernos, acostumbrados a la comedia inexpresiva de Nielsen en películas como Aterriza como puedas (1980), ver su actuación dramática seria resulta inherentemente extraño, lo que retrospectivamente añade una capa de meta-humor a la clasificación cómica de la película. La confrontación final se desata cuando Bedford contrata al forajido Chocktaw Neal (Pernell Roberts), a quien Sweet estaba buscando para ajustar cuentas por el asesinato de su prometida.
En el aspecto romántico, Shirley MacLaine interpreta a Dell Payton, el interés amoroso de Sweet. MacLaine estaba en un período de ascenso, habiendo hecho su debut cinematográfico en The Trouble with Harry (1955). Su papel fue elogiado por ser "encantador" y por moverse con éxito entre lo "humorístico y lo inteligente". Su elección entre Sweet y Bedford simboliza la decisión del pueblo entre el antiguo orden ganadero y la nueva independencia. Además, MacLaine ese mismo año protagonizó Como un torrente (1958), por la cual recibió su primera nominación al Premio de la Academia a la Mejor Actriz.
La película no solo fue un éxito de taquilla, sino que también recibió un importante reconocimiento de la industria. El guion, escrito por William Bowers y James Edward Grant (quien también recibió crédito por la historia), fue nominado al Premio de la Academia al Mejor Guion – escrito directamente para la pantalla. Esta nominación confirmó que el guion poseía una sofisticación estructural que trascendía el mero entretenimiento ligero. El director George Marshall fue clave, ya que su experiencia dirigiendo comedias clásicas permitió que el tono del filme fuera "amigable" y mezclara la acción con momentos cómicos.
Comercialmente, The Sheepman demostró ser un gran acierto financiero. Con un presupuesto de $1,283,000, la película generó $1,535,000 de ingresos en taquilla en EE. UU. y Canadá, y otros $2.2 millones a nivel internacional, resultando en una ganancia neta considerable de $976,000. Este éxito ayudó a la estabilidad financiera de MGM a finales de los años 50.
La película subvirtió intencionalmente los tópicoss del género. Por ejemplo, el Marshal del pueblo (Slim Pickens) evita constantemente la confrontación yendo a "pescar cada vez que es probable que haya problemas", satirizando la ineficacia de la ley fronteriza. El héroe, Jason Sweet, encarna al tirador experto y resistente que se parece a los héroes que aparecerían más tarde en el subgénero de wéstern cómico, como en También el sheriff necesita ayuda (1969). Sweet finalmente vende las ovejas para comprar ganado, explicando que solo las mantuvo porque se negaba a ser intimidado, consolidando el tema de la independencia.
The Sheepman perdura como una película clave de la evolución del wéstern. Su estatus de título de catálogo se mantiene, disponible a través de ediciones como Warner Archive en DVD. Reunió a Glenn Ford en su apogeo, a Shirley MacLaine en su ascenso y, a Leslie Nielsen, en un papel dramático que hoy ofrece una capa adicional de comedia involuntaria. La fusión exitosa de un conflicto clásico con un guión agudo y autoconsciente convirtió a esta película de 1958 en un hito de su género.




