Robert Colomb, un famoso presentador de televisión, está casado con Catherine, pero siempre es infiel. Está a punto de reemplazar a su actual amante, Mireille, con Jacqueline cuando se encuentre, y se vuelve fascinada con Candice. Él la acompaña en una asignación en Kenia y luego establece un "acuerdo" con ella en Ámsterdam. Cuando él le cuenta a Catherine sobre el asunto, ella se queda callada. Él está asignado a Vietnam, le dice a Candice que su aventura ha terminado y, para su sorpresa, descubre que es más que aceptable para ella cuando está cansada de él. Al regresar de una prisión vietnamita, él decide regresar también a Catherine, pero descubre que ella se ha hecho una nueva vida. Se pregunta si debería volver a entrar en su vida, reavivar su antiguo amor o simplemente desaparecer de su vida.
La película tiene un planteamiento muy claro, un desarrollo apasionante y un desenlace donde saltan por los aires las cartas de Lelouch. Los últimos veinte minutos son los recursos que, en pura teoría, no debe desplegar un realizador riguroso. No creo en la ignorancia ni en su falta de medida, sino en todo lo contrario: en una calculada utilización de ciertos efectos convencionales. (...) Por lo demás, el estilo de Lelouch vuelve a ser tan brillante como en "Un hombre y una mujer". El "lelouchismo", no lo olvidemos, puede causar víctimas porque desencadena imitaciones fáciles y desde Iuego no tan atractivas como el original. La fotografía de Patrice Pouget y la música de Francis Lai sirven fielmente a la idea estética del realizador. (José Luis Martínez Redondo en ABC del 21 de diciembre de 1967)
La historia argumental está contada de un modo garboso y en cierto modo nuevo. Siguiendo un sistema expresivo que acusa la personalidad vigorosa de un verdadero artista. (...) La realización es brillante, con un sostenido tono emocional que Lelouch ha entreverado de chispeantes anécdotas irónicas, algunas también de un ligero erotismo, nada sobrecargado, que mantiene a la película en un constante nivel de calidad. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 23 de diciembre de 1967)
La historia más vieja del mundo contada con el talento y cierta premiosidad de Claude Lelouch. El trío actoral es excelente. (Decine21)
El punto de vista de todo esto es difícil de alcanzar, y los personajes son tan aleatorios y aburridos, realmente aburridos, cuando se piensa bien, como lo fueron los personajes de la película anterior del Sr. Lelouch. Yves Montand es tedioso con sus interminables engaños y su insulsa presunción, y Annie Giradot es aburrida y molesta como su esposa complaciente y sonriente. Candice Bergen es hermosa pero banal como la amante pasajera que se deja pisotear. Todo lo que prueban es que la preocupación por uno mismo es irritante para los demás en este mundo abarrotado. Es notable y significativo que el Sr. Lelouch nunca nos deja saber el propósito o el punto de vista de su director de televisión. Sólo hace películas. También el Sr. Lelouch. Y, como tantos que se enamoran de su propio trabajo, no sabe cuándo parar. (Bosley Crowther en The New York Times del 19 de diciembre de 1967)
Independientemente de lo demás, Lelouch debe haber adquirido un súper bronceado haciendo esta continuación de Un Homme et une femme, permitiendo que el sol deslumbre tan generosamente a la lente de su cámara. Un melodrama irremediablemente rimbombante (el reportero de televisión de Montand dividido entre la paciente esposa Girardot y la modelo Bergen) que se desarrolla en el glamuroso telón de fondo del centro de Manhattan y el interior de Vietnam, se vuelve aún más absurdo por el diálogo pretencioso, las actuaciones ineptas, el montaje bizqueante y una partitura de Francis Lai más propia de un salón de hotel que de una película. (Time Out)
La anterior Un hombre y una mujer de Claude Lelouch obtuvo el primer premio en el Festival de cine de Cannes, ganó los Oscar a la mejor película en lengua extranjera y guión original, y ganó la fenomenal suma de 3 millones de dólares en Estados Unidos. Vivir para vivir es muy similar en tema y estilo, pero carece del alcance lírico y el encanto de su predecesora e incluso falla técnicamente a pesar de un presupuesto considerable. (Variety)
Lelouch es esencialmente un especialista del riesgo, y sus películas buscan efectos en lugar de significado. Confecciona un gran espectáculo de "importancia", pero en el fondo solo hay un vasto vacío bellamente fotografiado. Esto es particularmente claro en "Vivir para vivir", que tiene todos los defectos de "Un hombre y una mujer" y ninguna de las virtudes y es una película fea y corrupta que pretende ser bella y ética. (Roger Ebert)
Claude Lelouch no es, creo, un revolucionario, un pionero, un inventor. Su papel sería más bien el de promover, popularizar (en el mejor sentido del término) una cierta forma de cine vivo y moderno. Hace accesible lo que no es accesible en los demás. Su entusiasmo, su sinceridad, su poder de persuasión, hacen entrar en el dominio público unas ambiciones, un lenguaje, un estilo hasta ahora considerado sospechoso. En resumen, Lelouch tiene "maneras". Sabe cómo persuadir. Es un seductor de la pantalla. No veo por qué alguien tendría que reprochárselo. (Jean de Baroncelli en Le Monde del 16 de septiembre de 1967)
Historia de amor entre el adulterio y el perdón, muy vanguardista para finales de los 60. Para ser sinceros, ninguna película romántica ha conseguido hasta ahora adentrarse en la intimidad y los pensamientos más profundos de los personajes como ésta. Una magnífica banda sonora de Francis Lai que fluye suavemente a lo largo de la película. Original y conmovedora interpretación de Annie Girardot e Yves Montand. No hablemos de Candice Bergen, que es increíblemente hermosa. Un Lelouch como nos gusta con un casting atrevido y no exento de riesgo. (Allociné)
Segundo gran éxito de Claude Lelouch tras "Un hombre y una mujer". Quizás un poco menos acertado que el anterior. Porque nos aburrimos un poco en algunas escenas en mitad de la película. En cualquier caso, Yves Montand y Annie Girardot forman una pareja bellísima y están admirables en esta película. Tenga en cuenta, la música sublime de Francis Lai. (Barisien en Allociné)
Película estrenada en Madrid el 20 de diciembre de 1967 en el cine Coliseum; en Barcelona, el 22 de diciembre de 1967 en el cine Windsor Palace.
Reparto: Yves Montand, Annie Girardot, Candice Bergen, Irene Tunc, Uta Jaeger, Jean Collomb, Anouk Ferjac.