viernes, 30 de octubre de 2015

The Godfather: Part II (1974). Francis Ford Coppola


Continuación de la historia de los Corleone por medio de dos historias paralelas: la elección de Michael como jefe de los negocios familiares y los orígenes del patriarca, Don Vito Corleone, primero en su Sicilia natal y posteriormente en Estados Unidos, donde, empezando desde abajo, llegó a ser un poderosísimo jefe de la mafia de Nueva York.

El padrino II presenta dos historias paralelas. Una de ellas involucra al jefe de la mafia Michael Corleone desde 1958 hasta 1959. La otra es una serie de analepsis siguiendo a su padre, Vito Corleone, desde su infancia en Sicilia (1901) hasta la fundación de la familia Corleone en Nueva York.

Es considerada como la mejor secuela de todos los tiempos y una de las pocas segundas partes que rivalizan con su antecesora. El escritor Mario Puzo repite como guionista al lado del director y esta vez adapta el tema de la infancia y madurez de Vito Corleone, mientras profundiza en los deberes de Michael como el nuevo patriarca de la familia.

La película recibió aclamación universal de la crítica y algunos consideran que su calidad es aún mayor que la de la primera parte y ha sido calificada múltiples veces como una verdadera obra maestra.

Parecía "El Padrino" un film insuperable, pero el maestro Francis, consciente de su estado de forma, vuelve a deslumbrarnos entregando esta secuela-precuela al mismo nivel, para muchos incluso mejor. La primera tenía a Marlon Brando, pero ésta es más compleja en estructura y, sobre todo, moralmente más interesante (más "shakespeareana"), pues narra cómo Pacino comienza un proceso autodestructivo de su familia intentando, precisamente, la salvación de la misma. Al igual que en la primera parte, podríamos hablar de su mítico reparto, de la música de Rota, de la maravillosa fotografía de Gordon Willis... pero la arriesgadísima jugada de Coppola fue alternar, magistralmente, la historia presente y pasada de la familia Corleone. Ya no estaba Brando, pero de Niro realizó una interpretación perfecta. Pacino siguió, por su parte, agrandando su mito como actor y su imperio como Padrino... con un alto precio: atención al beso fraternal más escalofriante del séptimo arte. (Pablo Kurt en Film Affinity)

El intrincado entramado mafioso visto de la perspectiva de Michael Corleone está captado de manera espléndida en un guión sin taras redactado al alimón entre Coppola y Mario Puzo, con un
conseguido retrato emocional de las diversas interacciones familiares y sentimentales establecidas entre sus miembros, complementadas en paralelo con una extraordinaria descripción en tonos sepia de la génesis de la saga y el ascenso a la cúpula criminal a comienzos del siglo XX del patriarca de la familia Corleone, recogiendo en su progreso problemáticos aspectos sociales de la comunidad estadounidense, como la corrupción, la inmigración o la consecución del “american dream”, todo ello establecido desde un admirable manejo del tempo y espacio narrativo, con una profundidad temática y psicológica admirable. (AlohaCriticón)

Una lectura superficial de El padrino llevaría a definir la trilogía como un cuadro violento y detallista de la mafia. Pero hay algo más, que eleva la historia que se narra a alturas insospechadas. Vemos el modo particular en que se cumple el sueño americano en la familia Corleone: desde una posición modesta, se encumbran hasta la cima del poder. Contemplamos el lado sucio de los negociso, los efectos más perversos del sistema capitalista imperante en el mundo. Por ejemplo, en el negocio de casinos y prostitución en la Cuba de Batista, con el simbólico reparto de una tarta en el cumpleaños de uno de los capos. (Decine21)

"Coppola se arroja a un inaudito entramado narrativo. (...) un festín cinematográfico en forma de oscuro y desesperanzado descenso a los infiernos." (Miguel Ángel Palomo: Diario El País)
 
"Se trata de una obra de arte hermosa, violenta, pero sobre todo imperdible por todos aquellos que se consideren amantes del cine." (Luis Miguel Cruz)
 
Esplendorosa secuela, en la que Coppola se superó a si mismo, confiriendo una grandeza trágica a la sórdida historia de intrigas mafiosas. Articulada en dos segmentos temporales -a finales de los 50 y a principios de siglo- ilustra los destinos paralelos de Vito Corleone y su hijo Michael, el fundador y el heredero afianzador de un imperio del crimen. Su exquisita composición formal y su extraordinario aliento narrativo lo convierten en una obra maestra. (Fotogramas)

Película estrenada en España en octubre de 1975.

Título español: El padrino: parte II.
 
Reparto: Al Pacino, Robert De Niro, Diane Keaton, Robert Duvall, John Cazale, Lee Strasberg, Talia Shire, James Caan.


viernes, 23 de octubre de 2015

The far country (1954). Anthony Mann


En el año 1896, el vaquero Jeff Webster (James Stewart), llega a la ciudad de Seattle justo a tiempo de coger el barco hacia Dawson, Alaska. Webster viene de conducir su rebaño a través del país y es perseguido por la justicia; se le acusa de matar a otros dos vaqueros que quisieron darse a la fuga con parte del rebaño con que viajaban. En compañía de su lugarteniente Tatum (Walter Brennan), consigue subir a bordo del barco con su rebaño antes de ser atrapado.
Una vez en Alaska, Webster y Tatum se verán persuadidos por el panorama de la fiebre del oro, por las mujeres del lugar (Ronda Castle y Renée Vallon, interpretadas por Ruth Roman y Corinne Calvet, respectivamente), al mismo tiempo que se verán obligados a esconderse del shérif Gannon (John McIntire), que no descansará hasta llevar a Webster ante la justicia.

La película, cuya historia trata acerca de la fiebre del oro, es de los pocos western de la época, junto con The spoilers y Alaska, tierra de oro, que desarrollan su acción en Alaska (si bien The far country está rodada en Canadá).

Como western finisecular incorpora cambios de escenario: buques a vapor, puertos de mar, aguas del Pacífico, tierras frías de Alaska, territorios de Canadá, etc. Como western fronterizo focaliza la atención en espacios donde todavía no se ha producido el desarrollo institucional necesario para garantizar el orden social y el imperio de la ley. El paisaje deviene un personaje con vida propia, que se integra en la narración, aportando elementos expresivos propios (aspereza, peligrosidad, rudeza, inaccesibilidad...). Hacia el final, en un ambiente oscuro, inhóspito y sucio (húmero, enfangado y frío), el realizador construye un climax de gran tensión dramática, no exento de apuntes trágicos. (Miquel en Film Affinity)

Tierras lejanas, al igual que Horizontes lejanos, deslumbra por su fluidez narrativa, por el tránsito de escenarios, por la espléndida galería de personajes secundarios, por la importancia para la atmósfera del cambio de estaciones. (...) Ambas, en el fondo, comparten el mismo planteamiento: la tensión entre el individualismo y el comunitarismo, el contraste entre los clásicos westerners que marcan su propia senda al margen de todos y la atracción de las pequeñas comunidades de pioneros que van haciendo que el mundo de la frontera cada vez sea más pequeño y, por tanto, más civilizado. (La mano del extranjero)

"Cine con mayúscula. (...) Mann aporta su inmensa capacidad para sublimar la épica del género y para hacer del paisaje un personaje más de la función. Un clásico." (Miguel Ángel Palomo: Diario El País)

Otro de los excelentes westerns que dirigió Anthony Mann durante los 50, casi todos realizados con el mismo equipo. La espectacularidad del ganado atravesando interminables espacios abiertos sirve de fondo y contrapunto a una historia convencional pero narrada con un poder de convicción poco común. Demuestra como la simplicidad deviene pura creatividad. (Fotogramas)

Película estrenada en España el 22 de enero de 1955.

Título español: Tierras lejanas.

Reparto: James Stewart, Ruth Roman, Corinne Calvet, Walter Brennan, John McIntire, Jay C. Flippen.

jueves, 15 de octubre de 2015

Penny Serenade (1941). George Stevens


La película cuenta la historia de una pareja, Roger (Cary Grant) y Julie Adams (Irene Dunne) en su intento de formar una familia. Tras casarse pierden al hijo que esperaban en el terremoto de Japón de 1923 durante su luna de miel, lo que provoca además que Julie no pueda tener hijos. A su vuelta a Estados Unidos, y a pesar de los problemas económicos que tienen, deciden adoptar una niña.
Toda la historia se cuenta desde la perspectiva de Julie que recuerda su vida mientras escucha su colección de discos.

La música, muy abundante en la película (como sugiere el título español), ofrece una selección excelente de los mejores melodías del momento. En una escena evocadora, Julie recuerda su relación con Roger, con la ayuda de los discos que han jalonado su vida en común. La fotografía presenta encuadres singulares que refuerazan el clima trágico de algunas secuencias. La cámara se mueve con diligencia, acierto y precisión narrativa. El guión construye una historia intensamente sobrecogedora. La interpretación de los dos protagonistas es excelente y en ellos recae la mayor parte del peso del éxito de la narración dramática. La dirección se apoya en unos actores de primer nivel, en una banda sonora rica y variada y en un guión bien trabajado. A estos elementos el director añade su potencia de buen narrador. (Miquel en Film Affinity)

Contiene algunas escenas sentimentales que podrían haber caído en el ridículo, pues se prestan a ello, pero Stevens, hombre siempre inteligente aunque a veces demasiado académico, logra emocionar gracias a un cuidado guión. Además, las interpretaciones son sensacionales, con un Cary Grant, estupendo en sus registros melodramáticos, una exquisita Irene Dunne y dos soberbios intérpretes de los antes mal llamados "secundarios": Edgar Buchanan y Beulah Bondi. Ambos componen unos personajes tiernos y entrañables, llenos de amor y cariño. Algunas escenas, como el baño real a un bebé, son antológicas y mantienen los ojos sin pestañear. (Iñaki Bilbao en Muchocine)

Película clásica con el tema de la adopción bien tratado. Desde el problema de la esterilidad a la decisión de adoptar, en que en la época predominaba el deseo de la mujer y el hombre se adhería a él para agradarla y darle también una ocupación además de la de ama de casa. En este caso él se implica al ver a su niña (cuando al principio era o niño o nada). Se ve el proceso de la época en los EEUU, y como pueden perder el niño a causa del cambio en su situación económica antes del juicio de adopción. Las angustias de padres novatos se retratan de forma muy simpática. (Películas y adopción)

Un film realmente curioso, por cuanto arranca desde una estructura de comedia ligera para desembocar en el más sombrío de los melodramas. Este proceso tiene una notable coherencia interna, produciéndose a través de una progresiva transformación de su tono. La evidente habilidad de su construcción no impide que el conjunto acabe resultando excesivamente superficial. (Fotogramas)

Película de dominio público.

Película estrenada en España el 24 de abril de 1943.

Título español: Serenata nostálgica.

Reparto: Irene Dunne, Cary Grant, Beulah Bondi, Edgar Buchanan, Eva Lee Kuney, Wallis Clark.


lunes, 12 de octubre de 2015

California (1946). John Farrow


Trumbo (Ray Milland), un desertor del ejército, es el guía de un grupo de colonos, entre los que están Lily (Barbara Stanwyck) y Michael Fabian (Barry Fitzgerald), que se dirigen a California, empujados por el afán de aventuras y por la fiebre del oro. Cuando llegan, se encuentran con una ciudad dominada por la anarquía, donde el malvado capitán Coffin (George Couloris) impone su ley despóticamente. Trumbo se encargará de desbaratar los intentos de Coffin de provocar una sublevación en California.

Western argumentalmente muy convencional, de sesgo melodramático y con la utilización de canciones como elemento narrativo. Se centra en la época en la que se forjó el estado de California. Sin nada especialmente destacable salvo un eficaz plantel de secundarios (Anthony Quinn, Georges Colouris...), ni Barbara Stamwyck brilla ni Milland llega a ser algo más que una discreta prolongación de un James Stewart en miniatura. Un film nada memorable. (Kafka en Film Affinity)

En esta película John Farrow demuestra ser el gran director que era. El trabajo de cámara es excepcional, con escenas que duran más de 4 minutos filmadas en una sola toma. Aunque hay varias de estas escenas en el film, se pueden comentar otros aspectos. La dirección de actores es soberbia, obteniendo lo mejor de todos ellos, en particular la interpretación de George Colouris (el villano) es sobresaliente. Además no es el típico western; el argumento cambia inesperadamente de la línea que uno piensa que va a seguir a otra muy diferente y la película mantiene su coherencia perfectamente. (Luis Carvacho)

Situada en la filmografía western de John Farrow ligeramente por encima de El desfiladero de cobre (Copper Canyon, 1950), que tiene como protagonista a Ray Milland también, y muy por debajo de Hondo (1953), no hay mucho que decir ni bueno ni malo acerca de este western relativamente poco ambicioso. Mientras que se sitúa a sí misma como una película seria en cuanto al tema, se ajusta de todas las maneras a las fórmulas estándar del melodrama y fracasa en presentarnos un villano memorable o un conflicto fundamental. Ni la bonita fotografía en technicolor ni las florituras de estilo de su director ni incluso la gran Barbara Stanwyck pueden salvar a este film de ser sólo ligeramente más que mediocre.

Película estrenada en España el 9 de abril de 1951.

Reparto: Ray Milland, Barbara Stanwyck, Barry Fitzgerald, George Coulouris, Anthony Quinn, Albert Dekker.


viernes, 2 de octubre de 2015

Ladri di biciclette (1948). Vittorio De Sica


En la Roma de la posguerra, Antonio, un obrero en paro, consigue un sencillo trabajo pegando carteles a condición de que posea una bicicleta. De ese modo, a duras penas consigue comprarse una, pero en su primer día de trabajo se la roban. Es así como comienza toda la aventura de Antonio junto con su hijo Bruno por recuperar su bicicleta mientras su esposa María espera en casa junto con su otro hijo.

El filme está basado en la novela homónima de 1945, escrita por Luigi Bartolini, adaptada a la gran pantalla por Cesare Zavattini. Un rasgo característico de este filme, y del neorrealismo, es la desaparición de la noción de actor y de la puesta en escena. Los actores que intervienen no son profesionales. Aunque la búsqueda de las personas que interpretarían los personajes fue dura. Un detalle gracioso de la búsqueda del niño, fue que De Sica, tras haber visto cantidad de niños, se decantó por éste debido a su forma de andar. Es más, la prueba de selección de los niños se reducía a verlos caminar.
Otro rasgo significativo es que todas las angulaciones de cámara están en función de lo que se quiere transmitir. Como por ejemplo, la secuencia en la que con un picado se ve toda la calle mostrándonos la muchedumbre entre la que se pierde el ladrón y la impotencia del trabajador.

Sobrecogedora obra maestra del neorrealismo italiano que forma, junto con "Umberto D." y "Miracolo a Milano", la famosa trilogía de De Sica. La posguerra, la pobreza, la dignidad, la familia... Pocas veces con tan pocos recursos se contó tanto. Una de las grandes películas de la historia del cine. (Film Affinity)

La dirección de Vittorio de Sica y el guión de Cesare Zavattini, pareja que anteriormente ya había realizado otra obra maestra del género, “El Limpiabotas” de 1946, y que realizarán posteriormente otras películas magníficas, entre las que se encuentran “Milagro En Milán” (1951) o “Umberto D” (1952) , introducen al espectador en la desesperada búsqueda de una bicicleta, medio fundamental de trabajo y en consecuencia de vida de un hombre y su familia, interpretado magistralmente por Lamberto Maggiorani, actor no profesional como es característico en este tipo de proyectos, con la lastimera compañía de su pequeño hijo. (...) Maravillosamente fotografiada en un crudo blanco y negro, casi en tono documental, “Ladrón de Bicicletas” crea un acerado fresco de la posguerra italiana lleno de personajes que, perdidos en su anonimato, impregnan sus carencias por las pobladas y vívidas calles romanas. (AlohaCriticón)

La historia es sencilla, simple, casi minimalista, pero directa, conmovedora e intensa. Los intérpretes son actores no profesionales, que aportan verismo y naturalidad. Los personajes son seres corrientes, normales, del montón. No se emplean decorados artificiales: se rueda lo que hay según se ve, sin artificios, ni adornos. El guión elabora unos diálogos que reflejan el modo de hablar de las personas sencillas. Desarrolla una progresión dramática creíble y convincente, que se focaliza en la desesperación individual. La autenticidad y realismo que animan al film son posiblemente las causas por las que éste conserva su frescura y su fuerza. (Miquel en Film Affinity)


Una de las más conspicuas lecciones de Ladrón de bicicletas radica en la actitud del director, en su manera de conducir un hilo argumental tan quebradizo y tan propenso a deslizarse hacia lo excesivamente didáctico o hacia cierto oportunismo populista. No ocurre así, por supuesto. Vittorio de Sica ejerce de crítico de la sociedad -de la vida- sin recurrir a ningún artificio expresivo, sólo mostrando la impecable desnudez de unos hechos vividos o que han podido simbólicamente vivirse en un tiempo y unas circunstancias muy precisas. En aquella Italia de finales de los 40, todavía recientes los desastres de la guerra, el obrero que protagoniza Ladrón de bicicletas no es sino un arquetipo sugerido por otros muchos posibles. La intensidad emocionante de la acción, su estricta significación social, la escueta y limpia estructura narrativa, constituyen a todas luces un ejemplo de eficacia y veracidad. En este sentido, Ladrón de bicicletas trasciende de todo manifiesto realismo y va más allá de su propia pretensión crítica. Por ahí habría que buscar uno de los más incuestionables aciertos ideológicos de la película: el de plantear el diagnóstico de un ejemplo humano sin dejar de ser un paradigma artístico. (José Manuel Caballero Bonald en El Cultural)

Un título clave en la historia del cine italiano, con el que los presupuestos del neorrealismo tuvieron definitiva carta de naturaleza. Basada libremente en una novela de Elio Bartolini, ilustra convincentemente no sólo la miseria de la postguerra sino también un conflicto moral en un marco poco solidario. En su momento sufrió una excesiva mitificación, pero ello no invalida sus méritos. (Fotogramas)

Película estrenada en España el 5 de junio de 1950.

Título español: Ladrón de bicicletas.

Reparto: Lamberto Maggiorani, Enzo Staiola, Lianella Carell, Gino Saltamerenda, Vittorio Antonucci, Giulio Chiari, Elena Altieri.