viernes, 30 de septiembre de 2016

Gertrud (1964). Carl Theodor Dreyer


Gertrud es una mujer madura e idealista que busca el amor absoluto, con mayúsculas, pero sus experiencias sentimentales se ven siempre abocadas al fracaso. Decide separarse de su marido, un eminente político, porque él antepone el trabajo al amor. Se enamora de un joven músico que empieza a cosechar sus primeros éxitos, pero para él, que sólo piensa en sí mismo, Gertrud no es más que una aventura pasajera. Por otra parte, un antiguo novio poeta reaparece en su vida con la pretensión de que reanuden su antigua relación.

Ejercicio supremo de despojamiento, nada aquí es anecdótico o accesorio: trabajo de esencialización que encierra su dificultad; muchos se sentirán desconcertados o estafados ante unos personajes hieráticos que rara vez se miran al hablarse y cuyo discurso parece dirigirse al infinito. Estamos en el revés del cine “psicológico” o “realista”. Más que la historia de una mujer, Dreyer nos muestra la historia de un alma impresa con la marca del absoluto, vocación irrenunciable que Gertrud asume en la búsqueda de un amor total, andadura no exenta de intransigencia y, tal vez, hasta de una cierta egolatría. Nada diferente a la accidentada vida profesional del propio director danés: en el espejo de Gertrud se refleja Dreyer y su infatigable búsqueda de la realización del arquetipo ideal en el mundo material. (Ludovico en Film Affinity)

Poniendo en práctica unos larguísimos y elaborados planos-secuencia, la cámara de Dreyer se desliza, sabia y serena, siguiendo el movimiento de los personajes; y en muchas ocasiones, se mantiene prácticamente inmóvil, mientras contempla conversaciones íntimas que sacan a la luz secretos, pasiones, deseos y anhelos. No deja de ser significativo que en ellas, Gertrud mantenga casi siempre una mirada perdida, como si tratase de vislumbrar en el horizonte aquello que se le niega. (Esculpiendo el tiempo)

El último film de Carl Dreyer corona limpiamente su carrera: una meditación sobre la tragedia, la voluntad individual y el rechazo al compromiso. Una mujer deja su matrimonio insatisfactorio y se embarca en una búsqueda del amor ideal, pero ni una aventura apasionada con un hombre más joven ni el retorno de un viejo amor pueden dar la respuesta que ella busca. Siempre un estilista innovador, Dreyer emplea largas tomas y una puesta en escena teatral para concentrarse en el sublime retrato que Nina Pens Rode hace de la orgullosa y valiente Gertrud. (The Criterion Collection)

La película se inspira en una obra teatral de 1906 escrita por el dramaturgo sueco Hjalmar Söderberg. Los cuadros que compone Dreyer en Gertrud son, indudablemente, de inspiración teatral. Los diálogos son sobrios y contenidos, con profusión de sentencias lapidarias que los personajes dejan escapar de vez en cuando, desde sus posiciones hieráticas. Dreyer no tiene reparos en utilizar el silencio a su favor. No hay que olvidar que es un cineasta cuya andadura empezó en la época del cine mudo. De alguna manera, Gertrud ilustra que para poder decir cosas importantes no basta con el lenguaje convencional de la palabra. Hay otras formas de expresión cuyo dominio es sólo de los maestros como Dreyer que además del cine, lo son de la construcción escénica y también, por qué no, pictórica. Dreyer se sirve de la mirada de los personajes, del espacio representado y también del no representado sino sugerido: el fuera de campo. Y todo ello para expresar algo que está en permanente abstracción, que está en el ambiente y lo rige, pero como hemos dicho antes, no se visualiza. Dreyer pretendía realizar esta película en color, pero acabó haciéndola en un contundente blanco y negro que ayuda a la sordidez del ambiente y al rigor de los espacios; vacíos y desapacibles, a pesar de su lujo. La iluminación en los interiores es selectiva y cuidada. Gertrud es una película ascética propia quizá del artista que ve cerca el final de su vida. A pesar de la contención de la dramaturgia, la protagonista lleva al límite sus aspiraciones, ahogadas a lo largo del filme. Al final, lo da todo por perdido y acaba por tomar una decisión tan radical como la misma puesta en escena de Gertrud. En virtud de que en el mundo solo existen dos cosas, el amor y la muerte a la desafortunada heroína sólo le queda recluirse para morir. (Elena Díaz. Universitat de València)

Reparto: Nina Pens Rode, Bendt Rothe, Ebbe Rode, Baard Owe, Anna Malberg, Axel Strobye.


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