Adaptación de la celebérrima novela de Robert Penn Warren, ganadora del Premio Pulitzer. Cuenta la historia del gobernador de un estado innombrado de EE.UU., desde que es un simple destripaterrones algo ingenuo, estudiante de derecho, pertrechado del idealismo de ayudar a los más desfavorecidos, hasta que fagocitado por los mecanismos del poder utiliza las mismas armas sucias de sus predecesores, aunque sea para lograr metas loables, como la construcción de un hospital. Le acompaña en su trayectoria un periodista, que ejerce en el film de narrador, que termina especializado en descubrir trapos sucios que ayuden al gobernador a conseguir sus fines.
Narrativamente es, si no redonda, muy interesante. Quizás demasiado precipitada (algunos lo verán como un gran uso de la elipsis) pero para durar lo que dura cuenta lo que cuenta de forma sólida y cumple sus objetivos. El guión es más funcional que rotundo, pero es un gran ejemplo de escritura consistente y de una pieza. Mejor por tanto la crispada narración (guión y construcción visual de Rossen de la historia) que el mensajito de marras, es cierto, pero ese trabajo narrativo convierte la película en un producto creo que plenamente recomendable. Sobre todo por la tremenda concisión y precisión, dos de las virtudes más difíciles de lograr en un guión y de trasladar a imágenes sin perder intensidad. El tono pseudo periodístico tiene mucho que ver en que la película no pierda nervio. (Bloomsday en Film Affinity)
La novela pone en evidencia el papel de la prensa y su responsabilidad en la manipulación demagógica de las masas por parte de aquellos que satisfacen su ambición personal de poder sin tener en cuenta la validez ética de los medios con que pretenden alcanzar sus fines. Parece ser que el retrato de este político corrompido y corruptor se inspira en Huey Long, gobernador de Lousiana desde 1928 a 1933, orador populista y demagogo, que ejerció su mandato de forma totalitaria y tiránica mediante sobornos, chantajes y todo tipo de corruptelas. (Gloria Benito en Encadenados)
Robert Rossen dirige con maestría todo el film de principio a fin y con un ritmo endiablado. Basándose en la novela de Robert Penn Warren, el director hace un incisivo estudio sobre la corrupción política narrando con una sobriedad increíble y con un tratamiento que mezcla el melodrama con unas pizcas de cine negro, esto último sobre todo en su parte final. Y cómo no, con esa maravillosa gama de grises, más el blanco y negro que tienen las películas clásicas. (Alberto Abuín en Blog de cine)
La película cuenta con dos inconvenientes principales. El primero es el de la inevitable comparación con otra película sobre el ansia de poder, obra maestra y opera prima de Orson Welles, “Ciudadano Kane” (1941), que hace que esta película nazca relegada a un segundo plano. Otras películas destacables en esta línea política podrían ser "Caballero sin espada", “El último hurra”, "Tempestad sobre Washington", “Todos los hombres del presidente”, "Nixon", "City Hall, la sombra de la corrupción", “W.” o “El desafío: Frost contra Nixon”. El segundo incoveniente es que cuenta en poco tiempo demasiadas cosas y las encomiables rapidez, agilidad y eficacia de la narración juegan en detrimento del disfrute y poso del mensaje. Uno disfruta de diálogos y frases trufadas, pero cuando está a punto de asimilarlas y de reflexionar sobre ellas, la acción cambia casi frenéticamente de escenario y de momento temporal. En definitiva, mientras en otras películas la agilidad y concisión son una necesidad reclamada a gritos, en esta obra la dirección y montaje acelerados hubieran requerido un metraje más dilatado. (Princesadelguisante en El séptimo arte)
Hay que reconocerle el mérito a Robert Rossen de sacar una película que indudablemente debió ser muy controvertida y polémica cuando se lanzó en los cines, allá por 1949, siendo un tema totalmente nuevo, atrevido y desgarrador. Una obra maestra total y absoluta en la Historia del Cine, magistral radiografía de la condición humana a través de un mundo apropiadísimo para ello: la política. Rossen crea ese putrefacto e insolidario mundo político como una metáfora crítica del ser humano y narra un drama dónde el egoísmo, las contradicciones, la corrupción, la desintegración y el poder sobre las masas como autoafirmación de soberbia y existencia. Impresionante, perfecta, ejemplar y soberbia. (El diario de un cinéfilo clásico)
Posiblemente la obra maestra de su director, esta adaptación de la novela de Robert Penn Warren narra la ascensión de un político cuya moral se irá degradando a medida que se multiplican sus éxitos. La principal virtud de Rossen reside en no haber circunscrito a la simple denuncia política la dimensión de la historia, que adquiere profundas y complejas ramificaciones éticas. (Fotogramas)
Película estrenada en España por TVE en 1976.
Título español: El político.
Reparto: Broderick Crawford, John Ireland, Joanne Dru, John Derek, Mercedes McCambridge, Ralph Dumke, Anne Seymour, Raymond Greenleaf, Walter Burke, Will Wright, Grandon Rhodes, Houseley Stevenson.