martes, 22 de marzo de 2016

All the King's Men (1949). Robert Rossen


Adaptación de la celebérrima novela de Robert Penn Warren, ganadora del Premio Pulitzer. Cuenta la historia del gobernador de un estado innombrado de EE.UU., desde que es un simple destripaterrones algo ingenuo, estudiante de derecho, pertrechado del idealismo de ayudar a los más desfavorecidos, hasta que fagocitado por los mecanismos del poder utiliza las mismas armas sucias de sus predecesores, aunque sea para lograr metas loables, como la construcción de un hospital. Le acompaña en su trayectoria un periodista, que ejerce en el film de narrador, que termina especializado en descubrir trapos sucios que ayuden al gobernador a conseguir sus fines.

Narrativamente es, si no redonda, muy interesante. Quizás demasiado precipitada (algunos lo verán como un gran uso de la elipsis) pero para durar lo que dura cuenta lo que cuenta de forma sólida y cumple sus objetivos. El guión es más funcional que rotundo, pero es un gran ejemplo de escritura consistente y de una pieza. Mejor por tanto la crispada narración (guión y construcción visual de Rossen de la historia) que el mensajito de marras, es cierto, pero ese trabajo narrativo convierte la película en un producto creo que plenamente recomendable. Sobre todo por la tremenda concisión y precisión, dos de las virtudes más difíciles de lograr en un guión y de trasladar a imágenes sin perder intensidad. El tono pseudo periodístico tiene mucho que ver en que la película no pierda nervio. (Bloomsday en Film Affinity)

La novela pone en evidencia el papel de la prensa y su responsabilidad en la manipulación demagógica de las masas por parte de aquellos que satisfacen su ambición personal de poder sin tener en cuenta la validez ética de los medios con que  pretenden alcanzar sus fines.  Parece ser que el retrato de este político corrompido y corruptor se inspira en Huey Long, gobernador de Lousiana desde 1928 a 1933, orador populista y demagogo, que ejerció su mandato de forma totalitaria y tiránica mediante sobornos, chantajes y todo tipo de corruptelas. (Gloria Benito en Encadenados)

Robert Rossen dirige con maestría todo el film de principio a fin y con un ritmo endiablado. Basándose en la novela de Robert Penn Warren, el director hace un incisivo estudio sobre la corrupción política narrando con una sobriedad increíble y con un tratamiento que mezcla el melodrama con unas pizcas de cine negro, esto último sobre todo en su parte final. Y cómo no, con esa maravillosa gama de grises, más el blanco y negro que tienen las películas clásicas. (Alberto Abuín en Blog de cine)

La película cuenta con dos inconvenientes principales. El primero es el de la inevitable comparación con otra película sobre el ansia de poder, obra maestra y opera prima de Orson Welles, “Ciudadano Kane” (1941), que hace que esta película nazca relegada a un segundo plano. Otras películas destacables en esta línea política podrían ser "Caballero sin espada", “El último hurra”, "Tempestad sobre Washington", “Todos los hombres del presidente”, "Nixon", "City Hall, la sombra de la corrupción", “W.” o “El desafío: Frost contra Nixon”. El segundo incoveniente es que cuenta en poco tiempo demasiadas cosas y las encomiables rapidez, agilidad y eficacia de la narración juegan en detrimento del disfrute y poso del mensaje. Uno disfruta de diálogos y frases trufadas, pero cuando está a punto de asimilarlas y de reflexionar sobre ellas, la acción cambia casi frenéticamente de escenario y de momento temporal. En definitiva, mientras en otras películas la agilidad y concisión son una necesidad reclamada a gritos, en esta obra la dirección y montaje acelerados hubieran requerido un metraje más dilatado. (Princesadelguisante en El séptimo arte)

Hay que reconocerle el mérito a Robert Rossen de sacar una película que indudablemente debió ser muy controvertida y polémica cuando se lanzó en los cines, allá por 1949, siendo un tema totalmente nuevo, atrevido y desgarrador. Una obra maestra total y absoluta en la Historia del Cine, magistral radiografía de la condición humana a través de un mundo apropiadísimo para ello: la política. Rossen crea ese putrefacto e insolidario mundo político como una metáfora crítica del ser humano y narra un drama dónde el egoísmo, las contradicciones, la corrupción, la desintegración y el poder sobre las masas como autoafirmación de soberbia y existencia. Impresionante, perfecta, ejemplar y soberbia. (El diario de un cinéfilo clásico)

Posiblemente la obra maestra de su director, esta adaptación de la novela de Robert Penn Warren narra la ascensión de un político cuya moral se irá degradando a medida que se multiplican sus éxitos. La principal virtud de Rossen reside en no haber circunscrito a la simple denuncia política la dimensión de la historia, que adquiere profundas y complejas ramificaciones éticas. (Fotogramas)

Película estrenada en España por TVE en 1976.

Título español: El político.

Reparto: Broderick Crawford, John Ireland, Joanne Dru, John Derek, Mercedes McCambridge, Ralph Dumke, Anne Seymour, Raymond Greenleaf, Walter Burke, Will Wright, Grandon Rhodes, Houseley Stevenson.


viernes, 18 de marzo de 2016

Men in War (1957). Anthony Mann


Durante la Guerra de Corea (1950-1953), el teniente Benson (Robert Ryan) curtido en cien batallas intenta reunir a los supervivientes de su batallón y llevarlos al cuartel general. Por otra parte, el hostil y poco respetuoso sargento Montana (Aldo Ray), pertenecienet a otra compañía quiere conducir a su coronel, agotado por el combate, a un sitio seguro.

Intensísima cinta antibélica, de pulso electrizante y magnífico reparto, que ahonda en los aspectos más duros de la guerra. El vibrante blanco y negro y la inolvidable relación entre un subordinado y su superior catatónico son sólo algunos de los contundentes argumentos de una película de la que pueden rastrearse huellas en el más reciente cine bélico, como "Salvar al soldado Ryan" o "La delgada línea roja". (Daniel Andreas)

La película es un drama bélico, de aires documentalistas, apoyado en un relato crudo y desgarrador. La acción evita artificiosidades, adornos y concesiones. Hace uso de una estética realista, que presta atención a los momentos de temor, miedo, terror y pánico de los soldados, sus reacciones naturales, su fatiga y extenuación, la camaradería y el coraje que demuestran, sus momentos de aturdimiento, desconcierto y descontrol, la muerte que les amenaza, la tensión que provoca un enemigo sanguinario, sigiloso, invisible y próximo. El teniente se irrita por la precipitación con la que el sargento Montana mata a presuntos enemigos, sin las debidas cautelas. En repetidas ocasiones ha de recordarle que los enemigos, también, son personas humanas. No se habla de ideales, no se justifica ni condena la guerra y no se enardecen los ánimos con patrioterismos. La jornada transcurre como un retazo de la vida de unos protagonistas, movidos sólo por el instinto de supervivencia, al límite de la resistencia física y emocional. El brillante realismo convierte la obra en antecedente de "Platoon", "La delgada linea roja", "Salvar al soldado Ryan", etc. (Miquel en Film Affinity)

“Contarme la historia de un soldado raso y os contaré la historia de todas las guerras”. Esta frase, justo a continuación de los créditos, sirve de arranque para “La Colina de los diablos de acero”. Anthony Mann nos avisa con este desbarre que la película que vamos a presenciar no va a ser “una de guerra” convencional como las que se estilaban en los años precedentes. Con “Men in war”, el género se hace mayor, más real y humano como lo demuestran distintas secuencias donde los personajes recogen fotos de las familias de los enemigos que acaban de matar. Pero también se hace más crítico. Robert Ryan llega a decir “El batallón no existe, el regimiento no existe, Estados Unidos no existe, somos los únicos que seguimos luchando en esta guerra”. Este claro alegato antibelicista de Mann, refleja lo que la guerra de Corea significaba para los americanos en comparación con la recién acabada Segunda Guerra Mundial. Y es que el film es un claro precedente de las cintas bélicas que comenzaron a rodarse sobre la guerra del Vietnam en décadas posteriores. (AlohaCriticón)

Por otro lado, sorprende que un film con un mensaje tan marcadamente antibélico pudiera realizarse en plenos años 50. Aunque la (terrible, realmente terrible) canción heroica que se oye al final en los créditos intenta darle algo de epicidad a lo que hemos visto, difícilmente puede engañarnos: Mann nos ha mostrado a hombres muriendo por algo abstracto e intangible, no tenemos la sensación de que estén haciendo algo por su país ni de que crean en lo que hacen. La misión suicida final parece haberse llevado a cabo más por inercia y porque no les quedaba otra alternativa que por convicción. El único de todos ellos que parece tener una clara motivación es Montana, y ésta era huir de la guerra con el Coronel. (El gabinete del doctor Mabuse)

Uno de los innumerables films que generó la guerra de Corea, y uno de los mejores. Su argumento resume casi todas las convenciones del género, en un extracto realmente hábil. Sin embargo, su principal valor reside en el vigor de la acción, que Mann condujo con singular talento. Alterna sagazmente los momentos muertos, donde se crea una progresiva tensión, con los estallidos de violencia. (Fotogramas)

Título español: La colina de los diablos de acero.

Reparto: Robert Ryan, Aldo Ray, Robert Keith, Vic Morrow, James Edwards, L.Q. Jones, Philip Pine, Scott Marlowe, Nehemiah Persoff.

Secuencia de la película en: 

https://www.youtube.com/watch?v=Hcj0LnTlosI

viernes, 11 de marzo de 2016

Westward the Women (1951). William A. Wellman


En 1851, el criador de ganado Roy Whitman, propietario de un rancho en California, decide ir a Chicago a "reclutar" las mujeres que faltan en su propiedad, para sus hombres. Su capataz y guía de caravanas Buck Wyatt (Robert Taylor) lo acompaña. La comitiva femenina coge la larga carretera de vuelta, sembrada de trampas. A partir de Independence (Misuri) tendrán que recorrer 5.000 kilómetros cruzando las montañas de Utah y el desierto californiano, en un viaje lleno de penalidades que constituye una auténtica odisea. El objetivo de la caravana es llegar a un valle habitada por un grupo de solteros solitarios que buscan esposa. Para empezar, los hombres reclutados por Buck en Chicago para traer la comitiva huyen pronto con algunas de las mujeres, obligando a las que quedan a coger las riendas su viaje, a regañadientes del capataz...

El film, narrado con pulso firme, mantiene un ritmo ágil y sostenido, acumula lances de acción muy diversos y se beneficia de una acertada dirección de actores, que según las crónicas Wellman, llamado amigablemente Wild Bill, imponía con su habitual mano de hierro y mal carácter. La película exalta el espíritu aventurero y ofrece una narración saturada de humor, ironía, batallas de sexos y amor a la vida. Los papeles cómicos corresponden a Patience y al cocinero Ito. Son escenas destacadas la elevación colectiva de la carreta averiada, el rescate de Laurie durante la lluvia torrencial, la huida a caballo de Denon, la aceptación por Roy de Denon y Laurie como expedicionarias tras constatar que sus propósitos de cambio son firmes, etc. (Miquel en Film Affinity)

Puede que el mayor defecto de ‘Caravana de mujeres’ sea su continuidad, al estilo de las pantallas o niveles de los videojuegos. Desde que se inicia el camino, las diligencias se enfrentan en cada escena a un peligro diferente, rigurosamente ordenado y con conexiones muy puntuales que no terminan de funcionar. Me falta algo más de imaginación, de mezcla, de transiciones menos abruptas; hablamos de más de tres meses de viaje, y me da la sensación de que todo ocurre en una sola semana. Y eso que la historia original, que prometía, era de Frank Capra… (El Criticón)

La puesta en imágenes tiene lugar, tal y como nos hace advertir un rótulo al inicio del relato, justo un siglo después de que acontecieran –o hayan sido situados- los hechos. Destaca especialmente la estampa de aquellas mujeres que contemplan el desierto que tienen por delante. Una imagen que podemos considerar épica por parte del realizador, que las filma a través de un simbólico contrapicado. (Baúl del Castillo)

A diferencia de Cruze y Ford, Wellman prefiere mantener su cámara a media distancia de sus personajes y de los hechos que presenta, lo importante es el trayecto que será fuente de toda clase de transformaciones, desde revalorar la condición femenina hasta devolver al varón su dimensión más allá de la violencia y el dominio; para ello nos transporta a través de un paisaje rocoso y medio árido, irá puliendo el filo de esas mujeres rudamente limado en las rocas y las arenas, le tocara a Taylor/Wyatt organizar ese aprendizaje, hacerles comprender que su feminidad también puede con el medio y que la fuerza no es exclusiva de los varones, aunque para ello tiene la ayuda inapreciable de la enorme Patience (Hope Emerson) cuyas enormes posaderas son la burla de las demás y sus espaldas el apoyo de más de una que flaquea o muere. (Cineforever)

Con un arranque más que prometedor, Wellman construyó un western vigoroso, aunque malograra parte de las posibilidades de su planteamiento. De hecho, al film le falta una elaboración más sutil, así como la malicia suficiente para introducir un mayor grado de erotismo subliminal. Pese a estas limitaciones, sus virtudes narrativas tienen el suficiente peso específico en su resultado. (Fotogramas)

Película estrenada en España en marzo de 1955.

Título español: Caravana de mujeres.

Reparto: Robert Taylor, Denise Darcel, Hope Emerson, John McIntire, Julie Bishop, Lenore Lonergan, Henry Nakamura, Marilyn Erskine, Beverly Dennis, Renata Vanni, Pat Conway.


jueves, 3 de marzo de 2016

Our Town (1940). Sam Wood


Relato costumbrista sobre una pequeña ciudad estadounidense. El narrador explica cómo ha transcurrido la vida en Grovers Corners, una pequeña población de New Hampshire, entre 1901 y 1913. George Gibbs, el hijo del médico, y Emily Webb, la hija del director del periódico local, son compañeros de instituto y empiezan a salir juntos.

Una maravilla de película de Wood ("Una noche en la ópera"), toda una curiosidad plenamente conseguida: adapta un clásico de la escena norteamericana, "Our town" de Thornton Wilder, y cuenta una historia sencilla y como tal resulta aparentemente así en lo narrativo, resultando armoniosa, deliciosa y sinfónica (apropiadísima traducción del título original al castellano) pero a la par resulta una película de tono francamente particular, de sesgo cuasiexpresionista y místico, con influencias del cine de Dreyer. (...) Una rareza extraordinaria. (Kafka en Film Affinity)

"Excelentes interpretaciones y una puesta en escena emotiva, que no sensiblera, para un brillante drama costumbrista que muestra los problemas acontecidos en una pequeña ciudad" (Fernando Morales: Diario El País).

Sam Wood logra un mágico tono intimista y nostálgico. Sublime la escena en la que charlan los muertos. (Decine21)

Así, como preludio al Hitchcock de La sombra de una duda (Shadow of a doubt, 1943, en cuyo guión participó Thornton Wilder), y anticipándose al Dreyer de La Palabra (Ordet, 1954), con quien comparte su atmósfera “onírica”, Sinfonía de la vida se transforma en un hermoso relato de fantasmas, lectura esta más que pertinente, casi diríase que necesaria. Tal pareciera la ensoñación de alguno de sus ya muy lejanos habitantes (puesto que el relato diacrónico se proyecta hacia el futuro), o tal vez uno de esos sueños reminiscentes que nos asaltan algunas veces durante la noche. (Baúl del Castillo)

“Sinfonía de la vida” es una bella película magníficamente interpretada y dirigida, de reflexiones profundas, pero también es cierto que presenta ciertos problemas de ritmo en esas alargadísimas digresiones que aportan poco al conjunto, que quedaría igualmente claro con una mayor brevedad. Hay mucha verbalización y reflexiones en alto, lo que da la impresión de ser una película excesivamente literaria (no en balde es una adaptación de la obra teatral de Thornton Wilder, por la que ganó el premio Pulitzer, que ya ganó anteriormente en narrativa), y esto a pesar del derroche de recursos narrativos que ofrece Wood. Con todo, y a pesar de estar lastrada por estos motivos, es una película más que aceptable. (Cinemelodic)

Esforzada adaptación de la más famosa obra teatral de Thornton Wilder, que ìtuvo que ser sometida a un proceso de reconstrucción por sus específicas características escénicas. El acontecer diario de una pequeña ciudad constituía la base de un relato que oscila entre el costumbrismo y la simbología. No era un proyecto demasiado adecuado para un director más bien tosco, pero sus resultados tienen una evidente consistencia. (Fotogramas)

Título español: Sinfonía de la vida.

Reparto: William Holden, Martha Scott, Thomas Mitchell, Frank Craven, Fay Bainter, Beulah Bondi, Guy Kibbee, Stuart Erwin.