viernes, 26 de mayo de 2017

The Undercover Man (1949). Joseph H. Lewis


El jefe de una importante organización criminal es sospechoso de fraude fiscal. El agente del Tesoro Frank Warren y su compañero necesitan apoderarse de sus libros de contabilidad para poder acusarlo de evasión de impuestos.

Pese a ciertas insuficiencias de guión y algún fragmento cuya utilidad narrativa no me queda muy clara, la película constituye un buen entretenimiento y un ejemplo de cómo se puede lograr un apreciable filme partiendo de recursos limitados; en tal sentido Lewis era todo un experto, pues apenas en contadas ocasiones pudo disfrutar de los medios propios de una película de serie A (una de esas pocas ocasiones daría como resultado la espléndida "Gun Crazy"). En este caso, adopta una perspectiva documental, pero rechaza el recurso tan manido de la voz en off, precisamente el que había consentido Anthony Mann -en mi opinión, equivocadamente- en "T-Men", que aborda temas muy similares y también con pocos medios. Frente al espléndido dramatismo que desprendía la fotografía de Alton en la obra de Mann, en esta encontramos un estilo correcto para el género, aunque más neutro. Destacan los distintos modos con que se ilustra la violencia, de forma indirecta en el admirable plano del cucurucho, o directa, en el eficaz y hermoso picado que nos muestra la persecución de un delator en plena calle. (Quatermain80 en Film Affinity)

Joseph H. Lewis es el cerebro en la sombra, permaneciendo también en un segundo plano, con su nada grandilocuente realización, pero haciendo gala de una pericia inaudita que ya quisieran otros. Con un dominio perfecto del ritmo, adornado en algunos momentos de movimientos de cámara arriesgados y atrevidos para la época, Lewis nos introduce de lleno en la más que interesante trama de la película. Una trama que se vuelve oscura y violenta según va avanzando. Incluso se permite el lujo de cambiar un poco de tono, sin que esto dañe lo más mínimo al film. Me refiero al momento en el que el personaje central está perdido porque se cree vencido por el sistema, al no poder hacer nada contra las amenazas que ha recibido por continuar con sus actividades. Instante ese en el que Lewis nos habla de que nunca hay que tirar la toalla si creemos que hacemos lo correcto. (Blog de cine)

En Relato criminal la estructura es clásica y la película se va poniendo más y más emocionante según avanza el metraje y tiene su escena clímax. Sin embargo, Enemigos públicos (que como repetí ayer me entretuvo y me volvió a enamorar mi Johnny pero claro hay que se objetiva) tiene todo el rato altos y bajos en su estructura y está poblada de escenas clímax que no ayudan en absoluto a contar mejor la historia o a emocionar por las actitudes de sus personajes. Nos deja igual. Sus personajes no tienen alma, algo que sí tienen cada uno de los personajes de Relato criminal (hasta los papeles más mínimos e incluso los peor desarrollados están mejor que cualquier secundario de la película de Mann). (El blog de Hildy Johnson)

Un film con todos los ingredientes del mejor cine negro clásico: atmósferas y tipos duros (atención a la gran interpretación de Glenn Ford) envueltos en una espiral de ambigüedad moral. Uno de los mejores trabajos del habitualmente discreto Joseph H. Lewis, que se inspiró en un artículo periodístico para crear una trama con más de un punto de contacto con la biografía del mítico Al Capone. (Fotogramas)

Película estrenada en España el 17 de marzo de 1952.

Título español: Relato criminal.

Reparto: Glenn Ford, Nina Foch, James Whitmore, Barry Kelley, Frank Twedell, David Wolfe, Howard St. John, John Hamilton.


martes, 16 de mayo de 2017

French Cancan (1955). Jean Renoir


Monsieur Danglard contrata a Nini, una chica que trabaja en una lavandería, y a otras atractivas jóvenes para que se unan a su compañía de teatro. Danglard tiene previsto abrir un cabaret en París, el Moulin Rouge, donde la gran atracción será el cancán. A pesar de que tiene novio, Nini es seducida por Danglard, pero su principal admirador es el príncipe Alexandre.

Es fácil pues encontrar las referencias a los pintores impresionistas coetáneos de la época en la que se desarrolla la película, utilizados por Renoir para establecer en un contexto pictórico lleno de color, en el que establecer una muy inteligente fusión entre clases altas y bajas, otro de los temas constantes en muchas cintas del cineasta. En ‘French Cancan’ ésta se realiza a través del júbilo que proporciona el espectáculo y el baile, como si el divertimento, el pasarlo bien, fuera la única forma de unir no sólo a ambos lados, sino a todo tipo de gente. (Blog de cine)

El film suma comedia, drama, musical y romance. Explica la historia que lleva a la creación e inauguración (1889) del teatro de variedades “Moulin Rouge”, en Montmartre. La historia que se cuenta es sencilla y liviana. Se centra en los devaneos, intrigas y conflictos amorosos de bailarinas y pretendientes. Dentro del film el argumento cumple una función clara y definida al servicio de los objetivos del realizador. Entre éstos, sobresalen la exaltación de la vida, la alegría de vivir, el placer, el hedonismo, la amistad, la libertad, etc. Propone una concepción de la vida basada en la alegría, la diversión, la fiesta, la comunicación con los amigos, el buen humor, la música, el baile, la canción y el amor. Habla del sexo, el adulterio y la infidelidad como prácticas inocentes, razonables y aceptables. Las envidias y los celos carecen de importancia en un mundo en el que abundan las oportunidades amorosas. La música y el baile tienen propiedades curativas: ayudan a desactivar los resentimientos y a resolver los problemas, animan los sentimientos positivos, acrecientan el amor y potencian la felicidad. (Miquel en Film Affinity)

La cariñosa película de Renoir no tiene la clase del Moulin Rouge de John Huston, pero es un entretenimiento divertido como puro espectáculo sentimental. (Bosley Crowther)

La compulsión de que "el espectáculo debe continuar" es el hilo conductor de French Cancan y ayuda a explicar por qué es más imaginativo que un musical rutinario.  Es un musical y una comedia, pero es algo más, es el retrato de un empresario para el cual abrir un teatro y producir un espectáculo son las más elevadas metas de la vida. (Roger Ebert)

Concluye con una magnífica secuencia de 10 minutos donde, en la noche del estreno, un coro de bailarinas elegantemente vestido levantan a la audiencia con una interpretación del cancán, cuya belleza cinética se acelera en un crescendo constante hasta un clímax poderosamente erótico, por no decir orgásmico. (The Guardian)

Una brillante evocación del París de fin de siglo que toma como pretexto la anécdota de la creación del Moulin Rouge. Es un espectáculo eminentemente colorista, en el que Renoir rinde homenaje a la pintura francesa de la época. Al margen de estas características formales, encierra otra dimensión: la amargura que envuelve en todo momento a una historia aparentemente trivial y desenfadada. (Fotogramas)

Película estrenada en España en 1959.

Reparto: Jean Gabin, María Félix, Françoise Arnoul, Jean-Roger Caussimon, Giani Esposito, Philippe Clay, Michel Piccoli, Dora Doll, Michèle Philippe, France Roche, Edith Piaf, Patachou, André Claveau, Jean Raymond.





jueves, 4 de mayo de 2017

Ball of Fire (1941). Howard Hawks


Gracias a la donación de un cuarto de millón de dólares, un grupo de profesores estrafalarios, todos solteros salvo uno que es viudo, trabajan en la elaboración de una enciclopedia del saber humano. Cuando el trabajo se encuentra ya en una fase bastante avanzada, la visita sorpresa de una bailarina de cabaret les hace replantearse su labor, pues caen en la cuenta de que viven de espaldas al mundo.

A pesar de su gran consideración general e indudable categoría, no está a la altura de otras comedias de Hawks como “La Fiera De Mi Niña” o “Luna Nueva”, pero es un buen ejemplo del ritmo y capacidad de contraposición de mundos adversos que Hawks hace desplegar en sus comedias, no obstante le falte una pizca de locura (dentro de su magistral progresión) para llegar a la altura de las dos anteriormente citadas. (AlohaCriticón)

Puesta en pantalla con gran fluidez por el maestro Hawks, es una muestra sobresaliente de humor inteligente, de sonrisa permanente, escrita con mimo y detalle, una deliciosa y maravillosa manera de hacer cine, de reír y de pensar, dónde en el fondo no surge sino el eterno tema de Hawks: las mujeres ponen patas arriba, en peligro, cambian totalmente el entorno masculino. Aquí la toca a Barbara Stamwyck, una auténtica bola de fuego que lo quema y arrasa todo. Obra maestra. (Kafka en Film Affinity)

Memorable comedia que ofrecía una maliciosa versión de "Blancanieves y los siete enanitos", transformados en una cantante de cabaret y un grupo de ingenuos intelectuales. El inteligente ingenio del guión de Charles Brackett y Billy Wilder fue servido en bandeja de plata por Hawks, que mostró su registro más chispeante. El propio director rodaría una nueva versión en 1948: "Nace una canción". (Fotogramas)

Como de costumbre en una película de Samuel Goldwyn, la producción es excelente y Howard Hawks lleva la función a un paso acelerado durante casi dos horas. Es mucho tiempo para arrastrar un argumento de una sola nota, pero extrañamente la cosa funciona. Goldwyn ha producido una comedia muy agradable. (...) Gary Cooper puede ser un poco blando en determinados momentos, pero nos da una interpretación de una llaneza como sólo él puede darla. Barbara Stanwyck está llena de yum yum (es decir, que quema) en su papel de tentadora mundana. (Bosley Crowther en The New York Times)

Un reparto meticulosamente perfecto para hacer de cada personaje una caricatura de sí mismo. (Variety)

Película estrenada en España el 16 de marzo de 1944.

Título español: Bola de fuego.

Reparto: Gary Cooper, Barbara Stanwyck, Oscar Homolka, Henry Travers, S.Z. Sakall, Richard Haydn, Dana Andrews, Dan Duryea.