viernes, 11 de septiembre de 2015

The Stranger (1946). Orson Welles


Wilson, un agente de la comisión de crímenes de guerra, está buscando a Franz Kindler, uno de los cerebros de los campos de exterminio nazis, que ha conseguido huir sin dejar huellas. Siguiendo la pista de Meinike, un antiguo camarada de Kindler, llega hasta Harper (Connecticut), donde Meinike es asesinado antes de poder identificar al fugitivo. La única pista que le queda a Wilson es la fascinación del criminal nazi por los relojes antiguos.

Apoyado principalmente en un imponente reparto y en las espléndidas cualidades del director, el film se desarrolla de una manera vertiginosa y sin descanso. Todo funciona a la perfección: el carisma de Robinson, el simbolismo y la fuerza visual de Welles y sus planos “imposibles”, la convicción de su discurso moral, los personajes que completan el cuadro artístico…todo se ensambla perfectamente para conseguir no la película perfecta, pero sí un ejemplo de pasión y de convencimiento personal haciendo cine. Y esto es lo más importante de “El Extranjero”. La seguridad de Welles en su trabajo se hace patente plano a plano, en la tremenda puesta en escena y en el excepcional montaje que salva sin ninguna dificultad cualquier atisbo de problema proveniente principalmente del guión.(El caballero Teutón en Film Affinity)

Según el propio Welles no había nada suyo en esa mala película, y sin lugar a dudas la consideraba su peor film. Incluso se desentendió del guión, que aunque en los créditos aparece a cargo de Victor Trivas, finalmente se encargó de él John Houston, por lo menos según Welles. Por esta misma razón, toda la película está rodada con una sobriedad completamente inusual en el director, nada de planos oblicuos ni extraños ángulos de cámara, lo más discreto posible, y ni siquiera se encargó del montaje. En definitiva, nada que denotase un estilo. (Miradas de cine)

Orson Welles nos vuelve a impresio-nar con un uso tremendamente imaginativo de los posicionamientos de cámara, con picados, contrapicados y tomas oblicuas que nunca son gratuitos –siempre al servicio de la intencionalidad narrativa–. Si a eso se une un trabajo de iluminación y fotografía excepcionales, con claroscuros tenebristas que crean esa atmósfera inquietante en la que se desenvuelve toda la historia, y una generación de sombras que consigue que éstas se conviertan en un personaje más, no cabe más que extasiarse ante tamaña exhibición de alardes técnicos, corroborados y rubricados con un montaje final soberbio.
Y eso no es todo; quizá, con ser tan brillante, ni siquiera es lo más destacable. Aún deslumbra más el manejo de los recursos más estrictamente narrativos, reflejado en multitud de pequeños detalles que terminan conformando, por mera acumulación, una exhibición majestuosa. (Manuel Márquez en La butaca)

"Amores en pleno corazón del nazismo para una historia perfectamente narrada, muy bien interpretada por su atractivo reparto y con un final de los que causan admiración". (Fernando Morales: Diario El País)
Habitualmente reputado como un film menor, por el hecho de ser un encargo algo impersonal, no es en absoluto una obra despreciable. Aunque Welles no participó en la elaboración de la historia, puso su particular mirada en la misma al ponerla en imágenes. Aparentemente, es una intriga más o menos convencional, pero el barroquismo de su construcción llega a extremos de gran riqueza visual. (Fotogramas)

Actualmente la película es de dominio público. Posiblemente fue estrenada en España por TVE el 30 de noviembre de 1983 dentro de un ciclo dedicado al cine negro.

Título español: El extraño.

Reparto: Edward G. Robinson, Loretta Young, Orson Welles, Philip Merivale, Richard Long, Billy House.


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